Almudena Martínez-Fornés
ABC
La hermana Elisa Verdú, nacida en Alcoy hace 71 años, se quedó sin palabras: «No puedo hablar». Minutos antes nos pedía ayuda en Maputo a los periodistas españoles que acompañamos a la Reina en su viaje de cooperación a Mozambique. La monja, hija de la Caridad de San Vicente de Paúl, explicaba que en las últimas inundaciones -el agua les llegaba a la cintura- habían sufrido muchos daños, pero que lo que necesitaban con más urgencia era reparar el generador del hospital de Carmelo en Chokwe. Este centro está dedicado a enfermos de tuberculosis y sida, muchos de ellos graves y terminales, pero durante las inundaciones acabaron a atendiendo a todo el mundo. Su hospital llegó a asistir a mil pacientes cada día, con la ayuda de voluntarios. «Llegaban personas con diarrea, heridos, enfermos, hambrientos y gente con sed...». En aquel momento, gracias a un cargamento de arroz que llegó de España, se pudo alimentar a muchísimas personas.
Relataba que, cada vez que se les va la luz, se quedan a oscuras y tienen que aplicar los tratamientos con velas y se les estropean los reactivos y las muestras que tienen que estar refrigerados. Su idea inicial era que lo contáramos en España y, entre todos, reuniéramos los 20.000 euros necesarios para reparar el generador. No quería uno nuevo, pues sería mucho más caro. «Yo sé que España está en crisis, pero nunca llegará a lo de aquí».
Mientras la hermana exponía la situación ante los medios de comunicación, un colaborador de la Reina se acercó y le dijo: «La Reina le va a dar una noticia». Doña Sofía, muy prudente, se lo dijo casi al oído: la Fundación Reina Sofía abonará la reparación. «Dios te lo pagará», fue la respuesta inmediata de la monja, que a partir de ese momento no pudo añadir nada más. «No puedo hablar», dijo, embargada por la emoción. La Reina rompió el silencio: «Se lo vamos a dar. Es fundamental, si se le va la luz y eso... Son las mejores monjas del mundo. Los españoles, los mejores».
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