Editorial ABC
El gobierno de Pedro Sánchez está ofreciendo un espectáculo político lamentable con motivo de la decisión del Rey emérito de abandonar el país. Unidas Podemos y sus dirigentes no quieren ser partícipes de una iniciativa que ha avalado personalmente Pedro Sánchez, como no podía ser de otra manera. Para la extrema izquierda del Gobierno, la marcha de Don Juan Carlos es una enmienda a la totalidad de su ideario antimonárquico, en la medida en que se interprete como un apoyo al Rey Felipe VI. El socio de Pedro Sánchez es cada día menos socio en las cuestiones fundamentales de Estado y por eso temía Sánchez que le quitara el sueño gobernar con Pablo Iglesias. La extrema izquierda apuesta por derogar la monarquía parlamentaria de 1978 y, por esta razón, quiere a Don Juan Carlos no fuera de España, sino en el banquillo de los acusados, para juzgar a la Corona y, por supuesto, socavar el reinado de Felipe VI. La expectativa de Unidas Podemos no es consolidar la Monarquía y esto lo sabía de antemano Pedro Sánchez cuando pactó una coalición con una amalgama de grupos comunistas y antisistema. La responsabilidad política de esta situación es de quien la ha propiciado, Pedro Sánchez, y ha de responder con una firmeza que no ha demostrado en ningún pulso con Pablo Iglesias, ganados todos por aquellos de sus ministros que no solo no comparten los postulados ultraizquierdistas de Unidas Podemos, sino que se han enfrentado abiertamente a sus propósitos más atrabiliarios.
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