MARÍA ISABEL SERRANO
ABC
«¡A formar con armas!», arengaba el capitán a su batallón. Y, de inmediato, un «¡procédase al relevo de la guardia en el Palacio de Buenavista!». Redoble de tambor. Música militar. Silencio y emoción. Solemnidad. Los pelos, como escarpias.
Ocurría ayer en la sede del Cuartel General del Ejército. Al ladito de la plaza de Cibeles. Era un acto inédito. Por primera vez, el Regimiento Inmemorial del Rey llevaba a cabo el cambio de guardia según las costumbres, los atavíos, los gestos y los sones de la época de Carlos III.
Eran las doce del mediodía cuando se abrieron las puertas del Palacio de Buenavista; las que dan a la calle Alcalá. Pocos daban crédito a lo que veían. Allí, por las aceras, el batallón «Guardia Vieja de Castilla», perteneciente al Regimiento de Infantería Inmemorial del Rey número 1, escenificaba el relevo de la guardia tal y como se hacía en el reinado de Carlos III, ya saben, el «rey albañil». Uniformes, voces, ordenanzas, movimientos y música del siglo XVIII que los madrileños agradecieron. «Es para retomar costumbres y tradiciones», escuchábamos a muchos de los militares allí presentes. Un acierto.
El acto estuvo presidido por el general de Brigada, Juan Valentín-Gamazo, secretario general del Estado Mayor del Ejército. Pero lo mejor estaba en la calle, en las caras de los madrileños y turistas. Embelesados todos ellos.
Era para verlo. Ahí estaban los fusileros, los gastadores y los granaderos luciendo tricornios, mosquetones, tambores y los pífanos, otro instrumento típico de la época.
Por delante, el capitán, con uniforme de Infantería (fusilero) del Regimiento del Rey, azul y con tricornio. Detrás, la Escuadra de gastadores, con uniforme de Infantería (granadero), también del Regimiento del Rey, de gastadores, azul con morrión.
Saliente y entrante
La guardia saliente llevaba uniforme de Infantería (fusilero) del Regimiento España, en color blanco con tricornio;armamento y correaje al uso. La guardia entrante vestía uniforme de Infantería (fusilero) del Regimiento del Rey, color azul, con tricornio. También con su correaje y armamento específico. La banda llevaba uniforme de músico del Regimiento España de Carlos III, que es blanco con tricornio; tambores y pífanos. El relevo fue así: la guardia entrante desfiló con el arma sobre el hombro (eran fusiles de avancarga, modelo chispa, de 1757), junto con la Escuadra de Gastadores, tambores y pífanos, capitán jefe del relevo y bandera batallona (del reinado de Carlos III), hasta el patio de relevo. A continuación, se cambian los seis puestos con voces y movimientos del siglo XVIII.
Sonaban piezas como «La guardia de los alabarderos», «El paso del Regimiento» o «La marcha de los falleros». Emoción a flor de piel. Una delicia. Se quiere dar periodicidad a este acto pero la idea no está cuajada. El de ayer fue un éxito. Buen comienzo.
A lo lejos, la Puerta de Alcalá -«mírala, mírala»-, donde, como dice la canción de Ana Belén, «Carlos III, con aire insigne, bajó de su caballo y dijo a su lacayo: ahí está, ahí está, la Puerta de Alcalá». Esa que «sigue viendo pasar el tiempo». Y que quiere conservar tradiciones como esta.
El precedente del Relevo Solemne en el Palacio Real
«Me hierve la sangre y se me saltan las lágrimas», decía el 16 de mayo de 2007 Lucía, una argentina con raíces españolas. Era una de las primeras personas que presenciaba el Relevo Solemne de la Guardia Real en la Plaza de la Armería del Palacio Real. El desfile recreaba aquel que se hacía en tiempos de Alfonso XII y Alfonso XIII cuando vivían en palacio. Uno de los momentos más emotivos fue cuando el acto coincidió con el tañido de las campanas de la catedral de La Almudena. Aquello fue muy aplaudido. «Hay que mantenerlo», pensaron los empresarios madrileños porque, además de rememorar una tradición muy nuestra, era una forma ideal para atraer el turismo. De ahí que, desde hace año y medio, aproximadamente, se realice ese mismo acto cada miércoles.
