lunes, 21 de noviembre de 2005

La Monarquía ha sido durante todo el reinado de Don Juan Carlos la institución más valorada

La Monarquía ha sido durante todo el reinado de Don Juan Carlos la institución más valorada
 
La figura del Rey ha obtenido siempre puntuaciones superiores a las de instituciones como las Cortes, la Iglesia, el Ejército, la Justicia, el Gobierno o los partidos
 
NIEVES COLLI
ABC

MADRID. Durante todo el reinado de Don Juan Carlos, cuyo trigésimo aniversario se cumple mañana, la Monarquía se ha mantenido de forma invariable como la institución mejor valorada por la ciudadanía española, por encima del Defensor del Pueblo, las Cortes, el Ejército, el Gobierno, la Justicia, los partidos políticos o la Iglesia, entre otras. Así se desprende de los datos extraídos de las encuestas realizadas a lo largo de este tiempo, en las que la figura del Rey ha merecido siempre puntuaciones elevadas.

La empresa Metroscopia, que dirige el catedrático de Sociología de la Universidad Autónoma de Madrid, José Juan Toharia, ha reunido esos datos, cuyo análisis permite comprobar con perspectiva histórica la evolución de la estima de los españoles hacia una institución tan importante como la Monarquía y hacia la persona que la encarna.

Son varias las razones por las que el Rey se ha colocado año tras año en el primer lugar del ranking de confianza ciudadana. Las encuestas realizadas por el CIS en los últimos veinte años muestran cómo los españoles confían en la Monarquía porque asegura la sucesión del poder político -opinión que un 40 por ciento de los ciudadanos mantenía en 2004-; porque garantiza el orden y la estabilidad -opinión del 50 por ciento ese mismo año-; y porque es un símbolo plenamente enraizado en la tradición y en la historia españolas -idea que en 2004 seguían compartiendo ocho de cada diez españoles-.

Reinado «ejemplar»

La visión de los expertos coincide en buena medida con la de la sociedad. Así, Toharia cree que Don Juan Carlos ha cumplido de manera «ejemplar» lo que él mismo prometió en en su primer discurso ante las Cortes, el 22 de noviembre de 1975, día en que fue proclamado Rey: Serlo «de todos los españoles».

Tras un primer periodo en el que una parte de la sociedad mostraba cierto recelo hacia su persona, pues se le identificaba como el heredero del anterior régimen, Don Juan Carlos supo atraerse la confianza de todos los ciudadanos en el ejercicio de su cargo. Clave fue su intervención tras el golpe de Estado del 23-F. En opinión de Toharia, el Rey se ganó en ese momento «la aceptación de la izquierda, que era la más recelosa» hacia la institución monárquica. A partir de entonces, se empezó a identificar al Monarca «como el defensor de la democracia y de los valores consagrados en la Constitución». Ésa es la imagen de Don Juan Carlos que ha perdurado hasta nuestros días gracias también, añade Toharia, a su saber hacer, a la total ausencia de errores durante su reinado y a su capacidad para colocarse por encima de los partidos políticos.

«Reinar sin gobernar»

El catedrático de Ciencias Políticas de la Universidad Complutense de Madrid, Julián Santamaría, destaca que una de las claves de la buena imagen del Rey es su «saber hacer» para mantenerse por encima de la política y de los políticos. Don Juan Carlos «ha sabido reinar sin gobernar y sin interferir en la labor de los distintos gobiernos».

Pero su gran popularidad se debe a su acertado reinado y, en particular, a su actuación tras el 23-F y a la «normalidad» con la que siempre ha aceptado la alternancia política en los sucesivos gobiernos de España.

Entre 1972 y 1982, explica Santamaría, Don Juan Carlos se ganó, primero como Príncipe de Asturias y después como Rey, el respeto de todos los españoles, los de derechas y los de izquierdas. Su popularidad aumentó en 1981 y 1982 tanto por el acertado papel que jugó tras el golpe de Estado como «por la naturalidad con la que acogió el cambio político» con la llegada del primer gobierno socialista tras la victoria electoral de Felipe González.

Según el catedrático, a éstos se añaden otros motivos: «Su gran papel, eficiente pero discreto, en la escena internacional»; sus condiciones personales por la «sencillez y proximidad» que le caracterizan; y, finalmente, una familia que ha desempeñado con «eficacia» su función simbólica y que se ha mantenido alejada de los «escándalos» que sí han salpicado a otras monarquías.
 

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