sábado, 28 de diciembre de 2013

Motes curiosos de reyes en la historia de España

Los reyes con el mote más asombroso de la historia de España

Muchos soberanos fueron apodados por el pueblo, otros sufrieron la venganza de cronistas «enemigos». Estos son algunos de los más curiosos.

Reportaje de ABC

Arreglos en Palacio

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El País

El Salón del Trono, la pieza representativa más excelsa de cuantas componen el Palacio Real de Madrid, estrena una puesta a punto y una limpieza a fondo que reafirman su suntuario esplendor. Estas actuaciones han sido pensadas para realzar la singularidad de su belleza, que permanece casi intacta en su disposición ornamental tras dos siglos y medio de vida activa. Los mármoles, colgaduras, metales preciosos, cristales y espejos que configuran su lujoso semblante han sido sometidos durante varias semanas a la acción sistemática de máquinas, líquidos y paños, cuyo resultado asalta, embellecido, la mirada y el ánimo de quienes hoy los contemplan.

Hasta dos días de pleno trabajo de seis hombres costó enrollar la mullida alfombra que tapiza su suelo marmóreo, enviada luego para su limpieza a un establecimiento especializado de la localidad madrileña de Velilla de San Antonio. Tampoco han faltado los andamios y las grúas. A lo largo del tiempo que ha durado la actuación, los numerosos ornamentos que decoran el salón, estatuas, mesas, candelabros, espejos…han sido cuidadosamente recubiertos con telas y mallas protectoras para evitar las temibles roturas, pero la estancia, sin daños, no ha sido cerrada al público más que durante dos jornadas.

Una nueva megafonía entrará en funcionamiento para la Pascua Militar, el próximo 6 de enero, mientras las entrañas del gran salón real se ven surcadas ya por fibra óptica, que facilitará la intercomunicación dentro de tan áulico espacio palaciego, donde los Reyes reciben a los mandatarios estatales que acuden a cumplimentarles, así como al Cuerpo Diplomático acreditado en Madrid y, también una vez al año, al mando militar español.

Reportaje completo

Página oficial del Palacio Real

viernes, 27 de diciembre de 2013

La bofetada que cambió la historia de España

ABC

Un desencuentro entre Luisa Carlota de Borbón y el ministro Francisco Calomarde propició la subida al trono de Isabel II y desencadenó las Guerras Carlistas.



La Historia de la humanidad está plagada de pequeñas y, en muchos casos, poco conocidas anécdotas que han tenido una gran influencia en los acontecimientos posteriores. El caso de España no iba a ser una excepción, donde una simple bofetada desencadenó las tres guerras civiles que sacudieron el país en el siglo XIX.

Tal y como leemos en el blog «Anécdotas de la Historia», todo sucedió cuando en septiembre de 1832, Francisco Tadeo Calomarde, ministro de Gracia y Justicia de Fernando VII consiguió que el enfermo rey firmase un documento que restauraba la Ley Sálica. Esta decisión habría supuesto que, a la muerte del rey, habría accedido al trono su hermano Carlos María Isidro de Borbón, en lugar de su hija Isabel.

Tras conocer la noticia, Luisa Carlota de Borbón-Dos Sicilias, hermana de la reina, Maria Cristina de Borbón, y a su vez casada con el hermano menor del rey, se presentó en la corte decidida a cambiar la situación. Unos meses después de su llegada, la infanta aprovechó una breve mejoría del agonizante rey para conseguir que firmase un real decreto que abolía definitivamente la Ley Sálica.

Alertado de la maniobra de Luisa Carlota de Borbón, Calomarde se presentó en las estancias reales y trató de arrebatar el decreto de las manos de la infanta. Sin embargo, ella le contestó con unas sonoras bofetadas. Ante el pasmo de la reina y los cortesanos que habían sido testigos de la ofensa, el ministro respondió con una frase que ya ha pasado a la historia: «manos blancas no ofenden». Lejos de dejar correr el incidente, hay quien asegura que Luisa Carlota le respondió «pero hacen daño».

El resto, ya es historia bien conocida. Tras este suceso, Fernando VII no volvió a recuperar la consciencia y el decreto de abolición se promulgó el 31 de diciembre de 1832, lo que convertía a su hija Isabel en la futura reina de España.

El infante Carlos se negó a reconocer a Isabel como Princesa de Asturias, por lo que fue desterrado a Portugal, donde se proclamó rey como Carlos V con el apoyo de los «apostólicos», que desde entonces serán llamados «carlistas».

Tras la muerte de Fernando VII, el 29 de septiembre de 1833, su hija de tres años se convirtió en Isabel II de España bajo la regencia de su madre María Cristina, hecho que dividió al país y dio comienzo a la Primera Guerra Carlista.

Por su parte, Luisa Carlota de Borbón acabó distanciándose de su hermana María Cristina tras participar en varias intrigas encaminadas a conseguir casar a dos de sus hijos con las hijas de la reina regente. Exiliada en París, financió diversos libelos publicados en Madrid y destinados a criticar a su hermana.

Finalmente, y pese a la oposición de María Crisitina, el 10 de octubre de 1846, Isabel II contrajo matrimonio con su primo hermano Francisco de Asís de Borbón, tercer hijo de Luisa Carlota. Sin embargo, la infanta, que había fallecido dos años antes a los 39 años, no pudo ser testigo de la ceremonia que ponía punto y final a un plan iniciado trece años atrás con una simple bofetada.

