jueves, 31 de diciembre de 2020

España, con su Rey

Daniel Berzosa 
El debate de hoy

"En un año que —al menos, desde el 14 de marzo— tendría que haber sido de todos a una, Fuenteovejuna, y, lamentablemente, no ha ocurrido en la dirigencia política del país, la Corona, el Rey, Don Felipe VI ha mantenido el norte en todo momento, predicando con el ejemplo. Tanto de su misión constitucional o política, como de su misión histórica o institucional, como de su misión personal o concreto desarrollo de las dos anteriores."

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domingo, 27 de diciembre de 2020

Todo un Rey

Carmen Remírez de Ganuza 
Vanitatis

 ¿Y dicen que no dijo nada? Que un rey ponga la moral por encima de la familia y lo exprese de manera explícita no solo no es nada, sino que es mucho más de lo que cabría esperar de un miembro de una dinastía. Infinitamente más de lo que ningún monarca, salpicado en su Casa por la sombra de la corrupción a lo largo de la historia, haya aceptado pensar siquiera.

sábado, 26 de diciembre de 2020

Con todos y para todos

Daniel Capó
El Subjetivo

"El Rey nos ha hablado no con el abecedario de la política, tildado de oportunismo, sino con el lenguaje de la paternidad, esa convicción firme de que -a pesar de todo- también esto pasará."

viernes, 25 de diciembre de 2020

El Rey, una garantía para España

Editorial ABC

Con su tradicional mensaje de Nochebuena a todos los españoles, Su Majestad el Rey dio un impecable ejemplo de defensa de la Constitución como garante de «nuestro modo de entender la vida, de nuestra visión de la sociedad, de la dignidad del ser humano y, por supuesto, de nuestros derechos y libertades en democracia». La reivindicación de la Constitución, no como un texto heredado en trámites de caducidad, sino como el fundamento vigente y más sólido de nuestra convivencia frente a quienes se han propuesto derruirla, fue uno de los mensajes más relevantes de Don Felipe, quien además hizo hincapié en que «todos tenemos el deber de respetarla». Fueron sin duda palabras de concordia en unos momentos en los que el independentismo y el populismo de extrema izquierda mantienen su ofensiva contra la Carta Magna, con intentos constantes de derogar muchos de sus postulados esenciales por la vía de los hechos consumados.

No es hora de dar por superada la Constitución, sino de realzarla como solución útil y próspera para muchos de los males que aquejan a nuestra sociedad y frente a quienes alientan la fractura social, la división política y la polarización ideológica de los españoles. De hecho, Don Felipe recordó, invocando un «gran esfuerzo nacional» para la recuperación de España tras la trágica pandemia que nos ha marcado para siempre, que la Constitución es la clave de los avances y progresos conseguidos en democracia, y que a su vez, estos son «el resultado del reencuentro y el pacto entre los españoles después de un largo periodo de enfrentamientos y divisiones». La unidad en los valores democráticos frente a quienes alientan la división, el respeto a la pluralidad sin imponer criterios excluyentes y sectarios, o la capacidad de dialogar para alcanzar acuerdos políticos, son determinantes. Son principios que, como sostuvo Don Felipe, no pueden perder «nunca vigencia por el paso de los años». Por eso, el revisionismo constante que algunos partidos impulsan desde el revanchismo no deberían tener cabida en la España de concordia que reafirmó el Rey con nitidez.

Respetar nuestros principios democráticos y cumplir con las leyes vigentes, en lugar de desobedecerlas -una conducta arquetípica del separatismo-, debe complementarse además con la preservación de los valores éticos inherentes a todos los poderes públicos e instituciones, incluida desde luego la Corona. En este contexto, Don Felipe volvió a trazar una nítida línea roja frente a los comportamientos poco ejemplares ocurridos en su propia familia, en especial con la figura del Rey emérito, Don Juan Carlos, quien por primera vez en democracia estuvo ausente de España en una Nochebuena. En 2014, con motivo de su proclamación ante las Cortes, Don Felipe ya subrayó su indiscutible compromiso y respeto por los principios morales y éticos que los ciudadanos exigen de quienes integran los poderes públicos, desde la Jefatura del Estado hasta el último funcionario. Lo mismo hizo el pasado 15 de marzo, cuando se desmarcó taxativamente de las conductas abusivas y poco ejemplares que diversas investigaciones atribuían a su padre.

El Rey no solo no rehuyó esta espinosa cuestión, que sin duda le afecta como hijo, sino que tuvo la valentía de volver a marcar distancias: esos principios «nos obligan a todos sin excepciones y están por encima de cualquier consideración, de la naturaleza que sea, incluso de las personales o familiares». El Rey fue concluyente, lo cual es digno de elogio, en la protección de la Corona por encima de las personas insertas en comportamientos irregulares. Por eso incidió en el «espíritu renovador» que inspira su reinado desde el primer momento. Habrá partidos -esos que han iniciado una cruzada de acoso y derribo a la Monarquía desde el seno del propio Gobierno, y que jamás respetan la presunción de inocencia para nadie que no sean sus militantes- a los que no les parezcan suficientemente contundentes las palabras de Don Felipe. Pero sí lo son. Nadie con un mínimo de objetividad podrá sostener que Don Felipe ha declinado sus responsabilidades como Jefe del Estado aun a costa de sufrir fricciones familiares muy dolorosas.

La Monarquía parlamentaria es la auténtica garantía de que nuestro sistema político diseñado en la Transición siga siendo válido para España. Y más aún en estos momentos de zozobra e incertidumbre ciudadana, con una profunda recesión económica en marcha, con muchos empresarios castigados por la pandemia o directamente en la ruina, y sobre todo con cientos de miles de personas echando de menos a tantos seres queridos arrastrados por el coronavirus a la muerte. El emotivo recuerdo para todos ellos, y para todos los colectivos sanitarios que han luchado, y lo siguen haciendo aun a costa de su propia salud, demuestra que Don Felipe es el Rey que merecemos tener porque su compromiso con España, y con nuestro futuro, es irreversible. Es hora de que España, con su Rey al frente, se quiera a sí misma y deje de hacerse daño.

Discurso de Navidad del Rey: “Los principios éticos están por encima de consideraciones familiares”

El País 


Los principios morales y éticos "obligan a todos sin excepciones" y "están por encima de cualquier consideración, incluso de las personales o familiares", ha dicho en su discurso de Nochebuena el Rey, en una alusión velada a las sospechas de corrupción que pesan sobre su padre, Juan Carlos I. Fueron solo 87 palabras al final de un discurso de 1.697, el mensaje navideño más largo de los siete que Felipe VI ha pronunciado hasta ahora. La mayor parte de su intervención la dedicó a transmitir ánimo a la sociedad ante el sufrimiento causado por la pandemia y a llamar a un "gran esfuerzo nacional" para superar sus consecuencias.


"Ya en 2014, en mi proclamación ante las Cortes Generales, me refería a los principios morales y éticos que los ciudadanos reclaman de nuestras conductas", ha señalado Felipe VI. "Unos principios que nos obligan a todos sin excepción; y que están por encima de cualquier consideración de la naturaleza que sea, incluso de las personales o familiares", añadió.


Las palabras que ha empleado para referirse a su padre, sin mencionarlo, han sido muy medidas. No ha dicho que "la Justicia es igual para todos", como hizo el propio Juan Carlos I en 2011, en alusión a su yerno Iñaki Urdangarin, implicado en el caso Nóos. Hacerlo habría supuesto reconocer que el rey emérito tiene problemas con la justicia y, de momento, la Fiscalía del Supremo no ha presentado denuncia por los tres asuntos que está investigando.


El Rey ha preferido hablar de "principios éticos" porque, aunque fuera exonerado penalmente, Juan Carlos I ha presentado ante Hacienda una propuesta de regularización de casi 700.000 euros; lo que supone reconocer que cometió fraude fiscal.


Desde que, el 15 de marzo, la Casa Real anunció que Felipe VI retiraba a su padre la asignación económica oficial y renunciaba a cualquier herencia que pudiera corresponderle de sus bienes en el extranjero, el Rey no se había referido en público a la situación de Juan Carlos I, instalado en Abu Dabi desde que salió de España el 3 de agosto. Eso había generado la expectativa de que lo hiciera en su discurso navideño.


Finalmente, el Monarca optó por reivindicar los principios éticos que, dijo, le guían desde su discurso de proclamación, el 19 de junio de 2014, cuando subrayó que la Corona "debe observar una conducta íntegra, honesta y transparente". Y agregó que estos principios están por encima de cualquier consideración de tipo personal o familiar. "Así lo he entendido siempre, en coherencia con mis convicciones, con la forma de entender mis responsabilidades como jefe del Estado y con el espíritu renovador que inspira mi reinado desde el primer día", añadió. Al vincular "la conducta íntegra, honesta y transparente" con el "espíritu renovador" de su reinado, cabe deducir que no siempre fue así.


Frente al lenguaje eufemístico empleado para referirse a la situación de su padre, el Rey ha usado un tono directo y emotivo al abordar los efectos de la pandemia. Ha aludido a las medidas sanitarias que han impedido reunirse a muchas familias estas Navidades, al "vacío imposible de llenar" dejado por los fallecidos, a quienes siguen luchando contra la enfermedad y sus secuelas, a los que viven "la angustia del desempleo" o la tristeza por haber perdido su negocio. "2020 ha sido un año muy duro", ha afirmado, asumiendo que muchos caigan en "el desánimo o la desconfianza". Aunque "la situación es grave", ha pedido afrontar el futuro con determinación: "Ni el virus ni la crisis económica nos van a doblegar [...] Con esfuerzo, unión y solidaridad, España saldrá adelante", ha enfatizado.


Tras asegurar que la superación de la crisis vendrá de la mano de la ciencia, con vacunas —las primeras se administrarán en España el domingo— y tratamientos eficaces, ha subrayado que "la responsabilidad individual sigue siendo imprescindible" y ha pedido "no bajar la guardia".


El Rey ha advertido del riesgo de que la crisis económica causada por la covid-19 "derive en una crisis social", señaló que los jóvenes "no pueden ser los perdedores" y ha instado a "proteger a los más vulnerables y luchar contra las desigualdades que la pandemia ha creado o agravado".


Ante la dimensión de los retos, "enormes pero no insalvables", ha pedido "un gran esfuerzo colectivo [...], un esfuerzo nacional" para superarlos. España, ha dicho, "se ha sentido más unida que nunca en su lucha y resistencia" ante la pandemia; y, aunque hay "aspectos que necesitan ser mejorados y reforzados", ha demostrado ser "una sociedad fuerte con un Estado sólido", como han ejemplificado las Fuerzas Armadas, Cuerpos de Seguridad, Protección Civil, Emergencias y otros servicios públicos.


Europa y la Constitución

El Rey ha elogiado el "compromiso firme" de la UE "con la sostenibilidad y recuperación económica", a través del programa de reconstrucción, que para España supondrá hasta 140.000 millones en ayudas europeas, lo que ofrece "una oportunidad de avanzar y progresar".


Y ha reiterado su compromiso con la Constitución, a la que, ha dicho, "todos tenemos el deber de respetar", ya que "es el fundamento de nuestra convivencia social y política; y representa, en nuestra historia, un éxito de y para la democracia y la libertad".


