sábado, 17 de enero de 2009

Fabiola de Bélgica, hospitalizada por una bronconeumonía


La reina Fabiola, en una imagen de 2004. (EFE)

La reina Fabiola de Bélgica fue hospitalizada anoche en la clínica Saint-Jean de Bruselas como consecuencia de una bronconeumonía, según ha informado la casa real belga en un breve comunicado.

La viuda del rey Balduino, de 80 años, se recupera de una operación de tiroides a la que se sometió bajo hipnosis recientemente en el hospital universitario de Lieja (este del país).

Por el momento, no se conocen detalles sobre su actual estado de salud.

Fabiola de Mora y Aragón —que mantiene el título de reina pese a que la esposa del actual monarca, Paola, también lo ostenta— nació el 11 de junio de 1928 en Madrid en el seno de una familia noble y acomodada de siete hermanos, hijos de Gonzalo de Mora y Fernández, segundo conde de Mora y cuarto marqués de Casa Riera.

martes, 6 de enero de 2009

Celebración de la Pascua Militar



El Rey ha asegurado que "España se muestra decidida a contribuir activamente" para, "ante la grave crisis que vive Oriente Medio", lograr "un alto el fuego", y ha reclamado "el despliegue de todos los esfuerzos diplomáticos necesarios" para conseguirlo.

Don Juan Carlos se ha expresado así en el primer discurso que pronuncia cada año, con motivo de la celebración de la Pascua Militar, que ha presidido esta mañana en el Palacio Real de Madrid junto a la Reina y los Príncipes de Asturias.

«Execrable barbarie terrorista»

Han asistido al acto el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, los ministros de Defensa, Carme Chacón, y de Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, y los responsables del Estado Mayor de la Defensa, de los tres Ejércitos, de las Reales y Militares Órdenes de San Fernando y San Hermenegildo, de la Guardia Civil y de la Hermandad de Veteranos.

La ministra ha incidido también en el llamamiento a todas las partes implicadas en el conflicto entre israelíes y palestinos -como ya hizo ayer Rodríguez Zapatero- para que cesen de inmediato las hostilidades.

El Rey, jefe supremo de las Fuerzas Armadas, ha recordado en su intervención a los que perdieron la vida en cumplimiento de su deber con especial hincapié en los que fueron víctimas de "execrable barbarie terrorista, una lacra que debemos combatir con unidad, firmeza y determinación".

Sobre este asunto, Chacón ha anunciado que se celebrará, con motivo del vigésimo aniversario de la participación de las Fuerzas Armadas en misiones en el exterior, una serie de actos que culminarán con un homenaje a los 148 fallecidos que han engrosado "la nómina de héroes".

Tanto el Rey como la ministra han coincidido en que gracias a la Constitución se ha conseguido la "profunda modernización" de los tres ejércitos y que contribuyan ejemplarmente al "ejercicio solidario de salvar, defender y amparar a quienes sufren situaciones de emergencia".

Felicidad por la «profesionalidad» de los militaresDon Juan Carlos ha felicitado a todos los militares por su "profesionalidad, dedicación y sacrificio" para proteger "nuestra libertad y salvaguardar la paz más allá de nuestras fronteras", en un mundo interdependiente en el que, junto a las amenazas tradicionales, "surgen nuevos riesgos para la estabilidad".

Ambos han recordado que los militares españoles han participado en más de 50 misiones en el exterior y han estado en más de treinta países "para llevar la paz y el auxilio de nuestra Nación", ha matizado el Rey.

La profesionalidad, la eficacia, la innovación, el compromiso con la paz y la legalidad internacional, así como la igualdad entre hombres y mujeres centrarán los objetivos de Defensa, de acuerdo con Chacón.

La ministra aseguró que "las virtudes y cualidades" que ha atesorado el Ejército gracias a un intenso proceso de "progreso y modernización" pueden servir ahora "de ejemplo a esa misma sociedad en el año que se inicia".