El rey Felipe de Bélgica dedica su primer discurso de Navidad al desempleo



Lainformacion.com

El rey Felipe de Bélgica se dirigió hoy por primera vez a la nación por Navidad tras cinco meses en el cargo desde la abdicación de su padre, con un discurso centrado en el desempleo juvenil y en las posibilidades que brinda la formación.

El primogénito de Alberto II, cuya preparación para gobernar fue puesta en duda por el ala más crítica de la política, quiso dar un aire renovado a esta arraigada tradición de dirigirse a la nación por Navidad.

Su intervención televisada duró seis minutos en lugar de diez, como solían durar los discursos de Navidad de su padre, y se dirigió a la nación de pie en lugar de sentado tras la mesa de su despacho.

"En nuestro país, uno de cada cuatro jóvenes no encuentra empleo y una de cada siete personas vive en la pobreza", destacó el monarca en su intervención televisada de forma simultánea por varias cadenas del país.

Felipe se refirió a las personas que viven aisladas y al fuerte impacto que ha tenido el cierre y reestructuración de empresas en Bélgica, así como a las medidas que ha tomado el Gobierno central y regional para combatir este contexto socioeconómico difícil.

Citó, en concreto, los pasos dados para "consolidar las finanzas públicas, proteger el poder adquisitivo, la competitividad, apoyar a las empresa y mantener el modelo social", y confió en que estos esfuerzos continúen.

Ante esta situación económica, el monarca tuvo palabras de ánimo y esperanza.

"En los últimos meses y en los últimos años, mi esposa y yo hemos conocido muchos jóvenes belgas desbordantes de creatividad y energía. También conocimos personas cuyos talentos no pudieron manifestarse o ser reconocidos", señaló.

"Desarrollar las cualidades de cada uno es responsabilidad de todos. La educación y la formación son instrumentos fundamentales para ello", recalcó, y recordó que esto permite prepararse para el empleo, la inserción en la sociedad y el ejercicio de la ciudadanía.

"Al desarrollar el espíritu crítico y el trabajo en equipo, se da a los jóvenes la posibilidad de convertirse en hombres y mujeres comprometidos y responsables", agregó.

Subrayó también la importancia de establecer vínculos entre las escuelas y el mundo laboral para crear oportunidades de empleo, y citó como ejemplo de la voluntad de establecer puentes al expresidente de Sudáfrica, Nelson Mandela, a cuyo funeral asistió el monarca hace quince días.

"Mandela nos mostró que el diálogo y la reconciliación pueden cambiar el mundo. Esta fuerza interior puede ser también la nuestra", sostuvo el rey de los belgas.

A diferencia de su padre, el rey no hizo alusión en su alocución navideña a asuntos políticos que dividen a los francófonos y los flamencos, pero sí subrayó la necesidad de reforzar el vínculo entre "todos los belgas".

El año pasado, las advertencias contra el populismo y ciertos discursos políticos hechas por Alberto II en su discurso de Navidad desencadenaron críticas en el país, donde varios políticos, analistas y expertos veían en las palabras del entonces monarca un ataque a los independentistas flamencos.

Hoy, Felipe aprovechó la ocasión para apelar al orgullo patrio y recordar que el año 2013 deja logros como el premio Nobel de la Física al belga François Englert o la clasificación para la Copa del Mundo de 2014 de la selección nacional de fútbol, "los diablos rojos", tras doce años sin disputar un partido en un torneo internacional.

También quiso agradecer la "acogida inolvidable" que recibió al acceder al trono el pasado 21 de julio y aseguró que la "confianza" y el "entusiasmo" de los ciudadanos le han conmovido.

miércoles, 25 de diciembre de 2013

Discurso de Navidad de Isabel II

I once knew someone who spent a year in a plaster cast recovering from an operation on his back. He read a lot, and thought a lot, and felt miserable.

Later, he realised this time of forced retreat from the world had helped him to understand the world more clearly.

We all need to get the balance right between action and reflection. With so many distractions, it is easy to forget to pause and take stock. Be it through contemplation, prayer, or even keeping a diary, many have found the practice of quiet personal reflection surprisingly rewarding, even discovering greater spiritual depth to their lives.

Reflection can take many forms. When families and friends come together at Christmas, it's often a time for happy memories and reminiscing. Our thoughts are with those we have loved who are no longer with us. We also remember those who through doing their duty cannot be at home for Christmas, such as workers in essential or emergency services.

And especially at this time of year we think of the men and women serving overseas in our armed forces. We are forever grateful to all those who put themselves at risk to keep us safe.

Service and duty are not just the guiding principles of yesteryear; they have an enduring value which spans the generations.

I myself had cause to reflect this year, at Westminster Abbey, on my own pledge of service made in that great church on Coronation Day sixty years earlier.

The anniversary reminded me of the remarkable changes that have occurred since the Coronation, many of them for the better; and of the things that have remained constant, such as the importance of family, friendship and good neighbourliness.

But reflection is not just about looking back. I and many others are looking forward to the Commonwealth Games in Glasgow next year.

The baton relay left London in October and is now the other side of the world, on its way across seventy nations and territories before arriving in Scotland next summer. Its journey is a reminder that the Commonwealth can offer us a fresh view of life.

My son Charles summed this up at the recent meeting in Sri Lanka. He spoke of the Commonwealth's "family ties" that are a source of encouragement to many. Like any family there can be differences of opinion. But however strongly they're expressed they are held within the common bond of friendship and shared experiences.

Here at home my own family is a little larger this Christmas.

As so many of you will know, the arrival of a baby gives everyone the chance to contemplate the future with renewed happiness and hope. For the new parents, life will never be quite the same again!

