ALMUDENA MARTÍNEZ-FORNÉS, Enviada especial
DOHA. Su Majestad el Rey rompió ayer una lanza a favor de las inversiones españolas en el Estado de Qatar, considerado un paraíso empresarial en Oriente Próximo, ya que, gracias a sus reservas de gas natural, dispone de una de las rentas per cápita más altas del mundo ( 40.000 dólares). Además, aún queda mucho por hacer en esta emirato y existen numerosas oportunidades de negocio. En la primera reunión que Don Juan Carlos mantuvo con el Emir, Jamad bin Jalifa Al-Thani, el Rey le manifestó su deseo de elevar las relaciones bilaterales económicas al excelente nivel que ya tienen las relaciones políticas.
En esa reunión, también se abordó la postura de Irán, y el Emir, tras mostrar su preocupación, pidió una moratoria hasta junio en el Consejo de Seguridad de la ONU, del que es miembro Qatar, para dar tiempo a una solución negociada. Asimismo, Al-Thani expuso su inquietud por la situación económica del pueblo palestino, aunque eludió cualquier alusión a Hamás, cuestión en la que España y Qatar mantienen posturas diferentes, ya que este emirato árabe le ha concedido una ayuda de 50 millones de dólares y la Unión Europea le ha suspendido toda financiación.
Don Juan Carlos y Doña Sofía llegaron en la tarde de ayer a Doha en visita oficial procedentes de Jordania, donde terminaron un viaje de Estado de tres días. Dos horas después de que los Reyes Abdalá y Rania les despidieran en el aeropuerto de Áqaba, fueron recibidos en el de Doha por el Emir, que dio dos besos al Rey y la mano a la Reina, y su esposa, la Jequesa Mouzah bint Nasser Al Missned. La presencia de la Jequesa en el aeródromo, excepcional en este emirato, fue considerada como un gesto de afecto hacia los Reyes. La Jequesa acudió cubierta con una abaya (túnica negra) y un pañuelo del mismo color en la cabeza, la vestimenta árabe tradicional, mientras que Doña Sofía, sin cubrir su cabeza, lucía un primaveral traje de chaqueta occidental.
Siguiendo las costumbres tradicionales de este país, que por otro lado no rechaza las occidentales, la Jequesa ofreció en su residencia una cena de gala a la Reina y a todas las mujeres que formaban parte de la delegación española, mientras que el Emir invitó a otra cena al Rey y a los hombres que le acompañan en esta visita oficial.
Aunque los qataríes desean conservar estas tradiciones, que forman parte de su cultura, lo cierto es que el Emir ha emprendido un proceso de reformas que también afecta al papel de la mujer. De hecho, en su Gobierno ya hay una ministra y su esposa, la Jequesa, está considerada como una de las personas más influyentes del país. Entre otras funciones, es miembro del Grupo de Alto Nivel que prepara las propuestas de la Alianza de las Civilizaciones.
En esa reunión, también se abordó la postura de Irán, y el Emir, tras mostrar su preocupación, pidió una moratoria hasta junio en el Consejo de Seguridad de la ONU, del que es miembro Qatar, para dar tiempo a una solución negociada. Asimismo, Al-Thani expuso su inquietud por la situación económica del pueblo palestino, aunque eludió cualquier alusión a Hamás, cuestión en la que España y Qatar mantienen posturas diferentes, ya que este emirato árabe le ha concedido una ayuda de 50 millones de dólares y la Unión Europea le ha suspendido toda financiación.
Don Juan Carlos y Doña Sofía llegaron en la tarde de ayer a Doha en visita oficial procedentes de Jordania, donde terminaron un viaje de Estado de tres días. Dos horas después de que los Reyes Abdalá y Rania les despidieran en el aeropuerto de Áqaba, fueron recibidos en el de Doha por el Emir, que dio dos besos al Rey y la mano a la Reina, y su esposa, la Jequesa Mouzah bint Nasser Al Missned. La presencia de la Jequesa en el aeródromo, excepcional en este emirato, fue considerada como un gesto de afecto hacia los Reyes. La Jequesa acudió cubierta con una abaya (túnica negra) y un pañuelo del mismo color en la cabeza, la vestimenta árabe tradicional, mientras que Doña Sofía, sin cubrir su cabeza, lucía un primaveral traje de chaqueta occidental.
Siguiendo las costumbres tradicionales de este país, que por otro lado no rechaza las occidentales, la Jequesa ofreció en su residencia una cena de gala a la Reina y a todas las mujeres que formaban parte de la delegación española, mientras que el Emir invitó a otra cena al Rey y a los hombres que le acompañan en esta visita oficial.
Aunque los qataríes desean conservar estas tradiciones, que forman parte de su cultura, lo cierto es que el Emir ha emprendido un proceso de reformas que también afecta al papel de la mujer. De hecho, en su Gobierno ya hay una ministra y su esposa, la Jequesa, está considerada como una de las personas más influyentes del país. Entre otras funciones, es miembro del Grupo de Alto Nivel que prepara las propuestas de la Alianza de las Civilizaciones.
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