sábado, 31 de mayo de 2008

La reina Fabiola: "Perdí cinco niños pero he aprendido a vivir con ello"

Siguiendo con las anécdotas relacionadas con los admirables reyes de los Belgas, Balduino y Fabiola, quisiera rememorar el capítulo que llevó a Balduino a suspender 24 horas sus funciones como Rey.


Es bien conocido que el rey Balduino tenía unas fuertes convicciones religiosas y que le llevaron a suspender sus obligaciones reales durante 24 horas para ser fiel a su conciencia.

El 29 de marzo de 1990 los diputados belgas aprobaron una ley que despenalizaba el aborto en Bélgica. Como jefe del Estado debía sancionar la ley pero Balduino se negó a firmar, anteponiendo su defensa a la vida a lo que podrían considerarse obligaciones constitucionales. Intentaron convencerle sin éxito y se estudiaron diversas formas jurídicas para salvar la situación sin precedentes. El primer ministro recurre a un artículo de la Constitución belga que contempla la contingencia de que, en casos extremos, el rey se vea en la imposibilidad de reinar. El 3 de abril, el Consejo de Ministros constata que se ha producido esa situación y el Gobierno actúa como si el Rey estuviera incapacitado, promulgando la ley del aborto. No obstante, para que el Rey pueda ser restablecido en sus funciones, se necesita el voto favorable del Parlamento, que se produce el 5 de abril y da un resultado de 245 votos a favor y 93 abstenciones, restableciéndose las funciones del Rey. Balduino escribió en su diario sobre aquellos días: "Me he embarcado sólo, con mi conciencia y Dios".

En unas recientes declaraciones, la reina Fabiola explicaba que el mayor deseo del matrimonio había sido tener hijos si bien Dios no les había concedido esa bendición. Hasta ahora la soberana no había hablado públicamente de los problemas que tuvieron para tener hijos. "Perdí cinco niños, pero he aprendido a vivir con ello", afirmaba la reina Fabiola. "Por el contrario, se aprende de esa experiencia. Tuve problemas con cada embarazo, pero al fin seguía pensando que la vida es hermosa".

Balduino y Fabiola se casaron enamorados en Bélgica en 1960. Con el paso de los años se demostró que estaban hechos el uno para el otro, aunque no se hubieran visto recompensados con la gracia de los hijos. Que la pareja deseaba ferviertemente tener descendencia no era ningún secreto. Se anunció en algunas ocasiones que la Reina estaba en estado -cada vez que esto ocurría cientos de flores y presentes llenaban el Palacio Real-, pero los niños no llegaron. Cuando se confirmó que Balduino y Fabiola no podrían tener hijos -un hecho doloroso al que el propio Rey hizo referencia diciendo: "Nos hemos preguntado por el sentido de este sufrimiento: poco a poco hemos ido comprendiendo que nuestro corazón estaba así más libre para amar a todos los niños, absolutamente a todos"-, se centraron en la educación de su sobrino, el príncipe Felipe, preparándolo para el trono. Aún hoy la Reina, viuda desde 1993, cuando ascendió al trono el rey Alberto, mantiene una estrecha relación con los Herederos.

Carta de la Abadía de San José de Clairval en reconocimiento a la vida del rey Balduino

viernes, 30 de mayo de 2008

Los Reyes inauguran en Zaragoza la exposición 'Goya en Italia'

Los Reyes don Juan Carlos y doña Sofía inauguraron en Zaragoza la exposición 'Goya en Italia', que a lo largo de 359 obras muestra la etapa del pintor de Fuendetodos que lo consagró como uno de los mejores artistas españoles.

Los monarcas llegaron al museo, situado en el centro de la capital aragonesa, pasadas las 18.30 horas y bajo un intensa lluvia. Posteriormente recorrieron las distintas salas en las que se divide la muestra, una de las de mayor protección internacional sobre el pintor aragonés.Durante una hora los Reyes pudieron admirar obras de Goya y también de pintores coetáneos con los que el aragonés pudo compartir su estancia en Italia.El cuadro titulado 'La familia del infante Don Luis', propiedad de la Fundación Magnani Rocca de Parma (Italia) fue el elegido por los Reyes para posar ante los fotógrafos.Frente a este lienzo de grandes dimensiones se encuentra la obra 'La familia del infante Felipe de Borbón, duque de Parma', realizado por Guiseppe Baldrighi y que por primera vez ha salido de la Galería Nacional de Parma.Antes de finalizar el itinerario por las quince salas en las que se divide la exposición don Juan Carlos y doña Sofía estamparon su firma en el libro de honor en el que dejaron escrita la siguiente dedicatoria: 'Mil enhorabuenas por esta magnífica exposición'.Durante la visita a la exposición los Reyes estuvieron acompañados por el presidente de Aragón, Marcelino Iglesias y por el ministro de Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, quien como también tiene asumidas las funciones de ministro de Defensa mañana asistirá al desfile militar del Día de las Fuerzas Armadas.

El Goya «italiano» reúne en Zaragoza más de 300 joyas de la pintura del XVIII

ROBERTO PÉREZ
ABC

ZARAGOZA. La estancia de Goya en Italia fue fundamental para su carrera. Y el neoclasicismo imperante resultó también decisivo en la evolución posterior de su pintura. Ese es el argumento nuclear de «Goya e Italia», la exposición que ayer abrió sus puertas en el Museo de Zaragoza y que hoy recibirá la visita de los Reyes.

El profesor Joan Surera es el comisario de esta muestra, que va a acompañar temporalmente a la Expo zaragozana. Como indicó Surera, se ha querido introducir al visitante en una etapa poco divulgada de la trayectoria personal y artística de Goya, su estancia en Roma y sus recorridos por diversas ciudades italianas.

Del «mundo romano» del último tercio del XVIII, de su sociedad y de su vitalidad artística trata esta exposición que reúne un total de 359 obras, la práctica totalidad pinturas, aunque también pueden encontrarse singulares muestras de escultura.

De esas 359 piezas, 89 son de Goya. El resto corresponden a 118 artistas, entre ellos Mengs, Füssli, Piranesi, Angelica Kauffmann, Taddeus Kuntz, Luca Giordano, Corrado Giaquinto, Francisco Bayeu, Jacques-Louis David, Pompeo Batoni, Gianbattista Tiepolo, Antonio Canova, Ingres o Traversi.

La muestra, en palabras de Joan Surera, «es un viaje a Italia y un viaje de vuelta al mundo de Goya a través de la mirada italiana». Y tiene mucho de exhibición pionera porque, según destacaba ayer su comisario, «es la primera exposición que aborda un tema capital de Goya, hasta ahora abandonado o mal interpretado», su estancia e influencia italiana.

Y es que ese neoclásico del mundo romano es trascendental en su formación artística. Esa vertiente italiana permite, en palabras de Surera, «descubrir y estudiar las estructuras visuales de formación del artista». Es un neoclásico interiorizado. El genio de Fuendetodos «metaboliza» ese estilo y el academicismo para, a partir de ahí, marcar su propio camino plástico, innovador, en buena medida avanzadilla de las corrientes vanguardistas del XIX .

La aportación de Mengs

El pintor aragonés viajó a Roma en la primavera de 1769 y regresó entre febrero y marzo de 1770. Joan Surera está convencido de que, en ese viaje, Mengs resultó fundamental, bien a través de un apoyo económico, bien como atento seguidor del joven Goya. «Antes de Italia, Goya apenas recibe reconocimiento en España. Cuando vuelve, en 1771, realiza las pinturas del Coreto del Pilar y de Aula Dei (Zaragoza), y ya se le puede considerar el mejor pintor español del XVIII».

La exposición permanecerá abierta hasta el 15 de septiembre. La muestra es Goya, ante todo Goya, pero no sólo Goya. Le arropa esa larga lista de más de un centenar de artistas en cuyas obras se encuentra un punto en común: o bien una vertiente artística reflejada en la obra del pintor aragonés, o bien Italia como escenario compartido, o bien un medio para tejer el escenario físico, temporal o artístico de la etapa que se aborda.

Piezas destacadas

«La familia del Infante Don Luis de Borbón», cedido para esta exposición por la Fundación Magnani Rocca de Parma; el «Autorretrato» propiedad del Museo del Prado; «El sueño de la razón produce monstruos», también del Prado; «El sueño», de la National Gallery de Irlanda; el «Retrato de María Teresa Borbón de Godoy», condesa de Chinchón, de la Galería de los Uffizi; o la primera edición de «Los Caprichos», de Calcografía Nacional, son algunas de las piezas de Goya que se exhiben en esta exposición.

Junto a ellas, un amplio listado de joyas y de delicadas singularidades. Entre estas últimas, a modo de ejemplo, una escultura en terracota de Vicenzo Pacetti, un abanico pintado de principios del XVIII o el «Cuaderno italiano», el original en el que Goya tomó bocetos y escribió reflexiones en su estancia en Italia. El original se muestra en la exposición, pero su precario estado de conservación hace que ni siquiera se haya abierto. El visitante, eso sí, encontrará reproducciones facsímil para poder adentrarse en el Goya romano.

La Familia Real pintada por Goya

jueves, 29 de mayo de 2008

Para la reflexión, anécdota del rey Balduino de Bélgica

S.M. el Rey Balduino I junto con la Reina Fabiola.

Balduino fue el Rey de Bélgica hasta 1993, año en el que muere. Muchos de sus allegados han hablado y escrito acerca de la vida cristiana ejemplar de este Rey. Un buen amigo suyo era el Cardenal Suenens. Escribe esta anécdota. Iban de viaje en coche ellos dos solos.

"La escena tiene lugar en una carretera secundaria del país. El Rey conducía el coche y yo era el único pasajero. Al pasar cerca de la estación de un pueblo, vio una imagen de Nuestra Señora rodeada de un jardincillo de flores, pero alguien había tenido el mal gusto de profanarla poniéndole en la cabeza un casco de punta alemán de la Gran Guerra.

Arriesgándose a que lo reconocieran, frenó en seco y, sin decir palabra, salió del coche, se subió al pedestal y quitó el casco, que tiró en una zanja. Cogió de nuevo el volante sin hacer ningún comentario, como la cosa más natural del mundo. Yo vi en este gesto la actitud de un caballero que no permite que se burlen de su madre y que ignora cualquier tipo de respeto humano que en ese momento pudiera pasársele por la cabeza"

Santa María, que cuando vea algo que pueda no gustarte a ti o a tu hijo, que sepa reaccionar igual que el Rey Balduino. Que no me dé vergüenza comportarme como tu hijo.

(Relato de José Pedro Manglano)

miércoles, 28 de mayo de 2008

La Asamblea Constituyente proclama la república en Nepal

EFE
KATMANDÚ

La nueva Asamblea Constituyente de Nepal ha proclamado hoy, en su primera sesión, la instauración de la república en el país del Himalaya.

Un total de 560 miembros de la asamblea han votado a favor de la resolución por la que ha quedado abolida la monarquía, mientras solo se han pronunciado en contra los cuatro representantes del partido monárquico.

"Este es el día en que mi sueño se ha cumplido", ha dicho al inicio de la sesión el aún primer ministro nepalí, Girija Prasad Koirala, citado por la agencia Nepal News.

La reunión de la asamblea ha empezado finalmente diez horas más tarde de lo previsto, debido a los desacuerdos que persistían entre los maoístas, que tienen mayoría en la cámara, y otros grandes partidos firmantes también del acuerdo de paz de noviembre del 2006.

Cooperación, entendimiento y unidad

"Tienen ante sí una gran responsabilidad, la responsabilidad de redactar una Constitución y la responsabilidad hacia los mártires", ha explicado Koirala a los miembros electos de la asamblea, en alusión a los más de diez años de guerra que vivió el país hasta el 2006.

El primer ministro nepalí ha animado también a los miembros de la cámara a apostar por la cooperación, el entendimiento y la unidad.