As with all who are christened, George was baptised into a joyful faith of Christian duty and service. After the christening, we gathered for the traditional photograph.

It was a happy occasion, bringing together four generations.

In the year ahead, I hope you will have time to pause for moments of quiet reflection. As the man in the plaster cast discovered, the results can sometimes be surprising.

For Christians, as for all people of faith, reflection, meditation and prayer help us to renew ourselves in God's love, as we strive daily to become better people. The Christmas message shows us that this love is for everyone. There is no one beyond its reach.

On the first Christmas, in the fields above Bethlehem, as they sat in the cold of night watching their resting sheep, the local shepherds must have had no shortage of time for reflection. Suddenly all this was to change. These humble shepherds were the first to hear and ponder the wondrous news of the birth of Christ - the first noel - the joy of which we celebrate today.

I wish you all a very happy Christmas.

Comentarios al discurso del Rey





MÀRIUS CAROL, DIRECTOR DE LA VANGUARDIA

El discurso del Rey

LOS tres conceptos más relevantes del discurso de Nochebuena del Rey fueron la urgente necesidad de mejorar la calidad de la democracia, la invitación a las fuerzas políticas para que aborden reformas para afrontar el futuro y la admisión personal de las exigencias de ejemplaridad que reclama la sociedad. La dos primeras son cuestiones que afectan a los políticos y la tercera resulta un compromiso propio. El segundo de los puntos citados es suficientemente amplio para que cada uno pueda completarlo a partir de su criterio. Pero, si bajamos al terreno de la concreto, podríamos preguntarnos qué es lo que hay que reformar, cuál de los problemas que existen encima de la mesa exige más audacia, cómo nos imaginamos el futuro. Desde la perspectiva catalana, seguramente el Rey pudo ser más explícito con el momento que vive el país, aunque la invitación al diálogo político es una manera inteligente de exhortar al acuerdo. Por cierto, el Monarca pidió liderazgo a los gobernantes en esta hora. En cualquier caso, el verbo unir fue citado en ocho ocasiones a lo largo del discurso. Y la Constitución no sólo fue referida en el texto, sino que igualmente estuvo presente en la mesa ante la cual don Juan Carlos se dirigió a las cámaras.

Antoine de Saint-Exupéry le hacía decir al rey del primer planeta que visita el Pequeño Príncipe: "Yo, que reino, estoy más sometido a mi pueblo que ninguno de mis súbditos", una sentencia que vale también para la alocución real del 24 de diciembre. El discurso intenta abarcar muchas sensibilidades y ser transversal. La complicación es que España resulta tan diversa que no es fácil encajar las piezas del puzle sin dejarse ninguna.


EDITORIAL DE LA VANGUARDIA


Una buena partitura

EL discurso del Rey en Navidad siempre debe ser seguido con atención. Es un mensaje institucional que actúa de espejo, de sintetizador y de proyector. Espejo de los principales problemas de España. Sintetizador de las sensibilidades políticas y sociales, en busca de un común denominador. Y proyector del espíritu de superación y de esperanza en el futuro, dos de los rasgos más positivos de la vida española desde la restauración de la democracia. Espejo, síntesis y proyecto, con un sello personal acorde con el carácter específico de la monarquía constitucional. El Rey no gobierna, pero tampoco es un altoparlante al servicio de la mera coyuntura. El Monarca enmarca con su discurso el espacio cívico compartido.

El discurso de esta Navidad se ajusta perfectamente a las características arriba descritas. Don Juan Carlos, todavía en proceso de recuperación física tras un año en el que ha tenido que soportar tres operaciones quirúrgicas, se refirió con claridad y tacto a los principales problemas españoles, comenzando por la crisis económica y el paro. Reconoció la lamentable erosión del prestigio de la política y de las instituciones como consecuencia de los "comportamientos poco ejemplares". Pidió unidad y respeto a la Constitución, sin referirse de manera expresa a la cuestión catalana, pero también habló de reformas y de una España cimentada en la diversidad. Se mostró favorable en primera persona a las exigencias sociales de "ejemplaridad y transparencia", y apeló al esfuerzo de superación, sin caer en fáciles triunfalismos. Y tuvo palabras de aliento y reconocimiento para quienes contribuyen de manera anónima y silenciosa a evitar un mayor desencuadernamiento del edificio social. Muy acertada fue la referencia a los pensionistas, que, tras una vida de esfuerzo, ayudan a mantener en pie humildes economías familiares.

Discurso acertado en el tono y en el contenido. Espejo: crisis económica, desgaste moral de las instituciones, diversidad interna mal ajustada, tensiones alrededor de la Constitución. Voluntad de síntesis: defensa constitucional, deseos de unidad y apertura a las reformas; apelación "a salir unidos de la crisis", con el reconocimiento de "un país diverso de culturas y de sensibilidades distintas". Proyecto: llamada a la superación y a la confianza en el futuro, sin fáciles retóricas que chocarían con la Navidad difícil que este año van a pasar miles y miles de familias.

Un discurso, insistimos, con el tono adecuado. Tras un periodo de intenso desgaste, ni las instituciones ni los principales partidos políticos españoles están hoy en condiciones de dirigirse a la sociedad con grandilocuencias y discursos imperativos, por los que todavía suspiran algunas minorías. No es el momento de los tambores de hojalata, ni en el conjunto de España, ni tampoco en Catalunya. El Rey interpretó ayer la partitura adecuada y es de desear que esta sea seguida en el 2014 por los principales actores políticos y sociales del país, en detrimento de quienes sueñan con la imposición y con el desgarro.

