sábado, 26 de diciembre de 2020
Con todos y para todos
viernes, 25 de diciembre de 2020
El Rey, una garantía para España
martes, 22 de diciembre de 2020
Normalizar a la Corona en Cataluña
Hace unos meses el Gobierno optó por vetar al Rey para que no acudiese a Barcelona a entregar los despachos de los nuevos jueces en la Escuela Judicial. En aquel momento Don Felipe se excusó con el propio presidente del Consejo General del Poder Judicial, Carlos Lesmes, porque era evidente que fue el ministro de Justicia quien había considerado no idónea la presencia del Rey. En aquel momento, el Gobierno invocó de modo absurdo cuestiones de seguridad, como si el Estado no tuviese mecanismos de sobra para garantizar la asistencia del Rey a un acto oficial en condiciones de absoluta normalidad. Se trataba de pagar el enésimo peaje al independentismo, con el que Sánchez empezaba a negociar su apoyo a los Presupuestos Generales. Además, en aquellos momentos estaba a punto de dictarse la sentencia que finalmente inhabilitó a Joaquim Torra como presidente de la Generalitat, y el Ejecutivo empleó un criterio de oportunidad política para no irritar al secesionismo, con sus líderes en prisión por sedición. Sin embargo, flaco favor hace La Moncloa a la Casa Real con el ninguneo constante al que someten al Jefe del Estado. Más aún, cuando desde el propio Gobierno los ministros de Podemos se jactan abiertamente de estar preparando la proclamación de otra república en España.
La defensa que hace Sánchez del Rey es insuficiente. Lo ocurrido ayer, alegando que se trataba de un acto íntimo porque no se quería abrumar al escritor, de avanzada edad, demuestra que priman los intereses políticos del Gobierno sobre cualquier guión institucional. Y eso ensombreció el acto más relevante para nuestra literatura, y también para la reivindicación del español como lengua universal. Cuando Margarit fue premiado, ni siquiera se sabía que el Ministerio de Educación iba a ceder ante el nacionalismo revocando la condición del español como lengua vehicular en las aulas. Hoy todo cuadra porque el Gobierno de Sánchez no da puntada sin hilo. Lo ocurrido ayer va más allá de estrictas razones de prudencia. Se semiocultó de manera consciente un acto en el que una vez más el Gobierno actuó de modo impropio con la Corona.
domingo, 22 de noviembre de 2020
Una Monarquía de todos por la democracia
El Mundo
Una Monarquía que "integra a todos los españoles" para asegurar "el efectivo ejercicio de todas sus libertades". Son las dos ideas centrales de la alocución que pronunció hace hoy 45 años Juan Carlos I en su proclamación como Rey de España. Franco había muerto dos días antes. Y el monarca asumió su responsabilidad con un discurso largamente preparado, muy medido como exigían las circunstancias históricas, pero en el que estaban ya todas las claves del proyecto político que en apenas unos meses pilotaría para conducir a nuestro país desde la dictadura a una democracia plena y del todo homologable a las del entorno. "Todo dependerá del primer discurso", le había repetido al todavía Príncipe Torcuato Fernández-Miranda, su mentor. Y, en efecto, sus palabras debían servir tanto para calmar a los inquietos sectores de poder del viejo régimen como para trasladar un mensaje inequívoco de renovación y esperanza al conjunto de la ciudadanía y a todos los expectantes grupos de oposición.
Este 45º aniversario coincide con un momento de zozobra en la Casa del Rey por los escándalos de naturaleza económica que señalan a Don Juan Carlos y que nada tienen que ver con el actual titular de la institución, su hijo Felipe VI. Pero coincide también con una feroz y oportunista campaña contra la Corona por parte de la izquierda radical en el Gobierno y de partidos independentistas. Pretenden así en realidad tumbar la Constitución del 78 y el actual sistema político, incluido el principio fundamental de que la soberanía nacional es indivisible y reside en el pueblo español. Con tal fin, asistimos a un preocupante revisionismo y falseamiento de nuestra historia. Por ello es tan importante combatir las falacias con las razones de los hechos incontestables. En el caso de Juan Carlos I, está bien acreditado que mucho antes de que muriera el dictador su hoja de ruta estaba clara: conducir al país hacia un sistema de libertades como las de cualquier democracia europea. La Transición, que arrancó con aquel discurso clave del 22-N, fue modélica. Y los españoles hemos disfrutado gracias a la Constitución del 78 del mayor periodo de prosperidad. Hoy se podrán lamentar conductas nada ejemplares de Don Juan Carlos que ensombrecen su figura, pero en modo alguno se le puede negar su importantísimo legado y su papel central en la consecución de la democracia.
