Almudena Martínez-Fornés
Seis años después del anuncio de su abdicación, el Rey Don Juan Carlos vive uno de los momentos más difíciles y tristes de su vida. Su largo reinado será recordado en los libros como uno de los mejores, según historiadores tan rigurosos como Juan Pablo Fusi, que lo ha calificado como «un gran momento en la historia de España». Sin embargo, los errores personales de los últimos años amenazan con ensombrecer su figura, eclipsar todo lo logrado y amargarle sus últimos años de vida. Confinado en La Zarzuela por el Covid, lo que de verdad apena a Don Juan Carlos es no ser recordado por sus contemporáneos como él siempre quiso.
Hasta que empezaron a aflorar los errores, su biografía había sido la que le hubiera gustado escribir a cualquier Jefe de Estado, y hubo un tiempo en el que así se lo reconocían dentro y fuera de España. El viejo Rey se ganó a pulso su enorme prestigio personal, pero inexplicablemente años después él se ocupó de desgastarlo, sin que nadie consiguiera salvar a Don Juan Carlos de sí mismo. Rodeado desde niño por adultos y consejeros que le marcaban el paso, Don Juan Carlos había aprendido a buscar válvulas de escape y a romper los cercos que le imponían. Había desarrollado una rebeldía natural que nadie conseguía controlar. Con su encanto personal, su personalidad arrolladora y la fascinación que producía, el Rey conseguía lo que se proponía.
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Hasta que empezaron a aflorar los errores, su biografía había sido la que le hubiera gustado escribir a cualquier Jefe de Estado, y hubo un tiempo en el que así se lo reconocían dentro y fuera de España. El viejo Rey se ganó a pulso su enorme prestigio personal, pero inexplicablemente años después él se ocupó de desgastarlo, sin que nadie consiguiera salvar a Don Juan Carlos de sí mismo. Rodeado desde niño por adultos y consejeros que le marcaban el paso, Don Juan Carlos había aprendido a buscar válvulas de escape y a romper los cercos que le imponían. Había desarrollado una rebeldía natural que nadie conseguía controlar. Con su encanto personal, su personalidad arrolladora y la fascinación que producía, el Rey conseguía lo que se proponía.
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