Modestia, realismo, aceptación de las exigencias sociales de ejemplaridad, transparencia y apelación al esfuerzo colectivo desde el respeto a las leyes y el reconocimiento de la diversidad. En ese discurso cabemos todos. Esa es la partitura que la mayoría social entiende y que la sociedad catalana aceptará si la política sabe interpretarla bien en un futuro inmediato.

EDITORIAL DE EL MUNDO

Acertadas palabras regeneracionistas, veamos los hechos


FUE ELde ayer un mensaje de Navidad de gran calado político, con un Rey que se esforzó en conectar con el desencanto extendido entre los ciudadanos mediante un lenguaje regeneracionista que no se le había escuchado en años anteriores.

Tal vez lo más relevante de su intervención navideña fue la vinculación expresa que realizó entre la crisis económica y los graves errores de la clase política dirigente, algo que el Gobierno de Rajoy siempre ha intentado negar pero que ha calado profundamente en la opinión pública.

En ese sentido, Don Juan Carlos afirmó que existe «un desaliento» provocado tanto por la situación económica como por «los casos de falta de ejemplaridad en la vida pública», que ha afectado al «prestigio de las instituciones». Incidiendo en esta idea, el Monarca reclamó a políticos, altos cargos y líderes sociales «un profundo cambio de actitud -nunca había empleado una expresión así- y un compromiso ético en todos los ámbitos». Reconocía así que existe una creciente desafección hacia el sistema y que hay un profundo divorcio entre las instituciones y la calle.

En este contexto, el Monarca apeló a «una regeneración que no es competencia exclusiva de los responsables políticos» sino de toda la sociedad española. También era la primera vez en sus discursos navideños que empleaba el término «regeneración».

El Rey no se refirió expresamente a la reforma constitucional en su alocución, pero apuntó que «hay voces que quieren una actualización de los acuerdos de convivencia», lo que sugiere que toma nota de que ese debate está abierto.

No faltaron tampoco oportunas referencias a las víctimas del terrorismo, con las que todos seguimos teniendo «una permanente deuda de gratitud». «Sé que estáis pasando momentos especialmente difíciles», señaló en alusión a la reciente excarcelación de etarras por la anulación de la doctrina Parot.

Don Juan Carlos aludió al reto soberanista de Mas de forma ambigua y genérica. Subrayó que «las controversias» hay que dirimirlas dentro de las «reglas de juego democráticas aprobadas por todos» y reivindicó la Constitución de 1978 como fuente de prosperidad y libertad. Pero el Rey no hizo ninguna referencia concreta a la consulta independentista del 9 de noviembre ni al desafío a la legalidad que implica, como si hiciera suya la estrategia pasiva del Gobierno ante un hecho tan excepcional.

Pero sin duda lo más llamativo del mensaje fueron los últimos parrafos, en los que expresó su «determinación» de continuar su «mandato» como jefe del Estado con el «fiel desempeño» de «las competencias» que le atribuye la Constitución, cerrando así toda especulación sobre su abdicación. Don Juan Carlos recalcó: «Asumo las exigencias de ejemplaridad y transparencia que hoy reclama la sociedad», unas palabras que suponen un compromiso personal por el que se le va a medir de ahora en adelante.

No hay duda de que el Rey es perfectamente consciente del deterioro de la imagen de la Monarquía y pretende con esa aseveración tan contundente salir al encuentro del problema. Eso es positivo, pero seguro que muchos españoles recordaron anoche que hace dos años aseguró que «la ley es igual para todos» en relación al caso Urdangarin y luego se ha demostrado que no es así.

La propia Casa del Rey le ha desmentido en 2013 al criticar al juez Castro, al incitar a la Fiscalía a salir en defensa de la Infanta, al buscar un abogado que hace lobby político y al atizar a los medios ultramonárquicos contra las decisiones de dicho magistrado.

En resumen, el de ayer fue un mensaje importante en el que Don Juan Carlos estuvo a la altura de los díficiles tiempos que atravesamos. Es evidente que hizo un esfuerzo por mejorar su imagen y demostrar que conecta con la indignación de los ciudadanos ante la corrupción y los abusos de la partitocracia. Pero habrá que esperar para constatar si los hechos están de ahora en adelante en consonancia con el atractivo regeneracionismo por el que abogó.