domingo, 18 de octubre de 2020
El Rey exige a las instituciones que se pongan «al servicio de los ciudadanos»
Don Felipe ha hecho este llamamiento este viernes, durante la entrega de los premios Princesa de Asturias, que se ha celebrado en el Salón Covadonga del Hotel La Reconquista de Oviedo. A la ceremonia casi íntima apenas han asistido cuarenta personas, frente a las 1.300 que acudían en las anteriores ediciones al Teatro Campoamor, antes de que la pandemia del Covid obligara a trastocar todo. De esas cuarenta personas, cinco eran miembros de la Familia Real -los Reyes, la Heredera de la Corona, la Infanta Sofía y la Reina Sofía-, veinte eran premiados y el resto, autoridades y responsables de la Fundación Princesa de Asturias. Entre ellos, los presidentes del Congreso, Senado y CGPJ y Tribunal Supremo, la vicepresidenta del Gobierno, Carmen Calvo, y el líder de la oposición, Pablo Casado.
Esta vez no hubo público, ni invitados ni saludos ni recepciones ni fabada compartida ni arroz con leche, para prevenir contagios de Covid. Y las bandas de gaitas, que normalmente inundan la ciudad con su música, se restringieron al mínimo durante la ceremonia. Pero el Rey pudo utilizar la tribuna de los premios Princesa de Asturias para hacer un llamamiento a todas las instituciones y exigirlas «sentido del deber», «rectitud» y «responsabilidad», en lugar de batallar destructivamente entre ellas.
Esfuerzo de entendimiento
«Ahora, cuando tantas personas se han enfrentado y se siguen enfrentando a situaciones tan graves y complejas por la pandemia; cuando muchos ciudadanos sienten una gran incertidumbre y preocupación por su situación económica, es necesario que todos hagamos un gran esfuerzo colectivo, un gran esfuerzo nacional, de entendimiento y de concordia», advirtió el Rey.
Es más, Don Felipe elogió la actitud del pueblo español al que puso como ejemplo ante las instituciones. «Durante esta crisis la inmensa mayoría del pueblo español está dando pruebas inequívocas de resistencia y entereza -manifestó-. Su ejemplo no puede ser un esfuerzo estéril ni caer en el olvido. Y ese ejemplo nos exige a todas las instituciones estar siempre -y ahora más que nunca- al lado y al servicio de los ciudadanos; requiere conducirnos con sentido del deber, con la mayor responsabilidad, y con la máxima integridad y rectitud, para que el interés nacional prevalezca y los intereses generales de los españoles sean nuestro norte y guía».
La «España democrática»
Don Felipe también defendió los principios y valores de la Constitución de 1978: «La España democrática fue lo que dio sentido a la razón de ser de nuestra Fundación -relató-. Desde su nacimiento, hace ahora 40 años, nuestra Fundación ha trabajado sin descanso, cultivando siempre sus profundas raíces en el saber, el pensamiento, en el amor a la ciencia y la cultura, en la solidaridad; y ha ido creciendo gracias a la permanente savia que, al igual que nuestra sociedad, ha recibido de nuestra Constitución: un compromiso histórico que garantiza día a día nuestra convivencia democrática, la dignidad del ser humano, y sus derechos y deberes como ciudadano en libertad. Un compromiso permanente, en suma, con nuestros principios y valores constitucionales».
Los tacones de la Heredera
Antes de que el Rey tomara la palabra, lo hizo la Princesa de Asturias. Afortunadamente, la Heredera de la Corona pudo debutar el año pasado en el Teatro Campoamor, con una ceremonia en pleno esplendor, aunque esta edición mantuvo la solemnidad habitual. La Princesa, que el próximo 31 cumplirá quince años, lució, por primera vez en público, unos zapatos de tacón alto y fino y un vestido con más aire juvenil que infantil, un claro símbolo de que la Heredera se va haciendo mayor.
La primogénita de los Reyes leyó con perfección, haciendo pausas y sin equivocarse, y aprovechó su intervención para hacer un llamamiento a la responsabilidad de los jóvenes en plena pandemia para que eviten contagiar el virus a los mayores. «Si hay algo que mi hermana, Sofía, y yo hemos aprendido es el sentido de la responsabilidad. Nuestros padres nos lo han enseñado siempre», afirmó. «Y creo que los jóvenes de mi generación también son conscientes de ello. Un sentido de la responsabilidad que pasa por no olvidarnos nunca de las personas que nos rodean, que nos quieren y a quienes queremos (y, en ese momento, miró hacia la tribuna en la que estaba sentada su abuela, Doña Sofía)».