Tras las palabras de Koirala, el ministro para la Paz, Ram Chandra Poudel, ha leido un comunicado del propio primer ministro ante la Asamblea.

"La Asamblea Constituyente cumple con las aspiraciones del pueblo desde hace seis décadas de redactar él mismo la Constitución", ha afirmado el ministro.

Cuatro heridos por dos explosiones

En los alrededores de la sede de la Asamblea se han congregado durante el día miles de personas para celebrar la proclamación de la República.

Antes del inicio de esta histórica sesión parlamentaria, cuatro personas han resultado heridas por la explosión de dos artefactos en las inmediaciones del edificio que acoge la reunión de la Asamblea Constituyente de Nepal.

domingo, 25 de mayo de 2008

Boda Real en Dinamarca

Entre el alegre repiqueteo de campanas, en la casi milenaria iglesia de Møgeltørp, decorada con rosas amarillas y lirios blancos, y rodeados por un gran corazón de flores en el suelo, Joaquín y Marie se dijeron el «sí quiero».
Cuando la novia con encajes y tules, diadema y pendientes de brillantes, empezó a recorrer la alfombra que cubría el centro del templo del brazo de su padre, Joaquín acompañado por sus dos hijos y vestido con el uniforme de su regimiento, se secó entre sonrisas unas lágrimitas.
Asistieron al enlace, además de la Reina Margarita II y su esposo, el príncipe consorte Enrique, Ana María de Grecia, la princesa Benedicte, los herederos Victoria de Suecia y Haakon y Mette-Marit de Noruega, la princesa Marta Luisa y Ari Behn así como el príncipe Nicolás, entre otros. El gran ausente fue el Rey Harald de Noruega, padrino del novio. Entre los invitados también pudimos ver al agente 007 Roger Moore (gran amigo de la Soberana) con su esposa danesa.

El mejor embajador

ABC
 
Su Majestad el Rey comenzó ayer un viaje oficial a Abu Dhabi, Dubai, Kuwait y Arabia Saudí, una de las regiones del mundo más atractivas para la inversión empresarial. De hecho, Don Juan Carlos viaja acompañado no sólo por los ministros de Asuntos Exterior e Industria y Comercio, sino por una importante delegación de empresarios dispuestos a participar en proyectos de infraestructuras, energía, medio ambiente, defensa o turismo. El objetivo de la gira es básicamente económico, en un momento en el que el barril de petróleo se paga a más de 130 dólares, pero incluye también importantes objetivos políticos, cosa lógica puesto que el mundo árabe es uno de los grandes ejes de nuestra acción exterior. El Rey es el mejor embajador de España gracias a una magnífica red de relaciones personales con los principales dirigentes del mundo, tejidas en sus más de treinta años de reinado. Don Juan Carlos siempre ha otorgado especial relevancia a esta faceta de sus funciones constitucionales como el más alto representante del Estado en las relaciones internacionales. Las empresas con mayor presencia fuera de nuestras fronteras y otros muchos ciudadanos españoles en el ámbito profesional, cultural o deportivo se han beneficiado con frecuencia de esta actividad discreta y eficaz del Monarca al servicio del interés nacional. Habrá que seguir con atención el desarrollo de esta visita, de la que pueden esperarse notables resultados para la economía española en un momento tan delicado como el actual.

sábado, 24 de mayo de 2008

Devaluación BBC del Alcázar

ANTONIO BURGOS
ABC
 
SIN saberlo quizá, el Rey renovó el día del Corpus una tradición. Digo sin saberlo porque si no la conocen muchos sevillanos, ¿cómo la va a conocer el Rey? La tradición es que por lo menos desde tiempos de Rege Carolo, de Carlos I, que se casó allí con Isabel de Portugal en 1526, incluso en los tiempos en que era residencia real perteneciente al patrimonio de la Corona y el Ayuntamiento aún no se la había apropiado en la tricolor primavera de 1931 como una toma del Palacio de Invierno a la sevillana, con barcas de la Plaza de España como acorazado Potemkim, todos los días del Corpus, en cuanto entraba la Custodia y repicaban las campanas, se abrían las puertas de los patios, salones, palacios y jardines del Alcázar gratis total a los sevillanos. La costumbre me suena a isabelina, a decisión de la Reina Castiza que las coplas siguen cantando cuando pasa por el Puente de Triana sin llevar corona, tan sólo peina. O quizá sea de antes, de cuando Olavide era asistente de la ciudad y alcaide del Alcázar, que abriría el palacio al pueblo por el Corpus del mismo modo que lo abría todos los días del año a su tertulia de ilustrados y enciclopedistas, por la que la Sevilla Rancia se la juró.
El caso es que cuando aún el Alcázar no era un masivo recurso turístico, como una Casa Anselma sin salve rociera pero con Patio de la Montería; cuando era restringida residencia de los Reyes, jardín cerrado y paraíso abierto para pocos, sus puertas se franqueaban al pueblo en la mañana del Corpus.
El Rey, como digo, no sabe seguramente esta tradición, pero la cumplió anteayer, quizá por obra de los duendes de Sevilla. Venía a presidir por la mañana una junta de la Maestranza y a inaugurar por la tarde, antes de los toros, el monumento de su madre. Y ya que no había almuerzo oficial, desde las 2 de la tarde a las 6 había en el programa regio unas horas muertas, que alguien resolvió proponiendo a S.M. una retirada a los cuartos reales de la parte alta del Alcázar, para quitarse la chaqueta, tumbalarguidearse y piernasueltear allí, ora en siesta pijamera, ora en el clásico butacazo postprandial. El Rey rechazó inmediatamente esa hipótesis de programa, ese «escenario», que dicen los cúrsiles. No por nada, sino porque por unas horas solamente no quería liar en el Alcázar ese follón de cerrarlo a las visitas, organizarlo para su seguridad, etc. Y decidió acudir a almorzar en plan simpático y a descansar tranquilito en esas horas de la somnolencia del butacazo a una mansión sevillana que no habré de ser yo quien diga cuál es, pero a cuya puerta deberían ya ser colgadas las cadenas que marca la tradición para las casas donde durmió un Rey. ¿Y qué mejor puede un Rey dormir en Sevilla que una buena siesta en este mayo de jacarandas y buganvillas?
Gracias a esa siesta regia en casa de un leal, el día del Corpus no estuvo el Alcázar cerrado a las visitas de los sevillanos y se perpetuó la antañona tradición ya casi olvidada.
Pero el Rey debería venir más a Sevilla, y quedarse en el Alcázar no sólo a almorzar y a dormir la siesta, sino a comer, a dormir, a bañarse, a afeitarse y a cortarse las uñas de los pies. No por nada, sino para ver si así cerramos el Alcázar unas temporaditas al asalto de las turbas turísticas y las hordas de los eventos, y le damos un descansito al monumento más baquetado de Sevilla. El Alcázar es el palacio real habitado más antiguo de Occidente, y también el monumento más visitado de Sevilla, casi tanto como la Alhambra en Granada, a pique de un repique del «overbooking». Y el monumento más degradado en su uso. El Ayuntamiento lo ha tomado poco menos que por salón para la BBC: Bodas, Bautizos y Comuniones. Bien está que se celebren en el Alcázar los actos institucionales, pero es degradante que haya cada tarde siete mil eventos chunguísimos: presentaciones de coches, convenciones comerciales, congresos de empresas, exposiciones de tres al cuarto, varios a la vez, con los salones a tope, y con cáterin y copas guarreando los suelos. Sólo falta que cedan el Alcázar para despedidas de soltero y puestas de largo. Urge, pues, la restricción de uso en este devaluado Alcázar BBC, que con tanto evento está a cinco minutos de ser como Villa Luisa o como Robles del Aljarafe, pero en municipal y de gañote para los amiguetes.

El Rey viaja al Golfo Pérsico para impulsar la implantación de grandes empresas españolas

DAVID SANZ EZQUERRO

El Mundo

MADRID.- El Rey inicia este sábado una gira oficial de cuatro días que le llevará a Emiratos Árabes Unidos (EAU), Kuwait y Arabia Saudí y en la que viajará acompañado del ministro de Asuntos Exteriores y Cooperación, Miguel Ángel Moratinos, y del de Industria, Turismo y Comercio, Miguel Sebastián. La agenda del viaje, en el que también participará una nutrida representación de empresarios, estará centrada principalmente en los intereses económicos y comerciales españoles en la región.

Desde el Ministerio de Asuntos Exteriores se ha destacado el enorme potencial que actualmente existe en Abu Dhabi, Dubai –los dos emiratos de los EAU en los que hará parada el Rey- y Kuwait para las grandes compañías nacionales dedicadas a la construcción, las infraestructuras, el transporte aéreo, los ferrocarriles y, sobre todo, las energías renovables. Campo este último en el que las empresas españolas son punteras en el mundo.

Según han explicado fuentes diplomáticas del Ministerio de Exteriores, en la zona del Golfo Pérsico ya están instaladas con notable éxito desde hace tiempo muchas compañías españolas, pero la mayoría de ellas están enmarcadas en el sector de las pequeñas y medianas empresas. Con este viaje se pretende, según las mismas fuentes, superar la asignatura económica pendiente de España en la región y conseguir la penetración y posterior implantación de las grandes compañías.

Las citadas fuentes han explicado que el elevado precio del petróleo actualmente está dotando a los países exportadores de una gran liquidez, que están utilizando para desarrollar grandes proyectos de infraestructuras interiores en la región que visitará el Rey y cuya adjudicación se decidirá próximamente. Los ojos de las empresas españolas están puestos en esos concursos públicos que, además de suculentos beneficios, pueden servirles de puerta de entrada a la región.

Al margen de los intereses económicos y del fortalecimiento de las relaciones diplomáticas bilaterales entre España y los países anfitriones, el viaje del Rey también se centrará en aspectos de calado político. Desde el Ministerio de Exteriores se ha señalado que las diversas entrevistas que el Monarca mantendrá con los dirigentes de los estados visitados se hablará, entre otros asuntos, del proceso de paz árabe-israelí, de la crisis en El Líbano y de la situación en países como Irak o Irán.

Don Juan Carlos comenzará su gira el sábado en Abu Dhabi, donde para el domingo tiene prevista una entrevista con el jeque Khalifa Bin Zayed, emir de Abu Dhabi y presidente de los EAU. A continuación, el Rey se trasladará a Dubai, donde tiene previsto un encuentro con el emir de este emirato, Mohammed Bin Rashid Al Maktoum, quien también ostenta el cargo de vicepresidente de los EAU. Ya el lunes, el Monarca se desplazará hasta Kuwait. Allí, también celebrará un encuentro con el emir Sabah Al Ahmad Al Sabah. La gira concluirá el martes en Arabia Saudí, donde Don Juan Carlos se verá con el Rey Abdallah, entre otras autoridades locales.

A lo largo de la gira, también están previstas varias reuniones de los ministros Moratinos y Sebastián con sus homólogos en los diferentes países anfitriones. Asimismo, se celebrarán en Abu Dhabi y Kuwait sendos foros económicos en los que participarán los más de 40 empresarios españoles que acompañarán al Rey en su viaje, muchos de ellos presidentes de las grandes compañías nacionales.

viernes, 23 de mayo de 2008

Doña María volvió a la Maestranza



Era doña María de las Mercedes de Borbón y Orleans, pero a la condesa de Barcelona le sobraban los títulos cuando llegaba a Sevilla. De donde nunca se fue. Ni cuando su familia se exilió en 1931. Ayer habría disfrutado con la jornada de la que fue la auténtica protagonista. Una mañana de Corpus espléndida; su Betis ya salvado; Curro Romero, académico de Bellas Artes; su dilecto Antonio Burgos, cumplido el sueño de pregonar la Semana Santa de Sevilla. Y todo ello en el cuarto aniversario de la boda de su nieto Felipe, príncipe de Asturias.