La ministra apeló a tres cualidades "que se resumen en la idea -dijo- que hace escasos días" evocó el Rey en su tradicional mensaje de Navidad. Esa idea, según Carme Chacón, es la "confianza". "Esa misma confianza que los españoles tienen depositada en sus ciudadanos y ciudadanas de uniforme. Esa confianza que nuestros militares no defraudarán jamás", añadió.
La primera de las cualidades a las que se refirió la ministra es "la austeridad y la abnegación". En opinión de Chacón, dicha cualidad "resulta particularmente útil en momentos como los actuales que demandan de todos esfuerzos y sacrificios".

Otra de las virtudes señaladas por la ministra es "la vocación de servicio, el espíritu altruista en pro de los compatriotas, en especial de aquellos que corren mayor riesgo". Una cualidad que, dijo, "también está en plena vigencia".

Y, por último, el tercer aspecto al que se refirió la ministra es "el ánimo de unidad, el compañerismo". "Imprescindible -dijo- para superar dificultades y vencer obstáculos".

A pesar de la austeridad derivada de unos presupuestos algo menores, la ministra ha garantizado que "la planificación y eficacia" harán posible que se cumplan todas las tareas, que se continúe con la modernización del equipamiento y se aumente la seguridad de las tropas.

El Rey pide el despliegue de todos los esfuerzos diplomáticos en Oriente Medio en la celebración de la Pascua Militar

Por primera vez, una mujer, la comandante del cuerpo militar de sanidad Milagros Hijosa Pedregosa, ha recibido la condecoración de San Hermenegildo.

A su llegada, los Reyes han sido recibidos por el presidente del Gobierno y el jefe del Estado Mayor de la Defensa, José Julio Rodríguez Fernández, y, tras escuchar el himno nacional y las 21 salvas de honor, Don Juan Carlos ha pasado revista a una formación de la Guardia Real.

En el interior del Palacio, la Familia Real ha saludado al resto de las autoridades y se ha procedido a la entrega de las condecoraciones militares.




Una tradición desde Carlos III

La celebración de la Pascua Militar arranca en el siglo XVIII, cuando Carlos III felicitó a las tropas españolas que recuperaron la localidad menorquina de Mahón, que estaba en poder de los ingleses, el 6 de enero de 1782.

Como prueba de aprecio a sus ejércitos, Carlos III ordenó a virreyes, capitanes generales y demás jefes que en el día de la Epifanía reuniesen a las guarniciones para felicitarles en su nombre.

En coincidencia con la Pascua Militar, el Ministerio de Defensa ha decidido este año poner en marcha una campaña para celebrar el vigésimo aniversario de la participación de las Fuerzas Armadas españolas en misiones internacionales de paz.

Más de 100.000 militares españoles han intervenido en un total de cincuenta operaciones de paz en cuatro continentes durante los últimos veinte años, desde que la ONU solicitó en 1989 la participación de España, de forma casi simultánea, en las misiones internacionales organizadas en Namibia y Angola. Ahora está presente en cinco misiones internacionales: Afganistán (778 efectivos), el Líbano (1.100), Kosovo (630), Bosnia (266) y Chad (100). También está en Somalia (90) en una operación conjunta contra la piratería.

Discurso de Su Majestad El Rey

Feliz Pascua Militar

El día de Reyes tiene lugar una celebración especial: la Pascua Militar, instituida por Carlos III para conmemorar la reconquista de la isla de Menorca, a los ingleses, en 1782.
Su Majestad el Rey, acompañado de la Familia Real y del Gobierno, recibe en el Palacio de Oriente a una nutrida representación de las Fuerzas Armadas, como su Jefe Supremo. Se hace balance de la situación geoestratégica, del trabajo desarrollado en el año anterior y de las previsiones de futuro, con vistas a dotarlas de la mayor eficacia para el cumplimiento de su importantísima misión de garantizar la paz y seguridad, para que el pueblo español pueda vivir y afanarse, sin temor ni sobresaltos. Se rendirá homenaje a los que generosamente ofrendaron sus vidas en el cumplimiento de las misiones encomendadas o abatidos por la execrable acción del terrorismo.
Una ocasión magnífica para expresar a los militares españoles, hombres y mujeres de los tres Ejércitos y Guardia Civil, el cariño, el respeto y el agradecimiento por su silenciosa y abnegada labor, sea en sus cuarteles o en diferentes lugares del globo, llevando a cabo misiones de paz y de ayuda humanitaria con contrastada abnegación.
A todos nuestros militares: ¡feliz Pascua Militar!