EDITORIAL DE EL PAÍS

Cabemos todos

El mensaje navideño del Rey era esperado con una expectación igual o superior al que despertaron los más comprometidos de sus 38 años de reinado. Nunca los españoles habían soportado en ese largo periodo histórico una crisis económica de la envergadura de la que viene deteriorando sus condiciones de vida desde hace ya seis años. Tampoco un deterioro institucional tan palpable, que no excluye a la propia institución monárquica, y una crisis de identidad nacional, que procede de la voluntad independentista de muchos catalanes, apoyada por buena parte de sus clases dirigentes.
Ante una situación así lo que dijera el Rey en su tradicional mensaje navideño tenía una especial relevancia. 2013 concluye, además, sin que la leve mejoría de los datos macroeconómicos que aduce el Gobierno haya tenido la más mínima incidencia sobre la situación cada vez más precaria de las clases medias y trabajadoras. El descrédito de los políticos ha seguido en caída libre a lomos de los casos de corrupción que afectan a los partidos —en este año especialmente al del Gobierno—, a organizaciones empresariales y sindicales, así como a sectores diversos de las administraciones públicas. Uno de esos casos de corrupción, el que afecta al yerno del Rey, Iñaqui Urdangarin, planea dolorosamente en este final de año sobre la familia real ante la incógnita todavía no despejada de la posible imputación de la infanta doña Cristina.
Dentro de los condicionantes de índole constitucional que limitan la toma de posición del Rey sobre los temas sujetos a la acción política, el mensaje navideño de don Juan Carlos no ha defraudado. Contiene, en primer lugar, un reconocimiento al sacrificio de los amplios sectores sociales que están soportando de manera más incisiva la crisis económica, así como una firme llamada al compromiso ético en los comportamientos de dirigentes políticos, económicos y sociales, del que él no se excluye al asumir en su puesto "las exigencias de ejemplaridad y transparencia que reclama la sociedad".
La constatación de que "hay voces en nuestra sociedad que quieren una actualización de los acuerdos de convivencia" será interpretada, sin duda, como una referencia realista a lo que sucede en Cataluña. El Rey admite que esa cuestión, como otras, podrá resolverse con realismo, con esfuerzo y con un funcionamiento correcto del Estado de derecho, y no deja de recordar los efectos beneficiosos que para el bienestar y la convivencia de los españoles ha tenido y tiene el modelo constitucional de 1978, aunque existan aspectos que mejorar en la calidad de nuestra democracia. Nunca de manera tan explícita ha señalado el Rey el modelo de nación que promueve la Corona, "una España abierta en la que cabemos todos", y cuyos nexos de unión son "la intensidad de los afectos y lazos históricos, las culturas que compartimos, la convivencia de nuestra lenguas y la aceptación del diferente".

El Rey defiende «esa España abierta en la que cabemos todos»



ABC
Su Majestad el Rey transmitió ayer uno de los Mensajes de Navidad más cercanos a la sociedad de todo su Reinado. En poco más de once minutos y medio, Don Juan Carlos abordó los graves problemas de nuestro país: habló del paro, de la necesidad de ejemplaridad en la vida pública -compromiso que asumió en primera persona- y de la importancia de seguir construyendo una «España abierta en la que cabemos todos», en clara referencia a Cataluña.
El Rey no habló de unidad, sino de «lo que nos une», como ya hizo Don Felipe el pasado 12 de octubre, y recurrió a una frase que pronunció el Príncipe de Asturias en la entrega de los premios que llevan su nombre para afirmar que «España es una gran Nación que vale la pena vivir y querer, y por la que merece la pena luchar».
Cada vez con mejor tono vital, defendió el actual sistema político, el de la Constitución de 1978, frente a quienes pretenden que lo ignoremos, porque «nos ha proporcionado el periodo más dilatado de libertad, convivencia y prosperidad de toda nuestra historia».

Texto íntegro

A continuación reproducimos el texto íntegro del Mensaje de Navidad: «Buenas noches. Quiero expresaros a todos mi cordial felicitación en esta Navidad, desearos un venturoso Año Nuevo y compartir con vosotros mis reflexiones sobre el que estamos acabando y mis convicciones sobre nuestro futuro en común.
España continúa sufriendo los efectos de una crisis económica y financiera de una duración y magnitud desconocidas en la historia reciente de la Unión Europea, con efectos muy negativos sobre las personas, las familias y las empresas.
Quiero, por eso, empezar mis palabras con un saludo especialmente afectuoso a aquellos a quienes con más dureza está golpeando esta crisis: a los que no habéis podido encontrar trabajo o lo habéis perdido durante el año que va a terminar; a los que por circunstancias diversas no podéis disponer de una vivienda; a los jóvenes que no habéis podido encauzar todavía vuestra vida profesional; a todos los que habéis soportado tan duros sacrificios con coraje, y a quienes lucháis con vuestros mejores esfuerzos por hacer realidad vuestras legítimas aspiraciones.

A quienes aportan lo mejor

Saludo también a quienes estáis aportando lo mejor de vuestra creatividad y de vuestro talento para superar las dificultades. Pienso en particular en todos los emprendedores; en la pequeña y mediana empresa que sostiene el tejido productivo de la Nación; en los trabajadores autónomos; en los inmigrantes, cuya aportación hay que agradecer sin reservas; en los servidores públicos; en quienes estáis trabajando fuera de España.
Y pienso en vosotros, las personas mayores, los pensionistas, que estáis siendo el soporte de muchas economías familiares. Gracias por vuestra ayuda. Es extraordinaria la fuerza de la familia en España, y fundamental el papel que está jugando en esta grave crisis. Gracias también a la sociedad civil que ha demostrado una solidaridad verdaderamente ejemplar para atender a millones de personas en graves dificultades. Gracias, en definitiva, al conjunto de los ciudadanos por vuestro ejemplo de responsabilidad y de civismo en tiempos ciertamente difíciles.
Permitidme dedicar un recuerdo muy especial y emocionado a las víctimas del terrorismo, con las que la sociedad sigue teniendo una permanente deuda de gratitud. Unas personas y unas familias que durante décadas han sufrido cruelmente la violencia y el terror de unos criminales totalitarios. Sé que estáis pasando momentos especialmente difíciles. Hoy, como antes y como siempre, quiero compartir vuestro dolor con renovada solidaridad y expresaros todo mi apoyo.
Es indiscutible que la crisis económica que sufre España ha provocado desaliento en los ciudadanos, y que la dificultad para alcanzar soluciones rápidas, así como los casos de falta de ejemplaridad en la vida pública, han afectado al prestigio de la política y de las instituciones.
Sé que la sociedad española reclama hoy un profundo cambio de actitud y un compromiso ético en todos los ámbitos de la vida política, económica y social que satisfaga las exigencias imprescindibles en una democracia. Es verdad que hay voces en nuestra sociedad que quieren una actualización de los acuerdos de convivencia. Estoy convencido de que todas estas cuestiones se podrán resolver con realismo, con esfuerzo, con un funcionamiento correcto del Estado de Derecho y con la generosidad de las fuerzas políticas y sociales representativas.
Realismo para reconocer que la salud moral de una sociedad se define por el nivel del comportamiento ético de cada uno de sus ciudadanos, empezando por sus dirigentes, ya que todos somos corresponsables del devenir colectivo. Esfuerzo para que la economía confirme los indicios de recuperación que se están empezando a ver y que tienen que ser todavía más sólidos, porque no podemos aceptar como normal la angustia de los millones de españoles que no pueden trabajar. Para mí, la crisis empezará a resolverse cuando los parados tengan oportunidad de trabajar.

