EL PROXIMO día 31 Leonor cumple su primer año. Su salud es perfecta en contra de las maledicencias propaladas. Superada la obsesión por la manchita, los padres tienen ahora una duda: ¿a qué guardería la llevarán para que esté en contacto con otros pequeños? Quizás a la de la Guardia Real |
CONSUELO FONT - EL MUNDO Dentro de muy pocos días, el 31 de octubre, Leonor de Borbón cumplirá su primer año de vida. Y, según afirma un miembro del círculo de los Príncipes, ha tenido de su madre el mejor regalo que le podía hacer: el hermano o hermana que está en camino. |
No sólo porque el hecho de vivir en Zarzuela, rodeada del Monte de El Pardo, no facilita a la pequeña el contacto con otros niños. Sobre todo porque la enorme expectación mediática que ha generado su corta existencia, ha provocado en la Princesa Letizia bastante tensión, especialmente en sus primeros seis meses de vida. «Letizia, que está loca con su hija, como el Príncipe, es una madre demasiado protectora. Al contrario que Felipe, que sabiendo que la cría está bien, es más relajado, ella da excesiva importancia a todo lo relacionado con la niña», apunta dicha fuente, que explica: «Puede que la razón sea la gran presión que ha sentido la Princesa al tener que conjugar su papel oficial con su nueva faceta de madre primeriza. Sabe que su hija está también en el punto de mira. En un comprensible afán de protegerla de las maledicencias que sobre ella se han vertido, ha puesto un muro de silencio, convirtiendo casi en secreto de Estado todo lo relacionado con la niña».
Cierto es que sobre Doña Letizia han circulado todo tipo de dimes y diretes, como anorexia, abortos, ligaduras de trompas, o fecundación in vitro. Que, lejos de detenerse cuando nació Leonor, arrecieron, llegando a afirmarse que madre e hija estuvieron al borde de la muerte en el parto. Posteriormente, la artillería se dirigió a la niña, pasándose a hablar de un rosario de supuestas taras, siendo la más insistente que podía ser sordomuda.
Algo que nada tiene que ver con la realidad. Recientemente, el Príncipe Felipe, quien lleva en su cartera fotos de su hija que muestra con orgullo, comentaba: «duerme muy bien, come estupendamente y no ha tenido ni un catarro».
Las palabras del progenitor las corroboran fuentes médicas cercanas consultadas por CRONICA. «Es una niña tranquila, rara vez llora, ni siquiera cuando se la somete a la puntual revisión pediátrica, en que la mayoría de los bebés rompen a llorar. Ha tenido a lo largo de este año una talla, un peso y un desarrollo acorde con los parámetros usuales. También su alimentación se ha desarrollado bien, y en consecuencia no es un bebé ni gordo ni delgado. En resumen, es una niña sana».
Algo de lo que han sido testigos los médicos que atienden a la pequeña, habitualmente en un saloncito de la casa del Príncipe. El pediatra de la Infanta es Fernando Mar, jefe del servicio de neonatología de la Clínica Ruber Internacional, donde nació la niña, y también jefe de la UCI de neonatos del hospital Doce de Octubre. Un prestigioso profesional que, según revela un compañero suyo, está barajando dejar su cargo en este hospital, lo que le permitiría dedicarse full time al servicio de los Príncipes. Mar ha sido secundado en la atención de Leonor por Miguel Tapia, un militar miembro del equipo médico de Zarzuela, que ejerce como médico de cabecera de la Reina y la Princesa Letizia.
Saber que su hija se criaba bien no contribuyó a que Letizia se relajara del todo. La prueba es que la única mácula de Leonor, que fue ese angioma que le salió en su nariz al mes de su nacimiento, la trajo de cabeza. Según las fuentes médicas citadas, «es una manchita benigna y muy corriente, sale a uno de cada siete bebés. No requiere intervención quirúrgica, ni siquiera tratamiento con láser, porque en dos o tres años desaparece por si sola».
Letizia dio una importancia desmesurada no a la mancha, sino a lo que pudiera decirse sobre ello. Sobre todo cuando se publicó en una revista del corazón que Leonor iba a ser operada, cosa incierta. «Estaba obsesionada por la discreción, no quería que se supiese nada», dicen.
Parece que en Zarzuela, para acallar maledicencias, se valoró hacer un comunicado negando la noticia de la operación, pero la Princesa lo descartó. El temor a que se sobredimensionara esta cuestión contribuyó a que en sus primeros meses, Leonor apareciera fotografiada en contadas ocasiones. Tampoco se ha sabido nada, ni oficial ni oficioso, de su corta existencia: cómo es su cuarto, quién la cuidaba o por donde paseaba. El secretismo desató los rumores, que culminaron con el bulo de la sordomudez.
No fueron momentos fáciles aquellos. Muchas veces, a los médicos que visitan a la pequeña se les recogía en sus casas en coches de Zarzuela con los cristales ahumados. Nadie, así, podía saber si iban médicos a ver a la niña.
En vacaciones, aprovechando que en Mallorca la Familia Real está más accesible, la estrategia cambió radicalmente, convirtiéndose la pequeña Leonor en la reina del verano. Acaparó muchas portadas y se colocó como el décimo personaje más popular en este país, por encima incluso de su abuelo, el Rey.
Hoy la Infanta está dando sus primeros pasos. Letizia se ocupa de ella todo el tiempo que le dejan libre sus compromisos oficiales. Aseguran sus allegados que «la niña es para ella como un refugio que le libera de todas sus tensiones». No es raro que la lleve cogida en brazos. A menudo la pasea por los alrededores de su residencia en Zarzuela, la sube al palacio para que la vea la Reina e incluso, la lleva al edificio administrativo, Magnolias, para enseñársela al personal de la Casa Real.
¿GUARDERIA EN PALACIO?
Recientemente, en uno de los despachos, un funcionario le dio a la niña un juguete. Cuando en broma, se lo quiso quitar, Leonor comenzó a dar estentóreos gritos de protesta. El funcionario exclamó: «¡Caray con la muda!».No tiene demasiado contacto con otros niños, salvo esporádicamente con sus primos, hijos de las Infantas Elena y Cristina, con su prima Carla, hija de Erica Ortiz, y con hijos de amigos de los Príncipes. Algo que piensan solucionar sus padres, llevándola el año que viene a una guardería. Barajan la que tiene la Guardia Real cerca del palacio, en El Pardo. Eso y el futuro hermano o hermana que vendrá en mayo van a dar un vuelco a la existencia de Leonor. También a la de su madre. Según el citado miembro de su círculo, «lo mejor que le ha podido suceder a Letizia para relajarse con Leonor es un segundo embarazo. Incluso sin ser princesas, las primerizas siempre caen en el pecado de superproteger a sus hijos».
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