lunes, 12 de diciembre de 2011

Del sueño a la pesadilla

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A. MARTÍNEZ-FORNÉS
ABC

En apenas dos meses la vida de Iñaki Urdangarín ha dado un giro brutal. El pasado 12 de octubre acompañaba con todos los honores a los Reyes, los Príncipes de Asturias y las Infantas Doña Elena y Doña Cristina en la celebración del Día de la Fiesta Nacional y recibía el saludo cariñoso de los invitados a la posterior recepción en el Palacio Real. Más o menos, como había había sido siempre desde aquel 4 de octubre de 1997 en el que aquel sano jugador de balonmano se casó con una Infanta de España. Menos de un mes después del Día del Pilar, Urdangarín se convertía en el primer miembro de la Familia Real española sospechoso de corrupción. El miércoles 9 de noviembre, festividad de la Almudena, el Duque de Palma se despertaba en Washington alertado por las noticias que se estaban publicando sobre él en España. Varios medios de comunicación habían publicado un demoledor auto judicial que ponía seriamente en entredicho su prestigio como hombre de negocios.

Al día siguiente de la publicación del auto, el jueves 10, Urdangarín tomó un vuelo con destino a Madrid, adonde llegó el viernes por la mañana; permaneció en la capital unas pocas horas y esa misma tarde regresó a Washington. Esa noche del viernes 11 hacía público a través de la delegación de la agencia Efe en la capital de Estados Unidos su primer comunicado. Solo era una escueta nota en la que anunciaba que defendería su inocencia y su honorabilidad y en la que pedía tiempo para conocer los pormenores de las diligencias previas antes de pronunciarse. Un mes después, Urdangarín seguía en silencio, hasta ayer.

Las proximidades de su casa de Washington, a la que se había trasladado a vivir en el verano de 2009 con su esposa, Doña Cristina, y sus cuatro hijos, Juan, Pablo, Miguel e Irene, empezaron a ser frecuentadas por más paparazzi de los habituales. Las fotos de la pareja ya no interesan solo al exclusivo mundo del corazón; también la prensa de información general muestra interés por Urdangarín. Su vida, que hasta entonces parecía un sueño —el deportista de élite que se casa con la Infanta— se había convertido en la peor de las pesadillas.

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