ABC
El Reino Unido, con su reina Isabel II a la cabeza, desplegaron hoy todos sus fastos y protocolo para recibir por todo lo alto al presidente de EEUU, Barack Obama, en la primera jornada de su visita de Estado.
Obama y su esposa, Michelle, despidieron hoy la jornada con una cena de Estado ofrecida por la reina Isabel II de Inglaterra, tan sólo la tercera con la que esta soberana, que ha celebrado un centenar de ellas en su vida, agasaja a un presidente estadounidense. El presidente estadounidense comenzó su jornada con una ceremonia de bienvenida en los jardines del palacio de Buckingham, donde los Obama estuvieron acompañados de la soberana británica, su esposo, el príncipe Felipe de Edimburgo, el heredero del trono, el príncipe Carlos, y la esposa de éste, Camila, duquesa de Cornualles.
Obama pasó revista a la guardia de honor de la reina, al mando del comandante Rory Shannon, mientras desde el cercano Green Park los cañones hacían sonar 41 salvas. En la Torre de Londres le hacían coro otras 62. Previamente, los Obama habían tenido ocasión de saludar en privado a los recién casados duques de Cambridge, el príncipe Guillermo de Inglaterra, segundo en la línea de sucesión, y su flamante esposa, Catalina, con los que departieron unos minutos.
Se da la circunstancia de que los Obama ocuparán durante su estancia de dos noches en el palacio de Buckingham la misma suite de seis habitaciones en la que los recién casados pasaron su noche de bodas el pasado 29 de abril. Tras un almuerzo informal con la soberana, los
Obama visitaron la colección de arte del palacio, donde tuvieron ocasión de contemplar el diario personal del rey Jorge III en el que admitía que "América se ha perdido" y expresaba la importancia de comerciar con el nuevo país y mantener lazos cordiales en el futuro. Como es protocolario, la soberana y sus invitados intercambiaron regalos.
El que ofrecieron el presidente y su esposa a la reina de Inglaterra tuvo un toque muy personal: un álbum de fotografías y recuerdos de la visita de los padres de la soberana, Jorge VI e Isabel -a los que la monarca estaba muy apegada-, a EEUU en 1939, la primera de un soberano británico reinante a la antigua colonia. El príncipe Felipe, por su parte, recibió un juego de bocados y espinilleras ecuestres, mientras que para el príncipe Carlos y su esposa se reservaron plantas y semillas seleccionados especialmente de residencias presidenciales y, por supuesto, de la huerta de Michelle en los jardines de la Casa Blanca. A su vez, la soberana regaló a Obama una colección de facsímiles de intercambios epistolares entre la reina Victoria y presidentes estadounidenses, mientras que Michelle
Obama recibió un broche antiguo en oro y coral rojo. A continuación, la pareja presidencial se desplazó a la abadía de Westminster para depositar una corona de flores ante la Tumba del Soldado Desconocido. También se desplazaron al número 10 de Downing Street para una reunión informal con el primer ministro, David Cameron, y su esposa, Samantha.
Pero incluso dentro de la formalidad que caracterizó la jornada, en la que Obama también se reunió con el líder de la oposición laborista, Ed Miliband, hubo espacio para la improvisación. Obama y Cameron se dirigieron, fuera de programa, a una escuela en un barrio deprimido de Londres, donde visitaron algunas de las aulas y se atrevieron a jugar una partida de ping-pong con dos de los alumnos.
Este miércoles, la pompa dejará paso a la política internacional, que dominará la bilateral formal que Obama celebrará con Cameron. En su encuentro con el primer ministro se espera que ambos aborden asuntos como la lucha contra el terrorismo y la situación en Afganistán y Pakistán tras la muerte el pasado día 1 del líder de la red terrorista Al Qaeda, Osama bin Laden. También abordarán la intervención de la OTAN en Libia, la agitación civil para exigir cambios políticos en Oriente Medio y la crisis económica. Obama también pronunciará un discurso ante el Parlamento británico, en el que analizará las relaciones transatlánticas.