Federico Carrero Plaza
Plasencia (Cáceres)
Carta publicada en ABC

jueves, 1 de enero de 2009

La Infanta Eulalia en Chicago


JAVIER RUPÉREZ Embajador de España
ABC

Hace cincuenta años que moría en Irún, a los noventa y cuatro años de edad, la Infanta Eulalia, hija de la Reina Isabel II. Y hace ciento quince años, en 1893, que la Infanta Eulalia visitó Chicago en representación de la Reina Regente y del Gobierno de España para participar en la exposición universal que en el cuarto centenario del descubrimiento de América se celebraba en la capital del Medio Oeste estadounidense. Era la primera vez que un miembro de la Familia Real española pisaba tierra americana. La Infanta, antes de llegar a Chicago, visitó Puerto Rico y Cuba, desembarcó en Nueva York y fue recibida en Washington por el entonces presidente de los Estados Unidos Clover Cleveland. En Chicago permanece todavía la memoria de su presencia, estrechamente asociada a los fastos de la exposición universal, una de las más espectaculares nunca celebradas y momento significativo para el renacimiento de la «segunda ciudad» del país, tras el incendio que la había reducido a cenizas en 1870.
Como recordaba hace pocos días la catedrática de Historia americana en el Columbia College Teresa Prados Torreira, en una esclarecedora conferencia pronunciada en el Instituto Cervantes de Chicago, la Infanta española fue recibida en Chicago con inusitada expectación y profundo interés. En términos estrictamente protocolarios era la más relevante de las personalidades que acudía a la feria y su presencia despertó fervor en los círculos adinerados de la ciudad y conmoción en los sectores populares. La Infanta encontró una feria en donde abundaban los motivos españoles, unos desplegados con motivo de su visita y otros relacionados con el centro mismo de la celebración: era una manifestación colombina en la que se rendía homenaje al descubridor y a sus patrocinadores, los Reyes Católicos. Los organizadores del evento designaron el 8 de junio de 1893 como «el día de la Infanta» en la exposición y fueron más de ciento cincuenta mil las personas que acudieron a visitarla aquel día, con la esperanza de ver a la Infanta y de poder incluso tocar su vestido. Desde el primer momento de su presencia en la ciudad Eulalia había sorprendido a los locales por su aire adolescente, su rubia cabellera, sus ojos claros y su reposada belleza.
En la carta que ese mismo día dirigió la Infanta a su madre, la exiliada Reina Isabel, mostraba su entusiasmo por la armonía del conjunto neoclásico en que se organizaba la exposición y describía con satisfacción el caluroso recibimiento de que había sido objeto. En otra de las cartas que diariamente dirigía a su madre, Eulalia alababa la hermosura del Lago Michigan y la vitalidad de Chicago, aun mostrando su extrañeza ante los rascacielos «de veinte pisos», que ocultaban la luz del sol y oscurecían las calles de la ciudad.
Los organizadores de la exposición habían desplegado todos los esfuerzos imaginables para conseguir que la presencia oficial española en la misma fuera del máximo nivel, llegando incluso a solicitar que acudiera la Reina Regente, doña María Cristina, o incluso el Rey niño, Alfonso XIII, que contaba entonces con siete años de edad. Descartadas esas opciones por el Gobierno español, que presidía Antonio Cánovas del Castillo, la elección de Eulalia se presentaba como una buena ocasión que aprovechar para atender a otras y más urgentes tareas, como por ejemplo visitar La Habana y Washington. A sus veintinueve años Eulalia había ya mostrado los rasgos de inteligencia, capacidad y genio que harían de ella uno de los personajes menos convencionales de la Familia Real española. Su comportamiento en Chicago osciló entre el estricto respeto a las convenciones sociales y protocolarias y las inclinaciones de su curiosidad. Todavía los «chicagoanos» cuentan que la Infanta se escapaba con su dama de compañía para visitar la ciudad a su antojo, que fumaba en público o que incluso había estado a punto de no acudir a la cena de gala que ofrecían los riquísimos señores Palmer cuando comprobó que la señora era la dueña del hotel -hoy todavía en funcionamiento- en donde la Infanta se alojaba. «Yo no voy a cenas ofrecidas por posaderos», dicen que dijo, en versión que posiblemente tiene más de leyenda que de realidad. Consta que la Infanta y su todavía marido, Antonio de Orleáns, participaron en el lucido ágape.