Y a los galardonados con el premio que lleva su nombre, les dijo: «Hemos comprobado la importancia de la solidaridad gracias a personas que, como las premiadas, son un ejemplo de cómo enfrentarse a las dificultades. Con vuestro extraordinario trabajo y talento, nos marcáis el camino».
Aunque este año había disculpa para nos asistir, por la pandemia, al final veinte premiados se desplazaron a Oviedo para recoger personalmente los galardones. Ellos fueron Carlos Sainz (premio de los Deportes), Andrea Morricone, en representación de su padre, Ennio (premio de las Artes) fallecido el pasado julio; Emmanuel Candès (premio Investigación Científica y Técnica); Cristina Fuentes La Roche y María Sheila Cremaschi, directoras de Hay Festival of Literature & Arts (premio de Comunicación y Humanidades), y los quince profesionales que representaron a los sanitarios españoles que luchan contra el Covid.
En nombre de todos ellos, intervinieron Carlos Sainz y el doctor José Eugenio Guerrero Sanz, jefe de la UCI del Hospital Gregorio Marañón y del Grupo Hospitalario Privado HM. Además, Andrea Morricone dirigió un conjunto de cuerda que, en honor de su padre, interpretó «Deborah`s Theme», uno de los temas principales de «Érase una vez América». Y los premiados que no pudieron desplazarse a Oviedo enviaron vídeos con mensajes que se emitieron durante la ceremonia.
«Nunca fuimos héroes»
Sainz agradeció el compromiso «esencial» de la Familia Real con el deporte en España, y el doctor Guerrero arrancó las lágrimas de emoción de algunos de los presentes -entre ellos, la madre y la hija de sendos profesionales fallecidos por la pandemia-, mientras intentaba convencer, sin éxito, de que los sanitarios no fueron héroes. «Nunca fuimos héroes, pero hicimos nuestro trabajo lo mejor que supimos y pudimos, conscientes de que compartíamos un destino común con toda la sociedad y que en la lucha contra el virus no era posible esperar milagros, solo valía el trabajo, la dedicación y el esfuerzo». «No fuimos héroes. O quizá lo fuimos todos -añadió-. Porque frente a una pandemia que nos obligaba al distanciamiento, supimos romper la barrera y hallar un punto de encuentro y a las ocho de la tarde, cada día, salíamos a aplaudir a la vida». Pero después el Rey zanjó la cuestión: «Nosotros sabemos que están yendo mucho más allá: que curan, investigan, ayudan, acompañan, consuelan... Sí creemos que tienen una actitud heroica... y con ella nos devuelven la esperanza».
miércoles, 30 de septiembre de 2020
El Rey y las tres montañas
Este hostigamiento incesante a la Corona, a ratos sin cuartel, a ratos sibilino, sostenido por miembros del Gobierno, que prometieron desempeñar sus cargos con lealtad al Rey y a la Constitución, lo convierte en algo sin parangón, inimaginable y de una gravedad extrema. Y, además, los constituye, como ha escrito Antonio Burgos en estas páginas, en «Perjuros».
La situación puede resumirse así respecto del Rey, el Jefe del Estado, que, como órgano, está por encima de todos -«y cuando digo todos, digo todos»- los órganos del Estado. Injuriarlo es libertad de expresión; gritar «¡viva el Rey!» es pasarse tres montañas. ¿Será delictivo dentro de poco proclamar «¡viva el Rey!»?
El día 25 de septiembre ha supuesto la certificación de que el chavismo campea por España. Su agente principal en nuestra patria es el conglomerado de Unidas Podemos, cuyos socios, con matices raciales y por convergencia de intereses, eran sólo las fuerzas separatistas y criptoterroristas en sus demarcaciones tribales, hasta que el PSOE las legitimó como «sus» socios, y así andan embravecidas, desatadas y condicionantes.
Para establecer una república de Monipodio, atacan con inquina al Rey que defendió la Constitución, que impugnan y desacatan; persiguen aniquilar los mejores cuarenta y cinco años de la Historia de España, que, capitaneados por Juan Carlos I en la admirable Transición y continuados con esmero por el Rey Don Felipe VI, restauraron la concordia, la reconciliación, la libertad, la democracia y la prosperidad de los españoles.
