domingo, 21 de agosto de 2005

El Papa se despide de la XX Jornada Mundial de la Juventud

Más de un millón de jóvenes asiste a la Eucaristía de clausura de la Jornada Mundial de la Juventud en Colonia

Este domingo por la mañana se ha celebrado la misa con la que culmina la XX Jornada Mundial de la Juventud en la explanada de Marienfeld, en las afueras de Colonia, a la que han asistido más de un millón de personas. Benedicto XVI ha llegado a bordo del Papamóvil, en el que ha recorrido el recinto entre los jóvenes que han pasado allí la noche, tras celebrar el sábado la vigilia. Los muchachos le acogieron con los clásicos "Viva el Papa" y "Benedicto, Benedicto". La celebración ha terminado con un envío a la próxima Jornada Mundial de la Juventud, que se celebrará en Sydney en 2008.

L D (Agencias) La misa se celebró en una mañana fría, desapacible y con niebla. Aunque la humedad era fuerte, los jóvenes aguantaron estoicamente en el lugar toda la noche, durmiendo en sacos y resguardándose del frío con mantas y plásticos. El Papa leyó la homilía en cinco idiomas, entre ellos español. En ella, Benedicto XVI dijo que "la victoria del amor sobre la muerte es como una fisión nuclear capaz de suscitar una cadena de transformaciones que cambiará el mundo".

Las plegarias se hicieron en otras cinco lenguas, entre ellas portugués. El Padrenuestro se rezó en latín y el coro cantó canciones en varios idiomas. Por ello, esta Eucaristía se denomina Missa Mundi, y en ella participan jóvenes de 196 países del mundo.

Benedicto XVI durante la homilía dijo que en el mundo actual hay un fuerte sentimiento de frustración y convive "un extraño olvido de Dios junto a un boom de lo religioso" y advirtió que "si se exagera demasiado, la religión se convierte en un producto de consumo". "En numerosas partes del mundo existe hoy un extraño olvido de Dios. Parece que toda marcha sin él. Pero al mismo tiempo existe un sentimiento de frustración, de insatisfacción de todo y de todos. Dan ganas de exclamar: ¡No es posible que la vida sea así!", dijo el Papa.

Joseph Ratzinger manifestó que no quiere desacreditar todo lo que se sitúa en el contexto del boom religioso, pero advirtió "que exagerando demasiado, la religión se convierte casi en un producto de consumo"."Se escoge aquello que place y algunos saben sacarle también provecho. Pero la religión buscada a la medida de cada uno a la postre no nos ayuda. Es cómoda, pero en el momento de crisis nos abandona a nuestra suerte", subrayó el Papa.

El Obispo de Roma animó a los fieles a ayudar a los hombres a descubrir la verdadera estrella que lleva a Jesucristo y a conocer la fe de la Iglesia. A este respecto destacó que Juan Pablo II ha dejado a los católicos una gran obra, el Catecismo de la Iglesia Católica, y que él ha presentado recientemente el Compedio de ese catecismo, "dos libros fundamentales que os recomiendo".

La "íntima riqueza" de la Eucaristía

Benedicto XVI dijo que este sacramento tiene que ser el centro de la vida de los hombres y que no se trata de "positivismo y ansias de poder" cuando la Iglesia dice que la Eucaristía es parte del domingo, el primer día de la semana, y resalte la importancia de este día. El Pontífice agregó que bonito ver como en muchas sociedades el domingo es un día libre y que junto con el sábado constituya el denominado "fin de semana libre", pero que ese tiempo libre permanece vacío si en él no está Dios.

"Queridos amigos, a veces, en principio, puede resultar incómodo tener que programar en el domingo también la Misa. No os dejéis persuadir de participar en la Eucaristía dominical. Descubramos la íntima riqueza de la liturgia de la Iglesia y su verdadera grandeza: no somos nosotros los que hacemos la fiesta para nosotros, sino que es Dios el que prepara una fiesta para nosotros", manifestó el Papa.

Benedicto XVI pide sensibilidad a las necesidades de los demás

Benedicto XVI se refirió también a los movimientos y comunidades cristianas, afirmando que la espontaneidad de las nuevas comunidades es importante, pero que también muy importante conservar la comunión con el Papa y con los obispos, "ya que son ellos los que garantizan que no se está buscando senderos particulares, sino que se vive en una gran familia".

El Papa pidió a los jóvenes que sean sensibles hacia las necesidades de los demás, que ejerzan el voluntariado, del que la sociedad tiene tanta necesidad. "No debemos abandonar, por ejemplo, a los ancianos en su soledad, no debemos pasar de largo ante los que sufren. Es mucho más bello ser útiles y estar a disposición de los demás que preocuparse sólo de las comunidades que se nos ofrecen. Yo sé que vosotros como jóvenes aspiráis a cosas grandes, que queréis comprometeros por un mundo mejor. Demostrádselo a los hombres y al mundo", concluyó el Pontífice.

Cada grupo de jóvenes ha llevado a Colonia un saco de tierra de su país y lo ha echado en la colina de Marienfeld ("Campo de María"), para que la tierra de Colonia, donde el Papa ha celebrado su primera gran misa con los jóvenes se convierta en tierra del mundo.

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