El rey Juan Carlos llegó a las seis de la tarde a la Maestranza. Por la mañana, presidió por primera vez la Junta General de la Real Maestranza de Caballería de Sevilla de la que es Augusto Hermano Mayor. Como antaño lo hicieran Isabel II en 1862, doña María Cristina de Habsburgo en 1892, Alfonso XIII en 1914 y 1915, y don Juan de Borbón, el hombre que pudo reinar parafraseando a Kipling y Huston, en 1986 y 1991.

El Paseo de Colón acoge este monumento a doña María. Una obra del escultor Miguel García Delgado financiada por el Ayuntamiento de Sevilla, la Fundación María de las Mercedes y la Fundación de la Real Maestranza de Caballería, con un presupuesto final de 324.000 euros y una altura de más de cinco metros y medio, incluida la peana de mármol de Macael. Doña María aparece a caballo, vestida de corto y con sombrero de ala ancha.

El escultor se inspiró en una fotografía original de doña María montada a lomos del caballo Vive le Roi (Viva el Rey en francés) de la que hizo sendas reproducciones más pequeñas que están una en la Zarzuela y otra en la propia Maestranza. La infanta Elena, que acompañó a su padre en la inauguración de la escultura ecuestre de su abuela, es la presidenta de honor de la Fundación María de las Mercedes, de la que Manuel Chaves, presidente de la Junta, es vicepresidente de honor. Esta institución, que tiene a Santiago Herrero, presidente de la CEA, al frente, y a Nicolás Muela de director, pretender desarrollar labores de carácter empresarial, cultural y social, especialmente dirigidas a Iberoamérica.


La condesa de Barcelona es sevillana adoptiva. Su padre, el infante don Carlos, fue nombrado capitán general de Andalucía en 1919. Fueron sevillanos los primeros años de sus hijas Infanta Isabel, Esperanza, titular del palacio de Villamanrique, y María de las Mercedes, bética, currista, amante de las costumbres de la ciudad. El Rey no ocultó su emoción y su agradecimiento a quienes hicieron posible esta demostración de afecto a su madre. Saludó a todas las autoridades, después de besar a su primo, don Carlos de Borbón-dos Sicilias, infante de España, y a la esposa de éste, doña Ana de Orleans, princesa de Francia. Los primos del monarca ocuparon el palco de convite de la Maestranza, junto a los tenientes de hermano mayor de las Reales Maestranzas de Ronda, Valencia y Zaragoza, Rafael Atienza y Medina, marqués de Salvatierra, José María Álvarez de Toledo y Gómez Trenor, conde de la Ventosa, y José María de Arias y Sancristóval, respectivamente. En el palco de convite estaban Enrique Falcó y Carrión, conde de Elda y decano del Consejo de la Grandeza de España, Rocío Morenés de León, el duque de Abrantes, la duquesa de Alba y el coronel Barrós Vales, jefe de Seguridad de la Casa de Su Majestad.

A Manuel Chaves lo representó Gaspar Zarrías, vicepresidente de la Junta. El cardenal de Sevilla, monseñor Amigo Vallejo, asistió a la inauguración del monumento, pero no fue a los toros: no es aficionado y tenía un compromiso litúrgico en Écija. Al acto asistió una nutrida representación de la empresa, la cultura, las cofradías y el mundo universitario, al que pertenece Juan Antonio Carrillo Salcedo, catedrático de Derecho Internacional que fue profesor del Rey cuando era Príncipe.

El alcalde de Sevilla, Alfredo Sánchez Monteseirín, invitó al Monarca a alejarse unos metros para ver la estatua desde una mejor perspectiva. Doña María amaba la Feria y la Semana Santa y allí estaba la delegada de Fiestas Mayores, Rosamar Prieto. Juan Ignacio Zoido encabezó la delegación municipal del Partido Popular. Al Gobierno central lo representó Juan José López Garzón, que acaba de ser refrendado en delegación del Gobierno. El Paseo de Colón es la antesala del Paseo de la Palmera: allí tenía doña María el coliseo de su otra debilidad, el Betis, cuyo presidente, José León, estaba presente.

La estatua de la condesa de Barcelona montando a Vive le Roi, muy cerca del puente de Triana -y de Isabel II- se incorpora a este auténtico paseo de las estatuas en el que hacen el paseíllo Curro y Pepe Luis, Antonio Mairena cantiñea con música de Mozart y Trajano, en la ribera trianera del Guadalquivir, lo cruza a nado hasta el monumento a la Tolerancia de Chillida.

Como la estatua es ecuestre, el cartel taurino de la tarde se redondeó con el rejoneador Diego Ventura. En la inauguración se dieron cita curiosos y aficionados a los toros. Algunos estrenaron sus cámaras fotográficas con esta nueva visión. "Eusebio, esa foto es muy fea. No se ve la Maestranza. Poneros ahí", decía una señora dirigiendo una fotografía de grupo familiar.

Los decanos de los abogados, José Joaquín Gallardo, y de los arquitectos, Ángel Díaz del Río, estuvieron con el Rey y con los toreros. Profesionales liberales que simbolizan la amplitud de miras de una Maestranza que históricamente era como reza su nombre de Caballería porque se creó para perfeccionar el ejercicio de la equitación entre los miembros de la nobleza. El Ejército estuvo representado por Virgilio Sañudo, teniente general de la Fuerza Terrestre.

El Rey recibió el cariño de Sevilla hacia Doña María de las Mercedes de Borbón


El Rey recibió el cariño de Sevilla hacia Doña María de las Mercedes de Borbón

A. ESTRELLA YÁÑEZ
ABC

SEVILLA. Don Juan Carlos aprovechó el día de la procesión del Corpus para pasar la jornada de ayer en Sevilla que, engalanada para la ocasión, hizo que un año más este jueves volviera a lucir más que el sol.
Acompañado de la Infanta Doña Elena, el Rey acudió por la mañana a la Real Maestranza de Caballería, de la que es Hermano Mayor, para presidir la Junta General de la institución.
Tras el almuerzo en el hotel Alfonso XIII, su Majestad el Rey y S.A.R. la Infanta Doña Elena acudieron nuevamente a la puerta de la Maestranza de Caballería, en el Paseo de Colón, para inaugurar la estatua ecuestre que la Fundación Doña María de las Mercedes, la Fundación de la Real Maestranza de Caballería y el Ayuntamiento de Sevilla han dedicado a la Condesa de Barcelona.
Su Majestad recibió el cariño de los sevillanos que acudieron a verlo junto al monumento a su madre y, acto seguido, presidió la tradicional corrida de toros del día de Corpus.
Desde antes de las 3 de la tarde había ya señoras esperando la llegada del Monarca. La acera del Paseo de Colón que da al río, con sus bancos sombreados por las pérgolas cubiertas de vegetación sirvieron a los sevillanos, que ya habían paseado por los altares del Corpus, para esperar la llegada de Su Majestad el Rey.
Mientras el público iba llenando los alrededores de la plaza de toros, los maestrantes comenzaron a acudir a la sede de la institución acompañados de sus señoras, tocadas con mantillas, que siguieron el descubrimiento de la placa desde los balcones de la casa de la Maestranza de Caballería, a donde también acudió la duquesa de Alba, casa muy vinculada a la institución maestrante.
Junto al monumento esculpido en bronce por Miguel García Delgado, que representa a Doña María de las Mercedes de Borbón y Orleans vestida de amazona y montada a caballo, se formó la comitiva de bienvenida con el alcalde, Alfredo Sánchez Monteseirín; el delegado del Gobierno en Andalucía, Juan José López Garzón; el vicepresidente primero de la Junta de Andalucía, Gaspar Zarrías, el cardenal arzobispo de Sevilla, Carlos Amigo Vallejo, y el presidente de la Confederación de Empresarios de Andalucía, Santiago Herrero. Por parte de la Maestranza de Caballería, en primer término estaban S.A.R. Don Carlos de Borbón-Dos Sicilias y de Borbón, Infante de España y S.A.R. Doña Ana de Orleans, Princesa de Francia; el teniente de Hermano Mayor, Alfonso Guajardo-Fajardo y su señora Concepción Halcón Álvarez, quien hizo entrega de un bouquet de flores a la Infanta Doña Elena, también tocada de mantilla de color crema a tono con el vestido.
La llegada de los miembros de la Casa Real fue recibida por los asistentes con aplausos, pese a que llevaban varias horas esperando bajo un sol de justicia. Se repitieron los aplausos incluso con vítores cuando Su Majestad el Rey procedió a descubrir la placa colocada junto a la estatua que recordará siempre la vinculación de Doña María de las Mercedes de Borbón y Orleans con Sevilla.
De todo ello, no perdieron detalle José Mari, un joven fotógrafo sevillano de 22 años que subido en una escalera, disparaba instantáneas sin parar. Sin pestañear estaba también Carlos de 14 años y vecino de los Bermejales, emocionado ante la visita del Rey de España. Grandes y pequeños -hasta críos con meses había en el público- se agolparon contra las vallas colocadas por la Policía.
Los ciudadanos de a pie transmitieron el cariño de Sevilla a Su Majestad, que además de agradecer el gesto hacia su augusta madre, aprovechó para piropear a la ciudad del Guadalquivir que tanto amó la Condesa de Barcelona y citando a Lope de Vega se refirió a Sevilla como la «octava maravilla y plaza universal».
Al acto asistió la mayor parte del Pleno municipal y representantes de numerosas instituciones sevillanas. Allí se pudo ver, entre otros, a Antonio Burgos, periodista y escritor; al presidente de la Cámara de Comercio, Francisco Herrero; al presidente de honor de la CEA, Rafael Álvarez Colunga; y a Jaime Ybarra, presidente de la Fundación de Sevillana-Endesa. También estuvieron el sacerdote Ignacio Jiménez Sánchez-Dalp; el decano de los Arquitectos, Angel Díaz del Río; el decano de los Abogados, José Joaquín Gallardo, el coordinador de Transplantes de Virgen del Rocío, José Bernal; el presidente del Consejo de Hermandades, Manuel Román; el hermano mayor de la Amargura, José Luis Peinado; el hermano mayor de la Macarena, Juan Ruiz Cárdenas; el catedrático de Derecho Internacional de la Hispalense, Juan Antonio Carrillo Salcedo y el presidente del Betis, José León.