Y ese certificado lo ha expedido precisamente el único que no debía hacerlo, el único que podía hacerlo; el presidente del Gobierno. Impuso la ausencia del Rey a un acto -además, protocolario- de otro poder del Estado, supuestamente por incapacidad gubernativa de garantizar su seguridad o -para aún mayor humillación- como pago a sus socios separatistas catalanes, cuyos votos necesitan para aprobar los presupuestos generales del Estado. Y, luego, consintió la injuria y la tergiversación, por orden cronológico, del perjuro ministro de Consumo, del perjuro vicepresidente segundo del Gobierno y del perjuro ministro de Universidades, tras una llamada de cortesía de Su Majestad al presidente del CGPJ.
La posición constitucional del Monarca no puede verse destruida o desintegrada por el hecho de que todos sus actos deben estar refrendados. Prohibirle o impedirle que ejerza su papel como máximo representante es contrario a la Constitución, y, más, si el acto en el que participa carece de dimensión material o, si se prefiere, es simbólico. Hacerlo supone anular una competencia del Rey, una característica esencial como órgano. La Constitución lo veta y existe una «opinio iuris» extendida (Fernández-Fontecha y Pérez de Armiñán).
La Jefatura del Estado que desempeña el Rey es necesaria por el papel peculiar que solo la Corona puede y debe desempeñar en la esfera política. La autoridad e influencia de la Institución Real es muy útil a la hora de resolver situaciones políticas delicadas (Constant). El Monarca de un régimen parlamentario, con su poder neutral y de influencia, es el mejor aliado del pueblo frente a los poderes efectivos del Estado y la mejor garantía de la integración de la complejidad social y el derecho a la libertad y la prosperidad del ser humano y los ciudadanos.
Es completamente absurdo pretender inmovilizar al Rey, negándole toda posibilidad de acción, a menos de anular sus funciones y asumir de forma anticonstitucional su desempeño por un órgano inadecuado (en este caso, la Presidencia del Gobierno) para abocar a aquella magistratura a una existencia «sin contenido, ni objeto, dotada solo de un poder nominal, ficticio, que tarde o temprano habría de desaparecer» (Cáceres Crosa). A no ser que esto sea lo que buscan el presidente del Gobierno y sus socios. Ramón Pérez-Maura lo ha sugerido en su columna «Para quien quiera verlo» (ABC, 25-09-20).
Proclaman las personas decentes que el Gobierno no puede cambiar el régimen constitucional por la vía de los hechos. Es exactamente lo que se está haciendo. Teresa Freixes lo ha contado en «La estrategia de la araña». Resulta que, en el siglo XXI, se ha de volver a la lucha política por la libertad; pero no contra ningún monarca absoluto y el Antiguo Régimen, periclitados hace más de doscientos años en Occidente, sino contra el democratismo absoluto (sin derechos humanos, ni división de poderes) y una Nueva Dictadura plebiscitaria. No se trata de Monarquía o República, o más precisamente, de la forma de la Jefatura del Estado, si hereditaria o electiva, sino de libertad o tiranía, de democracia o dictadura.
Julián Marías dijo: «Lo que más me inquieta es que en España todo el mundo se pregunta qué va a pasar; pero casi nadie hace esta otra pregunta: ¿qué vamos a hacer?». Defender al Rey es defender la Constitución, el pacto, la reconciliación, la democracia, la libertad, la fraternidad entre españoles. Es imprescindible la unión de todas las fuerzas de la razón, del signo que sean, que forman la inmensa mayoría de la nación, para detener este camino hacia el autoritarismo.
Si no es posible, la oposición discrepante o parlamentaria tiene que unirse para detener políticamente y desalojar electoralmente a los actuales gobernantes. Es ahora o en muchos años. El chavismo ya está desplegado en España y lo está infectando todo a una velocidad inaudita. Lo que a Chávez le costó años, aquí lo han conseguido en menos de un año. El problema en Venezuela, Bolivia o Ecuador fue la ausencia de una unidad de acción contra el chavismo.