Frente a la polarización política, Felipe VI ha recordado que los avances de los últimos años "son el resultado del reencuentro y el pacto entre los españoles después de un largo periodo de enfrentamientos y divisiones". "Los valores democráticos, el respeto a la pluralidad y las diferencias y la capacidad de dialogar y alcanzar acuerdos son principios que no pierden nunca vigencia", ha señalado. "Con esfuerzo, unión y solidaridad, España saldrá adelante. Con todos y para todos. Y, como Rey, estaré con todos y para todos", ha subrayado, dejando clara su voluntad de ser Rey de todos los españoles y no solo de una parte.

martes, 22 de diciembre de 2020

Normalizar a la Corona en Cataluña

ABC

Sus Majestades los Reyes acudieron ayer a Barcelona para hacer entrega del Premio Cervantes al escritor catalán Joan Margarit, galardonado con la máxima distinción de nuestras letras en 2019, aunque lamentablemente la pandemia impidió la pasada primavera la tradicional celebración de un acto tan representativo. El momento escogido ha sido ahora, con el desplazamiento de Don Felipe y Doña Letizia a la Ciudad Condal, acompañados por el ministro de Cultura, José Manuel Rodríguez Uribes. Fue, según la versión oficial, un acto íntimo y de carácter privado celebrado en un hotel barcelonés con la exclusiva presencia de los familiares del escritor premiado. Sin embargo, sorprende que la entrega de un galardón de esta entidad no figurase previamente en agenda pública alguna, y que solo fuese conocido por la opinión pública cuando ya se había celebrado. Llueve sobre mojado cuando se trata de una visita de Don Felipe a Cataluña, y aunque es comprensible la aspiración de todos los poderes públicos por rebajar al máximo el tono de crispación que siempre agita el separatismo para arremeter contra la Corona, lo cierto es que no puede normalizarse que el desplazamiento del Jefe del Estado a una parte del territorio español deje de ser algo natural y lógico. Antes o después, el Gobierno tendrá que asumir el riesgo de que se interprete que Pedro Sánchez prefiere esconder al Rey antes de generar un conflicto con sus socios independentistas. Porque Cataluña es a todos los efectos una comunidad autónoma más.

Hace unos meses el Gobierno optó por vetar al Rey para que no acudiese a Barcelona a entregar los despachos de los nuevos jueces en la Escuela Judicial. En aquel momento Don Felipe se excusó con el propio presidente del Consejo General del Poder Judicial, Carlos Lesmes, porque era evidente que fue el ministro de Justicia quien había considerado no idónea la presencia del Rey. En aquel momento, el Gobierno invocó de modo absurdo cuestiones de seguridad, como si el Estado no tuviese mecanismos de sobra para garantizar la asistencia del Rey a un acto oficial en condiciones de absoluta normalidad. Se trataba de pagar el enésimo peaje al independentismo, con el que Sánchez empezaba a negociar su apoyo a los Presupuestos Generales. Además, en aquellos momentos estaba a punto de dictarse la sentencia que finalmente inhabilitó a Joaquim Torra como presidente de la Generalitat, y el Ejecutivo empleó un criterio de oportunidad política para no irritar al secesionismo, con sus líderes en prisión por sedición. Sin embargo, flaco favor hace La Moncloa a la Casa Real con el ninguneo constante al que someten al Jefe del Estado. Más aún, cuando desde el propio Gobierno los ministros de Podemos se jactan abiertamente de estar preparando la proclamación de otra república en España.

La defensa que hace Sánchez del Rey es insuficiente. Lo ocurrido ayer, alegando que se trataba de un acto íntimo porque no se quería abrumar al escritor, de avanzada edad, demuestra que priman los intereses políticos del Gobierno sobre cualquier guión institucional. Y eso ensombreció el acto más relevante para nuestra literatura, y también para la reivindicación del español como lengua universal. Cuando Margarit fue premiado, ni siquiera se sabía que el Ministerio de Educación iba a ceder ante el nacionalismo revocando la condición del español como lengua vehicular en las aulas. Hoy todo cuadra porque el Gobierno de Sánchez no da puntada sin hilo. Lo ocurrido ayer va más allá de estrictas razones de prudencia. Se semiocultó de manera consciente un acto en el que una vez más el Gobierno actuó de modo impropio con la Corona.

domingo, 22 de noviembre de 2020

Una Monarquía de todos por la democracia

El Mundo 


Una Monarquía que "integra a todos los españoles" para asegurar "el efectivo ejercicio de todas sus libertades". Son las dos ideas centrales de la alocución que pronunció hace hoy 45 años Juan Carlos I en su proclamación como Rey de EspañaFranco había muerto dos días antes. Y el monarca asumió su responsabilidad con un discurso largamente preparado, muy medido como exigían las circunstancias históricas, pero en el que estaban ya todas las claves del proyecto político que en apenas unos meses pilotaría para conducir a nuestro país desde la dictadura a una democracia plena y del todo homologable a las del entorno. "Todo dependerá del primer discurso", le había repetido al todavía Príncipe Torcuato Fernández-Miranda, su mentor. Y, en efecto, sus palabras debían servir tanto para calmar a los inquietos sectores de poder del viejo régimen como para trasladar un mensaje inequívoco de renovación y esperanza al conjunto de la ciudadanía y a todos los expectantes grupos de oposición.

Este 45º aniversario coincide con un momento de zozobra en la Casa del Rey por los escándalos de naturaleza económica que señalan a Don Juan Carlos y que nada tienen que ver con el actual titular de la institución, su hijo Felipe VI. Pero coincide también con una feroz y oportunista campaña contra la Corona por parte de la izquierda radical en el Gobierno y de partidos independentistas. Pretenden así en realidad tumbar la Constitución del 78 y el actual sistema político, incluido el principio fundamental de que la soberanía nacional es indivisible y reside en el pueblo español. Con tal fin, asistimos a un preocupante revisionismo y falseamiento de nuestra historia. Por ello es tan importante combatir las falacias con las razones de los hechos incontestables. En el caso de Juan Carlos I, está bien acreditado que mucho antes de que muriera el dictador su hoja de ruta estaba clara: conducir al país hacia un sistema de libertades como las de cualquier democracia europea. La Transición, que arrancó con aquel discurso clave del 22-N, fue modélica. Y los españoles hemos disfrutado gracias a la Constitución del 78 del mayor periodo de prosperidad. Hoy se podrán lamentar conductas nada ejemplares de Don Juan Carlos que ensombrecen su figura, pero en modo alguno se le puede negar su importantísimo legado y su papel central en la consecución de la democracia.

domingo, 18 de octubre de 2020

El Rey exige a las instituciones que se pongan «al servicio de los ciudadanos»

El Rey ha exigido a todas las instituciones, en sutil alusión a los tres poderes del Estado -Gobierno, Parlamento y poder judicial-, aunque también se incluyó a sí mismo, que estén «siempre, y ahora más que nunca, al lado y al servicio de los ciudadanos» y ha reclamado «un gran esfuerzo nacional de entendimiento y concordia» para afrontar la pandemia y la situación económica. Además, ha hecho una defensa de la «España democrática» y de la Constitución, como garantía de convivencia, dignidad y libertad. Y ha rendido homenaje a los muertos y, especialmente, a los sanitarios muertos por el Covid.

Don Felipe ha hecho este llamamiento este viernes, durante la entrega de los premios Princesa de Asturias, que se ha celebrado en el Salón Covadonga del Hotel La Reconquista de Oviedo. A la ceremonia casi íntima apenas han asistido cuarenta personas, frente a las 1.300 que acudían en las anteriores ediciones al Teatro Campoamor, antes de que la pandemia del Covid obligara a trastocar todo. De esas cuarenta personas, cinco eran miembros de la Familia Real -los Reyes, la Heredera de la Corona, la Infanta Sofía y la Reina Sofía-, veinte eran premiados y el resto, autoridades y responsables de la Fundación Princesa de Asturias. Entre ellos, los presidentes del Congreso, Senado y CGPJ y Tribunal Supremo, la vicepresidenta del Gobierno, Carmen Calvo, y el líder de la oposición, Pablo Casado.

Esta vez no hubo público, ni invitados ni saludos ni recepciones ni fabada compartida ni arroz con leche, para prevenir contagios de Covid. Y las bandas de gaitas, que normalmente inundan la ciudad con su música, se restringieron al mínimo durante la ceremonia. Pero el Rey pudo utilizar la tribuna de los premios Princesa de Asturias para hacer un llamamiento a todas las instituciones y exigirlas «sentido del deber», «rectitud» y «responsabilidad», en lugar de batallar destructivamente entre ellas.

Esfuerzo de entendimiento

«Ahora, cuando tantas personas se han enfrentado y se siguen enfrentando a situaciones tan graves y complejas por la pandemia; cuando muchos ciudadanos sienten una gran incertidumbre y preocupación por su situación económica, es necesario que todos hagamos un gran esfuerzo colectivo, un gran esfuerzo nacional, de entendimiento y de concordia», advirtió el Rey.

Es más, Don Felipe elogió la actitud del pueblo español al que puso como ejemplo ante las instituciones. «Durante esta crisis la inmensa mayoría del pueblo español está dando pruebas inequívocas de resistencia y entereza -manifestó-. Su ejemplo no puede ser un esfuerzo estéril ni caer en el olvido. Y ese ejemplo nos exige a todas las instituciones estar siempre -y ahora más que nunca- al lado y al servicio de los ciudadanos; requiere conducirnos con sentido del deber, con la mayor responsabilidad, y con la máxima integridad y rectitud, para que el interés nacional prevalezca y los intereses generales de los españoles sean nuestro norte y guía».

La «España democrática»

Don Felipe también defendió los principios y valores de la Constitución de 1978: «La España democrática fue lo que dio sentido a la razón de ser de nuestra Fundación -relató-. Desde su nacimiento, hace ahora 40 años, nuestra Fundación ha trabajado sin descanso, cultivando siempre sus profundas raíces en el saber, el pensamiento, en el amor a la ciencia y la cultura, en la solidaridad; y ha ido creciendo gracias a la permanente savia que, al igual que nuestra sociedad, ha recibido de nuestra Constitución: un compromiso histórico que garantiza día a día nuestra convivencia democrática, la dignidad del ser humano, y sus derechos y deberes como ciudadano en libertad. Un compromiso permanente, en suma, con nuestros principios y valores constitucionales».

Los tacones de la Heredera

Antes de que el Rey tomara la palabra, lo hizo la Princesa de Asturias. Afortunadamente, la Heredera de la Corona pudo debutar el año pasado en el Teatro Campoamor, con una ceremonia en pleno esplendor, aunque esta edición mantuvo la solemnidad habitual. La Princesa, que el próximo 31 cumplirá quince años, lució, por primera vez en público, unos zapatos de tacón alto y fino y un vestido con más aire juvenil que infantil, un claro símbolo de que la Heredera se va haciendo mayor.

La primogénita de los Reyes leyó con perfección, haciendo pausas y sin equivocarse, y aprovechó su intervención para hacer un llamamiento a la responsabilidad de los jóvenes en plena pandemia para que eviten contagiar el virus a los mayores. «Si hay algo que mi hermana, Sofía, y yo hemos aprendido es el sentido de la responsabilidad. Nuestros padres nos lo han enseñado siempre», afirmó. «Y creo que los jóvenes de mi generación también son conscientes de ello. Un sentido de la responsabilidad que pasa por no olvidarnos nunca de las personas que nos rodean, que nos quieren y a quienes queremos (y, en ese momento, miró hacia la tribuna en la que estaba sentada su abuela, Doña Sofía)».

