jueves, 17 de abril de 2008

El Rey llama a la concordia



Significativa fotografía de la Familia Real rindiendo homenaje a la bandera de España del Regimiento Inmemorial del Rey. Mientras, el presidente del Gobiero mira hacia otro lado...

Editorial ABC

SU Majestad el Rey inauguró ayer la IX Legislatura de las Cortes Generales, en presencia de Doña Sofía y el resto de la Familia Real y con asistencia de los diputados y senadores reunidos en el palacio de la Carrera de San Jerónimo. En el cumplimiento ejemplar de las funciones que le atribuye la Constitución, Don Juan Carlos expuso en su discurso ante los representantes de la soberanía nacional cuáles son las preocupaciones reales de los ciudadanos y cuál debe ser la respuesta de las instituciones. El resultado electoral es, sin duda, una llamada al consenso entre los dos grandes partidos de ámbito nacional en relación con las cuestiones de Estado, ante todo y sobre todo en la lucha contra el terrorismo. Ni el Rey ni los ciudadanos tienen que determinar los medios concretos para que ese acuerdo se lleve a la práctica. Esa es, precisamente, la función que incumbe a los políticos, a cuyo servicio deben actuar con la máxima responsabilidad y con un sentido del patriotismo que va más allá del puro interés particular. Los españoles han votado al PSOE para que gobierne y al PP, para que ejerza la tarea de oposición, pero unos y otros tienen que supeditar sus legítimos objetivos a las exigencias de la política de Estado. No se debe repetir una legislatura como la anterior, y ese es el mandato que ofrecen las urnas de forma inequívoca al reforzar el bipartidismo y limitar la influencia de los partidos nacionalistas y de la izquierda radical.
El Rey se refirió también a la situación económica que obliga a un ejercicio responsable de las altas funciones legislativas y de control encomendadas a los diputados y senadores. Hay recetas diferentes para afrontar la crisis, aunque el Gobierno prefiere huir de esa palabra, pero el diálogo y la disposición al pacto resultan también imprescindibles en esta materia. Lo mismo ocurre con el modelo territorial o con la educación y la política exterior. Los ciudadanos reclaman la preferencia de la política sobre el partidismo, y rechazan por ello algunas decisiones erróneas, como las adoptadas últimamente sobre la política del agua. También es prioritario llegar a un acuerdo sobre el Tribunal Constitucional y el Consejo General del Poder Judicial como primer paso para una reforma de la Justicia, que se sitúa en España en niveles preocupantes de caos e ineficacia, como ponen de relieve la reciente huelga de funcionarios y algunas desafortunadas actuaciones que han desembocado en casos dramáticos. Se inicia, en definitiva, una legislatura que debe recuperar el legítimo orgullo de los españoles por el éxito de la Transición, dejando de lado el falso revisionismos y las concesiones inaceptables a partidos antisistema. El tono del debate de investidura apunta hacia un camino razonable, pero habrá que esperar a las primeras decisiones del Gobierno para valorar de forma objetiva si existe un nuevo clima político porque, como es natural, la responsabilidad principal recae sobre José Luis Rodríguez Zapatero como líder de la mayoría parlamentaria.
El acto de ayer, sobrio y a la vez solemne, es fiel reflejo del papel integrador de la Corona y de la posición del Monarca como árbitro y moderador del funcionamiento regular de las instituciones, en términos del artículo 56 de la Constitución. El discurso de Don Juan Carlos expresó una vez más la plena sintonía del Jefe del Estado con el conjunto de la sociedad española, y los líderes políticos deben tomar muy en cuenta esta llamada a la concordia, sin perjuicio de la natural discrepancia sobre la respuesta a problemas concretos y la presentación de alternativas a la política gubernamental. El acuerdo sobre temas de Estado no significa adhesión a las posturas del Gobierno. Un compromiso leal exige concesiones recíprocas y una altura de miras que está implícita en las palabras del Rey en el Congreso de los Diputados, recibidas una vez más por la opinión pública con el respeto y la consideración que merece la figura del Rey de todos los españoles.

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