CARMEN GALLARDO
EL MUNDO
Hace 12 meses, YO DONA se planteó un reto: acercarse lo más posible a la actividad diaria de la Princesa de Asturias durante 12 meses. Éste es el resultado.
Empezamos, literalmente, con mala pata. Aunque en junio ya nos habíamos fogueado cubriendo varios actos, nuestra auténtica prueba de fuego, donde esperábamos tener un contacto más directo con ella era en los días del viaje oficial que los Príncipes realizaban a México a finales de septiembre. Gloria Rodríguez, la fotógrafa que me ha acompañado en estos meses, iba con la misma responsabilidad, sabía que de ese viaje habría de salir la foto la portada. Pues nunca mejor el dicho 'no corras que tengo prisa', porque llegamos a Barajas y nuestro vuelo estaba cancelado.
'Sólo' tardamos 26 horas en aterrizar en el DF, justo para asistir a la llegada también de los Príncipes a la capital. Al día siguiente empezaban una agenda intensiva de actos variopintos. En el primero de ellos, en la ceremonia oficial de bienvenida en la residencia Los Pinos, subiendo a la pequeña plataforma cubierta con fieltro verde que pretendía confundirse con el césped, Gloria se machacó el tobillo. Su cara de dolor lo decía todo, mientras, el pie se hinchaba a la misma velocidad que sonaban los himnos nacionales y se impartían los discursos. Así y todo, al día siguiente logró su portada en las excavaciones arqueológicas del templo mayor en la zona del Zócalo.
Allí, en México, fue también la primera vez que la Princesa me puso cara. Fue en la catedral de Morelia. Yo estaba parada en la puerta mientras salía la comitiva y vi como sus ojos se fueron directos hacia mi credencial. "¡Eres tú!", recuerdo que dijo.
Estuvimos en contacto con ellos a lo largo del viaje, porque en algún momento del día siempre se paran con los periodistas y preguntan impresiones sobre el viaje. La verdad es que, a partir de entonces, la Princesa me saludó en todos los actos, si estaba muy lejos saludaba y sonreía, si podía escucharla, lo hacía por mi nombre. Pero no fue un detalle especial, la he visto hacerlo con toda la prensa que la sigue habitualmente...
Cómo es ella
Es una mujer muy cordial, muy cercana y con los niños tremendamente cariñosa, he estado en muchos actos con críos y se vuelca; podría pensarse que es una actuación, pero me atrevo a asegurar que no. No creo que sea precisamente una actriz; aunque me resulta una frivolidad afirmar ciertas cosas. Recuerdo el acto de las Enfermedades Raras en el Senado. Me senté enfrente de la mesa presidencial y me parecía que no podía estar quieta aquel día. Luego hizo un discurso que fue lo más emocionante que pasó en esa sala. No era algo que leía porque se lo habían escrito, estaba volcada emocionalmente con los afectados. Como así es, por cierto.
Creo que, en general, no sabemos el esfuerzo que hay detrás. Yo he hecho un cálculo de sus actividades en un año, 180, pero son más, porque los viajes oficiales o las visitas de Estado de mandatarios extranjeros están contabilizados como uno, y cada uno de ellos incluye un rosario de actos. Y todo se prepara, la cena privada con el presidente alemán implica aprenderse un dossier sobre ese país, a todos los niveles, económico, cultural... Y asistir a una final de UEFA y el posterior saluda también implica haber leído un informe.
La anécdota
Si tuviera que quedarme con una anécdota, sería la que vivimos en Aljaraque, Huelva. Hacía un sol tremendo y el pueblo se había concentrado en torno al pabellón de deportes, estaban cortadas algunas calles con vallas azulonas. Y una de las calles estrechas la habían cercado para colocarnos a periodistas y fotógrafos, apelotonados como en un corralito. Bueno, apoyábamos el cuaderno sobre la espalda del compañero. De repente, desde detrás se escucha "abran paso, abran paso".
Era una señora de edad indefinida que se movía con lentitud, como si ella sola hubiera de soportar todo el peso del sol. Avisan a seguridad.
-¿Dónde va usted?, preguntan.
-¿Yo? Pues al Mercadona, ¿dónde voy a ir?, responde.
-¿Y no podría ir por otro camino, señora?
- Pues sí, pero es que no tengo ganas...
La verdad es que ha sido muy interesante palpar de cerca la Institución, saber cómo funciona, conocer los criterios de trabajo, etc... Porque parece que las visitas o las audiencias no pasan del posado oficial con sus respectivos cambios de indumentaria, y es bien interesante toda la labor que hay detrás. En un viaje oficial como el de México o Nueva York, y desde luego también en las cenas de gala.
Me ha encantado ver el palacio real en actividad, cruzar pasillos y observar a todos los camareros en movimiento, oler a comida y ver cómo se coloca la orquesta que interpreta la música que se escucha durante la cena y saber que, tras las tiaras y fantásticos vestidos, en los postres, los invitados están allí para hablar y solucionar asuntos. Los ministros que acudieron a la cena de gala con motivo de la visita del presidente ruso no eran precisamente los de cultura o educación. No. Todos pertenecían al área económica y energética. Y así es todo, todo tiene un por qué.
Si tengo que poner un pero sería a ciertos colegas. Cubrir esta información no es fácil, las barreras de seguridad, la oficialidad extrema y el protocolo y, a veces, estuvimos en sitios en los que las leyes de la física se imponían. Recuerdo el día de la entrega de los Premios Nacionales del Deporte en el Palacio Real. Fue una tortura, estaban todos los cámaras de todas las televisiones de España, alguna estatua corrió peligro. Bien, esas ya son suficientes dificultades; sin embargo, hay que sumar la actitud de algunos asiduos, que actúan como si la institución y los Príncipes fueran suyos y llegan a cuestionar tu derecho a estar ahí. En fin, al margen de eso, también he conocido a compañeros estupendos, ha sido muy bonito hacer este tema y conocer a los Príncipes sin reinterpretaciones interesadas. "Nos habíamos acostumbrado ya a que estuvieras", escuché en uno de los últimos actos. Yo también, la verdad.
YO DONA publica mañana sábado el reportaje 'Un año con la Princesa Letizia'
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