Y a los galardonados con el premio que lleva su nombre, les dijo: «Hemos comprobado la importancia de la solidaridad gracias a personas que, como las premiadas, son un ejemplo de cómo enfrentarse a las dificultades. Con vuestro extraordinario trabajo y talento, nos marcáis el camino».

Aunque este año había disculpa para nos asistir, por la pandemia, al final veinte premiados se desplazaron a Oviedo para recoger personalmente los galardones. Ellos fueron Carlos Sainz (premio de los Deportes), Andrea Morricone, en representación de su padre, Ennio (premio de las Artes) fallecido el pasado julio; Emmanuel Candès (premio Investigación Científica y Técnica); Cristina Fuentes La Roche y María Sheila Cremaschi, directoras de Hay Festival of Literature & Arts (premio de Comunicación y Humanidades), y los quince profesionales que representaron a los sanitarios españoles que luchan contra el Covid.

En nombre de todos ellos, intervinieron Carlos Sainz y el doctor José Eugenio Guerrero Sanz, jefe de la UCI del Hospital Gregorio Marañón y del Grupo Hospitalario Privado HM. Además, Andrea Morricone dirigió un conjunto de cuerda que, en honor de su padre, interpretó «Deborah`s Theme», uno de los temas principales de «Érase una vez América». Y los premiados que no pudieron desplazarse a Oviedo enviaron vídeos con mensajes que se emitieron durante la ceremonia.

«Nunca fuimos héroes»

Sainz agradeció el compromiso «esencial» de la Familia Real con el deporte en España, y el doctor Guerrero arrancó las lágrimas de emoción de algunos de los presentes -entre ellos, la madre y la hija de sendos profesionales fallecidos por la pandemia-, mientras intentaba convencer, sin éxito, de que los sanitarios no fueron héroes. «Nunca fuimos héroes, pero hicimos nuestro trabajo lo mejor que supimos y pudimos, conscientes de que compartíamos un destino común con toda la sociedad y que en la lucha contra el virus no era posible esperar milagros, solo valía el trabajo, la dedicación y el esfuerzo». «No fuimos héroes. O quizá lo fuimos todos -añadió-. Porque frente a una pandemia que nos obligaba al distanciamiento, supimos romper la barrera y hallar un punto de encuentro y a las ocho de la tarde, cada día, salíamos a aplaudir a la vida». Pero después el Rey zanjó la cuestión: «Nosotros sabemos que están yendo mucho más allá: que curan, investigan, ayudan, acompañan, consuelan... Sí creemos que tienen una actitud heroica... y con ella nos devuelven la esperanza».

Discurso de Doña Leonor en los Premios Princesa de Asturias

Ha pasado un año desde que participé por primera vez en esta ceremonia y no voy a olvidar ese 18 de octubre de 2019. Por su significado y por todo el cariño que recibí. Estoy muy agradecida por ello. También hoy es emocionante para mí estar aquí de nuevo. Es el 40 aniversario de la Fundación y mi compromiso con ella, con los premiados y con Asturias crece firme y sólido.

Un año después, todo ha cambiado mucho. Nuestra entrega de premios no puede celebrarse como siempre, como lo viví yo misma y como me la han contado mis padres tantas veces. Me gustaría reconocer el esfuerzo de todos los que han hecho posible que hoy estemos aquí. Por supuesto, mi admiración y respeto son también para los premiados, a quienes hoy honramos. Tenemos mucho que aprender de vosotros.

La pandemia que vivimos en España y en el resto del mundo ha alterado nuestra vida en muchos sentidos. Mi recuerdo más respetuoso es siempre para las personas que han fallecido a causa de la Covid-19 y para sus familias. Y también para quienes padecen ahora mismo la enfermedad.

Tengo casi quince años. Sigo muy de cerca, como muchos niños y jóvenes de mi edad, lo que sucede en nuestro país. Y después de haber estado meses sin ir al colegio, la vuelta a clase nos demostró que tenemos que adaptarnos a estas nuevas circunstancias, siempre con la esperanza de que todo mejore.

Pero si hay algo que mi hermana Sofía y yo hemos aprendido es el sentido de la responsabilidad. Nuestros padres nos lo han enseñado siempre. Y creo que los jóvenes de mi generación también son conscientes de ello. Un sentido de la responsabilidad que pasa por no olvidarnos nunca de las personas que nos rodean, que nos quieren y a quienes queremos.

Y también hemos comprobado la importancia de la solidaridad gracias a personas que, como las premiadas, son un ejemplo de cómo enfrentarse a las dificultades. Con vuestro extraordinario trabajo y talento, nos marcáis el camino.

Cuando en momentos como estos intentamos ser responsables y solidarios, nos aseguramos un futuro mejor. Por eso nuestros premios nos transmiten esperanza, porque son un reconocimiento para quienes, con su dedicación, trabajan sin descanso para lograr, entre todos, el progreso y el bienestar de toda la sociedad.

Muchas gracias.

Discurso del Rey en los Premios Princesa de Asturias

Quizá es este un momento en el que, de forma más necesaria, precisamos valor y esperanza. Esta ceremonia, las circunstancias en las que se celebra, la experiencia de los últimos meses, son la prueba de que nada ha sido fácil. La prueba de que hemos estado y seguimos estando sometidos -la Humanidad entera- a una presión y una tensión muy duras.

Esta crisis sanitaria ha puesto a prueba las capacidades de los Estados; ha mostrado sus debilidades y carencias como también sus fortalezas; e igualmente la trascendencia de los altos valores que deben regir la vida democrática; la importancia que, para todos, sin distinción alguna, tienen la solidaridad, la unión, en definitiva, el afecto. El valor de estrechar la mano, de un abrazo, de una caricia… Un afecto que entre todos hemos cultivado a lo largo del tiempo y que nos enlaza y nos atraviesa, dándonos vida.

El año pasado nuestra premiada de Investigación Científica y Técnica, la argentina Sandra Myrna Díaz, dedicó su premio precisamente "a todos los frágiles -nos dijo-, de cuyo amoroso batallar depende hoy y dependerá en el futuro la persistencia del tapiz de la vida".

Frente a tanta pérdida, tanta incertidumbre y tanto pesar, han renacido en nosotros también otros sentimientos y actitudes positivas que quizá en demasiadas ocasiones parecían adormecidos. Y por eso decía que más que nunca necesitamos valor y esperanza.

Con estas armas en nuestra mano, ese "amoroso batallar" que quería Sandra Myrna será -estoy convencido- más fácil. Porque de esa colaboración mutua depende, más que nunca, nuestro hoy y nuestro futuro; el de nuestro país, el de nuestra Europa y el del Mundo entero.

Hoy esa esperanza está representada por nuestros premiados, aunque no todos, tristemente, han podido viajar a Asturias, como era su deseo, y el nuestro. Ellos siguen trabajando, esforzándose. Siguen luchando día a día, desde sus distintas responsabilidades, avanzando en el camino del progreso, y del bienestar y la dignidad colectivos. Por eso hoy, movidos por su ejemplo, todos tenemos que pensar en seguir adelante, sin dejar que nos invada el desánimo. Dejando, al contrario, que nuestra vida se construya desde el compromiso. Dejando que nuestro día a día se llene de generosidad, de ayuda. Que sea la firme voluntad de construir -entre todos- lo que nos impulse y nos lleve hacia ese futuro que anhelamos.

El Premio de la Concordia 2020 ha sido concedido a los miles de sanitarios españoles que luchan, que lucháis, en primera línea contra la COVID-19. Decenas de miles de personas, en realidad, mujeres y hombres que están pagando un alto precio por su entrega y su coraje. Insisten, una y otra vez, en que no son héroes, que tan solo hacen lo que es su obligación.

Pero nosotros sabemos que están yendo mucho más allá, que curan, investigan, ayudan, acompañan, consuelan…; que cuidan y se desviven –literalmente- por los enfermos. Y sabemos que trabajan en muchas ocasiones con medios insuficientes, tratando en todo momento de mitigar el sufrimiento de quienes, desgraciadamente, no superan la enfermedad. Les agradecemos la rectitud de su comportamiento, su sacrificio, la forma en la que ponen en juego todo su conocimiento, su experiencia e incluso sus propias vidas. Por eso nosotros sí creemos que tienen, que tenéis, una actitud heroica, valiente; y con ella nos devuelven la esperanza.

Hoy, además, recordamos a los miles de personas que han perdido la vida, y con especial emoción aquí a todos los profesionales de la sanidad que han fallecido, a sus familias y allegados. Ellos son la imagen misma de la dignidad humana y representan lo mejor de nuestra sociedad; el corazón de un país que en los peores momentos debe mantenerse unido y ser capaz de enfrentarse a los más graves problemas con responsabilidad, sentido del deber y civismo.

Entre tantas ausencias definitivas que hoy nos duelen, una que a todos sorprendió y que aquí esta noche particularmente nos entristece es la del compositor italiano Ennio Morricone, que recibió este año, con el estadounidense John Williams, el Premio de las Artes. Morricone había expresado la ilusión que le hacía viajar a Asturias para asistir a este acto y aunque sentimos mucho su muerte y que no haya podido cumplir su deseo, le honramos emocionados en presencia aquí de su hijo Andrea. Grazie.

El poder evocador de las inolvidables bandas sonoras escritas por Morricone y Williams -cada una, en su estilo, todo un mundo de belleza-; y la fuerza y emoción con las que individualizan e identifican a tantas películas que jalonan gran parte de la historia del cine, son el resultado de su inmensa genialidad. También lo son de su gran amor por la música, que con expresivas palabras dejó para siempre impreso Morricone en nuestros corazones poco antes de fallecer, al transmitirnos que componía sobre todo para comunicarse, para compartir con todas las personas una experiencia única.

Y Williams, que sabemos que hoy siente de manera especial la ausencia de Morricone, ha compartido con nosotros esa confianza en la música como un arte que nos acerca, que une distancias, que nos proporciona consuelo, que alivia el sufrimiento. Por todo ello, les agradecemos hoy su humildad y grandeza.

La Feria Internacional del Libro de Guadalajara y el Hay Festival of Literature & Arts han recibido el Premio de Comunicación y Humanidades. Ambos acontecimientos literarios impulsan, protegen y promocionan la literatura, ayudando así a que esta ocupe un lugar destacado en la vida cultural en el mundo.

El poder de la palabra escrita, la indudable influencia que los libros y la literatura tienen en la formación cultural, y el necesario apoyo que los escritores de todo el mundo encuentran gracias a la FIL y al Hay Festival son solo algunas de sus virtudes. Están, además, la visión firme, sostenida en el tiempo y con creciente prestigio, de una forma de cultura en la que la literatura, los escritores, editores y lectores conforman un todo fundamental y básico. También la música y esa capacidad de comunicación de la que antes hablaba.

Ambos acontecimientos son, así pues, expresión de la trascendencia que tiene el intercambio cultural, el diálogo entre culturas, el disfrute de distintas formas de expresión artística y el fomento y protección de la literatura.

El Premio de Ciencias Sociales reconoce al economista Dani Rodrik, cuya tesis del trilema ha tenido un enorme impacto en el estudio del crecimiento y análisis económico, el desarrollo y la política. El Profesor Rodrik ha analizado la imperiosa necesidad que tenemos de luchar contra la desigualdad y de cooperar con los países más desfavorecidos; al tiempo que nos proporciona herramientas para tratar de comprender por qué -según su criterio- no es posible combinar plenamente la globalización con la democracia y la soberanía de los Estados.

