sábado, 2 de marzo de 2013
El pueblo aclama a la Reina
Aurora G. Mateache
Miles de personas guardaban fila ayer desde primera hora de la mañana, desde hacía un día, o incluso una semana esperando en la calle. Una fila que arrancaba de la Basílica madrileña de Jesús de Medinaceli y que llegaba hasta la plaza de Atocha, con un único fin: besar el pie del Cristo y pedirle un trabajo para un hijo en paro o salud para una madre enferma. Una fila de personas, algunas mayores, que representaba a una generación que no ha crecido con las centésimas del déficit pegadas a su pie, ni priorizan un fugaz «trending topic» del último dictado de Bruselas como la noticia más importante del día, y que sin embargo no duda al contestar quién es en este momento la persona que mejor representa a España. Algo que se evidenció cuando un coche oficial, alrededor de las 12:00 del mediodía, dobló la esquina de la calle del Jesús. Los carteles que pedían por un «despido digno» quedaron silenciados con el aplauso cerrado que se dedicó a la persona que llegaba: la Reina.
Su asistencia no ha figurado en las previsiones de la agenda de la Familia Real pero, como adelantó este periódico, ha sido la Reina la encargada de visitar este año la imagen del Cristo, una tradición que pesa en la institución desde hace 300 años. Lo que sí consta es que, en estos momentos en que la imagen de la institución está debilitada, la agenda de Doña Sofía no lo estará. Según informan desde Zarzuela, las actividades conjuntas que Doña Sofía mantiene con el Rey estarán supeditada a la evolución de la operación del Monarca este domingo de una hernia discal. Los actos en los que, como Reina consorte, pueda asumir la representación de la Jefatura del Estado no serán suspendidos, mientras que aquéllos en los que sea necesaria la presencia del Jefe de Estado serán aplazados hasta su recuperación. Pero, dentro de su agenda independiente, mantendrá el mismo volumen de actividades que realizó el año pasado, que alcanzaron 187, además de 47 audiencias y los inamovibles viajes de cooperación, que en 2012 fueron Filipinas y Bolivia.
Concretamente, según ha podido saber este periódico, el lunes de la semana que viene Doña Sofía participará en el homenaje al profesor Juan Antonio Carrillo Salcedo en la Academia de las Ciencias Morales y Políticas y, a partir de ahí, su compromiso institucional se irá programando. No obstante, aunque aún estén pendientes de fechas, fuentes cercanas a la Casa Real informan sobre las actividades futuras más destacadas que tendrá, como los Premios Reina Sofía, que este año irán destinados a los municipios que hayan incluido programas de accesibilidad y reinserción laboral a personas con discapacidad. Por otro lado, la Reina mantendrá la reunión del patronato de Unicef de la que es presidenta, al igual que participará en la clausura del Curso Superior de Música Reina Sofía, donde hará la entrega de becas de juventudes musicales. Una de las ocupaciones prioritarias de Doña Sofía es la fundación Reina Sofía, que se dedica a la ayuda a los más desfavorecidos y a la investigación contra el alzhéimer, y en julio, declarado el mes del cerebro por la Comisión Europea, lanzará una campaña para conseguir fondos de ayuda contra la enfermedad. Este es uno de los planes de la fundación, que en 2013 destinará 3,4 millones de euros a los más desfavorecidos.
El acto de ayer es especialmente significativo para la Familia Real, ya que representa una tradición que se mantiene desde que la imagen del Cristo, en manos de los musulmanes, fuera recuperada por los cristianos el primer viernes de Cuaresma en 1682. Hacía seis años que Doña Sofía no visitaba el templo en representación de la Casa; el año pasado fue la Infanta Elena, y en 2011, Don Juan Carlos. Antes de bajarse del coche, Doña Sofía bajó la ventanilla para saludar a los asistentes, con la sonrisa y la serenidad que siempre la han caracterizado, llueva o nieve sobre la Casa Real. Fue recibida por los representantes de la orden de los frailes capuchinos, y se detuvo antes de entrar en la iglesia para posar junto a ellos y saludar de nuevo a los asistentes que no descansaban su «¡Viva la Reina!».
Tras besar la imagen, Doña Sofía guardó el recogimiento para realizar sus peticiones y después conversó con los cofrades y los frailes capuchinos. Uno de ellos, Manuel Torrijos, se detuvo un momento con la Prensa. «Es un honor que venga la Reina de España», aseguró. «Nos ha felicitado por cómo hemos organizado todo».
Veinte minutos después de su llegada, Doña Sofía abandonó el lugar entre vítores y alguna lágrima de una devota y no sólo por la visita al Cristo.
Testigo directo: «La Reina es un ejemplo para que los españoles nos superemos»
Una se esperaba que se le pusiera la piel de gallina por el frío, pero no por ver a una señora gritando «¡Sofía, por favor, ven!», detrás de una valla que obstaculizaba la urgencia. O por la imagen de una devota llorando, mezcla de cansancio por las horas acumuladas de cola y de turbación al ver bajarse a la Reina. Quizá la explosión de emociones la haya dejado a una en el mismo estado, pero Doña Sofía parecía ayer parte del ritual del templo. «Donde está Dios no falta nada, y nos manda a la Reina porque es la más querida y un ejemplo para que los españoles nos superemos», dijo la extremeña Juani Isla. Ayer, los asistentes la sintieron uno más. Se identificaron, a pesar de la evidente distancia de «la valla». Pilar Lucas, de Cuenca, con miembros de su familia en paro, lo explicó: «A la Reina la queremos por lo que ha sido y por lo que es. Y porque este año lo tiene muy difícil». Nieves Castaño, ama de casa, enfatizó ufana con el dedo, después de que su marido, Armando Guerra, condicionara sus palabras a un ingreso de 200.000 euros en cuenta. «Habrá pedido por el bien de España. Es lo mejor que tenemos, sin duda». Y, en resumidas cuentas: «Porque es una señora, una gran dama, y por todo lo que lleva».
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