El presidente se encuentra en Londres dentro de una gira de seis días por Europa que le ha llevado ya a Dublín y donde también visitará Francia, para participar en la cumbre del G8, y Polonia.
Obama y su esposa, Michelle, despidieron hoy la jornada con una cena de Estado ofrecida por la reina Isabel II de Inglaterra, tan sólo la tercera con la que esta soberana, que ha celebrado un centenar de ellas en su vida, agasaja a un presidente estadounidense. El presidente estadounidense comenzó su jornada con una ceremonia de bienvenida en los jardines del palacio de Buckingham, donde los Obama estuvieron acompañados de la soberana británica, su esposo, el príncipe Felipe de Edimburgo, el heredero del trono, el príncipe Carlos, y la esposa de éste, Camila, duquesa de Cornualles.
Obama pasó revista a la guardia de honor de la reina, al mando del comandante Rory Shannon, mientras desde el cercano Green Park los cañones hacían sonar 41 salvas. En la Torre de Londres le hacían coro otras 62. Previamente, los Obama habían tenido ocasión de saludar en privado a los recién casados duques de Cambridge, el príncipe Guillermo de Inglaterra, segundo en la línea de sucesión, y su flamante esposa, Catalina, con los que departieron unos minutos.
Se da la circunstancia de que los Obama ocuparán durante su estancia de dos noches en el palacio de Buckingham la misma suite de seis habitaciones en la que los recién casados pasaron su noche de bodas el pasado 29 de abril. Tras un almuerzo informal con la soberana, los
Obama visitaron la colección de arte del palacio, donde tuvieron ocasión de contemplar el diario personal del rey Jorge III en el que admitía que "América se ha perdido" y expresaba la importancia de comerciar con el nuevo país y mantener lazos cordiales en el futuro. Como es protocolario, la soberana y sus invitados intercambiaron regalos.
El que ofrecieron el presidente y su esposa a la reina de Inglaterra tuvo un toque muy personal: un álbum de fotografías y recuerdos de la visita de los padres de la soberana, Jorge VI e Isabel -a los que la monarca estaba muy apegada-, a EEUU en 1939, la primera de un soberano británico reinante a la antigua colonia. El príncipe Felipe, por su parte, recibió un juego de bocados y espinilleras ecuestres, mientras que para el príncipe Carlos y su esposa se reservaron plantas y semillas seleccionados especialmente de residencias presidenciales y, por supuesto, de la huerta de Michelle en los jardines de la Casa Blanca. A su vez, la soberana regaló a Obama una colección de facsímiles de intercambios epistolares entre la reina Victoria y presidentes estadounidenses, mientras que Michelle
Obama recibió un broche antiguo en oro y coral rojo. A continuación, la pareja presidencial se desplazó a la abadía de Westminster para depositar una corona de flores ante la Tumba del Soldado Desconocido. También se desplazaron al número 10 de Downing Street para una reunión informal con el primer ministro, David Cameron, y su esposa, Samantha.
Pero incluso dentro de la formalidad que caracterizó la jornada, en la que Obama también se reunió con el líder de la oposición laborista, Ed Miliband, hubo espacio para la improvisación. Obama y Cameron se dirigieron, fuera de programa, a una escuela en un barrio deprimido de Londres, donde visitaron algunas de las aulas y se atrevieron a jugar una partida de ping-pong con dos de los alumnos.
Este miércoles, la pompa dejará paso a la política internacional, que dominará la bilateral formal que Obama celebrará con Cameron. En su encuentro con el primer ministro se espera que ambos aborden asuntos como la lucha contra el terrorismo y la situación en Afganistán y Pakistán tras la muerte el pasado día 1 del líder de la red terrorista Al Qaeda, Osama bin Laden. También abordarán la intervención de la OTAN en Libia, la agitación civil para exigir cambios políticos en Oriente Medio y la crisis económica. Obama también pronunciará un discurso ante el Parlamento británico, en el que analizará las relaciones transatlánticas.
El presidente se encuentra en Londres dentro de una gira de seis días por Europa que le ha llevado ya a Dublín y donde también visitará Francia, para participar en la cumbre del G8, y Polonia.
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