Una verdad incuestionable

Funcionamiento del Estado de Derecho para que la ejemplaridad presida las instituciones, para que se cumplan y hagan cumplir la Constitución y las leyes, y para que las diferencias y las controversias se resuelvan con arreglo a las reglas de juego democráticas aprobadas por todos. El respeto de esas reglas es la garantía de nuestra convivencia y la fortaleza de nuestra democracia. Esta es una verdad incuestionable que debemos tener muy en cuenta. Y, como siempre, generosidad para saber ceder cuando es preciso, para comprender las razones del otro y para hacer del diálogo el método prioritario y más eficaz de solución de los problemas colectivos.
Mi posición me ha permitido vivir las múltiples vicisitudes por las que ha atravesado España, a la que he dedicado mi vida. He visto momentos malos y buenos y siempre hemos sabido los españoles salir juntos de los malos y construir juntos los buenos.
Con esa experiencia, puedo decir que el sistema político que nació con la Constitución de 1978 nos ha proporcionado el período más dilatado de libertad, convivencia y prosperidad de toda nuestra historia y de reconocimiento efectivo de la diversidad que compone nuestra realidad. Conviene que lo tengamos bien presente, pues a menudo se pretende que lo ignoremos o lo olvidemos cuando se proclama una supuesta decadencia de nuestra sociedad y de nuestras instituciones.
Reivindicar ese logro histórico no es incompatible con reconocer, como acabo de señalar, la necesidad de mejorar en muchos aspectos la calidad de nuestra democracia. Esa crucial tarea de modernización y regeneración no es competencia exclusiva de los responsables políticos. También lo es de los agentes económicos y sociales y de la sociedad en su conjunto a través de sus estructuras organizativas.
Durante muchos años, juntos hemos caminado en la construcción de nuestra democracia, juntos hemos resuelto problemas no más fáciles que los que hoy afrontamos, y siempre con la ambición de llegar a un objetivo común. Pues bien, juntos debemos seguir construyendo nuestro futuro porque nos unen y nos deben seguir uniendo muchísimas cosas: Nos une el afán de asegurar un porvenir sólido, justo y lleno de oportunidades. Nos unen la intensidad de los afectos y lazos históricos, las culturas que compartimos, la convivencia de nuestras lenguas, la aceptación del diferente. Nos une la extraordinaria riqueza de un país diverso, de culturas y sensibilidades distintas. Nos une la solidaridad que siempre demostramos ante las grandes adversidades, ante las desigualdades sociales y territoriales, ante las necesidades de nuestros vecinos. Y nos une y nos debe seguir uniendo el sentimiento de comunidad que recientemente expresaba el Príncipe de Asturias: España es una gran Nación que vale la pena vivir y querer, y por la que merece la pena luchar.
La Corona promueve y alienta ese modelo de nación. Cree en un país libre, justo y unido dentro de su diversidad. Cree en esa España abierta en la que cabemos todos. Y cree que esa España es la que entre todos debemos seguir construyendo.

Superar las diferencias

Por ello, invito a las fuerzas políticas a que, sin renunciar a sus ideas, superen sus diferencias para llegar a acuerdos que a todos beneficien y que hagan posibles las reformas necesarias para afrontar un futuro marcado por la prosperidad, la justicia y la igualdad de oportunidades para todos. Invito a los líderes políticos y a los agentes sociales a que ejerzan su liderazgo y combatan el conformismo, el desaliento y el victimismo. Invito a la comunidad intelectual a ser intérprete de los cambios que se están produciendo y a ser guía del nuevo mundo que está emergiendo en el orden geopolítico, económico, social y cultural.
Invito a las instituciones públicas, los empresarios e inversores a que apuesten decididamente por la investigación y la innovación, para mejorar la competitividad y contribuir así a la creación de empleo. Y os invito a todos a recuperar la confianza en nosotros mismos y en nuestras posibilidades para hacer realidad nuestros mejores anhelos como españoles.
Esta noche, al dirigiros este mensaje, quiero transmitiros como Rey de España: En primer lugar, mi determinación de continuar estimulando la convivencia cívica, en el desempeño fiel del mandato y las competencias que me atribuye el orden constitucional, de acuerdo con los principios y valores que han impulsado nuestro progreso como sociedad. Y, en segundo lugar, la seguridad de que asumo las exigencias de ejemplaridad y transparencia que hoy reclama la sociedad.
Finalmente, al despedirme, quiero agradecer los generosos testimonios de aliento que he recibido a lo largo de este año, desearos que esta Nochebuena sea una oportunidad para el reencuentro familiar y que en 2014 se cumplan las mejores esperanzas de todos. De nuevo, Feliz Navidad y buenas noches».

lunes, 23 de diciembre de 2013

Akihito cumple 80 años: 'Ser emperador puede ser de lo más solitario'

Akihito y su esposa.