Y, hoy, en nombre de la libertad y la democracia, todos los ciudadanos, con independencia de nuestras legítimas y saludables diferencias ideológicas, manifestamos alto y claro nuestra lealtad a la Monarquía Parlamentaria y nos sumamos a esa pasada judicial de tres montañas, con un triple viva: ¡Viva la Constitución! ¡Viva España! ¡Viva el Rey!
viernes, 14 de agosto de 2020
El futuro de la monarquía
En cambio, las actitudes mostradas por Felipe VI representan las virtudes esenciales que se exigen a todo jefe de Estado en una democracia representativa. Entre ellas la austeridad, la ejemplaridad y el sentido del deber en el desempeño del cargo. Ejemplaridad porque a estas alturas de su vida y de su reinado no se le conoce nada que se le pueda reprochar moralmente en sus esferas privada y pública por parte de los españoles. Austeridad en sus actividades y cuentas claras en sus presupuestos, siendo la española una de las casas del rey y presidencias de república más sobrias de Europa. De ahí su pronta, tajante y acertada decisión de desmarcarse rotundamente de las presuntas actuaciones ilícitas de su padre. Y, por último, un sólido sentido del deber y una dedicación absoluta al bien común de los españoles, mostrando ser el primer servidor público del país y conservando una exquisita neutralidad institucional en el abigarrado juego de la política partidaria, cumpliendo a pies juntillas con el mandato constitucional de arbitraje y mediación (auctoritas sin potestas), que ha sido más importante en el juego político de lo que pudiera parecer a primera vista.
Los españoles de hoy no somos responsables de las cosas que hicieron nuestros pretéritos. Somos por supuesto legatarios y gestores del pasado, pero no autores responsables del mismo. Por eso, me parece muy poco riguroso y consecuente que no se distinga entre el impecable comportamiento del actual monarca y los errores o faltas de ejemplaridad de su antecesor, poniendo encima de la mesa política una falsa crisis de la Monarquía parlamentaria en unos momentos en los que el país necesita sosiego y unidad para entre todos sacarlo hacia adelante con la inestimable ayuda de Europa. Y me parece igualmente insostenible que no se distinga entre el comportamiento de una persona y la validez política de una institución, como si cuando hay un presidente de república corrupto (como los ha habido) hubiera que suprimir la república como legítima forma de Estado.
(...)
miércoles, 12 de agosto de 2020
Reyes, reinas y exilios
Seguiré siendo monárquico
ABC
Defendí la figura de Don Juan de Borbón como el eslabón necesario en la cadena sucesoria y asumí, con dolor, la importante encarnación de la Corona en la persona de su hijo Don Juan Carlos.
Por eso seguiré siendo monárquico, defensor de la institución por encima incluso, si necesario fuera, de las personas y lucharé, ya con limitadas fuerzas, para impedir que se introduzcan en España otro tipo de regímenes políticos que tanto daño han hecho a nuestra patria a lo largo de siglos y años pasados.
La Corona, clave de bóveda
«Los poderes públicos, los partidos políticos, los empresarios y los sindicatos, con sus extensiones mediáticas que lo abarcan todo, deberían insistir en la importancia de la Corona como abrigo de la nación y cúspide del Estado social y democrático de Derecho. Y enseñarlo así a las actuales y a las nuevas generaciones. Y los ciudadanos reclamárselo. Por el bien de todos»
La Corona y la persona que la ostenta
Por su parte, la no sujeción del Rey a responsabilidad se extiende tanto a la responsabilidad civil, como a la política. Pues bien, para hacer efectiva esta prerrogativa hubo que recurrir a la ficción de que Rey nunca actúa solo («the king cannot act alone», que dicen los británicos), lo cual se traduce en que es preciso siempre el refrendo de sus actos, en virtud del cual responden quienes, mediante el refrendo en sus diversas formas, asumen los actos del Monarca. Así lo dispone el artículo 64.2 de la CE: «De los actos del Rey serán responsables las personas que los refrenden». (...)
lunes, 10 de agosto de 2020
Recuerda que eres mortal
La corona mágica
viernes, 7 de agosto de 2020
Juan Carlos I, guía de lectura
La tesis del rey
Una Corona a prueba de balas: ¿qué pueden aprender los Borbones de los Windsor?
Es como si, en algunos aspectos, los británicos se hubieran quedado encapsulados en el tiempo. La tradición se lleva a rajatabla. Para que se hagan una idea, la reina Isabel II sigue siendo la que protagoniza las sesiones de apertura del Parlamento en una ceremonia cargada de boato. Sale del Palacio de Buckingham en una carroza dorada tirada por seis caballos blancos y, una vez llega a Westminster con un traje de raso blanco, capa forrada de armiño y corona, presenta el programa legislativo del gobierno de turno. ¿Se imaginan semejante escena a día de hoy en España?
jueves, 6 de agosto de 2020
Don Juan Carlos
El desprecio de la Transición es ignorancia, estupidez y suicidio. Fueron años peligrosos, nada estaba escrito, y si salió lo mejor de nosotros es porque nos empeñamos en que así fuera. Lo contrario de ahora. La benéfica operación exigía convicción, sentido histórico, algo de temeridad y luces largas.