POR GUILLERMO GORTÁZAR
ABC
La Transición democrática fue un gran éxito pero, como toda obra
humana, no fue perfecta y ahora observamos muchos excesos y quizás
numerosos defectos, incluido algunos elementos conceptuales de la
monarquía reinstaurada en 1975. Dos jóvenes historiadores, Miguel
Ángel Aguilar Rancel y Óscar Hernández Guadalupe, han publicado
recientemente un importante libro, Juan Carlos Rex. La Monarquía
prosaica, cuya lectura es sin duda muy recomendable. Se trata de un
trabajo académico riguroso, pensado y redactado en el mejor y leal
servicio a la Monarquía. Este libro se propone ayudar a entender las
dificultades y limitaciones que tiene la Corona española para ejercer
adecuadamente sus funciones de moderación, simbólicas y
representativas que son el activo principal de una monarquía al
servicio de la estabilidad política y por tanto de España y de los
españoles.
A lo largo de casi ochocientas páginas, los autores desgranan multitud
de argumentos conceptuales, históricos, constitucionales, de derecho
comparado, políticos, estéticos y simbólicos al servicio de una tesis
principal: la materialización de una monarquía prosaica, de convertir
a la Familia Real en una «familia normal» próxima y campechana, lejos
de facilitar la estabilidad y majestad de la Corona, ha tenido el
efecto contrario de pérdida de respeto y lejanía. Sería mucho más
conveniente un concepto algo más tributario de las tradiciones
históricas de la Monarquía, en las que España es tan rica, para hacer
frente a tiempos de crisis y facilitar el ejercicio de sus funciones
constitucionales de moderación y representación.
Resulta apabullante la multitud de ejemplos, anécdotas y situaciones
cotidianas en los que los autores apoyan su argumentación de modo que
la tesis mencionada queda absolutamente justificada a lo largo del
texto. Para ello, los autores parten de un primer capítulo de
Precedentes en el que analizan la salida de España de Don Alfonso XIII
y la difícil y solitaria infancia de D. Juan Carlos. El espacio de
cuarenta y cuatro años, alejado de las prácticas monárquicas, fue
letal para el mantenimiento de las sólidas tradiciones simbólicas y de
representación vigentes durante siglos en la cúspide del poder
político español. Además, el franquismo no contribuyó a ese
mantenimiento, sino a su eliminación al considerar a la monarquía de
Don Alfonso XIII (y en parte al mismo Don Juan, su hijo, legítimo
heredero) tributaria del demoliberalismo y algo a evitar como
peligroso para la misma esencia del régimen. De ahí que las bases
conceptuales y protocolarias de la nueva monarquía «reinstaurada»
adoleciera de referentes del pasado e hiciera especial hincapié en una
Corona despojada del oropel consustancial a la Institución.
Si a todo ello le añadimos la invasión representacional de los
políticos españoles, singularmente los presidentes de Gobierno, se
entiende el bajo perfil resultante de la majestad atribuida y aparente
de los Reyes de España. Y es que a lo largo de estos treinta y seis
años se ha ido produciendo una cierta diarquía ante el enorme poder y
aparato del presidente del Gobierno en prejuicio de la representación
del Rey. El presidente del Gobierno es por propia definición líder de
un partido y el Rey lo es de todos los españoles. La superioridad de
la representación del Rey, fundada en la Constitución y en la dinastía
histórica, en muchas ocasiones ha sido expresamente tapada,
suplantada, por el presidente de turno en menoscabo de la dignidad del
Monarca. Por no hablar de algunas esposas de los presidentes de
Gobierno con ínfulas de «Primeras Damas».
El libro se completa con un repaso de ejemplos muy concretos de
limitación del nivel ceremonial de actos presididos por S. M. el Rey
en los que el Monarca ve reducida la dimensión simbólica e histórica
que es la esencia de la Corona. Sin esos atributos, la figura Real
queda aminorada en un papel funcionarial mucho más fácil de cuestionar
y remover en tiempos de turbulencia políticas. Y ya se sabe, algunos
dirigentes políticos con serios problemas de corrupción o con
problemas internos de partido pueden estar tentados en desviar la
atención y responsabilidad propia hacia la más alta magistratura.
Afortunadamente, aún no es el caso, pero alguna patita ya ha enseñado
un político profesional inmerso en un mar de contradicciones de
encargos de espionaje político y líos de autodeterminación como el
dirigente del PSC en Cataluña, un tal sr. Navarro.
En definitiva, estamos ante un libro de lectura muy recomendable para
los lectores que deseen ilustrarse en elementos muy importantes de la
política actual y de la Historia reciente de España. Y, finalmente, un
libro estupendo para aquellos que tienen alguna responsabilidad en
contribuir a evitar caer en algunos errores de bulto, sobre todo el
que se refiere a disminuir la majestad de los Reyes en aras de un
limitado beneficio (a veces, claramente contraproducente) de una
imagen de «familia normal», de Monarquía prosaica.
domingo, 31 de marzo de 2013
El modelo prosaico de la monarquía española
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1 comentario:
Hola a tod@s,
me ayudarían mucho rellenando la encuesta sobre la familia real en esta página web: http://www.anketovnik.cz/e2acc567e5519366 .
Soy estudiante checa y necesito saber sus opiniones para mi trabajo de bachillerato.
Muchísimas gracias. :)
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