Palencia, año del Señor de 1388. A finales de septiembre, dos niños se están casando en la catedral de San Antolín de Palencia. Él, Enrique III el Doliente, sólo tiene nueve años, y ella, Catalina de Lancaster, 16. Son los primeros Príncipes de Asturias de la historia, los dos a la vez. El mismo día de la boda, un casamiento que zanjaba años de peleas dinásticas entre bastardos y legítimos, reciben el título. Inglaterra ya tenía el suyo para los primogénitos, Príncipes de Gales, y en Francia estaba el Delfín. Andando el tiempo, Enrique III y Catalina tuvieron una nieta que se llamó como la madre de Enrique, Leonor de Aragón. Fue la primera Princesa de Asturias con ese nombre. La hija que ayer tuvieron Doña Letizia y Don Felipe será la segunda si así se jura en Cortes.
La doctora en Geografía e Historia por la UNED y profesora en la Escuela Internacional de Protocolo Covadonga Bertrand Baschwitz escribió el libro Princesas de Asturias hace apenas un año, por encargo de la Editorial Laria. En él se cuenta la historia de este título que han llevado 22 princesas en total.
Las Princesas de Asturias lo son de tres tipos. Las hay que reciben el título y luego son reinas coronadas, no consortes; fue el caso de Isabel la Católica, Juana la Loca e Isabel II. La hija de Doña Letizia podría ser la cuarta. Ha habido también Princesas de Asturias titulares, cuyo nombramiento se juró en Cortes por ser primogénitas, pero que no alcanzaron la corona, bien porque murieron, bien porque nació un hermano. Ese fue el caso de Leonor de Castilla, la bisnieta antes citada de Leonor de Aragón. Perdió el título cuando nació su hermano Enrique IV. Por último, están las Princesas de Asturias consortes, como la actual, por casarse con un Príncipe de Asturias. María Tudor, por ejemplo, fue reina de Inglaterra primero y Princesa de Asturias consorte después, al casar con Felipe II.
Volvamos a los dos primeros Príncipes de Asturias, Enrique el Doliente y Catalina de Lancaster. El rey Alfonso XI estaba casado con María de Portugal, pero tenía una amante, Leonor de Guzmán que le dio casi una docena de hijos. De uno de ellos partió la dinastía de los Trastámara. Los descendientes de la mujer y de la amante (entonces los bastardos y legítimos tenían título) se mataban entre ellos por la corona. Hasta que la boda de Catalina y Enrique, mucho tiempo después, puso fin a esa disputa. Aquel día de septiembre, el rey sentó a su hijo en un gran trono, le puso un manto púrpura, sombrero y vara y le llamó por primera vez Príncipe de Asturias. Algo parecido ocurrió inmediatamente con su esposa, Catalina de Lancaster.
Y hasta hoy. Con algunas interrupciones. No fue Príncipe de Asturias el rey actual, Don Juan Carlos, a quien Franco nombró Príncipe de España. Ni lo fue su padre, porque la monarquía estaba entonces en el exilio. Mercedes de Borbón, hija de Alfonso XII sí lo fue y no lo perdió cuando nació su hermano, Alfonso XIII, porque, muerto su padre, él ya nació rey. El título lo tomó su hijo mayor, otro Alfonso, antes de partir al exilio en Roma. Después renunció a él por algún casamiento cuestionado.
En la corte de El Doliente
Cuando doña Letizia y don Felipe se casaron, en 2004, hacía justo 100 años que no había en España una Princesa de Asturias. Ahora la candidata se llama Leonor, que recibirá el título cuando su padre sea rey. Sólo entonces.
Era noviembre de 2003 cuando los actuales Príncipes de Asturias celebraron la petición de mano en el Palacio de El Pardo. Ella le regaló unos gemelos de oro blanco y zafiros y "una joya literaria", El doncel de Don Enrique el Doliente, una antigua edición de un libro de
1850 escrito por Mariano José de Larra. Cuenta una historia caballeresca ambientada en la corte de aquel rey que fue el primer Príncipe de Asturias de la historia, Enrique III, un rey enfermizo pero animoso. La madre de aquél se llamó Leonor. La hija del actual príncipe de Asturias, también.
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