El caballo está reunido


ANTONIO BURGOS
ABC

HOY los sevillanos no nos dividimos en béticos y sevillistas, ni en los que creen que en el Corpus había más gente que el año pasado y los que creen que había menos. No. Hoy los sevillanos nos dividimos en dos grandes grupos, a saber: los que les gusta el monumento ecuestre de la Condesa de Barcelona y los que no les gusta. Entre los primeros nos encontramos quienes en este punto aparcamos las cuestiones estéticas para centrarnos en las sentimentales. No sólo es un monumento a la sevillanísima, currista y bética Doña María de la Mercedes de Borbón, sino a su hijo. Ya dije que el caballo de la Maestranza, como quizá se conozca pronto popularmente al monumento, no sólo es un recuerdo a Doña María: es también un homenaje al Rey por la parte de decirle «viva la mare que te parió» por medio del bronce. Y un tributo a la Institución Monárquica, que, con la tormenta tricolor que está cayendo, especialmente en el territorio de los Indios Cachimbas, que son republicanos y antitaurinos, pues ya me contarás. ¿Tú qué querías, República y cargarte la Fiesta Nacional? Toma, pues ahí tienes: monumento a la madre del Rey y a Su Majestad apoyando a la fiesta de los toros a pie de corrida del Corpus.
Ya está el monumento. Y de un momento a otro vendrán los chistes. Si es que no los han sacado ya. Novelería sevillana aparte y jubileo de la pestaña a un lado, yo sé por qué había ayer tarde tanta gente en el Paseo Colón mirando el monumento: para ver quién era el primero que le sacaba un chiste. ¿Falta de respeto? En absoluto. Es una forma sevillana de expresión como otra cualquiera. Sevilla a todo le saca la punta de un chiste. Si aquí le echáramos a la Biofísica la misma intensidad que a los chistes, teníamos un Premio Nobel cada semana. Pero esto, claro, sería Suecia, que es aburridísima, y no Sevilla. En Sevilla pasa con los chistes como con las coplas del Carnaval en Cádiz. En Cádiz, si no te sacan en una copla de Carnaval, no eres nadie; en Sevilla no eres nadie si no te sacan un chiste. ¿Y saben a quién le hubiera gustado tela marinera que le contaran el último sobre el monumento de Doña María? Pues a la misma Doña María. Como le gustará al Rey. Tengo que preguntárselo al teniente Guajardo Fajardo (a quien felicito por todo lo de ayer), pues seguro que el Rey, en cuantito inauguró el monumento, le dijo, borboneando:
—Alfonso, ahora cuéntame el chiste que le han sacado al monumento de mi madre. Porque si no le han sacado ya un chiste, ni esto es Sevilla ni esto es ná.
Cuando su madre vivía, al Rey le encantaba contar los chistes que Sevilla le había sacado a su augusta madre. En «Curro Romero, la esencia» narro cómo en una corrida de la Prensa en Madrid, Su Majestad le contó al Faraón de Camas, que le acompañaba en la barrera, el chiste que sobre el currismo de Doña María había sacado Miguel el Potra. Mucho me temo que el Rey se volviera anoche a Madrid con la inquietud de que Sevilla ya no es Sevilla: no le habían contado ningún chiste sobre el monumento.
Y yo sé uno. Ya antiguo. Quizá el primero. Cuando el monumento era sólo un proyecto en las gestiones de la comisión que creó el inolvidable Conde de Luna, se lo oí a un sevillano de probada lealtad a la Corona. Me preguntó cómo era la estatua ecuestre de Doña María, y le expliqué la disposición de manos juntas del caballo: «Como el de San Fernando en la Plaza Nueva, una cosa así». Y me dijo:
—Eso es reunido. Cuando un caballo tiene las cuatro manos juntas, los que saben de eso dicen que «está reunido». Vamos, igual que te dice la secretaria cuando llamas a Don José y Don José no se quiere poner: «Está reunido». El caballo de Doña María, igual. Como es un caballo tan importante, le dice a Sevilla que está reunido con Doña María, que no lo molesten.
Lo cual es currismo puro en homenaje a la Condesa de Barcelona. Como lo que cuenta Juan Manuel Albendea de aquella tarde que estaba toreando Curro en Sevilla y en el silencio de la plaza sonó uno de los primeros teléfonos móviles, y una voz del tendido mandó callarlo, diciendo:
—¡Dile que estás reunido!
Con el caballo de la Maestranza, la ciudad está desde ayer reunida con el recuerdo de una gran sevillana que engrandeció la Fiesta Nacional y moría por nuestras cosas.

El Rey presidió por primera vez la Junta General de la Maestranza de Caballería


El Rey recibió el cariño de Sevilla hacia Doña María de las Mercedes de Borbón


A. ESTRELLA YÁÑEZ
ABC

SEVILLA. La Casa de la Real Maestranza de Caballería vivió ayer un día grande: S. M. el Rey presidió por primera vez la Junta General de la institución de la que es Hermano Mayor, que ya había sido presidida por su abuelo el Rey Alfonso XIII en dos ocasiones, en 1914 y en 1915. Además, también ayer el Rey inauguró la estatua ecuestre que la Fundación Real Maestranza de Caballería, la Fundación Doña María de las Mercedes de Borbón y Orleans y el Ayuntamiento de Sevilla han erigido en el Paseo de Colón en memoria de la Condesa de Barcelona y recuerdo de su amor por Sevilla.
A Doña María de las Mercedes de Borbón se refirió en una parte de su discurso ante la Junta General el teniente de Hermano Mayor de la Maestranza de Caballería, Alfonso Guajardo-Fajardo. Recordó la constante presencia de la Condesa de Barcelona en los actos de la institución maestrante: «Podemos decir los caballeros maestrantes, con legítimo orgullo, que siempre consideró la Señora esta casa como su casa en Sevilla. Aquí están sus fotografías, sus recuerdos y sus palabras, recogidas en las publicaciones corporativas, que resumen una parte de su vida vinculada con nuestra ciudad». Guajardo-Fajardo insistió en que Doña María de las Mercedes de Borbón y Orleans «siempre contó con el cariño y admiración de Sevilla y de los sevillanos, y así lo reconoció el excelentísimo Ayuntamiento hispalense al entregarle la Medalla de la Ciudad».
Satisfecho de contar con la presencia de S. M. el Rey en la Junta General, el teniente de Hermano Mayor aprovechó para exponer a Don Juan Carlos la extensa labor que viene realizando la Maestranza de Caballería en mecenazgo cultural y artístico, premios a la investigación, actividades culturales y promoción taurina.
Guajardo-Fajardo no olvidó, por último, expresar la incondicional adhesión de la Maestranza a la Corona.
La lealtad y servicio de esta Casa a la Corona fueron agradecidas por S.M. el Rey quien reconoció la labor de los caballeros maestrantes y les animó a «seguir ensanchando vuestra tarea en el futuro».
Asimismo destacó la creciente incidencia social de la actividad de la Maestranza de Caballería «que ha multiplicado el arraigo y proyección de los que dispone esta Real Corporación».



jueves, 22 de mayo de 2008

Los cuatro años de Doña Letizia como Princesa de Asturias

 
Los cuatro años de Doña Letizia como Princesa de Asturias
 
Los Príncipes de Asturias «celebrarán» hoy el cuarto aniversario de su bodaembarcados en el quehacer diario, que en esta ocasión les ha llevado a Gerona, provincia que han visitado siete veces desde que contrajeron matrimonio. En concreto, Don Felipe y Doña Letizia se encuentran en S´Agaró hasta mañana, viernes, asistiendo a un seminario sobre Biomedicina organizado por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas. Este es el quinto seminario científico del CSIC al que asiste el Príncipe y el segundo al que le acompaña la Princesa. La visita de Don Felipe y Doña Letizia a Gerona empezó ayer con la inauguración de la nueva Estación Marítima de Palamós, cuyo puerto es el segundo de Cataluña como escala de cruceros.
Cuatro años después de su boda con el Príncipe de Asturias, los dos cambios principales que ha experimentado Doña Letizia han sido, sin duda alguna, su maternidad y su cada vez más amplia labor como Princesa. Con la atención a sus dos hijas, las Infantas Leonor y Sofía, y la asistencia a los actos institucionales, la esposa del Heredero de la Corona tiene la vida llena. La maternidad también ha cambiado el ocio de la Princesa, que ahora tratar de organizar planes para niños, ya sea sola con sus hijas o también con Don Felipe. Aún así, como la mayoría de los matrimonios jóvenes, los Príncipes sacan tiempo para comer o cenar con sus amigos, en su residencia o fuera, y para disfrutar de sus aficiones, especialmente, el cine. Aunque Don Felipe y Doña Letizia podrían ver los últimos estrenos en su casa, ellos prefieren ir a una sala pública. Y es que el Príncipe, desde siempre, y la Princesa, desde que se casó con él, intentan hacer una vida lo más normal posible, a pesar de las limitaciones propias de su condición.
Aunque Doña Letizia dispone de niñeras para el cuidado de sus hijas, ella procura atenderlas personalmente siempre que puede, salvo que algún acto o viaje se lo impida. En estas ocasiones, suele llamar por teléfono para informarse de cualquier detalle y le gusta que Leonor le cuente personamente qué ha hecho y qué ha comido en su ausencia. Como cualquier otra madre, está pendiente de las comidas, los baños, la educación, las leves enfermedades que puedan contraer... Y aunque también disponga de personal que organice la casa, la Princesa de Asturias se ocupa de que todo funcione correctamente en su residencia. Como cualquier mujer joven, Doña Letizia hace compatible su maternidad con el trabajo, en este caso, la actividad institucional, que sólo se ha visto reducida durante los embarazos y la posterior lactancia.
Si la maternidad ha supuesto un cambio trascendental para Doña Letizia en el plano personal, el nacimiento de sus dos hijas también ha sido de gran importancia en el institucional y, por lo tanto, en la imagen pública de los Príncipes, ya que la venida al mundo de Leonor y Sofía ha garantizado la continuidad de la Dinastía, algo que se le venía reclamando a Don Felipe durante su larga soltería.
Aunque en el Palacio de La Zarzuela siempre se ha madrugado mucho, incluso los fines de semana, la jornada de la Princesa empieza ahora más temprano, hacia las siete de la mañana, para poder llevar a su hija mayor a la guardería. Doña Letizia también dedica muchas horas a preparar los actos a los que asiste y a despachar la correspondencia y las numerosas peticiones que le dirigen instituciones, asociaciones y entidades de todo tipo. La Princesa no tiene ningún equipo personal, sino que cuenta con el apoyo de la Secretaría del Príncipe.
La Princesa y sus colaboradores se ocupan de confeccionar rigurosamente la agenda institucional y Doña Letizia prepara minuciosamente sus intervenciones y asistencias. Se documenta a fondo sobre las instituciones, asociaciones o países que va a visitar y sobre las personas a las que va a recibir. De esta forma, se integra e implica en las actividades y llena de interés y calidez humana unos actos que, de otra forma, podrían resultar fríos.
 
 

domingo, 18 de mayo de 2008

Diario de una princesa


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Reportaje de El País

A las siete suena el despertador en casa de los príncipes de Asturias. Los ventanales del primer piso se iluminan. En el horizonte, la nevada sierra de Madrid. Y un bucólico decorado de ciervos y encinas. Poco después de las ocho, la pareja deja a Leonor, su primogénita, de dos años, en la escuela infantil de la Guardia Real, tras los muros del cuartel El Rey, en El Pardo. Tardan 10 minutos. El Príncipe conduce un todoterreno japonés comprometido con el medio ambiente. Comienza la jornada laboral de los herederos de la Corona. Después cubren el kilómetro que separa su residencia del palacio de la Zarzuela. Allí tienen sus despachos. En la planta baja. Justo debajo del Rey. Escuetos, convencionales, sin lujos. "Economía de medios", repiten en la Casa. Imposible estirar más el edificio. La oficina de la Princesa fue una sala de visitas; la del jefe de su secretaría, Jaime Alfonsín, un comedor. Se lee la prensa. Sin expurgar. Llega la correspondencia. Se rastrea Internet. Empiezan las reuniones. Qué invitaciones aceptar. Qué viajes efectuar. A qué personas recibir. Hay miles de peticiones. En los pasillos se cruzan uniformes militares, trajes oscuros y ordenanzas de chaquetilla blanca. El ambiente es frío y pausado; la luz, tenue; se habla a media voz. Empieza un día de trabajo en la Casa del Rey. El cabeza de familia es jefe del Estado. Como lo será su hijo.

La residencia de los Príncipes es el primer edificio que se divisa al acceder al vasto complejo de la Zarzuela. Está anclada sobre un promontorio. Como una isla. Con su propio perímetro de seguridad. Ligeramente oculta entre árboles. Custodiada por infantes de Marina. Letizia Ortiz llegó a esta inmensa finca en las afueras de Madrid en noviembre de 2003. Tras el anuncio de su compromiso con el heredero. Viviría seis meses como una huésped en el pabellón de invitados, hasta la boda. Para el personal de la Casa fue, desde el primer momento, "la señora". Se acabó el tuteo. Y conducir su coche. Y salir sola. La Reina se puso manos a la obra. Haría de ella una princesa. Se convertirían en buenas amigas y aliadas.

