J. M. SERRANO
ABC
El Rey ha tenido que tomar decisiones muy difíciles y dolorosas a lo largo de su vida y ahora se encuentra ante uno de los problemas más graves que ha afectado a la Zarzuela en los 36 años de Reinado: jueces y fiscales consideran que hay suficientes indicios para investigar bajo la sospecha de corrupción, por primera vez en la historia, a un miembro de la Familia Real. Si hay algo que ha caracterizado a las decisiones de Don Juan Carlos es que en todas ellas han prevalecido siempre los intereses de España sobre todo lo demás.
Desde que fue proclamado Rey, Don Juan Carlos ha tenido que afrontar numerosas situaciones complicadas y alarmantes —la más extrema el intento del golpe de Estado del 23 de febrero de 1981, que el Rey resolvió en pocas horas de forma ejemplar—, pero en todas las ocasiones anteriores la amenaza venía de fuera.
Un gesto tranquilizador
Desde hace casi un mes, cada día se publican nuevos detalles oscuros de los supuestos negocios de Iñaki Urdangarín. Unas noticias que caen como un jarro de agua helada sobre el ánimo de millones de españoles, bastante minado ya por la difícil situación que atraviesa nuestro país. Mientras muchos miran con impaciencia al Palacio de La Zarzuela, a la espera de algún gesto tranquilizador, otros, una ruidosa minoría, aprovechan el silencio para intentar erosionar a una Institución cuyo poder reside precisamente en la autoridad moral. El debate lleva semanas en la calle, en los medios de comunicación y en los restaurantes y cafés.
Oficialmente, desde el Palacio de La Zarzuela se ha guardado silencio en estos primeros momentos para no interferir en las investigaciones judiciales, pues cualquier comentario que se hiciera podría ser interpretado a favor o en contra de las mismas. Queda claro que el Rey quiere que la Justicia investigue a su yerno como haría con cualquier otro ciudadano. Sin embargo, ese silencio autoimpuesto ha dejado a la Casa del Rey en una situación de indefensión.
De hecho, voces muy cercanas en sus afectos a la Institución han manifestado a ABC su inquietud por el desgaste que este caso judicial podría ocasionar si se demora esta situación de indefensión. Temen que la imagen de la Corona, que es la institución política más valorada por los españoles, pueda verse distorsionada por estas noticias. El Rey es consciente de esta inquietud. Sin embargo, la Casa Real, cuyas decisiones siempre son muy meditadas, no se pronunciará hasta que considere que es el momento oportuno para hacerlo. Entonces lo hará con contundencia y claridad.
Aunque aún no se sabe cuál será ese momento exacto, lo cierto es que a finales de mes, el Rey dirigirá los dos discursos más importantes del año: el tradicional mensaje de Navidad y el que pronuncie con motivo de la apertura de la Legislatura en el Congreso de los Diputados, prevista para los días 26 ó 27 de diciembre.
Urdangarín también mantiene silencio, aunque su rostro, visiblemente desmejorado, refleja un estado de angustia y preocupación que no necesita palabras para corroborarlo. Desde que se filtró el auto judicial que le convirtió en sospechoso de corrupción, el marido de la Infanta Doña Cristina solo ha hecho público un breve comunicado en el que defendía su inocencia y pedía tiempo para conocer los pormenores de las diligencias previas antes de pronunciarse. Desde entonces, no ha pasado un solo día en el que los medios de comunicación no publicaran algún detalle más de sus supuestos negocios, pero él no ha recibido todavía ningún documento de los juzgados. Aunque no lo haya recibido aún, desde hace días se espera que se pronuncie mediante un comunicado que difundirían sus abogados.
Dos o tres años de juicio
Urdangarín quiere hacer público y visible su apartamiento voluntario de la Familia Real y dejar claro que las actuaciones que ahora están siendo investigadas se realizaron al margen de la Institución. Una medida cautelar que frenaría el desgaste al que puede verse sometida la jefatura del Estado durante los dos o tres años que podría tardar en resolverse este caso judicial.
El apartamiento voluntario de Urdangarín podría ser similar al que siguió Jaime de Marichalar, aunque por motivos totalmente distintos, tras el divorcio de la Infanta Doña Elena. De ser así, consistiría en que Urdangarín dejara de utilizar el título de Duque consorte de Palma de Mallorca y en que dejara de figurar en la página web de la Casa Real. Algunos creen que en ella sólo deberían figurar los Reyes y los Príncipes de Asturias —el núcleo duro de la Familia Real—, pues son los únicos miembros cuyos ingresos proceden exclusivamente de la asignación presupuestaria. Además, Urdangarín no volvería a acudir a ningún acto institucional como miembro de la Familia Real. El último fue la Fiesta Nacional del pasado 12 de octubre. De momento, el próximo acto previsto al que suelen asistir todos los miembros es la Solemne Apertura de la X Legislatura en el Congreso de los Diputados. Ese día, obviamente, Urdangarín no irá a la Cámara Baja.
lunes, 5 de diciembre de 2011
La difícil decisión del Rey
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