La búsqueda de soluciones y la construcción de una sociedad más equitativa son dos de los pilares sobre los que se asienta el inspirador trabajo de Rodrik, muy necesario para tratar de resolver algunos de los más acuciantes problemas de la política económica mundial.

Sus reflexiones e investigaciones nos acercan un poco más a ese mundo que deseamos y nos enfrentan a las injusticias y desequilibrios económicos. Son ideas que cobran aún más relevancia hoy ante las consecuencias tan desfavorables que la pandemia está produciendo en las economías de tantos países.

Carlos Sainz, nuestro Premio de los Deportes, ha demostrado sobradamente su valía a lo largo de su excepcional carrera deportiva. Todos sabemos que es uno de los mejores pilotos de rallies del mundo, uno de los que más títulos mundiales ha obtenido, el primer español que ha ganado el Dakar en la categoría de coches… Así podríamos seguir destacando todos sus méritos, que ha compartido siempre con los aficionados y personas que han seguido con emoción y alegría sus triunfos a lo largo de los años y que lo han apoyado y animado siempre, en cualquier circunstancia.

Carlos ha trabajado duro desde muy pronto, con tenacidad y con hambre por competir y ganar; pero también con inteligencia, espíritu de equipo, sencillez y caballerosidad. Virtudes que lo convierten en un deportista único, en un ejemplo para todos los que amamos el deporte y vibramos y vivimos con orgullo todos sus triunfos. Lo han convertido, en definitiva, en un deportista que admiramos y queremos de manera incondicional. Carlos Sainz aún compite… y gana, pero su nombre se encuadra desde hace ya mucho tiempo en esa lista que deseamos nunca se cierre de los deportistas españoles legendarios.

La escritora Anne Carson ha recibido el Premio de las Letras. La cultura clásica, las humanidades, el mundo grecolatino, la historia, forman parte indisoluble de su estilo, marcado por una devoción por el conocimiento y una capacidad de observación realmente admirables. Nos ha dicho: "Escribo sobre lo que tengo que escribir". Una forma extremadamente humilde de expresar la magia, la hondura y la belleza de una obra que se abre al mundo para tratar de explicarlo desde el sentimiento, la emoción y la pasión.

Como escribió su admirada Virginia Woolf, "la belleza debe romperse a diario para permanecer hermosa". Así escribe Anne Carson, adentrándose con cada verso, con cada frase, en la realidad y transformándola en algo más real aún, más profundamente verdadero; permaneciendo fiel a sí misma, sin abdicar jamás de una literatura hipnótica, intensa, vanguardista, sorprendente y siempre, cargada de una indescriptible belleza.

El Premio de Investigación Científica y Técnica ha sido concedido a Yves Meyer, Ingrid Daubechies, Terence Tao y Emmanuel Candès, cuatro profesores e investigadores que han contribuido de manera trascendental al desarrollo de las teorías y técnicas matemáticas para el procesamiento de datos. Y han logrado situar a esta disciplina como eje fundamental en el desarrollo de la era digital.

Más allá de las dificultades técnicas y teóricas que entrañan sus trabajos, al acercarnos a su obra entendemos que gracias a ella se han conseguido avances fundamentales. Gracias a las ondículas de Meyer y Daubechies, y a las técnicas de percepción comprimida y de reconstrucción eficiente de Tao y Candès, muchos claroscuros de la ciencia se han hecho más accesibles: desde los trabajos en la inmensidad del Universo del Hubble hasta las imágenes mínimas de nuestro cuerpo en una resonancia magnética. Gracias, en definitiva, a las matemáticas, a su trascendencia transversal −como ha afirmado el jurado− para todas las ramas de la ciencia.

El Premio de Cooperación Internacional ha sido concedido a Gavi, the Vaccine Alliance. La ciencia, los científicos y sus investigaciones, la medicina, los medicamentos y la salud están mucho más presentes en nuestro día a día, debido a la pandemia que sufrimos. Nos hemos acostumbrado en estos últimos meses a escuchar y utilizar continuamente palabras como virus, enzima, inmunidad, anticuerpos, que antes nos resultaban más ajenas. Y hemos comprobado de manera indudable -y con dureza- la vital importancia que la investigación y el conocimiento científicos tienen para nuestro bienestar, e incluso para nuestra supervivencia.

También nos ha hecho pensar de nuevo sobre el dolor tan injusto que tantas personas en el mundo sufren al no tener acceso a todos esos beneficios, simplemente por haber nacido y vivir en lugares menos favorecidos. Para tratar de resolver este desequilibrio la alianza Gavi trabaja sin descanso. Millones de niñas y niños pueden así defenderse de enfermedades que incluso llegan a ser, gracias a las vacunas, erradicadas.

El encomiable trabajo cooperativo, y solidario de Gavi constituye un ejemplo de cómo, juntando y sumando esfuerzos, voluntades y medios, es posible trabajar por un mundo más justo. Y es nuestro deber moral exigir y apoyar el máximo rigor científico y su transparencia, para así reforzar la más amplia confianza en ese campo tan determinante para la salud y el desarrollo equilibrado y justo de la humanidad.

Señoras y Señores,

Permítanme ahora -antes de compartir alguna reflexión final- que recuerde con emoción a nuestro querido Plácido Arango, una gran persona y un gran amigo. Fue un extraordinario Presidente de la Fundación, de sólida cultura, gran inteligencia, sentido del humor, y profunda educación. Plácido tenía una capacidad para acompañar y aconsejar realmente admirables. Y estoy seguro, de que, en estos momentos, nos estaría dando un gran ejemplo de ánimo a todos para seguir adelante.

Plácido Arango impulsó y formó parte de nuestro patronato desde el principio y, al recordarlo, quiero agradecer la constante y enorme generosidad de todos nuestros Patronos, sin cuyo compromiso nuestro proyecto no sería una realidad.

Y lamentamos también la pérdida muy reciente de dos ilustres premiados:

La de "Quino" (Joaquín Salvador Lavado), a quien en el año 2014 le entregamos el Premio de Comunicación y Humanidades. Y en el corazón de Oviedo, sentada en un banco del Campo de San Francisco, quedará para siempre inmortalizado su recuerdo gracias a Mafalda, que contempla sonriente y entrañable a quienes se acercan a ella.

Y también sentimos la de Joseph Pérez, el gran hispanista franco-español, que recibió el Premio de Ciencias Sociales en esa misma edición. Como afirmé entonces, "la historia española, en sus manos, es una versión auténtica de lo que nos define y nos construye como pueblo, de lo que nos explica y da sentido a nuestra razón de ser".

La España democrática fue lo que dio sentido a la razón de ser de nuestra Fundación. Desde su nacimiento -hace ahora 40 años en este salón Covadonga donde nos encontramos-, nuestra Fundación ha trabajado sin descanso, cultivando siempre sus profundas raíces en el saber, el pensamiento, en el amor a la ciencia y la cultura, en la solidaridad; y ha ido creciendo gracias a la permanente savia que, al igual que nuestra sociedad, ha recibido de nuestra Constitución: un compromiso histórico que garantiza día a día nuestra convivencia democrática, la dignidad del ser humano, y sus derechos y deberes como ciudadano en libertad. Un compromiso permanente, en suma, con nuestros principios y valores constitucionales.

Durante todo ese tiempo, el escenario que nos ha arropado ha sido el Campoamor; un teatro cálido y acogedor, testigo de momentos inolvidables. Hoy el teatro permanece cerrado mientras celebramos este acto; pero también sabemos firmemente que volveremos, que "nuestras ceremonias de entrega" seguirán celebrándose allí donde tantas veces -desde 1981- hemos sentido una profunda emoción; donde tanto hemos aprendido de palabras, de sentimientos y de obras llenas de humanidad, excelencia y ejemplaridad.

Señoras y señores,

En mi mensaje a los españoles del pasado mes de marzo, dije que "Hay momentos en la Historia de los pueblos en los que la realidad nos pone a prueba de una manera difícil, dolorosa y a veces extrema".

Ahora, cuando tantas personas se han enfrentado y se siguen enfrentando a situaciones tan graves y complejas por la pandemia; cuando muchos ciudadanos sienten una gran incertidumbre y preocupación por su situación económica, es necesario que todos hagamos un gran esfuerzo colectivo, un gran esfuerzo nacional, de entendimiento y de concordia; y que mostremos toda nuestra energía, todo el talento de nuestra sociedad, toda la capacidad del Estado, y una voluntad y actitud inquebrantables y decididas de superación.

Durante esta crisis la inmensa mayoría del pueblo español está dando pruebas inequívocas de resistencia y entereza. Su ejemplo no puede ser un esfuerzo estéril ni caer en el olvido. Y ese ejemplo nos exige a todas las Instituciones estar siempre -y ahora más que nunca- al lado y al servicio de los ciudadanos; requiere conducirnos con sentido del deber, con la mayor responsabilidad, y con la máxima integridad y rectitud, para que el interés nacional prevalezca y los intereses generales de los españoles sean nuestro norte y guía.

Es así como la sociedad y las Instituciones que la representan se reconocen, se justifican y se comprometen con el mejor porvenir de nuestra Nación.

En el año del centenario de Benito Pérez Galdós, recordemos sus palabras siempre lúcidas: La historia, escribió, "está en el vivir lento y casi siempre doloroso de la sociedad, en lo que hacen todos y en lo que hace cada uno". Es cierto, este tiempo nuestro de incertidumbre es, quizá más que nunca, un tiempo de todos y de cada uno de nosotros. Sigamos recorriendo nuestra historia por los caminos de encuentro con la razón, el respeto y la palabra que definen la esencia y el compromiso de la Fundación con nuestra España democrática. Y que juntos celebremos el valor de la vida.

Muchas gracias.

viernes, 9 de octubre de 2020

El Rey pide en Barcelona “unidad” para el desarrollo económico tras la crisis

El País

"Demostremos una imagen de unidad que proporcione un entorno estable y beneficioso para las empresas, generando así mayor riqueza y empleo", ha afirmado este viernes en Barcelona Felipe VI. El Rey y el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, han participado en un evento económico organizado por el Consorcio de la Zona Franca, los premios BNEW. El Monarca, que no venía a la capital catalana desde noviembre de 2019, ha aprovechado su intervención ante los emprendedores y varios cargos socialistas para hacer un llamamiento a "trabajar juntos" y generar estabilidad en las empresas, facilitando así la salida de la crisis. En la entrega de premios, en la estación de Francia, no han participado representantes del Govern o del Parlament. El acto se ha celebrado pocas horas antes de que arranque el Consejo de Ministros extraordinario en el que previsiblemente se aprobará el cierre perimetral de Madrid como medida de control de la covid-19.

En su intervención, el Rey ha defendido la imagen de competitividad y excelencia productiva que España se ha "labrado". "Trabajemos juntos por mantenerla, por aumentarla donde sea necesaria", ha dicho Felipe VI. El discurso, en castellano y catalán, también ha abogado por que Barcelona mantenga su papel "vanguardista" y carácter "cosmopolita y moderno". A los ganadores de los premios de la Barcelona New Economy Week (BNEW) les ha elogiado por innovar en plena pandemia. "Estoy convencido de que con vuestro talento y motivación, la economía española avanzará en el camino de la superación de esta crisis", ha dicho el Rey.