El Mundo

La monarquía más antigua del mundo celebra el cumpleaños de su octogenario líder. Miles de personas se han reunido este lunes ante el palacio imperial para celebrar los 80 años del emperador Akihito, quien ha tenido unas palabras para su mujer, la primera emperatriz plebeya, quien el ha apoyado en su tarea "solitaria".

"Ser emperador puede ser una tarea solitaria", ha asegurado Akihito en una entrevista difundida este lunes por la agencia imperial. "Pero la presencia a mi lado de la emperatriz me ha aportado consuelo y alegría. Siempre ha respetado mi posición y me ha apoyado".

"Me siento muy feliz de poder haber asumido mi papel con la emperatriz a mi lado", añadió el monarca, que accedió al trono del crisantemo en 1989, tras la muerte de su padre, el emperador Hirohito.

La emperatriz Michiko, hija de un industrial, fue la primera plebeya en casarse, en 1959, con un miembro de la familia imperial en la historia moderna de Japón. También ha sido la primera emperatriz en criar ella misma a sus hijos (tres), preparándoles la comida para el colegio.

Intensa agenda

Acompañado de su esposa, su hijo Naruhito y la princesa Masako (cuya presencia siempre es celebrada, debido a la depresión que la mantiene alejada de sus tareas), el monarca ha saludado a los japoneses llegados para celebrar su cumpleaños.

Akihito reiteró a medios de comunicación nipones su intención de seguir manteniendo su carga de trabajo habitual, pese a tener previsto empezar a delegar próximamente algunos compromisos debido a la edad.

"Espero seguir cumpliendo con mi deber lo mejor que pueda, mientras voy aceptando los límites derivados de mi edad", explicó Akihito en rueda de prensa. Es el segundo emperador japonés, junto con su padre Hirohito, que ha cumplido 80 años ocupando el Trono del Crisantemo.

Tal y como informó la Agencia de la Casa Imperial en mayo, Akihito y la emperatriz Michiko, de 79 años, delegarán a partir de 2015 en sus hijos sus visitas anuales a guarderías y residencias de ancianos de cara a aligerar un poco su carga de trabajo.

Está previsto que sean el príncipe heredero, Naruhito, y su hermano, Akishino, los que lleven a cabo a partir de 2015 estas visitas que desde 1992 Akihito y Michiko han realizado anualmente cada 5 de mayo, Día del Niño, y cada tercer lunes de septiembre, cuando se conmemora el Día del Respeto a los Mayores.

"Ya tenemos una enorme diferencia de edad con los niños, y tenemos prácticamente la misma que los ciudadanos mayores", explicó Akihito, que sin embargo insistió en que su estado de salud "no ha tenido peso en esta decisión".

Con respecto a la posibilidad de encomendar otras tareas a miembros de la familia imperial, Akihito afirmó le gustaría "mantener el status quo por el momento".

"Mi intención es seguir cumpliendo con mis tareas de acuerdo a lo que estipula la Constitución", añadió.

viernes, 20 de diciembre de 2013

La Infanta Elena cumple 50 años

ABC

Doña Elena recupera su sitio de siempre

Almudena Martínez-Fornés

Ha heredado la simpatía de su padre, pero también sus prontos. Amable y divertida a corta distancia, arrasa ante las multitudes. Es una de las pocas personas públicas -quizá la única- que sigue saliendo a la calle y acudiendo a actos masivos a la que no han abucheado nunca. Los más viejos de Palacio dicen que su delicadeza de movimientos (cómo camina, cómo saluda o cómo coge los cubiertos en la mesa) le viene de su bisabuela británica. Pero ella combina esa distinción con la llaneza y tan pronto suelta un taco como se presenta en el hospital a ver a su padre con un melón.

Tiene dos hijos, está divorciada, cuida su dieta y le gustan los toros y las tradiciones. Pero, sobre todo, es extremadamente disciplinada. Lo que le dice su padre va a misa. Es Doña Elena, Infanta de España, que hoy cumple 50 años.

Si finalmente las leyes recogen algún día el sentir general, Doña Elena pasará a la historia de España como la última primogénita de Reyes discriminada por razones de sexo. Algo que a ella, en realidad, nunca le ha importado. Cuando vino al mundo su hermano, Don Felipe, ella tenía cuatro años y ni en aquel momento, ni después, nadie cuestionó que el Heredero de la Corona fuera él.

Hoy lleva con orgullo su título de Infanta de España y siempre está dispuesta a representar al Rey donde se lo pidan o, incluso, a dar un paso atrás, si es lo que requieren las circunstancias. Eso es precisamente lo que hizo en el desfile del 12 de octubre de 2012. Era la primera Fiesta Nacional a la que no iba a asistir la Infanta Doña Cristina, después de que estallara el caso Nóos. En Zarzuela se pensó que la ausencia de la hermana -que en aquel momento no había sido imputada- quedaría más disimulada si Doña Elena daba un paso hacia atrás. Por ello, en lugar de ocupar la tribuna junto a los Reyes y los Príncipes de Asturias, siguió la ceremonia en la tribuna de autoridades, junto al líder de la oposición, Alfredo Pérez Rubalcaba, y tampoco estuvo presente en el saludo a las autoridades, en la posterior recepción en el Palacio Real.

