domingo, 3 de marzo de 2013

El final de una amistad incómoda

A.MARTÍNEZ-FORNÉS
ABC

La operación del Rey coincide con un momento especialmente delicado
por el protagonismo que ha alcanzado la hasta ahora discreta Corinna
Larsen (Fráncfort, 1964), una peculiar empresaria alemana de origen
danés que conoció al Rey hace nueve años en la finca «La Garganta», de
Ciudad Real, propiedad del duque de Westminster, y que ha acabado
convertida en una amistad incómoda.

El nombre de esta mujer de 49 años, que sigue utilizando el apellido y
el título de su segundo exmarido, el aristócrata alemán Casimir zu
SaynWittgenstein-Sayn (Koblenz, 1976) –doce años más joven que ella–,
empezó a circular en los medios de comunicación cuando se supo que
acompañaba a Don Juan Carlos en el inoportuno viaje a Botsuana de
abril del año pasado en el que el Monarca se fracturó la cadera.

Ese fue el principio del fin de una amistad que ella define como
«entrañable», pero que las personas que más afecto tienen al Rey y a
la Institución estaban deseando que terminara. Y así se entendió
cuando Don Juan Carlos, al salir del hospital, afirmó: «Lo siento
mucho, me he equivocado y no volverá a ocurrir».

Casi un año después, el nombre –y el teléfono personal– de Corinna
Larsen volvió a aparecer en los correos electrónicos difundidos por
Diego Torres, el exsocio de Iñaki Urdangarín en el Instituto Nóos, ya
que la empresaria alemana había tratado de encontrar un trabajo al
marido de Doña Cristina en la Fundación Laureus, que después este
rechazó.

Aunque nadie la implicó en el caso Nóos, Corinna Larsen consideró que
debió ser defendida, pero no lo consiguió y la semana pasada utilizó
esta circunstancia como pretexto para emprender una estudiada
operación de imagen, con abogados y asesores, a través de varios
medios de comunicación («El Mundo», «¡Hola!» y «Paris Match»), que
reprodujeron sus reportajes con llamativas declaraciones llenas de
dardos aparentemente ocultos y sofisticadas fotos en las que posa como
una modelo.

Sin embargo, sus declaraciones no se limitaron a su supuesta defensa
personal. Corinna Larsen llegó a relatar que había intervenido en
«asuntos clasificados» por encargo del Gobierno de España y, aunque
estas afirmaciones fueron desmentidas por el actual Ejecutivo y por el
anterior, a través de Soraya Sáenz de Santamaría y de Alfredo Pérez
Rubalcaba, ocasionaron cierta extrañeza. También afirmó que nunca ha
cobrado «un solo euro» de los contribuyentes españoles, pero «sí me
han pagado algunas empresas privadas que querían expandirse
globalmente». Curiosamente, medios de comunicación que, hasta ahora,
la criticaban por utilizar el título de princesa de su segundo
exmarido, han empezado a cultivarla –a darle el tratamiento de Su
Alteza Serenísima– para explotar su potencial periodístico, porque, al
margen de la veracidad de lo que pueda contar, consideran que es
noticia cualquier cosa que diga Corinna Larsen.

No hay comentarios: