Editorial
El Mundo
No es casual que quienes cuestionan la Constitución de 1978, fruto del proceso de reconciliación nacional entre los españoles que significó la Transición, y quienes quieren acabar con la unidad territorial, sustentada en el principio de solidaridad que garantiza la estabilidad política, social y económica de todos los ciudadanos, hayan puesto en el centro de sus ataques al Rey Felipe VI. Porque eso es lo que simboliza, según la Carta Magna, la Monarquía parlamentaria, la forma política del Estado español: su «unidad y permanencia».
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