Rosa Villacastín
Diario Directo
Han pasado doce años desde que los Reyes de España estuvieron de viaje oficial en Arabia Saudí. Doce largos años durante los cuales la situación de las mujeres de ese país apenas sí ha variado en cuanto a derechos y obligaciones se refiere. Prueba de ello es el revuelo mediático que se ha organizado por el simple hecho de que durante su última visita, realizada la semana pasada, la Reina Sofía, se haya vestido como lo hace cuando visita Inglaterra o China. Ni más ni menos, ni menos ni más, lo que no resta importancia a un gesto que estoy segura habrá tenido un significado muy especial para las mujeres de ese país, ya que puede ser el inicio de un cambio, de un ligerísimo cambio que, lo quieran los hombres o no, está germinando a pasos agigantados en la sociedad saudí. Más que por el deseo expreso de sus gobernantes, por la propia dinámica de una sociedad que mira con lupa todo cuanto acontece en París, Londres, Nueva York o Madrid. Países a los que viajan constantemente, en los que compran los últimos modelos de Armani, Galliano, Versace, Cavalli o Ferragano, donde estudian, donde pasan sus vacaciones y en los que la mujer disfruta de una libertad que tarde o temprano terminará por imponerse en sus lugares de origen si no lo impiden los fundamentalistas.
No es la primera vez que Doña Sofía prescinde de la 'abaya' -típica túnica negra que lucen las mujeres cuando salen fuera de sus recintos privados, de sus palacios, de sus mansiones o de sus casas, y que acompañan con un velo del mismo color, que tiene una rendija a través de la cual pueden ver cuanto acontece a su alrededor-, pues ya lo hizo en su anterior visita en el año 94, lo que ocurre es que entonces no se dio tanta importancia a un asunto que si hoy ha llamado tanto la atención es porque todo lo que ocurre en Oriente Próximo es analizado hasta en sus mínimos detalles por los medios de comunicación europeos y norteamericanos.
Recuerdo que tras la entrega de los Premios de Periodismo que anualmente concede la Agencia EFE, tuve oportunidad de hablar con la Reina Doña Sofía sobre este viaje a Arabia Saudí, y ya nos dijo a las dos o tres periodistas que le preguntamos, que su intención era vestirse como lo hacía siempre, o sea, con elegancia, sin llamar la atención y sin ofender a sus anfitriones, pues si por algo se caracteriza nuestra reina es precisamente porque sabe lo que tiene que hacer en cada momento, en cada circunstancia. Defensora de los derechos de la mujer, a la reina le gusta hacer camino sin necesidad de ir pregonándolo a los cuatro vientos. Algo que en esta ocasión no ha podido evitar y de lo cual me alegro porque ya es hora que se le dedique un poco más de atención a quien ha tenido y tiene un protagonismo tan importante en la historia reciente de nuestro país.
Han pasado doce años desde que los Reyes de España estuvieron de viaje oficial en Arabia Saudí. Doce largos años durante los cuales la situación de las mujeres de ese país apenas sí ha variado en cuanto a derechos y obligaciones se refiere. Prueba de ello es el revuelo mediático que se ha organizado por el simple hecho de que durante su última visita, realizada la semana pasada, la Reina Sofía, se haya vestido como lo hace cuando visita Inglaterra o China. Ni más ni menos, ni menos ni más, lo que no resta importancia a un gesto que estoy segura habrá tenido un significado muy especial para las mujeres de ese país, ya que puede ser el inicio de un cambio, de un ligerísimo cambio que, lo quieran los hombres o no, está germinando a pasos agigantados en la sociedad saudí. Más que por el deseo expreso de sus gobernantes, por la propia dinámica de una sociedad que mira con lupa todo cuanto acontece en París, Londres, Nueva York o Madrid. Países a los que viajan constantemente, en los que compran los últimos modelos de Armani, Galliano, Versace, Cavalli o Ferragano, donde estudian, donde pasan sus vacaciones y en los que la mujer disfruta de una libertad que tarde o temprano terminará por imponerse en sus lugares de origen si no lo impiden los fundamentalistas.
No es la primera vez que Doña Sofía prescinde de la 'abaya' -típica túnica negra que lucen las mujeres cuando salen fuera de sus recintos privados, de sus palacios, de sus mansiones o de sus casas, y que acompañan con un velo del mismo color, que tiene una rendija a través de la cual pueden ver cuanto acontece a su alrededor-, pues ya lo hizo en su anterior visita en el año 94, lo que ocurre es que entonces no se dio tanta importancia a un asunto que si hoy ha llamado tanto la atención es porque todo lo que ocurre en Oriente Próximo es analizado hasta en sus mínimos detalles por los medios de comunicación europeos y norteamericanos.
Recuerdo que tras la entrega de los Premios de Periodismo que anualmente concede la Agencia EFE, tuve oportunidad de hablar con la Reina Doña Sofía sobre este viaje a Arabia Saudí, y ya nos dijo a las dos o tres periodistas que le preguntamos, que su intención era vestirse como lo hacía siempre, o sea, con elegancia, sin llamar la atención y sin ofender a sus anfitriones, pues si por algo se caracteriza nuestra reina es precisamente porque sabe lo que tiene que hacer en cada momento, en cada circunstancia. Defensora de los derechos de la mujer, a la reina le gusta hacer camino sin necesidad de ir pregonándolo a los cuatro vientos. Algo que en esta ocasión no ha podido evitar y de lo cual me alegro porque ya es hora que se le dedique un poco más de atención a quien ha tenido y tiene un protagonismo tan importante en la historia reciente de nuestro país.
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