Ambos han llegado a la estación de Francia bajo un fuerte operativo de seguridad y con varias protestas de antimonárquicos en los alrededores. El presidente visita la capital catalana en plena polémica por el enfrentamiento con el Gobierno de la Comunidad de Madrid a raíz de las medidas contra la pandemia. Sánchez convocó ayer jueves un Consejo de Ministros extraordinario para este viernes con el fin de decretar el estado de alarma en Madrid durante 15 días, el tiempo que permite la Constitución al Gobierno para este mecanismo de extrema urgencia, si el Ejecutivo regional no toma antes decisiones para restablecer las restricciones anuladas por la justicia.

Por su parte, la presencia del Monarca se produce días después de la polémica generada tras la suspensión de su viaje para participar en la entrega de despachos de la última promoción de alumnos de la Escuela Judicial y que fue vetada por el Gobierno.

Desde primera hora, los Mossos d'Esquadra blindan los alrededores de la estación de trenes reconvertida momentáneamente en centro de exposiciones. El dispositivo policial es similar al del Consejo de Ministros que se celebró en Barcelona, en diciembre de 2018. La policía catalana ha cerrado los accesos al parque de la Ciutadella, junto a la Estación de Francia, aunque permitirán la entrada hacia el Parlament a diputados, trabajadores y prensa, porque hoy está previsto que el pleno de la Cámara debata diferentes interpelaciones al Govern.

A pocos metros de donde ha hablado el Rey, cientos de personas se han manifestado contra su visita. Unas 600 personas en total han protestado contra la visita de Felipe VI, según fuentes policiales. Algunos de los manifestantes han lanzado polvos de colores a la línea policial, en Pla de Palau, junto a la estación de Francia. Además, partidos políticos, sindicatos y entidades independentistas han convocado una cadena humana desde la estación hasta el monumento de Colón, al final de La Rambla. La cadena la organizan ANC, JxCat, ERC, CUP, USTEC-STEs, la Intersindical-CSC, IAC, Plataforma Pro Seleccions Esportives Catalanes, CIEMEN y Drets. Los Mossos han retirado varias pancartas desplegadas en domicilios particulares en donde se leen mensajes contrarios a la visita de Felipe VI. 

miércoles, 30 de septiembre de 2020

El Rey y las tres montañas

Daniel Berzosa
ABC

Tras los sucesos del día 25 de septiembre, ha quedado constatado ante la opinión pública nacional el acoso contra la Corona por el presidente del Gobierno -por omisión y acción- y algunos miembros del Gobierno -por acción-, que, simultánea y alucinantemente, integran el poder ejecutivo y la oposición anticonstitucional en España. Esta oposición, a diferencia de la «discrepante», refuta el sistema de legitimidad «en que se apoyan los poderes constituidos, poniéndose, por tanto, en tela de juicio la fundamentación del sistema y del poder» (De Vega).

Este hostigamiento incesante a la Corona, a ratos sin cuartel, a ratos sibilino, sostenido por miembros del Gobierno, que prometieron desempeñar sus cargos con lealtad al Rey y a la Constitución, lo convierte en algo sin parangón, inimaginable y de una gravedad extrema. Y, además, los constituye, como ha escrito Antonio Burgos en estas páginas, en «Perjuros».

La situación puede resumirse así respecto del Rey, el Jefe del Estado, que, como órgano, está por encima de todos -«y cuando digo todos, digo todos»- los órganos del Estado. Injuriarlo es libertad de expresión; gritar «¡viva el Rey!» es pasarse tres montañas. ¿Será delictivo dentro de poco proclamar «¡viva el Rey!»?

El día 25 de septiembre ha supuesto la certificación de que el chavismo campea por España. Su agente principal en nuestra patria es el conglomerado de Unidas Podemos, cuyos socios, con matices raciales y por convergencia de intereses, eran sólo las fuerzas separatistas y criptoterroristas en sus demarcaciones tribales, hasta que el PSOE las legitimó como «sus» socios, y así andan embravecidas, desatadas y condicionantes.

Para establecer una república de Monipodio, atacan con inquina al Rey que defendió la Constitución, que impugnan y desacatan; persiguen aniquilar los mejores cuarenta y cinco años de la Historia de España, que, capitaneados por Juan Carlos I en la admirable Transición y continuados con esmero por el Rey Don Felipe VI, restauraron la concordia, la reconciliación, la libertad, la democracia y la prosperidad de los españoles.

Y ese certificado lo ha expedido precisamente el único que no debía hacerlo, el único que podía hacerlo; el presidente del Gobierno. Impuso la ausencia del Rey a un acto -además, protocolario- de otro poder del Estado, supuestamente por incapacidad gubernativa de garantizar su seguridad o -para aún mayor humillación- como pago a sus socios separatistas catalanes, cuyos votos necesitan para aprobar los presupuestos generales del Estado. Y, luego, consintió la injuria y la tergiversación, por orden cronológico, del perjuro ministro de Consumo, del perjuro vicepresidente segundo del Gobierno y del perjuro ministro de Universidades, tras una llamada de cortesía de Su Majestad al presidente del CGPJ.

La posición constitucional del Monarca no puede verse destruida o desintegrada por el hecho de que todos sus actos deben estar refrendados. Prohibirle o impedirle que ejerza su papel como máximo representante es contrario a la Constitución, y, más, si el acto en el que participa carece de dimensión material o, si se prefiere, es simbólico. Hacerlo supone anular una competencia del Rey, una característica esencial como órgano. La Constitución lo veta y existe una «opinio iuris» extendida (Fernández-Fontecha y Pérez de Armiñán).

La Jefatura del Estado que desempeña el Rey es necesaria por el papel peculiar que solo la Corona puede y debe desempeñar en la esfera política. La autoridad e influencia de la Institución Real es muy útil a la hora de resolver situaciones políticas delicadas (Constant). El Monarca de un régimen parlamentario, con su poder neutral y de influencia, es el mejor aliado del pueblo frente a los poderes efectivos del Estado y la mejor garantía de la integración de la complejidad social y el derecho a la libertad y la prosperidad del ser humano y los ciudadanos.

Es completamente absurdo pretender inmovilizar al Rey, negándole toda posibilidad de acción, a menos de anular sus funciones y asumir de forma anticonstitucional su desempeño por un órgano inadecuado (en este caso, la Presidencia del Gobierno) para abocar a aquella magistratura a una existencia «sin contenido, ni objeto, dotada solo de un poder nominal, ficticio, que tarde o temprano habría de desaparecer» (Cáceres Crosa). A no ser que esto sea lo que buscan el presidente del Gobierno y sus socios. Ramón Pérez-Maura lo ha sugerido en su columna «Para quien quiera verlo» (ABC, 25-09-20).

Proclaman las personas decentes que el Gobierno no puede cambiar el régimen constitucional por la vía de los hechos. Es exactamente lo que se está haciendo. Teresa Freixes lo ha contado en «La estrategia de la araña». Resulta que, en el siglo XXI, se ha de volver a la lucha política por la libertad; pero no contra ningún monarca absoluto y el Antiguo Régimen, periclitados hace más de doscientos años en Occidente, sino contra el democratismo absoluto (sin derechos humanos, ni división de poderes) y una Nueva Dictadura plebiscitaria. No se trata de Monarquía o República, o más precisamente, de la forma de la Jefatura del Estado, si hereditaria o electiva, sino de libertad o tiranía, de democracia o dictadura.

Julián Marías dijo: «Lo que más me inquieta es que en España todo el mundo se pregunta qué va a pasar; pero casi nadie hace esta otra pregunta: ¿qué vamos a hacer?». Defender al Rey es defender la Constitución, el pacto, la reconciliación, la democracia, la libertad, la fraternidad entre españoles. Es imprescindible la unión de todas las fuerzas de la razón, del signo que sean, que forman la inmensa mayoría de la nación, para detener este camino hacia el autoritarismo.

Si no es posible, la oposición discrepante o parlamentaria tiene que unirse para detener políticamente y desalojar electoralmente a los actuales gobernantes. Es ahora o en muchos años. El chavismo ya está desplegado en España y lo está infectando todo a una velocidad inaudita. Lo que a Chávez le costó años, aquí lo han conseguido en menos de un año. El problema en Venezuela, Bolivia o Ecuador fue la ausencia de una unidad de acción contra el chavismo.

Y, hoy, en nombre de la libertad y la democracia, todos los ciudadanos, con independencia de nuestras legítimas y saludables diferencias ideológicas, manifestamos alto y claro nuestra lealtad a la Monarquía Parlamentaria y nos sumamos a esa pasada judicial de tres montañas, con un triple viva: ¡Viva la Constitución! ¡Viva España! ¡Viva el Rey!

domingo, 27 de septiembre de 2020

Lealtad a la Corona

Luis Rodríguez Vega  
La Razón
 
Esta semana se ha celebrado en Barcelona la entrega de despachos de los alumnos de la Escuela Judicial, que después de pasar por un largo y difícil proceso de selección, van a recoger su nombramiento definitivo como jueces. El acto se organiza por el Consejo General del Poder Judicial, de quien dependen la Escuela Judicial, que a su vez es el órgano que se ocupa de la selección y formación de los jueces.

Desde el año 2001 ese acto solemne es presidido por el Rey. No siempre ha sido así, antes lo hacia el presidente del Consejo y antes el ministro de Justicia. Creo recordar que fue el Consejo presidido por Javier Delgado quien comenzó con esta tradición, a propuesta del que era el director de la Escuela Judicial, Carlos Gómez.

La decisión suponía proporcionar a ese acto la mayor solemnidad posible, al ser presidido por el jefe del Estado. Aun siendo importante la solemnidad del acto, ya que normalmente viene asociada a su consideración social, lo más importante es su simbología.

El Rey, no solo es el jefe del Estado, sino que representa su unidad y permanencia, por eso los jueces administramos justicia en su nombre (art 117 CE). Es un símbolo de nuestra independencia de otros poderes del Estado, del ejecutivo y del legislativo. Por eso los jueces, además de jurar guardar y hacer guardar la Constitución, juramos lealtad a la Corona (art. 318 LOPJ).

En estos momentos solo sabemos que ha sido una decisión del Gobierno de la Nación, pero no sabemos, ya que el Gobierno no lo ha explicado, cuáles son las razones.

En todo caso, la ausencia del Rey en la entrega de despachos en la Escuela Judicial es una mala decisión por varios motivos.

Primero, porque debilita la apariencia de independencia del poder judicial, al someterlo a las decisiones arbitrarias del Gobierno, que, sin tener que dar explicación alguna, niega al jefe del Estado la autorización para acudir al acto. Parece que con ese acto despótico el Gobierno trate de humillar a los jueces que se han mantenido, como no podría ser de otra forma, independientes de sus necesidades políticas.

Segundo, porque debilita la autoridad del Rey, que, de esa forma arbitraria, ve limitada su presencia en el acto de nombramiento de los nuevos jueces al que ha sido invitado por el Consejo.

Tercero, porque transmite un mensaje de debilidad del Estado frente al independentismo que parece haber impedido que el Rey presida el acto porque se celebra en Barcelona. La Escuela Judicial es el único órgano de Estado en Cataluña. No parece que en estos momentos sea una buena idea reducir al máximo la presencia del Estado en Cataluña, y evitar el que el Rey, máximo representante de nuestra Nación, presida un acto de la carrera judicial, que precisamente ha sido el baluarte contra el secesionismo.