El primer viaje de un miembro de la Familia Real española a las Américas tiene algo de involuntariamente premonitorio y la contradictoria personalidad de la Infanta ayuda a subrayarlo. La brillantez de los fastos conque por todas partes fue recibida la Infanta contrasta con la pobreza del pabellón español en la feria de Chicago, una monacal reproducción de la gótica lonja valenciana -el sombrío ladrillo en medio de la rutilante «ciudad blanca» de falsos mármoles y plintos greco-romanos- cuyos contenidos, según los cronistas de la época, llegaron tarde y produjeron lastimosa impresión. La visita que realizó Eulalia al pabellón de la mujer le sirvió para constatar -ella, adelantada feminista- que la sección española se limitaba a ofrecer muestras artesanales y recuerdos literarios -Santa Teresa de Jesús, Sor Juana Inés, Gómez de Avellaneda, Pardo Bazán, Concepción Arenal, Fernán Caballero-. Las tres carabelas, en reproducciones enviadas por España, expuestas en la ensenada de la exposición, quedaban reducidas a minúsculos cascarones frente a los bruñidos barcos de guerra americanos que compartían las aguas del lago Michigan.
Eulalia, en Cuba, donde permaneció toda una semana, comprobó el avanzado estado de agitación que en la isla reinaba con respecto a España y se mostró sensible a las demandas locales. Sus cartas a Isabel II revelan preocupación: «... he encontrado un estado de ánimo que deja prever que el día que Cuba se separe del Reino sería para todos un alivio general... aporto demasiado tardíamente la sonrisa de la fraternidad, de la cual las poblaciones de las Antillas han estado privadas durante demasiado tiempo...».
La Infanta, a espaldas del Gobierno, habría tenido encuentros con enviados cubanos en Madrid, antes de emprender el viaje. Que, por lo demás, contó con significativos incidentes protocolarios: todavía en Cuba Eulalia tuvo noticia de que el presidente Cleveland no estaba dispuesto a recibirla. Tras el anuncio diplomático de una grave indisposición, que anularía su presencia en Chicago, el mandatario americano le ofreció una breve entrevista y una cena oficial en la Casa Blanca. Cinco años después los dos países estaban en guerra y España perdía los últimos vestigios de su imperio ultramarino.
De Chicago parte «con verdadero sentimiento. La admirable vista del lago me faltará». Allí ha madurado su convicción feminista al contemplar la libertad de acción de las mujeres americanas, a las que dice envidiar. Y admite que de poder pasar inadvertida «la vida en América me gustaría mucho. Me entendería muy bien con los americanos, sobre todo los que no están maleados por la vida europea, esa vida que altera la rectitud innata de su naturaleza». Nunca se conformaría con el anonimato. Sus ideas, sus convicciones, sus comportamientos -de los que dejó amplia e interesante constancia escrita- la enfrentaron gravemente con Alfonso XIII, pero nunca quiso renunciar a su origen y a los beneficios que de él se derivaban.
En la avenida de Guipúzcoa -antes Generalísimo número 9 de Irún se encuentra la Villa Ataúlfo, donde la Infanta pasó los últimos años de su vida. Mi amigo Miguel Tellería me cuenta cómo, de niño, su padre, cuando por allí pasaban, se lo recordaba quedamente. Al morir tuvo en la Basílica del Monasterio del Escorial las exequias reservadas para los Infantes de España. A ellas, en representación del Jefe del Estado, Francisco Franco, asistió al almirante Carrero Blanco.