Universitaria, divorciada, de clase media, a sus 31 años Letizia estaba en su mejor momento profesional. Era la presentadora del telediario de mayor audiencia. Una cara conocida. De moda. En brecha. Había hecho con esfuerzo el camino que conduce de viajar en metro al Ibiza, y de ahí el salto al Audi A3. Letizia Ortiz no salió a cazar un príncipe, se lo encontró. Se enamoraron. Y había que querer mucho al heredero para abandonar todo por lo que había luchado. No era lo mismo que cambiar de cadena de televisión. Era cambiar de vida. Despojarse de lo anterior. Lanzarse al vacío. Con millones de ciudadanos por testigos. Le dio muchas vueltas. Lo haría por amor. El Príncipe era un hombre que valía la pena. Trabajaría duro a su lado. El 3 de noviembre de 2003, en su primera aparición pública, lo expresó con claridad; había tomado "una decisión madura, fruto de reflexiones intensas, y con el peso y la solidez del profundo amor que nos tenemos y del proyecto común que ahora iniciamos. Hasta los 31 años he trabajado como periodista con ganas, ilusión y fuerza, y de esa misma manera afronto lo que ahora iniciamos con responsabilidad y con vocación de servicio a los españoles". Un desapacible 22 de mayo de 2004, a cambio de un "sí quiero", se convertía en princesa de Asturias, futura reina de España, futura madre de reina, e, incluso, hipotética reina regente en caso de la muerte de su marido durante la minoría de edad de la primogénita. Había dado el paso. No había marcha atrás.

Hoy no se arrepiente. Es feliz. En su vida y su trabajo. Un trabajo atípico. No existe ley, estatuto, tradición, costumbre ni práctica que lo regule. Hay que darle contenido cada día. En estos cuatro años ha cumplido su parte del contrato. No ha metido la pata. Ha dado descendencia y continuidad a la Corona, y es una princesa digna y aplicada. Útil y comprometida. Impecable en las formas. Obstinada en la perfección. Buscando su camino. La nueva imagen de la Monarquía española: nuestra marca más conocida en el mundo. Quizá no sea la princesa más elegante del planeta; no tiene el chic de Carolina de Mónaco ni el perfil piadoso de Matilde de Bélgica. Pero sabe lo que es pagar una hipoteca y viajar en los autobuses La Veloz entre Madrid y el extrarradio. Ha dado frescura a la institución. Y alegría al funcionamiento de la Casa. Conoce a todos los empleados, les tutea y llama por su nombre. De vez en cuando baja a las niñas a sus despachos para que las vean crecer. Y recalca que no vive en una burbuja. Que su marido y ella no están rodeados de sirvientes de librea pertrechados de bandejas de plata dispuestos a cumplir sus deseos. Que sus hijas son su prioridad. Sus amigos, los de siempre. Y todavía sabe cuánto cuesta la barra de pan.

Fue la última en llegar a La Zarzuela. Era la más joven. Y además, mujer. Y procedía de un mundo muy distinto al del palacio. No había nacido princesa, como su marido, cuyo bautizo ya supuso un acontecimiento político. Letizia era una estrella televisiva. En horas supimos todo sobre su vida. El nombre y rostro de sus anteriores parejas. Que sus padres estaban divorciados, su abuelo era taxista y su cuñado había trabajado de barrendero. Su biografía pasada tenía techo de cristal. La presente se comenzó a escribir a base de rumores. Algunos medios comenzaron a frotarse las manos. Era un filón.

El fenómeno de acoso y derribo a un miembro de la realeza no era nuevo. La monarquía británica pagó la novatada. Su imagen, la leyenda, la magia de siglos, se desmoronó el día en que los tabloides comenzaron a ocuparse de la vida privada de sus integrantes a partir de la boda del príncipe Carlos con lady Diana Spencer, en 1981. Hasta entonces habían sido intocables. Curiosamente, los primeros medios en disparar fueron los del magnate conservador Rupert Murdoch. Valía todo. La situación llegó a su apogeo amarillo en 1992, un año calificado por Isabel II como "horribilis".

En España, a mediados de los noventa, los nuevos programas televisivos del corazón iban a romper también los esquemas de la mesurada y opaca Casa del Rey. En el preciso instante que se intentaba reforzar la imagen del Príncipe, recién llegado a España tras su máster estadounidense, como futuro Rey, que apareciera caricaturizado en los mismos programas que Jesulín y su troupe suponía un desastre de imagen para el heredero. Un desprestigio. Y lo que es peor, una batalla perdida. El Príncipe estaba indefenso. La Casa ha sido siempre partidaria de no perderse en pleitos. Por tanto, era cuestión de cubrirse con una piel de elefante. Relativizar. Y aguantar. Y esperar que pasara el chaparrón. Escampó. Diez años más tarde le tocaba el turno a la recién llegada.

"No es que la Princesa sea el eslabón más débil de la Corona; es el eslabón que más vende", explica una fuente de la Casa del Rey. "Es el nuevo producto. Del Rey se ha escrito mucho, y lo mismo del Príncipe. Pero una vez que el heredero se había prometido y casado, su vida privada ya no tenía morbo. Dejó de interesar. No era noticia. Y en esto llegó un nuevo miembro a la familia real. Y la Princesa podía hacer ganar mucho dinero".

La Princesa vende. Cada uno de los actos a los que asiste, sobre todo sin el príncipe de Asturias, constituye un espectáculo mediático seguido por decenas de fotógrafos y cámaras de vídeo que circulan a codazos para captar el mejor plano. No importa lo que diga. Ni lo que haga. Importa su imagen. El factor rosa. El largo de la falda. La altura de sus tacones. La masa corporal. Su perfecto maquillaje adquiere irreales tintes azulados por la cascada de flashes. Ella, que nunca supo posar, abre mucho los ojos, mira fijamente en dirección a un punto indeterminado y adopta una postura hierática, casi rígida. Cada uno de sus mínimos movimientos –arreglarse, beber un sorbo de agua, sonreír, aplaudir– provoca mil disparos. Se trata de interpretar su estado de ánimo. La segunda parte llega en cuanto se mezcla con los invitados y un aluvión de fotógrafos aficionados se bate por una imagen suya como recuerdo. Surgen cámaras de lugares insospechados. Y un aluvión de teléfonos móviles. Ella hace lo que puede. Sin perder la sonrisa. "¿Pero es que sólo queréis fotos? ¿No queréis contarme nada?", pregunta a un grupo de adolescentes que la asaetean. ¡Ellos quieren su foto! Aunque salga con los ojos cerrados y la boca abierta. Durante una visita a la factoría Talgo, un soldador de mono azul surge bajo un vagón a sus pies y la inmortaliza con su teléfono móvil. La Princesa pone ojos como platos ante la aparición.

Estos cuatro años no han sido un cuento de hadas. Le han pegado duro. "Como la prensa amarilla no podía contar nada raro sobre su matrimonio, porque no lo había; como no había una historia truculenta que relatar, la bolsa se ha llenado de rumores, bulos y barbaridades que se han ido consolidando como leyenda urbana", explican desde su entorno. "Ya estamos apostando por el próximo rumor".

–¿Cuál va a ser?

–Hay dos opciones: que está embarazada de un varón y se va a provocar un problema constitucional por la sucesión, o que los Príncipes duermen en habitaciones separadas.

Lo pasó mal, especialmente en su primer año de matrimonio. No es un autómata que se limita a recitar discursos que otros escriben y a entregar premios. Tiene sentimientos. Y criterio. Y personalidad. Se llevó muchos palos. No entendía nada. De la noche a la mañana se había convertido para algunos medios en una maleducada que interrumpía en público al Príncipe; un demonio de la ambición; una mujer arribista, fría, agresiva y calculadora dispuesta a cargarse la Monarquía. Y no tenía posibilidad de rechazar esa versión. ¿Quién defendía a Letizia?

¿Cómo ha logrado aguantar? La respuesta es sencilla: desde el primer momento tuvo fe en lo que estaba haciendo, en el trabajo que estaba realizando; creía en la Monarquía parlamentaria, la única forma de gobierno que había conocido desde que tuvo uso de razón. Y en esa línea, ya como Princesa, se planteó servir a los españoles teniendo como referente al Príncipe. Ha aguantado todo por amor. El primer choque con la realidad fue visitar a los heridos del atentado del 11-M. Aún era la prometida. Las fotos de aquel día la muestran al borde del colapso del brazo de la Reina a la salida de un hospital. Ahí se dio cuenta de que ser princesa no iba a ser fácil.

En la distancia corta, la Princesa es una mujer espigada y de mediana estatura. Estrecha de hombros y caderas. Con tobillos de cristal y los omoplatos dibujados bajo la chaqueta. Tiene una media melena castaña un poco mate, grandes ojos verdosos ribeteados con lápiz verde, una dentadura perfecta y un cutis transparente. Las manos son pequeñas, huesudas, con las uñas cortas, y revelan, con sus movimientos, sus emociones. Las manos le traicionan. De frente es guapa; de perfil ofrece un aspecto más duro, con una nariz grande e imperfecta y una barbilla prominente. Su sonrisa es permanente; el trato, cariñoso. Está cómoda en su papel, con la derecha y la izquierda; junto al presidente Rodríguez Zapatero, Esperanza Aguirre o el lehendakari Ibarretxe, que fue su galante cicerone en el Museo Guggenheim de Bilbao durante una visita el mes pasado.

No sólo con los poderosos. También se la percibe a gusto, sin distancias, con naturalidad, con los trabajadores, los niños, los académicos, el clero, los banqueros y las empresarias. Hasta con los fabricantes de maquinaria para la construcción. Para todos tiene una palabra. Y un interés que parece auténtico. Durante una visita a una feria en Zaragoza logra rizar el rizo al preguntarle a un vendedor de excavadoras: "¿Cómo se conjuga la tecnología con la seguridad del operario?". El industrial traga saliva. Y le regala una maqueta de un camión. Es la séptima del día. "¡Qué bien, a la mayor le encantan estas cosas!". Y sigue su camino.

A Letizia le gusta intervenir, debatir, rebatir, opinar. Pregunta más que responde. Puede ser un volcán dialéctico. Nunca da una causa por perdida. Tiene una memoria envidiable. Y ojo de lince. Sobre todo cuando acompaña al Príncipe y él es el protagonista, y ella se puede dedicar a curiosear. Le gusta observar la reacción de la gente ante las palabras de su marido. Después de cada acto, la pareja realiza un análisis crítico. No se le escapa ni una. Es capaz de detectar un rostro conocido en un auditorio de 500 personas. Posiblemente su mayor esfuerzo en estos años como princesa haya sido aprender a controlarse. A mantener un perfil bajo. A metabolizar que su papel es secundario. Y siempre lo será.

Y es cierto, está muy delgada. Lo achaca a su constitución. Su madre era así de joven, y también sus hermanas, y en pantalla parecía menos escuálida porque la televisión engorda y no salía de perfil. Estar delgada no es delito. Pero ha sido una gran fuente de rumores. Apenas casada, la afirmación de ciertos medios era que padecía anorexia, una enfermedad que, supuestamente, ya habían sufrido otras princesas como Lady Di, Victoria de Suecia o Masako en Japón. Durante el año anterior a su primer embarazo, esa delgadez era la evidencia para esos medios de que no podía tener hijos. Que estaba recibiendo un tratamiento de fertilidad en Valencia o Barcelona (viajaba en aviones de la Fuerza Aérea). Y estaba ansiosa y deprimida. Después, los rumores dieron por sentado que el parto de su primogénita a punto había estado de terminar en tragedia, que la infanta Leonor había nacido con una enfermedad incurable (la segunda versión es que sólo era muda). Y la siguiente tanda de rumores apuntaba que la Princesa era una déspota, que la Guardia Real cortaba el tráfico en las calles de Madrid a su paso, que su familia se beneficiaba de su posición, que se había aficionado a pegar tiros en las cacerías y presumía de enóloga. Que dominaba a su marido, detestaba al Rey y las Infantas, se enfrentaba a los grandes de España y había enviado a la Reina exiliada a Londres.