Lo he reconocido muchas veces, España tiene en Cataluña un grave problema político, que tiene que resolver políticamente, no judicialmente, pero esa negociación ha de tener unos límites claros, que respete a los no independentistas, y no puede pasar por cesiones que por simbólicas son intolerables.

En todo caso, les aseguro que hoy los jueces en Cataluña y en el resto de España nos vemos un poco más abandonados por el Gobierno, aunque sabemos que nuestra lealtad está con la Constitución y con la Corona.

viernes, 25 de septiembre de 2020

El Presidente del CGPJ: "Sentimos un enorme pesar por la ausencia del Rey, sean cuales sean los motivos"

El Mundo

"No contamos con la asistencia de Su Majestad el Rey. Sentimos un enorme pesar por esta ausencia". Así ha comenzado el presidente del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), Carlos Lesmes, su discurso en la ceremonia de entrega de despachos a la última promoción de jueces, un acto marcado por el veto del Gobierno a la presencia del Rey en Barcelona.

"La presencia del Rey en el acto", ha proseguido, "va mucho más allá de lo protocolario. Tiene una enorme dimensión constitucional y política, expresión del apoyo permanente de la Corona al Poder Judicial en su defensa de la Constitución y de la ley en beneficio de todos los españoles a los que servimos. [...]". "Nuestro lamento no solo obedece al hecho de que se rompe con una tradición de más de 20 años, sino también, y sobre todo, porque la presencia de Su Majestad el Rey, del Jefe del Estado, en la ceremonia de entrega de despachos a los nuevos jueces responde al especial vínculo constitucional de la Corona con el Poder Judicial".

Lesmes ha cerrado así el bloque del discurso centrado en la ausencia del Rey: "Reiterando nuestro pesar por lo sucedido, y sean cuales sean las circunstancias que lo han motivado, expresamos nuestro firme deseo de que Su Majestad el Rey pueda seguir alentando con su presencia en Barcelona a los nuevos jueces".

Durante el acto, Lesmes ha estado acompañado en el estrado por el ministro de Justicia, Juan Carlos Campo, y la fiscal general del Estado, Dolores Delgado. El discurso del presidente del CGPJ cerraba el acto. Antes de que formalizara la despedida, el vocal del CGPJ José Antonio Ballestero se ha levantado para dirigirse al auditorio: "Antes de concluir el acto querría pediros que con toda moderación, pero también con toda convicción, gritéis conmigo 'viva el Rey'", ha dicho. Las palabras han sido respondidas con un sonoro "viva" por los asistentes. Entre ellos, el del presidente del CGPJ, el único en el estrado que en ese momento no llevaba mascarilla.

En la sede de la Escuela Judicial estaban este viernes 47 de los 62 nuevos jueces. Nueve de ellos habían anunciado su ausencia antes de que se conociera la polémica ausencia del Rey; otros seis comunicaron con posterioridad que no asistirían.

Quien tampoco se encontraba en el acto era el presidente del Tribunal Constitucional, Juan José González Rivas, que comunicó el miércoles que no asistiría al acto en el que ya había confirmado su presencia. El motivo aducido han sido cuestiones de agenda, si bien fuentes judiciales consideran evidente que es también su respuesta al desaire del Ejecutivo a Felipe VI.

Tras conocer la ausencia forzada de Felipe VI, la Comisión Permanente del órgano de gobierno de los jueces acordó que fuera Lesmes diera la "respuesta institucional" en el discurso del acto celebrado en la sede de la Escuela Judicial. En paralelo, varios vocales decidieron emitir un comunicado en el que lamentaban "profundamente» la ausencia del Monarca en la Ciudad Condal.

En esa declaración, los seis vocales recuerdan que, según la Constitución, la Justicia "se administra en nombre del Rey, razón por la cual es costumbre que los principales actos de la vida judicial española -la apertura del año judicial y la entrega de despachos a la nueva promoción- sean presididos por el Rey".

También reaccionaron a la ausencia del Rey tres de las cuatro asociaciones judiciales -la Asociación Profesional de la Magistratura, Asociación Francisco de Vitoria y Foro Judicial Independiente-, que emitieron sendos comunicados reclamando explicaciones, ya que el Gobierno no había comunicado al CGPJ los motivos de su decisión.

martes, 25 de agosto de 2020

Por qué se puede ser monárquico (y más ahora)

JAIME PÉREZ RENOVALES  
El País

Las recientes noticias relacionadas con el rey Juan Carlos han propiciado un debate hasta ahora no suscitado con la intensidad que merece uno de los reinos más antiguos del mundo. El debate no es tanto contraponer la monarquía a la república, limitando la discusión al carácter electivo de quien en cada caso ocupa la jefatura del Estado, sino ahondar en las razones por las que la monarquía es preferible como forma de Estado. Y no se pretende eludir la cuestión de la legitimidad democrática de la institución, porque para quienes la ponen en duda debe recordarse que la Constitución que la contiene recibió el respaldo de casi un 90% de los votos en el referéndum celebrado para su aprobación.

El análisis debe partir de tres sencillas preguntas: ¿es necesaria una jefatura del Estado distinta de la del Gobierno?, ¿para qué? Y en caso afirmativo, porque sus funciones sean imprescindibles, ¿por qué puede desempeñarlas mejor un rey que un presidente de la república?

Sin entrar en demasiados matices, existen repúblicas en las que el presidente ejerce como máxima autoridad del poder ejecutivo, desarrollando una acción de gobierno propia de un partido o ideología (Francia, Estados Unidos), y otras en las que se reserva a aquel un papel institucional, sin poderes ejecutivos (Alemania, Portugal o Italia). La jefatura del Estado ejercida por el monarca equivale a esta segunda. ¿Cuál es el papel que desempeña? En el caso de España, es el Título II de la Constitución el que regula las funciones atribuidas al rey, que pueden clasificarse en dos tipos.

En primer lugar, aquellas en las que el rey se limita a formalizar una decisión del poder legislativo o ejecutivo, como la de sancionar y promulgar las leyes, convocar y disolver las Cortes Generales, convocar elecciones o nombrar y separar a los ministros. De la misma naturaleza gozan otras prerrogativas, como la administración de la justicia en nombre del rey que proclama el artículo 117 de la Constitución.

En segundo lugar, existen otras atribuciones que, careciendo de la eficacia inmediata o directa de los poderes del Estado, tienen una trascendencia material con consecuencias en la realidad política, interior y exterior. Estas funciones derivan del artículo 56 de la Constitución, cuando dice que el rey es "el jefe del Estado, símbolo de su unidad y permanencia, arbitra y modera el funcionamiento regular de las instituciones, asume la más alta representación del Estado español en las relaciones internacionales, especialmente con las naciones de su comunidad histórica". Concreciones de este papel las encontramos en el artículo 62, cuando encomienda al rey la propuesta de candidato a presidente del Gobierno, el ser informado de los asuntos de Estado o ejercer el mando supremo de las Fuerzas Armadas, con los matices que luego veremos sobre este.

Se trata, por tanto, de saber quién, si un monarca o un presidente, puede ejercer esas funciones de manera más beneficiosa para España.

Se atribuye al rey ser símbolo de la unidad y permanencia del Estado español. No se puede desdeñar la importancia de los símbolos. Un trozo de tela teñido de ciertos colores cobra una importancia trascendental cuando se convierte en la bandera, símbolo de una nación. Dos maderos cruzados reconfortan a las personas en la mayor de las desgracias cuando simbolizan el Dios en el que creen. Y el Rey encarnó en toda su integridad la unidad y permanencia de la nación española cuando se vio sometida a la amenaza secesionista, proporcionando tranquilidad a los españoles que le escucharon en medio del desconcierto general.

En cuanto a la alta representación del Estado en las relaciones internacionales, especialmente con las naciones de su comunidad histórica, parece poco discutible que quien pertenece a una dinastía asociada indisolublemente a la nación española, y que con ella ha tejido sus relaciones históricas en el ámbito internacional, es la figura idónea para asumir ese papel. Basta observar la importancia del rey de España en los eventos internacionales y visitas de Estado en los que representa al país, especialmente en las Cumbres Iberoamericanas.

Otra función, como la propuesta de candidato a la presidencia del Gobierno, que debería ser una mera consecuencia del resultado electoral, se ha demostrado recientemente como un ejercicio de equilibrismo institucional, que obliga a comprender la realidad arrojada por los votos, las posibles alianzas y a guardar una impoluta imparcialidad en las decisiones a tomar.

Y sobre el mando supremo de las Fuerzas Armadas, correspondiendo al Gobierno la dirección de la Administración militar y la defensa del Estado, pudiera parecer más representativo que real, pero sucesos como el del 23-F revelan con toda crudeza la importancia material que puede tener ese "mando supremo".

Estos ejemplos demuestran que, en el caso de España, es el rey quien puede ejercer mejor el mandato constitucional. Puede que en otros países sea posible, pero cuesta imaginar aquí un presidente de la república percibido públicamente como ajeno a cualquier tendencia política y que careciera, por tanto, de la imprescindible neutralidad institucional. Para quienes duden de esto, piensen que si incluso los magistrados del Tribunal Supremo o del Tribunal Constitucional son identificados con tendencias políticas determinadas, cuánto más lo sería un presidente tomando decisiones como la de proponer candidato a la presidencia del Gobierno o dirigiéndose a la nación en momentos de crisis, que inevitablemente estaría expuesto a la crítica y falta de credibilidad de quienes le viesen como antagonista de su propia ideología.

El rey Felipe VI es un ejemplo de las razones que explican esta tesis, como también lo fue Juan Carlos I durante su reinado. A ello contribuyen una serie de factores, como la formación recibida, la consciencia de los aciertos y errores de quienes les han precedido en el trono, su convicción de la importancia de la neutralidad política y sus relaciones internacionales.

Por último, suele argumentarse cierta ausencia de control de la monarquía y, en último caso, la imposibilidad de reemplazar a su titular en las urnas. Pero ello no implica que no existan mecanismos legales que regulen su actuación. La Casa del Rey ha incrementado notablemente el control de su presupuesto y la transparencia sobre sus gastos, con la participación en su funcionamiento ordinario de la Intervención General y la Abogacía del Estado. Y en el caso extremo de que el rey se inhabilitare para el ejercicio de su autoridad, la propia Constitución prevé que las Cortes puedan así apreciarlo y disponer la regencia.

En un país donde se suele criticar la ausencia de dimisiones de los responsables políticos, bien reciente tenemos un caso de quien abdicó la Corona cuando comprendió que era lo mejor para la institución. Tal renuncia vino precedida de otra, al inicio de su reinado, sobre los poderes ejecutivos atribuidos entonces al jefe del Estado, cuyo abandono era necesario para la instauración de un régimen democrático. Y ahora, el mismo monarca ha decidido abandonar temporalmente el país sin hallarse "investigado", "imputado", ni mucho menos sujeto a juicio oral, a pesar de lo cual se ha tomado voluntariamente una decisión equivalente al anticipo de una condena de extrañamiento.

En definitiva, mas allá de la experiencia histórica que en España ha supuesto la república, cuyos resultados contrastan con las épocas de mayor esplendor vividas en algunos reinados, existen razones de peso para defender la monarquía como la mejor forma de Estado que podemos tener, y la ejemplar manera en que el rey Felipe VI ejerce su jefatura es la mejor muestra de ello.

lunes, 17 de agosto de 2020

Don Juan Carlos confirma que está en Emiratos Árabes Unidos desde el día 3

ABC

El Rey Don Juan Carlos ha anunciado este lunes que se encuentra en Emiratos Árabes Unidos, país al que se trasladó el pasado día 3, cuando abandonó el Palacio de La Zarzuela. El anterior Monarca ha anunciado su paradero a través de la Casa del Rey. Con el anuncio oficial, se ha confirmado la información adelantada por ABC, que indicaba que Don Juan Carlos había volado desde Vigo a Abu Dhabi.

