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El rey Felipe de Bélgica se dirigió hoy por primera vez a la nación por Navidad tras cinco meses en el cargo desde la abdicación de su padre, con un discurso centrado en el desempleo juvenil y en las posibilidades que brinda la formación.
El primogénito de Alberto II, cuya preparación para gobernar fue puesta en duda por el ala más crítica de la política, quiso dar un aire renovado a esta arraigada tradición de dirigirse a la nación por Navidad.
Su intervención televisada duró seis minutos en lugar de diez, como solían durar los discursos de Navidad de su padre, y se dirigió a la nación de pie en lugar de sentado tras la mesa de su despacho.
"En nuestro país, uno de cada cuatro jóvenes no encuentra empleo y una de cada siete personas vive en la pobreza", destacó el monarca en su intervención televisada de forma simultánea por varias cadenas del país.
Felipe se refirió a las personas que viven aisladas y al fuerte impacto que ha tenido el cierre y reestructuración de empresas en Bélgica, así como a las medidas que ha tomado el Gobierno central y regional para combatir este contexto socioeconómico difícil.
Citó, en concreto, los pasos dados para "consolidar las finanzas públicas, proteger el poder adquisitivo, la competitividad, apoyar a las empresa y mantener el modelo social", y confió en que estos esfuerzos continúen.
Ante esta situación económica, el monarca tuvo palabras de ánimo y esperanza.
"En los últimos meses y en los últimos años, mi esposa y yo hemos conocido muchos jóvenes belgas desbordantes de creatividad y energía. También conocimos personas cuyos talentos no pudieron manifestarse o ser reconocidos", señaló.
"Desarrollar las cualidades de cada uno es responsabilidad de todos. La educación y la formación son instrumentos fundamentales para ello", recalcó, y recordó que esto permite prepararse para el empleo, la inserción en la sociedad y el ejercicio de la ciudadanía.
"Al desarrollar el espíritu crítico y el trabajo en equipo, se da a los jóvenes la posibilidad de convertirse en hombres y mujeres comprometidos y responsables", agregó.
Subrayó también la importancia de establecer vínculos entre las escuelas y el mundo laboral para crear oportunidades de empleo, y citó como ejemplo de la voluntad de establecer puentes al expresidente de Sudáfrica, Nelson Mandela, a cuyo funeral asistió el monarca hace quince días.
"Mandela nos mostró que el diálogo y la reconciliación pueden cambiar el mundo. Esta fuerza interior puede ser también la nuestra", sostuvo el rey de los belgas.
A diferencia de su padre, el rey no hizo alusión en su alocución navideña a asuntos políticos que dividen a los francófonos y los flamencos, pero sí subrayó la necesidad de reforzar el vínculo entre "todos los belgas".
El año pasado, las advertencias contra el populismo y ciertos discursos políticos hechas por Alberto II en su discurso de Navidad desencadenaron críticas en el país, donde varios políticos, analistas y expertos veían en las palabras del entonces monarca un ataque a los independentistas flamencos.
Hoy, Felipe aprovechó la ocasión para apelar al orgullo patrio y recordar que el año 2013 deja logros como el premio Nobel de la Física al belga François Englert o la clasificación para la Copa del Mundo de 2014 de la selección nacional de fútbol, "los diablos rojos", tras doce años sin disputar un partido en un torneo internacional.
También quiso agradecer la "acogida inolvidable" que recibió al acceder al trono el pasado 21 de julio y aseguró que la "confianza" y el "entusiasmo" de los ciudadanos le han conmovido.
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