Sufrió. Más de lo que nunca sabremos. El tiempo se encargó de desmentir los bulos. Nadie se disculpó. Letizia podía tener hijos; Leonor y Sofía gozaban de excelente salud, y su matrimonio con el Príncipe no hacía agua. El Rey, durante la última Pascua Militar, vestido de capitán general, la cogió del brazo delante de los poderosos de la nación, en el Palacio Real, e hizo un largo aparte con ella, entre bromas, ajeno al protocolo, para demostrar al mundo que se lleva bien con su nuera. "¡Qué mal nos llevamos!, ¿verdad, Letizia?", dijo el Rey en voz alta. Y rompieron a reír. Un gesto. Y la Corona se mueve a base de gestos. Es su arma de defensa y ataque. De complicidad con los ciudadanos. El Rey es un maestro en esa política gestual.

Por eso, afirmar que la princesa de Asturias tiene un papel dominante en la Casa de Su Majestad supone ignorar cómo funciona la Corona. El Rey es el jefe del Estado. El patrón, como le llaman sus tres hijos. El único miembro de la familia cuyas funciones están perfectamente descritas en la Constitución. El que controla. El que decide cómo se emplea un presupuesto que este año asciende a 8,663 millones de euros. El que nombra y cesa libremente a todos los miembros civiles y militares de su Casa. "Esa casa funciona a toque de silbato del Rey", explica un antiguo miembro del Gobierno. "El Rey es la única voz. Como un día será la del próximo rey. Y ella es sólo la consorte".

La Casa del Rey es una estructura piramidal de unas 140 personas, dirigidas por el jefe de la Casa (desde 2003, el diplomático Alberto Aza, de 70 años), con categoría de ministro, y, bajo él, por un secretario general con categoría de secretario de Estado. De ellos dependen ocho direcciones, que gestionan el ritmo diario de la institución y apoyan al Rey en sus funciones como jefe del Estado. Una estructura endogámica y reducida, "muy diferente a la de un ministerio", explica una fuente de la Casa, "que hace que el trato entre nosotros sea continuo, próximo y casi familiar". La mayoría de sus integrantes tiene sus despachos en el funcional edificio de Magnolias, anexo al palacio de la Zarzuela. Un mundo de hombres, con una media de edad de 60 años, en la que abundan los militares (cinco de los 11 puestos directivos) y los diplomáticos (cuatro). La mayoría ha desarrollado gran parte de su carrera en la Casa. Es normal que, llegado el momento, el segundo jefe de Seguridad suceda al jefe de Seguridad, y lo mismo pasa en Protocolo o en el Cuarto Militar. Cada departamento es independiente del resto. Cada cual sabe su trabajo. Son gente muda y sin rostro que da mucho y recibe poco.

A este núcleo duro en torno al Rey hay que añadir los 1.900 hombres y mujeres de la Guardia Real, que se encargan de la vigilancia del complejo, rinden honores de ordenanza a la familia y cumplen misiones básicas en la logística de la Casa, desde médicos, administrativos, peluqueros y conductores hasta cocineros, camareros y sumilleres. Y más allá, el servicio de seguridad, responsable de la protección inmediata de la familia: una unidad conjunta de cientos de policías y guardias civiles de paisano dirigida por un coronel de Infantería. Los escoltas del Rey y los Príncipes pertenecen a la Guardia Civil, y los de la Reina y las Infantas, al Cuerpo Nacional de Policía. Nadie explica el motivo de esta división.

Letizia fue la última en integrarse en ese microcosmos. En cuanto llegó a La Zarzuela, aquel noviembre de 2003, supo que estaba obligada a encontrar su sitio y su papel dentro de esta peculiar institución en la que todos se conocen hace años y funcionan con la precisión de una maquinaria de relojería. La periodista de raza cogió un bolígrafo y un bloc de notas de los que abundan en La Zarzuela, con el escudo real en el frente, y se sumergió en las tripas de la Jefatura del Estado, en cada departamento; habló con sus responsables, quería estar al tanto de los entresijos. Era el último reportaje de su vida. Nunca lo podría publicar. Hoy conoce a cada funcionario y escolta por su nombre. Y cómo funciona cada departamento. Y da la sensación de moverse como pez en el agua.

Ya antes de la boda, la Casa del Rey había comenzado a reforzar la mínima secretaría del Príncipe que daría cobertura a la nueva Princesa. Cuando la secretaría fue creada, en 1995, como apoyo inmediato al heredero, y dependiendo orgánicamente del jefe de la Casa (se intentaba evitar a toda costa el ejemplo británico, con una Casa de la Reina y una Casa del Príncipe separadas, discordantes y siempre enfrentadas), se componía de una sola persona, Jaime Alfonsín, de 51 años, un abogado del Estado de sólida formación y discreción enfermiza. Ha ido creciendo a partir de ese embrión. Hoy, la parte administrativa de la secretaría consta de siete funcionarios y un jefe de oficina. Y de tres ayudantes militares. Antes de la boda se fichó como adjunto a Emilio Tomé, de 54 años, un coronel de Infantería con un buen inglés, que fue profesor y primer ayudante militar del Príncipe. Tomé se ocupa de la organización de las actividades de los Príncipes. El último en aterrizar, también como adjunto, es José Zuleta, duque de Abrantes, un teniente coronel de Caballería, de 47 años, anterior número dos de Protocolo. Un clásico en la Casa. El trabajo de Zuleta es apoyar a la Princesa. Es la persona que está continuamente en contacto con ella. Su sombra. El que se hace cargo del bolso si hace falta. Durante meses se habló de la posibilidad de que ese puesto lo ocupara una alta funcionaria del Estado. Ante la filtración se cortó por lo sano, y se decidió que el elegido fuera alguien con experiencia en La Zarzuela. "Que supiera cómo funciona esto, lo que no es fácil; de esa forma podría ser de más utilidad para la Princesa. Eso era más fácil que buscar alguien de fuera que tuviera que empezar de cero", explica una fuente del palacio. En estos momentos no hay una sola mujer en el entorno de la Princesa. A excepción de alguna guardia civil en su escolta.

Ni mujeres, ni consejeros. Mucho se habló de los supuestos asesores de los que se rodeó a la nueva Princesa para que aprendiera a ser princesa. Ni los hubo, ni los hay. "¿Cómo iba a necesitar un experto en protocolo si aquí hay un departamento de protocolo? ¿Quién va a saber mejor cómo funciona la Casa que los que trabajamos aquí?", se preguntan en La Zarzuela."Su asesoría ha sido su familia política, que conoce el oficio mejor que nadie. Especialmente la Reina".

–¿Ni siquiera hay un asesor de imagen?

–Nadie le dice que se corte el pelo o que se ponga tal traje. Es ella solita. Y además está convencida de que la imagen no puede ir disociada de cómo es la persona y su misión. Nadie le da directrices. Lo hace ella, como lo ha hecho siempre doña Sofía.

Y el primer consejo de la Reina fue que no se complicara la vida con la ropa. Que se buscara un diseñador de su total confianza que le hiciera todo el fondo de armario y no se liara. La Reina tiene desde hace 20 años a la modista Margarita Nuez. Y Letizia, a la que nunca le fascinó la moda y que rara vez hojea una revista femenina, tomó nota y apostó por Felipe Varela, que le ha creado un look muy de uniforme: gris, cómodo, atemporal, conservador y sin sorpresas. La Princesa, en ocasiones especiales, apuesta por otros diseñadores españoles como Miriam Ocariz o Lydia Delgado. Y prescinde radicalmente de las grandes marcas internacionales, consciente de que los comentaristas nunca se lo perdonarían. No pretende ser la más fashion ni la más ideal; pretende ir a trabajar cómoda y correcta. No le interesa la moda, lo que no quiere decir que no esté preocupada por su imagen. Le gusta preguntar a los próximos cómo la ven en su papel. En televisión era conocida por sus compañeros por una frase que hizo historia: "¿Qué tal lo he hecho?".

La Reina ha sido su cómplice. Su ejemplo. Desde el primer día. Letizia ha aceptado también de su suegra la sugerencia de mantener una vida familiar lo más íntima y normal posible. En la casa de los Reyes siempre ha sido así. Franco comía a diario con sus ayudantes militares y el jefe de la guardia. En La Zarzuela, por el contrario, a las 14.30, la casa de los Reyes se convertía en un castillo inexpugnable que reunía en torno a la mesa a los cinco miembros de la familia. Un hábito que siempre mantuvieron.

Muy pocos conocen la parte privada de la casa de los Príncipes. El primer piso. Allí nadie entra. Ni los ayudantes ni los escoltas. Es el hogar de un matrimonio joven con dos hijas, que frecuenta los cines de Madrid, se escapa cuando puede al supermercado y hace planes con niños los fines de semana al abrigo de los paparazzi. ¿Cómo están educando a las infantas? Como a niñas normales. Con los hábitos de cualquier familia española. No se ha contemplado, de momento, nada especial en su educación, más allá de que Leonor pida las cosas por favor, dé las gracias y los buenos días, se siente bien en la mesa y pida ir al baño.

La Princesa sabe que Leonor, su primogénita, nunca será una niña más. Será la heredera del trono. Y habrá que explicarle poco a poco su destino. Y también sabe que Leonor tiene la ventaja, como la tuvo el Príncipe, de haber nacido en ese mundo. Dentro de una familia real. Por eso, para Letizia, el mejor modelo de educación que Leonor puede recibir es el que el Rey aplicó a Felipe: que esté presente en los acontecimientos del Estado, que conozca España y a los ciudadanos, que esté a su lado en las situaciones importantes, como aquella noche del 23-F.

Cuatro años de matrimonio, dos malos embarazos, dos cesáreas, dos periodos de lactancia, la muerte de su hermana pequeña. A comienzos de este año comenzó por fin a vislumbrarse lo que será la agenda de actividades de la Princesa. Por un lado, acompañar a todos los actos oficiales al heredero, excepto las maniobras militares y algunas tomas de posesión de jefes de Estado latinoamericanos. Y a sus viajes europeos. Y además, presidir no más de tres actos en solitario cada mes, centrados en el mundo de la infancia y la juventud. La semana pasada voló a Polonia con su marido, en un viaje de calado político, en el que estrenó agenda propia. Sin embargo, prefiere estar fuera de casa lo menos posible. Su obsesión es conciliar su trabajo con su vida familiar. Y encontrar su sitio, su papel, como ha hecho la Reina, que nunca quiso ser el florero de la Monarquía y se ha volcado con éxito en asuntos como la lucha contra el alzheimer, la droga, el cáncer de mama y a favor de los microcréditos.

Letizia ha terminado su periodo de prácticas. Es la princesa de Asturias. Ya no es aquella periodista que llegó a La Zarzuela como huésped hace cuatro años y medio. Hoy es un valor firme para la Corona. La nueva imagen de la Monarquía. Y el Príncipe está feliz. Nunca se había mostrado tan comunicativo, relajado y entregado. Con tantas ganas de agradar. Y de trabajar. La complicidad entre los dos es absoluta.

Y da la sensación de que esos gestos que se prodigan, sus sonrisas, esas frases entre dientes que nadie más escucha, son el síntoma de que, además de estar bajo los focos, han logrado desarrollar una mínima vida en pareja que es sólo de ellos. Cuando llegan de un viaje a Zaragoza y se bajan del AVE, se dan la mano y se distancian del séquito. En el aparcamiento, el Príncipe abre su Lexus gris y parten los dos solos en dirección a La Zarzuela. Detrás brama una caravana de Audis negros y motocicletas. La Princesa acaricia al Príncipe en la mejilla. Éste sonríe. Y se pierden en el tráfico de Madrid.


