sábado, 4 de marzo de 2006

La Reina, a los pies de Jesús

Casi medio millón de fieles acudieron durante todo el día de ayer a venerar la imagen de Jesús de Medinaceli. Entre ellos, Doña Sofía, quien volvió a recibir el calor del pueblo de Madrid
 
ABC
 
MADRID. «¡Guapa! ¡Majestad! ¡Doña Sofía!». Pasaban pocos minutos de las doce del mediodía cuando se abrieron las puertas del coche oficial de la Casa Real, saliendo del mismo Su Majestad la Reina. Doña Sofía acudió este viernes a la madrileña basílica del Jesús de Medinaceli en representación de la Casa Real, cumpliendo de este modo con una tradición que se remonta al año 1682, cuando la imagen del Cristo recorrió por primera vez las calles de la Villa.

Su Majestad ya había acudido en 2001 al templo madrileño. El año pasado, había sido Don Juan Carlos el encargado de renovar la devoción de la Casa Real, mientras que en 2004 fueron Don Felipe y Doña Letizia (entonces sólo prometidos) quienes rezaron ante la imagen y besaron su pie izquierdo.

Con los capuchinos

La Reina estuvo acompañada en todo momento por Domingo Montero, superior provincial de los padres capuchinos (custodios de la imagen del de Medinaceli), y por Publio García, superior de la Casa, y entró al templo entre los vítores y aplausos de la feligresía, que durante toda la mañana continuó acudiendo en masa a venerar la imagen del Cristo y, los más afortunados, besar su pie y pedir los correspondientes tres deseos (de los cuales, según la tradición, sólo se cumplirá uno, siempre y cuando el feligrés done tres monedas, una por deseo, a Jesús).

Durante su estancia en el pasillo central de la basílica, hasta llegar a los pies del Cristo, Doña Sofía fue estrechando multitud de manos e incluso acarició a un bebé que le fue acercado, antes de proceder al tradicional besapiés a la imagen, mientras sonaba el himno nacional. La Reina permaneció en el templo orando durante unos minutos, para posteriormente reunirse en la sacristía de la basílica con los religiosos y miembros de la archicofradía del Cristo, los mismos que procesionan al Cristo el Viernes Santo.

A su salida del templo, Doña Sofía saludó con la mano a los miles de fieles congregados en torno a la basílica. Según datos oficiosos, alrededor de medio millón de personas alcanzaron a entrar en el templo madrileño, algunos de ellos aguantando horas de una fila que dio varias vueltas a las calles del Jesús, Huertas y Paseo del Prado.

Durante todo el día, los frailes capuchinos no dejaron de confesar a miles de fieles, así como impartir hasta 33 misas en la basílica. «Seguramente muchos no vengan hasta el año próximo, pero también hay que tener en cuenta la profunda devoción de estas personas, que dejan sus trabajos y se enfrentan al frío y a la noche para poder besar al Cristo», declaró, entre confesión y confesión, uno de los religiosos.

Ausencia de incidentes

Junto al civismo de los peregrinos, la tranquilidad que presidió la jornada se debió al trabajo de las tres unidades del Samur y la veintena de voluntarios que durante todo el día asistieron a los fieles. Hubo alguna que otra lipotimia e indisposiciones, pero ningún incidente reseñable.

Del mismo modo, la Policía Municipal desplegó un servicio especial en las cercanías de la iglesia para regular la circulación de las calles afectadas y evitar que los vehículos aparcasen en zonas indebidas. Únicamente hubo que retirar un par de vehículos en la noche del jueves.

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