Según el comunicado de La Zarzuela, «el Rey Don Juan Carlos ha indicado a la Casa de Su Majestad el Rey que comunique que el pasado día 3 del presente mes de agosto se trasladó a Emiratos Árabes Unidos, donde permanece en la actualidad».

El anuncio del paradero se ha producido dos semanas después de que se anunciara su salida. Durante todo este tiempo, la Casa del Rey ha manifestado que debía ser Don Juan Carlos quien diera a conocer su paradero o indicara a La Zarzuela que lo hiciera.

Don Juan Carlos no ha precisado en cuál de los siete Emiratos Árabes Unidos se encuentra, pero todo apunta a que está en Abu Dhabi, donde tiene grandes amigos, entre ellos los miembros de la Familia Real Al Nahyan, que probablemente le hayan cedido alguno de sus palacios como residencia. El anterior Monarca tampoco ha precisado si va a fijar en Abu Dhabi su residencia, o si será un destino temporal.

viernes, 14 de agosto de 2020

El futuro de la monarquía

Roberto Fernández Díaz
El País

(...)
En cambio, las actitudes mostradas por Felipe VI representan las virtudes esenciales que se exigen a todo jefe de Estado en una democracia representativa. Entre ellas la austeridad, la ejemplaridad y el sentido del deber en el desempeño del cargo. Ejemplaridad porque a estas alturas de su vida y de su reinado no se le conoce nada que se le pueda reprochar moralmente en sus esferas privada y pública por parte de los españoles. Austeridad en sus actividades y cuentas claras en sus presupuestos, siendo la española una de las casas del rey y presidencias de república más sobrias de Europa. De ahí su pronta, tajante y acertada decisión de desmarcarse rotundamente de las presuntas actuaciones ilícitas de su padre. Y, por último, un sólido sentido del deber y una dedicación absoluta al bien común de los españoles, mostrando ser el primer servidor público del país y conservando una exquisita neutralidad institucional en el abigarrado juego de la política partidaria, cumpliendo a pies juntillas con el mandato constitucional de arbitraje y mediación (auctoritas sin potestas), que ha sido más importante en el juego político de lo que pudiera parecer a primera vista.

Los españoles de hoy no somos responsables de las cosas que hicieron nuestros pretéritos. Somos por supuesto legatarios y gestores del pasado, pero no autores responsables del mismo. Por eso, me parece muy poco riguroso y consecuente que no se distinga entre el impecable comportamiento del actual monarca y los errores o faltas de ejemplaridad de su antecesor, poniendo encima de la mesa política una falsa crisis de la Monarquía parlamentaria en unos momentos en los que el país necesita sosiego y unidad para entre todos sacarlo hacia adelante con la inestimable ayuda de Europa. Y me parece igualmente insostenible que no se distinga entre el comportamiento de una persona y la validez política de una institución, como si cuando hay un presidente de república corrupto (como los ha habido) hubiera que suprimir la república como legítima forma de Estado.
(...)

miércoles, 12 de agosto de 2020

Reyes, reinas y exilios

José María Carrascal
ABC

«Este breve resumen de los últimos tiempos de la historia española deja claro, primero, que la salida de un Rey no es nada nuevo, sino al revés, bastante corriente, por lo que conviene andarse con cuidado. Y, segundo que el ejemplo de las dos repúblicas, una con cuatro presidentes en once meses, otra desembocando en guerra civil, no anima a hacer experimentos»

Seguiré siendo monárquico

José María Álvarez del Manzano
ABC

Defendí la figura de Don Juan de Borbón como el eslabón necesario en la cadena sucesoria y asumí, con dolor, la importante encarnación de la Corona en la persona de su hijo Don Juan Carlos.  
(...)
Por eso seguiré siendo monárquico, defensor de la institución por encima incluso, si necesario fuera, de las personas y lucharé, ya con limitadas fuerzas, para impedir que se introduzcan en España otro tipo de regímenes políticos que tanto daño han hecho a nuestra patria a lo largo de siglos y años pasados.  

La Corona, clave de bóveda

Daniel Berzosa López
ABC

«Los poderes públicos, los partidos políticos, los empresarios y los sindicatos, con sus extensiones mediáticas que lo abarcan todo, deberían insistir en la importancia de la Corona como abrigo de la nación y cúspide del Estado social y democrático de Derecho. Y enseñarlo así a las actuales y a las nuevas generaciones. Y los ciudadanos reclamárselo. Por el bien de todos»

La Corona y la persona que la ostenta

José Manuel Otero Lastres
ABC

(...) La inviolabilidad, que parece una prerrogativa personal de naturaleza muy excepcional toda vez que el que la posee no se está sujeto a responsabilidad penal, bien miradas las cosas no lo es tanto. Porque el artículo 71 de la Constitución se la reconoce también, pero más limitadamente, a los Diputados y Senadores. Y ello porque el Rey goza de tal prorrogativa sin limitaciones (art. 56.3 CE), mientras que los parlamentarios solo la disfrutan respecto de las «opiniones manifestadas en el ejercicio de sus funciones».

Por su parte, la no sujeción del Rey a responsabilidad se extiende tanto a la responsabilidad civil, como a la política. Pues bien, para hacer efectiva esta prerrogativa hubo que recurrir a la ficción de que Rey nunca actúa solo («the king cannot act alone», que dicen los británicos), lo cual se traduce en que es preciso siempre el refrendo de sus actos, en virtud del cual responden quienes, mediante el refrendo en sus diversas formas, asumen los actos del Monarca. Así lo dispone el artículo 64.2 de la CE: «De los actos del Rey serán responsables las personas que los refrenden». (...)

lunes, 10 de agosto de 2020

Recuerda que eres mortal

José Álvarez Junco
El País

Semblanza personal del historiador José Álvarez Junco sobre el rey emérito y su figura.

La corona mágica

Víctor Lapuente
El País

En la práctica, ninguna otra forma de jefatura del Estado ofrece mejores garantías para preservar los derechos democráticos que una monarquía parlamentaria. Las repúblicas son atractivas, pero no dan las mismas prestaciones. El sustituto de un rey constitucional puede ser un ángel meritocrático, pero también un sátrapa inconstitucional.  

viernes, 7 de agosto de 2020

Juan Carlos I, guía de lectura

El País

Nacido en Roma en 1938, Juan Carlos I ha ocupado el trono de la monarquía parlamentaria española entre 1975 y 2014. En junio de este último año abdicó la Corona y su hijo, Felipe VI, se convirtió en el nuevo rey de España. Sobre la vida y el reinado de Juan Carlos I se han escrito muchos artículos y libros. Algunos generaron, incluso, gran expectación, como las famosas conversaciones de José Luis de Vilallonga con el rey, de 1993. Ya en la década de 1980 encontramos meritorias biografías del monarca, obra de Nourry —con su famoso "rey para los republicanos"— o de Seco Serrano. Los trabajos periodísticos sobre las cuestiones más personales no escasean: Bardavío, Carol, García Abad, Urbano, Romero, Peñafiel, Herrero. Tampoco faltan los ensayos originales (Valentí Puig, Juaristi), las obras centradas en eminentes personas del entorno juancarlista (Soriano y Sabino Fernández Campos, Apezarena y los hombres del rey) o los libros que dedican una buena parte de su contenido al reinado (Fuentes). 

La tesis del rey

Ignacio Camacho

Un sanedrín político de doblez moral farisaica se atreve a establecer el estándar de ejemplaridad democrática.

El primer viaje del Rey Juan Carlos fue el lunes de Vigo a Abu Dabi

Pilar Vidal

ABC

El pasado lunes 3 de agosto, a las 18 horas, Casa Real difundía la carta en la que el Rey Juan Carlos I, comunicaba a su hijo, el Rey Felipe VI, su decisión de abandonar España tras las investigaciones abiertas sobre los supuestos fondos en paraísos fiscales.

Mucho se ha especulado estos días sobre el paradero de Don Juan Carlos, que si había salido de España rumbo Santo Domingo o si bien se había instalado en Portugal. Todos los destinos sin confirmar por parte de la Casa Real que hasta el momento ha preferido no desvelar el paradero del Monarca y que sea él quien lo haga público si lo desea.

Una Corona a prueba de balas: ¿qué pueden aprender los Borbones de los Windsor?

Celia Maza
El Confidencial

Cuando tuvo lugar la visita de Felipe VI y la reina Letizia al Reino Unido en julio de 2017, en los corrillos de prensa, una persona cercana a la Casa Real comentó: "aquí es que no hay ningún pudor en mostrar toda la pompa.. con sus carruajes y sus trajes… es más, se enorgullecen de ello". Se llegaba a percibir incluso cierto tono de envidia sana a la que es una de las monarquías más antiguas y sólidas de Europa.

Es como si, en algunos aspectos, los británicos se hubieran quedado encapsulados en el tiempo. La tradición se lleva a rajatabla. Para que se hagan una idea, la reina Isabel II sigue siendo la que protagoniza las sesiones de apertura del Parlamento en una ceremonia cargada de boato. Sale del Palacio de Buckingham en una carroza dorada tirada por seis caballos blancos y, una vez llega a Westminster con un traje de raso blanco, capa forrada de armiño y corona, presenta el programa legislativo del gobierno de turno. ¿Se imaginan semejante escena a día de hoy en España?

jueves, 6 de agosto de 2020

Don Juan Carlos

Juan Carlos Girauta
ABC

Sin luces y sombras no sale un retrato, y al de Juan Carlos I no le faltan las unas ni las otras. Lo luminoso es historia, no hay persona instruida en España que desconozca su protagonismo en la Transición. A los valientes virtuales que hoy quieren cargarse la Monarquía, con su tropa tuitera de cuesco y sofá, habría que haberlos visto entonces.

El desprecio de la Transición es ignorancia, estupidez y suicidio. Fueron años peligrosos, nada estaba escrito, y si salió lo mejor de nosotros es porque nos empeñamos en que así fuera. Lo contrario de ahora. La benéfica operación exigía convicción, sentido histórico, algo de temeridad y luces largas.

El resabio antimonárquico

Ignacio Camacho
ABC

«Mira, te seré sincero: el problema es que Pedro no es fiable. Con otro líder ni siquiera me habrías llamado porque su reacción del martes fue, en términos objetivos, absolutamente impecable. No entusiasta, si quieres, pero hizo una defensa de las instituciones contundente y sin ambigüedades. Sin embargo, su palabra es tan poco consistente que incluso cuando estás de acuerdo te deja una sensación inquietante. Se llama falta de credibilidad: es como si todo lo que dijera se quedase colgando en el aire. Y claro, no convence a nadie, no sabes si es otra impostura más, otro de sus disfraces, un guión circunstancial para salir del trance. Te gustaría creerlo, pero ya conoces lo que ha ocurrido antes. La primera vez picas, la segunda dudas y a partir de la tercera ya eres tú el culpable de que te engañe».  