El calvario de Telma Ortiz


Las verdaderas razones de Telma

Desde que su hermana se convirtió en Princesa de Asturias, la vida de Telma Ortiz Rocasolano se ha transformado en todo un calvario. Por eso, esta cooperante que sólo quiere vivir tranquila ha llegado tan lejos y ha pedido amparo a la Justicia.

Todo se agravó el pasado mes de diciembre. Embarazada de cuatro meses, Ortiz decidió regresar a España con su pareja y establecer aquí su hogar. Hasta entonces vivía en Filipinas, donde trabajaba como cooperante y podía disfrutar de una vida más o menos normal, pues el acoso mediático se limitaba a sus cortas estancias en nuestro país.

Pero a partir de diciembre no hubo tregua para el acoso. Ya no se trataba de que los paparazzi estuvieran permanentemente apostados en la puerta de casa, de la peluquería, de la farmacia, del supermercado, del hospital o del aeropuerto, sino de las persecuciones en coche, hasta que llegaron a cerrarla el paso y la obligaron a parar en el arcén de la carretera para fotografiarla. O cuando empezaban a insultarla, porque una imagen de ella enfadada podría venderse mejor, o porque no conseguían lo que querían. En ocasiones, los paparazzi han esperado a Telma junto a su coche y cuando ella, ya dentro, intentaba cerrar la puerta, introducían una pierna para impedírselo.

Tres traslados inútiles

Huyendo del acoso mediático, Telma se fue a la casa de su abuela paterna en Asturias, pero hasta allí se trasladaron los paparazzi, y después a Toledo, a la casa de su pareja, pero tampoco encontró en esta ciudad la tranquilidad que buscaba.
Ortiz ha tenido la desgracia de que su imagen «vende muy bien» y, aún en contra de su voluntad, han tratado de convertirla en un personaje del corazón. Para los «cazadores de imágenes», es un filón inagotable, que se ha revalorizado con su maternidad, y los paparazzi están dispuestos a conseguir de cualquier forma esas imágenes, por las que las revistas llegan a pagar cantidades muy elevadas.

Sin escoltas ni chófer

Como obtienen ingresos muy elevados por la venta de «fotos robadas», los paparazzi no dudan a la hora de gastarse auténticas fortunas para perseguir a sus objetivos. No obstante, Telma Ortiz es un objetivo fácil para ellos: sin chófer ni escoltas ni coches con cristales tintados ni aparcamientos subterráneos es mucho más difícil esquivar a los paparazzi. Y si ha conseguido proteger a su hija recién nacida ha sido porque desde que dio a luz, Telma ha tenido que «vivir a escondidas» para evitar ser fotografiada, algo que «no se puede consentir», relató ante la juez su abogado, Fernando Garrido.

Para conseguir hacer fotos, en contra de la voluntad de las personas perseguidas, algunos han llegado a pinchar el teléfono de sus víctimas, lo que les permitía disponer de una información exacta y privilegiada sobre sus horarios y movimientos. Por esta práctica fue condenado hace años en Estados Unidos un fotógrafo español que perseguía a «Gigi» Howard, amiga del Príncipe de Asturias.
Aunque cada vez se oyen más voces cualificadas, como el Sindicato de Periodistas de Cataluña, que advierten de que la profesión del periodismo no tiene nada que ver con las prácticas de los «cazadores de imágenes», éstos siguen amparándose en el derecho a la libertad de información, que ejercen aún a costa de violar el derecho a la privacidad de las personas.
Quienes sufren a los paparazzi se quejan del acoso, las persecuciones e, incluso, los insultos que reciben. Se quejan de los métodos que emplean para fotografiarles en contra de su voluntad. Pero, al final, lo que se dirime en los tribunales es casi siempre la colisión de dos derechos. Por un lado, el derecho al honor, a la intimidad y a la propia imagen, recogido en el artículo 18 de la Constitución, y por otro, el derecho a la libertad de información, protegido en el artículo 20.

Protección exagerada

Lo ideal sería evitar que un derecho quedara supeditado al otro. Algunos juristas hablan de una «protección exagerada del derecho a la libertad de información».

Sin embargo, si algo deja claro la juez de Toledo que ha llevado el caso de Ortiz, a pesar de haber rechazado la demanda, es que a la hora de informar no todo vale. Así, después de dar un varapalo al abogado autor de la demanda, la titular del Juzgado de Primera Instancia número 3 de Toledo sugiere a Telma que plantee de otra forma la demanda civil o que acuda a la vía penal, y se dirija contra quienes concretamente le están haciendo la vida imposible: los paparazzi.

En el escrito la juez afirma que, aunque la Constitución prohíba la «censura previa», sí se pueden adoptar «correctamente» medidas cautelares contra quienes conculquen «de forma sistemática los derechos» de las personas «enarbolando la libertad de expresión o información».
La juez alude a las afirmaciones realizadas por el abogado de Telma Ortiz durante la vista celebrada el pasado lunes, en las que advirtió de que corría peligro la «integridad física» de su patrocinada. Pérez Padilla afirma que «ninguna persona tiene que soportar» un «peligro físico» y recuerda que «existen tipos penales, como el delito de conducción temeraria (en alusión a las persecuciones) y otros muchos en los que, desde luego, la antijuricidad de la conducta no desaparece por el simple hecho de esgrimir estar ejercitando la libertad de expresión o de información».

En términos similares se manifiesta el catedrático de Derecho Constitucional de la Universidad de Santiago de Compostela, Roberto Blanco Valdés, para quien «el derecho a informar no puede ejercerse a costa de vulnerar la libertad de personas cuya notoriedad, como la de Telma Ortiz, es inevitable e involuntaria».

Represión frente a prevención

Todos los juristas consultados coinciden al señalar que la demanda presentada por el abogado de Ortiz estaba mal planteada, ya que pedía una protección preventiva ante futuras intromisiones. Y en España la protección de la intimidad y la propia imagen tiene carácter represivo.

Según explica Luis Aguiar, vocal del Consejo General del Poder Judicial, «existen medidas represivas, a posteriori, para reparar el daño causado; pero no medidas a priori». Este jurista considera que hace falta que se genere una cultura de respeto, basada, entre otras cosas, en una jurisprudencia que vaya en esta línea, y un rechazo social y económico, basado en sanciones que sean suficientemente disuasorias.

El «privilegio» de ser «normal»

Para Teodoro González Ballesteros, catedrático del Derecho de la Información de la Universidad Complutense, «Telma Ortiz se equivocó en el planteamiento jurídico y lo que se traducía de la demanda era que quería un privilegio: que no le hicieran fotos». Aunque suene paradójico, el «privilegio» que la hermana de la Princesa demandaba era el de «ser normal».

Las normas de esta eterna batalla entre los derechos de la persona y la libertad de información están recogidas en la Ley Orgánica 1/1982, que desarrolla el artículo 18 de la Constitución. Aunque en sus inicios fue calificada de mala por destacados juristas, en sus 26 años de vigencia ha ido generando mucha jurisprudencia que ha ido llenando las lagunas legales, tal y como recoge un trabajo realizado por el profesor Antonio Fayos Gardó, de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Económicas de la Universidad Jaime I de Castellón.
Los primeros años de aplicación de esa ley no fueron muy brillantes. Uno de los primeros asuntos tratados y que refleja la confusión inicial fue el «caso Paquirri». Mientras el Tribunal Supremo opinó que la difusión de las imágenes de la muerte del torero, «a la que hacía frente con serenidad poco común», era de interés general, el Tribunal Constitucional consideró lo contrario.

Los derechos de los famosos

La creencia, equivocada pero todavía muy extendida, de que las personas públicas no tienen derecho a la intimidad y a su propia imagen también ha generado muchas sentencias. La más citada es la del caso «Pepe Tous-Sara Montiel», contra el diario «Ya», que publicó una información sobre la madre biológica de un hijo adoptivo de la actriz. En ella quedaba claro que aunque las celebridades han de sufrir más intromisiones en su vida privada que los demás, ello no significa privarles de derechos.

También sentó jurisprudencia el «caso Preysler» contra una información publicada en la revista «Lecturas» —«La cara oculta de Isabel Preysler»—, en la que la niñera de una de sus hijas revelaba detalles nimios de su vida. La sentencia aportaba que las personas que trabajan para otra, pública o privada, están obligadas a mantener la reserva.

Otra sentencia, la del caso «Alcocer-Koplowitz», estableció diferencias dentro de una misma información sobre la crisis del matrimonio. Así, indicaba que una crisis matrimonial poseía «un evidente interés general por los cuantiosos intereses económicos afectados en caso de una división del patrimonio conyugal». Pero añadía que las «causas de la crisis» «forman parte de la intimidad y el honor de las personas».

Ante los vacíos de la ley, ha sido la jurisprudencia la que ha ido definiendo los conceptos y dejando claro que «el concepto de interés público es el básico para delimitar hasta dónde se puede llegar con una información», explica Fayos. No es lo mismo «interés público» que «interés del público». También queda claro que el «derecho al cotilleo» no existe, y que «el interés morboso» o la «curiosidad malsana» no justifican las intromisiones.



El caballo de Doña María

ANTONIO BURGOS
ABC

COMO una flor de bronce que ayer abriera en los arriates de la plaza de los toros que vieron salir en hombros a tantos toreros, ya debe de estar plantado delante de la puerta de la casa de la Maestranza el monumento de Doña María. Se escribe S.A.R. Doña María de las Mercedes de Borbón Dos Sicilias y Orleáns, Condesa de Barcelona, pero en Sevilla se pronuncia sencillamente Doña María. Quitamos lo de Mercedes para no hacernos un lío de reinas mientras el romance pregunta por qué te vas de Sevilla. A Doña María nunca tuvo que preguntarle el romance por qué te vas de Sevilla. Nunca se fue. Ni cuando con toda dignidad y majestad estaba desterrada en Estoril se olvidó de su Sevilla. Hasta el retablo de azulejos con la salida de las carretas de Triana que estaba en el Puesto de Fernando de la Glorieta de Eritaña mandó colocar a la entrada de «Villa Giralda». Aquella «Villa Giralda» donde no faltaban ni tortas de la Castilleja de su colegio de las Irlandesas, ni yemas de San Leandro, que llevaban sevillanos fieles que estaban de semana: José María Medina, el Duque de Alcalá, Pablo Atienza, José Acedo. En aquellos tiempos de proscripción de la Monarquía había juanistas, partidarios de Don Juan de Borbón, que, además, eran maristas: partidarios de Doña María. Cuando Don Juan abdicó de sus derechos dinásticos, los juanistas, en su fidelidad a la Corona, se hicieron juancarlistas. Para los maristas no hubo ningún problema de lealtades. Seguimos siendo maristas, partidarios de Doña María, como la mejor y más sevillana forma de ser juancarlistas: por la parte del «viva la mare que te parió».
No tuve ocasión de ir a Estoril en aquellos viajes clandestinos del día de San Juan, cuando los monárquicos españoles rendían anual tributo de lealtad a Don Juan III. Mas no quise dejar de conocer una deshabitada y cerrada «Villa Giralda» cuando ya estaba restaurada la Monarquía por el augusto hijo de Doña María. Fui con mi compadre Alfonso Ussía, en vísperas de embarcarnos en Lisboa en el «J.J.Sister» con Miguel de la Cuadra Salcedo, camino de las Antillas. Fue como un silencioso homenaje tardío a tanta majestad como se derrochó en servicio a España desde aquel como modestito chalé, al que llegamos y en cuyas rejas rezamos un padrenuestro por el que fue nuestro Rey. Sí, chalecito, y sevillano: fue la impresión que me dio «Villa Giralda». Un chalé no de La Palmera, sino del Sector Sur. Sevillanísimo. Un chalé como para que tuviera en la puerta al mecánico esperando con el coche para llevar a la señora al centro, a comprar unas telas para la modista en Ellima o a misa en El Salvador.
Miro ahora el caballo de bronce, este «Vive le Roi» que con la color de su bronce siempre estará escribiendo el proscrito acrónimo de entonces, el V.E.R.D.E. (Viva El Rey De España), y veo de golpe todos estos recuerdos. Doña María de colegiala de las Irlandesas, cuando su padre el Infante Don Carlos era capitán general en el palacete militar de La Gavidia. Doña María de mocita en el chalé de La Palmera de las coplas del Pali, cuando la Familia se tuvo que ir al destierro. Doña María de bodas con Don Juan, en aquel nupcial mitin monárquico que se dio en Roma en plena República. O Doña María desterrada por Europa, hasta llegar a la Sevilla soñada que se inventó en su chalecito de Estoril con azulejos trianeros. Y veo también a la cercana y más reciente Doña María del palco real de la plaza de los toros, colgado con las armas reales las tardes que toreaba su Curro de su alma, con el ramo de romero en la mano y, luego, tras la corrida, si la tarde había sido de almohadillas, la casi maternal regañina, como las que me pegaba a mí con sus tarjetones de letra picuda cuando no le gustaba un artículo:
-Curro, Curro, cuántos disgustos nos das...
O la Doña María aficionadísima, que cogía a Menchu Tablantes, se metía en carretera y se iba hasta a las plazas portátiles, si le habían hablado bien de un novillero. O la Doña María de la oración ante el Señor de Pasión y, luego, sus ostras y su Solera 1847 a que la convidaba Eduardo León Manjòn en la terraza de La Alicantina. Veo mucha Sevilla, pero también mucha España, mucho dolor y renuncias en el servicio a España, cuando contemplo que Doña María está, tan Condesa de París, tan Villamanrique, tan Infanta Doña Luisa, tan reinona nuestra de amazona, plantada con su caballo de bronce delante de la plaza de los toros.

