sábado, 23 de julio de 2005

Los Príncipes presiden los funerales por las víctimas del incendio de Guadalajara



El pasado fin de semana once personas dieron su vida intentando apagar el fuego que se extendió por la provincia de Guadalajara. En reconocimiento a su valentía y desprendimiento al servicio de la sociedad, los Príncipes de Asturias presidieron ayer los funerales que se celebraron en su memoria.

Es una de las funciones más importantes de la Monarquía y precisamente no está escrita ni en la Constitución ni en ninguna ley: compartir el dolor con los que sufren.

Don Felipe y Doña Letizia, dieron sus condolencias personalmente a todos los familiares que abarrotaban la Iglesia del Fuerte de San Francisco. Muchos se quedaron fuera, entre ellos, algunos miembros de un reten que minutos antes había estado trabajando y que no ocultaron su indignación por no poder asistir al oficio.

La representación política fue amplia. Además de la vicepresidenta asistieron el presidente del Congreso, Manuel Marín; el del Consejo General del Poder Judicial, José Francisco Hernando; el presidente de Castilla-La Mancha, José María Barreda; los ministros de Defensa, José Bono, y Medio Ambiente, Cristina Narbona. También estuvieron presentes el presidente del PP, Mariano Rajoy, y el presidente del PP de Castilla-la Mancha y el alcalde de Toledo, José Manuel Molina, y el coordinador general de IU, Gaspar Llamazares.A la derecha del altar se situaron los familiares de los miembros del reten de Cogolludo (Guadalajara) que perecieron al verse atrapados por el fuego en un camino forestal de Riba de Saelices y también los allegados de Jesús Abad, el único superviviente del suceso y herido en el incendio.

La misa funeral, oficiada por el vicepresidente de la Conferencia Episcopal Española y arzobispo de Toledo, monseñor Antonio Cañizares; el obispo auxiliar de Toledo y el obispo de Sigüenza-Guadalajara, monseñor José Sánchez, acompañados por medio centenar de sacerdotes de la provincia, comenzó a las 20.40 horas. Los Príncipes siguieron la misa desde los reclinatorios instalados en la capilla de San Diego de Alcalá, a la derecha del altar mayor.

Monseñor Sánchez nombró al inicio el nombre de cada uno de los once fallecidos, Jesús Ángel Juberías Navarro, Mercedes Vives Parra, Julio Ramos Ballamo, José Ródenas Parra, Manuel Manteca Hernández, Luis Solano Montesinos, Marcos Martínez García, Jorge César Martínez Villaverde, Sergio Casado Iritia, Pedro Almansilla Fuero y Alberto Cemillán Jadraque.

En la homilía, monseñor José Sánchez reconoció que la muerte de estas once personas nos ha dejado "el corazón roto por el dolor" y pidió para que "su acción y sus vidas" permanezcan para siempre. Asimismo, abogó por "imitar su ejemplo de estar dispuestos a dar la vida", y pidió oración por su eterno descanso y el de sus seres queridos. Al término de la ceremonia, que finalizó a las 21.30 horas, monseñor Sánchez leyó una carta de condolencia enviada por el cardenal de Madrid, Antonio María Rouco Varela; y transmitió también las condolencias enviadas por distintos obispos tras el siniestro.

La llegada de los políticos fue recibida con abucheos y silbidos que crecieron con la aparición del ministro de Defensa José Bono y la vicepresidenta del Gobierno (presidenta en funciones por el viaje de Zapatero a China), María Teresa Fernández de la Vega. Los cientos de personas que se concentraban en el exterior de la Iglesia aplaudieron a algunos de los asistentes, sobre todo a los Príncipes.

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