ABC
NO es necesario recordar las dimensiones de un país como China para comprender que el gigante asiático se está convirtiéndose en uno de los actores políticos, económicos y culturales más determinantes del mundo actual. Con España, las relaciones comerciales no sólo son escasas si se tienen en cuenta posibilidades que aún no se han explorado, sino que están claramente desequilibradas a favor de Pekín. La visita que ayer concluyeron los Príncipes de Asturias a China es el mejor ejemplo de cómo la institución que representan, la Monarquía, puede jugar un papel valiosísimo para la promoción de nuestra economía, la lengua, la cultura y los productos comerciales españoles en un mundo moderno y globalizado; y específicamente los Príncipes, como representantes de la parte más joven, dinámica y moderna de la sociedad española.
Ante el mundo, la sociedad china es prácticamente un papel en blanco, dispuesto a recibir la influencia de las distintas sociedades y culturas que luchan para alcanzar mayores niveles de influencia. En el caso del idioma inglés, ya sabemos que se convertirá en una lengua muy familiar para los chinos, pero también parece evidente que -igual que sucede con su presencia en Estados Unidos- la penetración del español en aquel país habrá de ser también una palanca para multiplicar su importancia en el mundo, con todo lo que ello representa de retornos económicos y políticos. ¿Qué otro estamento podría ayudar a difundir mejor nuestra cultura en una sociedad tan compleja?
De cara a la celebración en Pekín de los Juegos Olímpicos de 2008, España necesita promover su imagen de país dinámico, moderno y democrático. Los empresarios que han acompañado a los Príncipes en este viaje saben mejor que nadie que contar con esa presencia puede contribuir de forma determinante a difundir sus productos, a abrir puertas o a suscitar el interés por el turismo hacia España. Muchos recordarán el caso anecdótico del jamón como un producto específico que a su vez se ha convertido en uno de los símbolos de la gastronomía española. El esfuerzo de los empresarios del sector debe encontrar su recompensa, pero cuando a un producto se le asocia la imagen de todo un país, siempre hay muchos otros sectores productivos a los que arrastra, tarde o temprano.
España tiene algunos símbolos que son reconocidos universalmente, y muchos otros que son mal conocidos o incluso desconocidos. Hay países como Francia o Italia que nos llevan décadas de diferencia, a pesar de que no tengan méritos mayores que España para ello. Nosotros contamos con importantes herramientas para competir en un mundo globalizado y es necesario ponerlas al servicio del progreso de nuestro país. El trabajo de los Príncipes de Asturias puede que no haya sido muy vistoso desde España, pero resulta vital para nuestro futuro.
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