Màrius Carol
La Vanguardia
Diego de Velázquez, en su calidad de pintor de la corte, no tuvo ningún inconveniente en pintar al príncipe Baltasar Carlos, primogénito de Felipe IV, con menos de dos años, enarbolando el bastón de mando y luciendo la banda roja de capitán general, mientras montaba un enorme caballo con las patas delanteras levantadas. Es un retrato poco creíble, pero una imagen tan rotunda pretendía manifestar públicamente la continuidad dinástica y el poder de la Corona. En nuestros días, los reyes no necesitan de grandes cuadros que hagan su alegoría, pero a veces una fotografía vale más que mil palabras, como esa imagen de don Juan Carlos almorzando en un salón privado de la Casa Blanca con Barack Obama, apenas dos semanas después de que el presidente José Luis Rodríguez Zapatero fuera invitado por el presidente estadounidense al desayuno de oración nacional en Washington, sin que el mandatario estadounidense tuviera tiempo de compartir un café antes del acto.
La política internacional son gestos y estos hay que saber interpretarlos. A nadie escapa que la figura del rey de España en Estados Unidos goza de un indiscutible prestigio. Se pueden contar con los dedos de una mano los españoles que han sido portada en publicaciones como la revista Time,y el monarca figura entre ellos. Su biografía ofrece pocas dudas de esta relación. Don Juan Carlos no tuvo dudas de iniciar su viaje de bodas con una visita al presidente John Kennedy en la residencia presidencial, cuando The New York Times filtró unas declaraciones de don Juan Carlos nunca desmentidas que no gustaron al entorno de Franco. Tampoco pasó desapercibido que, cuando el príncipe Felipe tuvo que estudiar el master de Relaciones Internacionales, eligiera la universidad de Georgetown. Igualmente ha sido el Rey quien, en los momentos más difíciles de las relaciones entre Zapatero y George Bush, se convirtió en interlocutor para limar tensiones.
La fotografía de la comida muestra al Rey dirigiéndose a Obama, que sonríe divertido, igual que Hillary Clinton, por un comentario ocurrente. En la mesa, con manteles individuales y un discreto centro floral, se sientan otras tres personas, el consejero de Seguridad, James Jones; el ministro Miguel Ángel Moratinos y el jefe de la Casa, Alberto Aza. La imagen muestra un ambiente de comida de trabajo, pero refleja un clima de cordialidad fuera de toda duda y un entendimiento personal que es casi una metáfora de las relaciones entre ambos países.
Esta monarquía sigue siendo un activo para la política, aunque no siempre desde el poder se entienda. Los reyes no borran a los políticos de los óleos como le ocurrió al conde duque de Olivares, que desapareció de un cuadro del referido príncipe Baltasar Carlos, tras su cese. Al contrario, la Corona puede ayudar a que los políticos aparezcan en las fotos.
lunes, 22 de febrero de 2010
Una foto muy real
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