Ocurría ayer en la sede del Cuartel General del Ejército. Al ladito de la plaza de Cibeles. Era un acto inédito. Por primera vez, el Regimiento Inmemorial del Rey llevaba a cabo el cambio de guardia según las costumbres, los atavíos, los gestos y los sones de la época de Carlos III.
Eran las doce del mediodía cuando se abrieron las puertas del Palacio de Buenavista; las que dan a la calle Alcalá. Pocos daban crédito a lo que veían. Allí, por las aceras, el batallón «Guardia Vieja de Castilla», perteneciente al Regimiento de Infantería Inmemorial del Rey número 1, escenificaba el relevo de la guardia tal y como se hacía en el reinado de Carlos III, ya saben, el «rey albañil». Uniformes, voces, ordenanzas, movimientos y música del siglo XVIII que los madrileños agradecieron. «Es para retomar costumbres y tradiciones», escuchábamos a muchos de los militares allí presentes. Un acierto.
El acto estuvo presidido por el general de Brigada, Juan Valentín-Gamazo, secretario general del Estado Mayor del Ejército. Pero lo mejor estaba en la calle, en las caras de los madrileños y turistas. Embelesados todos ellos.
Era para verlo. Ahí estaban los fusileros, los gastadores y los granaderos luciendo tricornios, mosquetones, tambores y los pífanos, otro instrumento típico de la época.
Por delante, el capitán, con uniforme de Infantería (fusilero) del Regimiento del Rey, azul y con tricornio. Detrás, la Escuadra de gastadores, con uniforme de Infantería (granadero), también del Regimiento del Rey, de gastadores, azul con morrión.
Saliente y entrante
La guardia saliente llevaba uniforme de Infantería (fusilero) del Regimiento España, en color blanco con tricornio;armamento y correaje al uso. La guardia entrante vestía uniforme de Infantería (fusilero) del Regimiento del Rey, color azul, con tricornio. También con su correaje y armamento específico. La banda llevaba uniforme de músico del Regimiento España de Carlos III, que es blanco con tricornio; tambores y pífanos. El relevo fue así: la guardia entrante desfiló con el arma sobre el hombro (eran fusiles de avancarga, modelo chispa, de 1757), junto con la Escuadra de Gastadores, tambores y pífanos, capitán jefe del relevo y bandera batallona (del reinado de Carlos III), hasta el patio de relevo. A continuación, se cambian los seis puestos con voces y movimientos del siglo XVIII.
Sonaban piezas como «La guardia de los alabarderos», «El paso del Regimiento» o «La marcha de los falleros». Emoción a flor de piel. Una delicia. Se quiere dar periodicidad a este acto pero la idea no está cuajada. El de ayer fue un éxito. Buen comienzo.
A lo lejos, la Puerta de Alcalá -«mírala, mírala»-, donde, como dice la canción de Ana Belén, «Carlos III, con aire insigne, bajó de su caballo y dijo a su lacayo: ahí está, ahí está, la Puerta de Alcalá». Esa que «sigue viendo pasar el tiempo». Y que quiere conservar tradiciones como esta.
El precedente del Relevo Solemne en el Palacio Real
«Me hierve la sangre y se me saltan las lágrimas», decía el 16 de mayo de 2007 Lucía, una argentina con raíces españolas. Era una de las primeras personas que presenciaba el Relevo Solemne de la Guardia Real en la Plaza de la Armería del Palacio Real. El desfile recreaba aquel que se hacía en tiempos de Alfonso XII y Alfonso XIII cuando vivían en palacio. Uno de los momentos más emotivos fue cuando el acto coincidió con el tañido de las campanas de la catedral de La Almudena. Aquello fue muy aplaudido. «Hay que mantenerlo», pensaron los empresarios madrileños porque, además de rememorar una tradición muy nuestra, era una forma ideal para atraer el turismo. De ahí que, desde hace año y medio, aproximadamente, se realice ese mismo acto cada miércoles.
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