sábado, 19 de noviembre de 2005

Entronización del Príncipe Alberto II de Mónaco

Alberto II y sus hermanas salen de la catedral de Mónaco tras la misa de entronización. (AFP)
 
AGENCIAS | ELMUNDO.ES

MÓNACO.- Ningún miembro de la Familia Real española está presente hoy en la entronización de Alberto II de Mónaco. Las casas reales de Suecia, Noruega, Dinamarca, Luxemburgo, Inglaterra y Liechtenstein sí han respondido a la invitación de los Grimaldi y forman parte de una comitiva de las 16 delegaciones extranjeras presentes en los fastos, frente a la treintena que acudieron al funeral de Rainiero.

A los actos de entronización han acudido la princesa Victoria de Suecia, los príncipes Haakon de Noruega, Alois de Liechtenstein, Mulay Rachid de Marruecos, Joachim de Dinamarca y Feisal Biin Al Husein de Jordania, así como el Gran Duque heredero Guillermo de Luxemburgo y los condes de Wessex, en representación del Reino Unido.

El presidente de Islandia, Olafur Ragnar Grimsson y los dos capitanes regentes de San Marino también han asistido, así como el nuncio vaticano en Francia, monseñor Fortunato Baldelli, los ministros de Justicia francés Pascal Clement y de Exteriores chipriota George Iacovu, así como el jefe de Gobierno de Andorra, Albert Pintat y el presidente del Senado italiano, Marcello Pera.

Alberto II ha asumido definitivamente el trono de Mónaco con la finalización de todas los ritos previstos en el ceremonial del pequeño Estado. La muerte de Rainiero III el pasado 6 de abril supuso la sucesión automática inmediata y Alberto pasó a ocupar la jefatura del Estado, que como regente desempeñaba desde algunos días antes debido a la postración de su padre.

No obstante, el protocolo monegasco impone una serie de ritos para formalizar la entronización y, en este punto, Alberto ha querido imitar a su padre y celebrar los actos en dos fechas distintas.

La primera, el 12 de julio pasado, adoptó la forma de un encuentro entre el príncipe y su pueblo, con actos sobrios y circunscritos a la participación de los monegascos.

El jueves pasado Alberto recibió el juramento de fidelidad en el Palacio de los Grimaldi por parte de las principales autoridades del país y hoy ha contado con la presencia de delegaciones extranjeras.

Los actos de hoy, que coinciden con la Fiesta Nacional de Mónaco, son un hito simbólico en la nueva andadura del Principado en manos de Alberto II, de 47 años, tras el largo mandato de su padre, que estuvo más de medio siglo al frente del pequeño Estado mediterráneo.

Mónaco tiene como religión de Estado la católica, por lo que era obligatorio un oficio, que se celebró en la catedral y en el que el arzobispo Bernard Barsi definió al titular del Principado como "garante de la unidad nacional y del bien común", y le pidió "espíritu de servicio".

Alberto II siguió la ceremonia con gesto contenido, vestido con uniforme militar en el que relucían varias condecoraciones, flanqueado por sus hermanas Carolina y Estefanía, así como otros miembros de su familia.
Carolina y Estefanía se emocionan

El papa Benedicto XVI envió un mensaje de felicitación y de buenos augurios que fue leído durante el rito y a continuación, mientras sonaban las notas de un "te deum", Alberto tuvo dificultades para contener la emoción, mientras sus hermanas se abandonaban ya abiertamente a las lágrimas.

Ese llanto no sería ajeno al hecho de que, a pocos metros de su banco, reposan los restos de Rainiero y de Grace Kelly, fallecida en 1982 en un accidente de tráfico.

En una iglesia engalanada con 6.000 lirios y rosas, y con las banderas de Mónaco y del Vaticano se sucedieron lecturas bíblicas y piezas musicales clásicas.

Con posterioridad, los anfitriones y los invitados se trasladaron al Palacio del Principado, desde donde siguieron la ceremonia de "Entrega del estandarte" de Alberto II, que presidirá a partir de ahora todos los actos oficiales del Principado.

Es un tejido de seda bordado con las armas de los Grimaldi, una doble "A" (de Alberto) coronada y la divisa "Deo Juvante" ("Con la ayuda de Dios"), que sustituye al que durante décadas representó a Rainiero III, que hoy recibió el último homenaje.

Representantes de las fuerzas de seguridad de Mónaco rindieron honores al jefe del Estado y también participaron en el acto militar soldados de las Armadas de Francia, Italia y Estados Unidos, cuyos navíos estaban fondeados en el puerto.

Miles de monegascos siguieron la ceremonia en las pantallas gigantes colocadas en la explanada frente al palacio y siguieron la recomendación de las autoridades locales de aclamar a su príncipe y al resto de la familia cuando, terminados los actos, se asomaron al balcón central, en una jornada fresca y soleada.

Una Mónaco engalanada, en la que predominan los colores rojo y blanco de su bandera, se unía así a su nuevo príncipe, quien el viernes declaró a una emisora francesa que en estas ceremonias piensa "en primer lugar en mi padre, en todo lo que me enseñó", lo que impregna en todo el proceso "una gran emoción".
Desencuentros con España

Al funeral de Rainiero, una solemne y protocolaria ceremonia, acudieron una treintena de delegaciones, entre los que figuraban reyes, príncipes y líderes políticos de varios continentes. En aquella ocasión, el Rey Juan Carlos rindió un último homenaje al soberano, permaneciendo unos minutos ante el féretro de Rainiero, a quien calificó de "un buen amigo".

Tres meses después del luto guardado por la familia Grimaldi por el fallecimiento de Rainiero III, los monegascos celebraron una ascensión simbólica al trono de Alberto II, que ha ejercido como monarca desde el pasado 6 de abril.

Pocos días después de su llegada al trono, y en su condición de miembro del Comité Olímpico Internacional (COI), Alberto II de Mónaco preguntaba a la delegación española que defendía en Singapur la candidatura de Madrid para organizar los Juegos Olímpicos del 2012 sobre la seguridad de la ciudad, al tiempo que expresaba sus temores ante posibles ataques terroristas.

La intervención del príncipe monegasco causó gran malestar en la delegación española, presidida por la Reina Sofía, que momentos antes había intervenido ante la asamblea del COI.

Poco después, el príncipe monegasco se interesó por el ingreso de Gibraltar en el COI como miembro de pleno derecho, lo que hizo que el ministerio español de Asuntos Exteriores pidiera explicaciones al embajador de Mónaco.

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