El Gobierno y la Corona

Editorial ABC

El gobierno de Pedro Sánchez está ofreciendo un espectáculo político lamentable con motivo de la decisión del Rey emérito de abandonar el país. Unidas Podemos y sus dirigentes no quieren ser partícipes de una iniciativa que ha avalado personalmente Pedro Sánchez, como no podía ser de otra manera. Para la extrema izquierda del Gobierno, la marcha de Don Juan Carlos es una enmienda a la totalidad de su ideario antimonárquico, en la medida en que se interprete como un apoyo al Rey Felipe VI. El socio de Pedro Sánchez es cada día menos socio en las cuestiones fundamentales de Estado y por eso temía Sánchez que le quitara el sueño gobernar con Pablo Iglesias. La extrema izquierda apuesta por derogar la monarquía parlamentaria de 1978 y, por esta razón, quiere a Don Juan Carlos no fuera de España, sino en el banquillo de los acusados, para juzgar a la Corona y, por supuesto, socavar el reinado de Felipe VI. La expectativa de Unidas Podemos no es consolidar la Monarquía y esto lo sabía de antemano Pedro Sánchez cuando pactó una coalición con una amalgama de grupos comunistas y antisistema. La responsabilidad política de esta situación es de quien la ha propiciado, Pedro Sánchez, y ha de responder con una firmeza que no ha demostrado en ningún pulso con Pablo Iglesias, ganados todos por aquellos de sus ministros que no solo no comparten los postulados ultraizquierdistas de Unidas Podemos, sino que se han enfrentado abiertamente a sus propósitos más atrabiliarios.  

Volveré. O no...

Carlos Herrera
ABC

«Si mañana el fiscal concluye que no encuentra motivos para pedir su procesamiento por asuntos desvelados por un policía encausado y una avispada comisionista, JC podría aplicar inmediatamente la textualidad de su carta y volver a trasladarse a su casa, de la que ha sido amablemente invitado a marcharse. Es decir, podría hacer verdad lo que se esconde tras sus confidencias a quienes tienen su confianza: "Volveré"»

Pamela Carmen, la desconocida prima catalana de Isabel II y Felipe de Edimburgo

Luis Fernando Romo
El Mundo

Dicen que los reyes no tienen amigos, pero Lady Pamela Hicks puede vanagloriarse de ser una de las pocas íntimas de su edad que aún tiene Isabel II. No en vano, con 18 años fue una de las ocho damas de honor en la boda de la soberana británica con el príncipe Felipe de Grecia y Dinamarca (tras su enlace pasó a ser conocido como duque de Edimburgo). Entre la pareja y la aristócrata existen fuertes vínculos familiares ya que es prima carnal del duque y prima tercera de la monarca.

Antes de su matrimonio con el afamado decorador David Hicks su nombre de soltera era Lady Pamela Mountbatten, ya que su padre fue Louis Mountbatten de Burma, el último virrey de la India que supervisó la independencia de ese país surasiático de la corona británica para convertirlo en dos estados independientes, India y Pakistán, y su madre fue la multimillonaria heredera Edwina Ashley.

Actualmente es la única Mountbatten viva, un apellido artificial creado en plena I Guerra Mundial debido al sentimiento antigermánico de la sociedad británica. Como el rey Jorge V de Inglaterra odiaba a los teutones, decidió poner orden y cambió sus orígenes. Para eliminar cualquier rastro alemán, los príncipes de Battenberg pasaron a ser Mountbatten y les dieron el marquesado de Mildford-Haven, mientras que los royals borraron el Sajonia-Coburgo-Gotha para cambiarlo por el de Windsor, en honor al célebre castillo.

Lady Pamela nació por casualidad en Barcelona. Sus padres se encontraban en España, donde realizaron diversas actividades; entre ellas, Louis estuvo con su flota de maniobras en Gibraltar por el Mediterráneo a bordo del HMS Revenge, después visitaron la Exposición Universal de Barcelona y acudieron a un torneo en el Real Club de Polo de la ciudad. Tras dormir en una de las suites del hotel Ritz, durante la mañana del 19 de abril, Edwina empezó a tener contracciones.

El personal del cinco estrellas solo pudo localizar a un otorrinolaringólogo, por lo que el futuro papá no dudó en llamar al palacio real de Madrid para hablar con su prima, la reina Victoria Eugenia. Al no encontrarse, habló con el rey Alfonso XIII, quien malinterpretó sus palabras. Tal y como cuenta Lady Pamela Hicks en su biografía Daughter of empire: life as a Mountbatten, Louis le dijo "vamos a tener un bebé", a lo que el monarca, como buen Borbón mujeriego, le replicó: "¡Oh, querido Dickie, no se lo diré a nadie!" pensando que su pariente había sido infiel.

Una vez desenmarañado el entuerto, Alfonso XIII hizo gestiones y en un santiamén los guardias reales rodearon el hotel, se localizó a un doctor y a una enfermera inglesa que "apareció como un ángel". No contentos con la seriedad del momento, ya que Edwina había empezado a tener hemorragias, el obstetra fue arrestado por los guardas a las puertas del hotel porque quería entrar a toda prisa con una bolsa sospechosa. Simplemente, eran los objetos necesarios que había ido a buscar al hospital. Al final, todo salió bien. La segunda hija de los Mountbatten había nacido.

miércoles, 5 de agosto de 2020

Monarquía y democracia

Florentino Portero
Libertad Digital

(...)
La mayoría parlamentaria, con el Partido Socialista a la cabeza, arrincona a la Monarquía con el objetivo final de ir a un cambio de régimen, que ni será monárquico, ni democrático ni próspero. Depende de nosotros el impedirlo. Pero eso no será posible si esta sociedad adormecida y cobardona no reacciona en defensa de su libertad y su dignidad.

Felipe VI pactó en un encuentro con Juan Carlos I su salida de España

El País

La marcha de Juan Carlos I de España se decidió en una reunión directa entre Felipe VI y su padre, después de que, a través de intermediarios, no se hubiera logrado un acuerdo sobre la forma de evitar que el escándalo en torno a las cuentas de este último en paraísos fiscales dañase a la Monarquía. El Gobierno estuvo al corriente de las conversaciones, pero la decisión última fue de Felipe VI, como subrayó este martes el presidente Pedro Sánchez. Juan Carlos I abandonó el domingo La Zarzuela y cruzó el lunes la frontera de España con Portugal, aunque este país puede no ser su residencia definitiva.  

Los tres frentes judiciales tras el exilio: España, a la espera de que Suiza envíe datos

El Confidencial

Con Juan Carlos I en el exilio, las investigaciones en España y Suiza siguen su curso. Fuera del país, el Emérito no goza del blindaje que le otorga la Constitución hasta junio de 2014, pero sin ninguna causa judicial abierta en su contra, no se esperan efectos judiciales a corto plazo. Tanto el fiscal suizo como sus homólogos españoles indagan en la "donación" de 100 millones de dólares que el monarca recibió en 2008 de Arabia Saudí, pesquisas que buscan aclarar si fue una comisión por la adjudicación del AVE a la Meca a empresas españolas tres años después. Las investigaciones se desarrollan en paralelo y, según apuntan fuentes jurídicas, España está a la espera de que Suiza le envíe el grueso de sus averiguaciones, documentación que se revisará a fondo para comprobar si el Emérito pudo incurrir en algún hecho delictivo tras su abdicación. (...) 

No hace falta ser monárquico

Álvaro de Diego González
ABC

(...) Hoy no hace falta ser monárquico para defender la plena vigencia de la Monarquía Parlamentaria. Es verdad que se trata de una opción de valientes. Los cortesanos siempre han acudido al auxilio del vencedor. Sus mejores defensores pueden ser los republicanos de corazón que aman a España y conocen su historia. Las dos repúblicas significaron una desoladora experiencia que dista mucho de ser la Arcadia que algunos imaginan. En el peor de los casos, el sueño republicano es el juguete al que se aferran los que quieren despiezar España o patrimonializar su futuro régimen político. (...) 

Doña Sofía, la Reina prudente

Almudena Martínez-Fornés
ABC

Hija, hermana, esposa, sobrina, nieta y madre de Reyes, Doña Sofía es el miembro más querido de la Familia Real, aunque muy seguida por Don Felipe. A sus 81 años, siempre ha sabido estar en su sitio, que no es otro que el que los españoles esperan y desean de un miembro de la Familia Real. Pero mantener esa actitud ha sido algo especialmente difícil en los últimos años, cuando Corinna Larsen irrumpió en la vida de Don Juan Carlos. Y precisamente esa actitud de gran señora que mantuvo en las circunstancias más tensas, han hecho que la mayoría de los españoles la valoren más.

Tanto su vida pública como privada se rigen por los mismos principios, y en la sombra sigue haciendo ahora lo mismo que antes hacía en presencia de los medios de comunicación. Y es que ella no sabe vivir de otra manera.

Con el Rey

Editorial ABC

Los envites, ataques y presiones contra Felipe VI son reiterados. Hay fuerzas políticas, incluida Podemos, hoy un partido de Gobierno, empecinadas en socavar el valor intrínseco de la Monarquía parlamentaria como excusa para dar por superados los consensos de la Transición. El populismo de izquierdas y el separatismo tienen como meta la derogación de facto de la unidad nacional consagrada en la Constitución para dar paso a una república de corte federalista. Perciben en las irregularidades cometidas por Juan Carlos I la ocasión propicia para imponer un régimen presidencialista, para hacer borrón y cuenta nueva con nuestra propia historia, para dilapidar nuestro patrimonio como nación. No es legítimo castigar a Don Felipe por los errores ciertos de su padre, que han sido sancionados por el actual Rey, quien le retiró el pasado marzo su asignación pública y rechazó formalmente su herencia (amén de que Juan Carlos I ya había renunciado previamente a toda representación pública oficial). Tampoco resulta legítimo penalizar a la institución, tal y como acertadamente dijo ayer Sánchez, quien sin embargo no estuvo a la altura de su cargo al no condenar los ataques de su vicepresidente Iglesias y de su pareja, la ministra Montero, a la Corona. España atraviesa una situación muy delicada, debido a la conmoción sanitaria y económica que ha provocado la pandemia, lo que hace más necesario defender a la Monarquía de agresiones oportunistas. Nuestra Constitución es un modelo de convivencia y no debería ser puesta en riesgo por partidos que siguen siendo electoralmente minoritarios.

La defensa que hizo ayer Sánchez de Felipe VI no puede ser fingida. Está obligado a revisar sus alianzas con formaciones que han propugnado la erradicación de la Monarquía y sus símbolos, o con grupos separatistas que justifican la quema de retratos de la Familia Real. Si desde el Gobierno de la nación no se defiende a Felipe VI con todo el ahínco, la lealtad y la responsabilidad de Estado que merece su figura, y si todo se reduce a una operación de mercadotecnia política en la que la protección de la Corona se convierte en algo melifluo, es que Sánchez no habrá entendido nada de lo que ocurre en España. Su deber es apoyar a la jefatura del Estado, hoy encarnada por un Felipe VI que disfruta de gran respaldo popular, por su hoja de servicios intachable, su talante sereno y su perfecta preparación para el cargo. El jefe del Ejecutivo expresó ayer su apoyo al sistema de libertades y derechos del 78 y a la monarquía parlamentaria, y desde aquí lo celebramos. Pero le toca demostrarlo con hechos, algo que hasta ahora no ha ocurrido, pues se sostiene en el poder con el apoyo de fuerzas antisistema y antiespañolas y se ha resistido a respaldar al Rey frente a ataques que salen de su Gobierno.