Boda Real en Windsor


[foto de la noticia]

En una boda discreta y deslucida por la lluvia, Peter Phillips, undécimo en la línea de sucesión al trono británico, se ha casado con la canadiense Autumn Kelly. La pareja se dijo el "sí quiero" en una ceremonia oficiada en la Capilla de San Jorge del Castillo de Windsor.

sábado, 17 de mayo de 2008

La Condesa de Barcelona vuelve a la Maestranza

La Condesa de Barcelona vuelve a la Maestranza

S.A.R. la Condesa de Barcelona, grandísima aficionada a la Fiesta Nacional, ha vuelto a la Real Maestranza. Lo ha hecho esta vez en bronce, merced al monumento que le ha erigido Sevilla por medio de su Ayuntamiento, la Real Maestranza de Caballería de Sevilla y la Fundación Doña María de las Mercedes. Y es que en el día de ayer quedó instalada la escultura que el próximo jueves día 22, festividad del Corpus Christi, inaugurará Su Majestad el Rey Don Juan Carlos, que acudirá ex profeso para este acto y luego presidir en el Palco Real del coso del Baratillo la corrida de toros con la que también se rinde homenaje a su augusta madre.
La talla llegó a los aledaños de la Casa de la Real Maestranza al filo de las diez de la mañana. Allí esperaba el teniente de Hermano Mayor maestrante, Alfonso Guajardo-Fajardo y Alarcón, que siguió con sumo interés todas las maniobras que hubo que hacer para dejar colocado el bronce en el impresionante pedestal de mármol de Macael.
A las siete de las mañana comenzaban los preparativos en la nave de la fundición de Francisco Ruiz Salas -Marcelo para los amigos- en Valencina de la Concepción. Miguel García Delgado, autor de la obra, ultimaba los detalles del traslado en el camión.
El primer paso estaba dado. Los temores por dicho transporte quedaron despejados cuando el tráiler llegó al Paseo de Colón. Posteriormente se inició el proceso de bajada de la escultura. Mil kilos de bronce que comenzaron a despertar la curiosidad de los viandantes y de los visitantes al Museo Taurino de la plaza de toros. Muchos de ellos no dudaron en hacer fotografías del momento, habida cuenta de la envergadura de la talla. Incluso los vehículos que transitaban por la zona disminuían la velocidad para contemplar los trabajos.
Nerviosismo
Miguel García Delgado, acompañado de su equipo, asistía nervioso a todas las maniobras. «El viaje hasta aquí ha sido normal, pero no puedo evitar estar muy nervioso. Hasta que no vea la escultura encima del pedestal no me voy a quedar tranquilo, a pesar de que sé que todo va a salir bien».
Disimulaba mejor el nerviosismo el teniente de Hermano Mayor de la Real Maestranza que, acompañado de algunos miembros de su junta de gobierno, supervisaban que todo fuese conforme a lo establecido. Incluso, desde uno de los balcones de la Casa, Alfonso Guajardo-Fajardo contempló las distintas maniobras. Luego, también, con el dramaturgo Albert Boadella, pregonero taurino, que ayer por la mañana estuvo visitando la Real Maestranza y no dudó en sumarse al ingente número de personas que siguieron los trabajos.
Surgió un pequeño contratiempo con el camión-grúa encargado de depositar la escultura en el pedestal, ya que el brazo era demasiado pequeño, por lo que se optó por cambiar de vehículo, algo que retrasó el trabajo de colocación, toda vez que hubo que esperar a que llegase hasta el lugar. Mientras tanto, los operarios de la empresa Sando continuaban con la labor de enlosado de todo el parterre.
Miguel García Delgado explicó que el bocado de «Vive le Roi», el caballo que monta la Condesa de Barcelona, ha sido realizado por los orfebres Juan Pascual y Margara Cortés. Y para los amantes de las curiosidades, cabe destacar que en la zona izquierda de la cincha aparecen los nombres de Miguel García Delgado; el de los escultores que han colaborado con él, Jesús Iglesias Montero y Manuel Molero, y el del fundidor, Francisco Ruiz Salas «Marcelo». Igualmente, en el casco de la pata trasera izquierda figuran las iniciales «GEA», que es como firma sus obras el escultor sevillano.
Otra de las cuestiones que quedaron solventadas fue la de la visión del monumento en el espacio en el que va ubicado. «Se han estudiado todas las proporciones de manera exhaustiva -señaló el escultor- pero ahora que veo todo el conjunto, queda armónico con el espacio. Ni éste se «come» al monumento ni el monumento al espacio».
Pasadas las dos de la tarde, la estatua de S.A.R. la Condesa de Barcelona quedaba ubicada en el pedestal, a la vera de la Maestranza, a la que tantas veces acudió a los toros, una de sus grandes aficiones.

jueves, 15 de mayo de 2008

Los Príncipes de Asturias presidieron el funeral por el guardia civil asesinado por ETA

 
Vitoria despide entre aplausos al guardia civil asesinado
 
El funeral por Juan Manuel Piñuel Villalón, asesinado ayer por ETA en un atentado con coche bomba contra la casa cuartel de la localidad alavesa de Legutiano, ha finalizado poco antes de las doce del mediodía en la Catedral Nueva de Vitoria. El féretro, portado por representantes del instituto armado, ha sido trasladado al Aeropuerto de Foronda, de donde ha partido en avión con destino a Málaga, en donde residía su familia y donde será enterrado esta tarde.
Los Príncipes de Asturias han presidido la ceremonia, que ha comenzado tras cerrarse la capilla ardiente, instalada en la Subdelegación del Gobierno en Vitoria, el féretro ha sido trasladado a la cercana catedral, escoltado por sus compañeros y seguido por una comitiva en la que iba su viuda, María Victoria.
Allí esperaban el féretro, en la escalinata del templo, los Príncipes de Asturias; el presidente de Senado, Javier Rojo; la vicepresidenta del Gobierno, María Teresa Fernández de la Vega; el ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba; la titular de Defensa, Carme Chacón, y el lehendakari, Juan José Ibarretxe, entre otros políticos, así como altos cargos de la Policía y de la Guardia Civil.
A la llegada del féretro ha habido numerosos aplausos por parte de los varios cientos de personas congregadas. Al pie de las escaleras se le han realizado honores y se ha interpretado el himno nacional. Posteriormente el féretro ha sido introducido en el templo a hombros, seguido por las autoridades.

¿Así se sirve al bien del pueblo vasco?
 
Durante el funeral, que se ha celebrado a puerta cerrada por expreso deseo de la familia, el obispo de Vitoria, Miguel Asurmendi, ha condenado "a los autores materiales y a los colaboradores" del atentado y se ha preguntado si "¿así se sirve al bien del pueblo vasco?". Ha recordado el sufrimiento "atroz" de los familiares del agente muerto "tras haberles sido arrebatado de su lado injustamente a un ser querido e inocente".
También ha denunciado la sensación de "hartazgo" que, según ha dicho, "sienten millones de personas ante un nuevo atentado criminal que se une a cientos de actos similares a lo largo de cuarenta años".
El prelado ha mostrado su condolencia y reconocimiento a la Guardia Civil porque "sufren un dolor desgarrador" pero "mantienen la dignidad y su compromiso de servicio a España, a las personas y la convivencia pacífica".
 
La democracia vencerá a la barbarie
 
Ayer, toda la clase política española acudió a la capilla ardiente tras la condena unánime que había tenido lugar en el Congreso. Este nuevo ataque de la banda terrorista ha unido a las fuerzas políticas con un fin común, el final de ETA. Así, la sesión del control que se celebró en el Parlamento no fue tal. Loas intervinientes dejaron de lado los temas previstos para lanzar un mensaje a ETA: La democracia vencerá a la barbarie.
Una declaración conjunta en la que todos los partidos se comprometieron a "responder con unidad y firmeza" a ETA y a "combatir con coraje y fortaleza democrática" a la banda hasta "derrotarla definitivamente a través de la fuerza exclusiva del Estado de Derecho".
 
Cruz del mérito de la Guardia Civil
 
A media tarde, el féretro del guardia civil Juan Manuel Piñuel entraba a hombros en la capilla ardiente. Cubierto con la bandera de España y el tricornio y custodiado con un crucifijo y el pendón de la guardia civil, las banderas de Álava, Euskadi y España y varias coronas de flores, ha permanecido allí hasta el momento del funeral, 36 horas después de que ETA intentase la masacre.
El presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, el líder de la oposición, Mariano Rajoy, y distintas autoridades como el lehendakari, Juan José Ibarretxe, visitaron la capilla ardiente y trasladaron sus condolencias a la familia.
El jefe del Ejecutivo, acompañado del presidente del Senado, Javier Rojo, impuso la cruz de oro al mérito de la Guardia Civil al agente asesinado. Zapatero coincidió en la capilla ardiente con el lehendakari y con el consejero de Interior del Gobierno Vasco, Javier Balza que aunaron sus voces en contra del terrorismo. El asesinato forzó otros encuentros como el de Rajoy y la presidenta del PP vasco, María San Gil.
 
ETA buscaba una masacre
 
La banda intentó de nuevo una masacre en un cuartel de la Guardia Civil. Una Citroen Berlingo, con "una cantidad sustantiva" de explosivo, instalada junto al muro del edificio hizo explosión a las 03:00 horas cuando una treintena de personas dormían. Piñuel hacía guardia en la garita cuando vio un vehículo sospechoso y llamaba para comprobar la matrícula. El vehículo fue sustraído en abril.
Cuatro personas resultaron heridas, todas están fuera de peligro. Una ha sido dado de alta, mientras las otras tres permanecen ingresados en distintos hospitales de Vitoria.
El atentado, el cuarto contra una casa cuartel desde el fin de la tregua, podría haberlo llevado a cabo el 'comando Vizcaya', el más activo desde el atentado de la T-4, en diciembre de 2006.
Los investigadores analizan la forma de actuar de los terroristas y la ruta seguida en su huida, así como la cantidad de explosivo utilizado.