El cambio de protocolo para la Infanta encajaba con la vieja idea de la Casa del Rey de ir dando progresivamente más protagonismo al llamado «núcleo central», integrado por Reyes y Príncipes, una intención que se mantiene firme, al margen de cómo se resuelvan los problemas judiciales de Doña Cristina. Sin embargo, la opinión pública lo percibió como una discriminación a Doña Elena. Ella, disciplinada, le quitó todo el hierro al asunto, al encajar el cambio «con toda normalidad». «Algún día tenía que llegar», dijo. Pero aquello fue algo circunstancial con lo que se pretendía suavizar la escenificación de un problema muy difícil de gestionar.

Al siguiente desfile militar de la Fiesta Nacional, el del pasado 12 de octubre, sólo asistieron los Príncipes. En ausencia del Rey, convaleciente de una operación, el Heredero de la Corona presidiría la parada. Descartada la presencia de la Reina en el desfile por razones protocolarias, se descartó también la de Doña Elena. Sin embargo, horas después, en la recepción del Palacio Real, se visualizó, por primera, que la Infanta había vuelto a recuperar su sitio de siempre como un valioso activo de la Corona. Doña Elena volvió a estar presente en la línea de saludo a las autoridades, junto a la Reina y los Príncipes. Aunque el número de actividades oficiales a las que asiste cada año se mantiene en algo más de una treintena, últimamente ha retomado algunos actos importantes, como la entrega de las Medallas de Oro al Mérito Deportivo, que presidió en solitario el pasado octubre.

No hay encuestas que sondeen la popularidad de Doña Elena, como sí las hay de los Reyes y los Príncipes. Sin embargo, a juzgar por la simpatía con la que es recibida allá donde va y por las invitaciones que se reciben en Zarzuela para que presida actos, debe ser muy elevada.

Buena relación familiar

Dentro de la Familia Real, Doña Elena también disfruta de una situación especial. El caso Nóos no ha afectado a sus relaciones familiares con los demás miembros. De hecho, el pasado fin de semana viajó a Ginebra con la Reina y con su hijo Felipe para asistir al cumpleaños de su sobrino Pablo, hijo de los Duques de Palma. Desde allí, se trasladó a Londres, también con Doña Sofía, para recoger a su hija Victoria, que estudia en el Reino Unido y acaba de empezar las vacaciones de Navidad. Como madre, a Doña Elena le preocupa enormemente la exposición de sus hijos, sobre todo de Felipe, a unos medios de comunicación que no respetan su minoría de edad y convierten en titular cualquier detalle de su vida. A ella tampoco cesan de atribuirle romances desde que se divorció de Jaime de Marichalar, en 2009.

En estos momentos, Doña Elena es el único miembro de la Familia Real en activo que percibe ingresos por su actividad profesional. Es la primera Infanta con título universitario -licenciada en Ciencias de la Educación- y la primera que cotizó a la Seguridad Social. Hace ya más de cinco años que trabaja en la fundación del mayor grupo asegurador español. Como directora de Proyectos Sociales y Culturales de la Fundación Mapfre, está encantada con su trabajo, con su equipo, integrado por seis personas, y con la labor solidaria. Todo ello le llena la vida.

Álbum de fotos

lunes, 16 de diciembre de 2013

Felicitaciones navideñas de la Familia Real



Los Príncipes de Asturias han elegido una simpática fotografía familiar para felicitar las Navidades y el nuevo año. La imagen se tomó durante una visita privada que Don Felipe y Doña Letizia han realizado al Museo del Prado junto a sus hijas, las Infantas Leonor y Sofía.

Hasta ahora, no se tenía conocimiento de esa visita, que ha coincidido con la exposición «Velázquez y la familia de Felipe IV», que en estos momentos se exhibe en la pinacoteca. Esta muestra fue inaugurada por la Reina y el presidente de Austria el 7 de octubre y permanecerá abierta hasta el 9 de febrero.

Entre la treintena de obras expuestas, los Príncipes y sus hijas eligieron un cuadro de la infanta Margarita siendo niña para posar delante. Este lienzo, pintado por Velázquez en 1654, fue enviado por Felipe IV a Leopoldo I de Habsburgo para que conociera el aspecto de su prometida, que en aquel momento tenía tres años. En la actualidad, la obra pertenece al Kunsthistorisches Museum de Viena, que la ha prestado para la exposición.

La historia de la Infanta Margarita –que acabó convertida en Emperatriz del Sacro Imperio Romano Germánico tras la boda con su tío– debió llamar la atención de las hijas de los Príncipes durante la visita al museo.

[Mira aquí las felicitaciones de Navidad de años anteriores]

La «Adoración de los pastores»

Los Reyes han vuelto a elegir una obra de arte para felicitar las Navidades. En este caso, se trata de una reproducción del óleo sobre tabla del siglo XVI «Adoración de los pastores», de Jacopo Bassano, perteneciente a la Colección Real del Museo Nacional del Prado.

Ambas felicitaciones han sido dadas a conocer este lunes por la Casa del Rey. Tanto los Reyes como los Príncipes utilizarán estos christmas para felicitar a las instituciones y a las personas con las que han tenido contacto a lo largo del año.

Igual que hizo el año pasado, el Palacio de la Zarzuela no ha difundido ni lo hará las felicitaciones que envíen la Infanta Doña Elena y los Duques de Palma, que se conocerán en cuanto empiecen a llegar a sus destinatarios. El año pasado, llamó mucho la atención que Iñaki Urdangarín siguiera firmando como Duque de Palma en los christmas, a pesar de los deseos de la ciudad que lleva este nombre de que dejara de utilizarlo como consorte, ya que la titular es Doña Cristina.