viernes, 16 de abril de 2010

El mejor Indiana Jones, el Rey


La muestra «Corona y Arqueología en el Siglo de las Luces» revela el papel hegemónico de España en el desarrollo de la ciencia del pasado gracias al apoyo de su monarcas. Carlos III destacó entre ellos por impulsar el descubrimiento y estudio de Pompeya

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SUSANA GAVIÑA
ABC

El monarca Carlos III ha pasado a la Historia por muchas cosas, una de ella por ser considerado el mejor alcalde de Madrid. Sin embargo, no muchos saben del papel definitivo que jugó en el desarrollo de la Arqueología, situando a nuestro país como la principal potencia impulsora de ésta. Logros que le valieron el calificativo del «Rey arqueólogo». Bajo el nombre de Carlos VII, durante sus años como rey de Nápoles y Sicilia, el monarca fue el motor del descubrimiento -y de las posteriores excavaciones- de Pompeya, Herculano y Estabia, así como de la ciudad de Paestum. Ya como Rey de España, Carlos III promovió la realización de estudios sobre estos hallazgos que permitieron entender el mundo de la Antigüedad, y que supuso el punto de origen de la moda del neoclasicismo y del buen gusto, asumidos por toda Europa.

Arqueología como ciencia

«Su descubrimiento transformó la visión sobre Roma y dio un impulso definitivo a la Arqueología como archivo del pasado, al valorarse los objetos en su contexto, pues sin Pompeya es difícil imaginar como hubiera sido la Arqueología como ciencia», afirma el historiador Martín Almagro, que junto a Jorge Maier, se ha encargado de comisariar la exposición «Corona y Arqueología en el Siglo de las Luces», que hoy inaugura la ministra de Cultura, Ángeles González-Sinde, en el Palacio Real de Madrid.

La muestra, organizada por Patrimonio Nacional, en colaboración con la Real Academia de Historia y con el patrocinio de la Fundación Banco de Santander, reúne 180 piezas, entre esculturas, lienzos, libros, monedas, tapices, muebles, medallas, que no sólo se detienen en los logros de Carlos III, si no que abarcan desde el siglo de Oro hasta principios del siglo XIX, cuando vio la luz la primera Cédula Real cuyo fin era el de proteger el Patrimonio (Carlos III impulsó medidas contra la exportación del Patrimonio a través de varios edictos). Durante este periodo fueron alumbradas la Real Academia de Historia, la de Bellas Artes de San Fernando, la Biblioteca Nacional, el Museo del Prado....

A través de estas piezas, distribuidas en once salas y que han sido prestadas, entre otras instituciones, por el Archivo General de Indias, el Museo Arqueológico de Madrid y el de Sevilla, el Museo de la Alhambra, los comisarios han querido narrar la historia -«sin caer en nacionalismos», afirma Almagro- del importante papel desempeñado por la Corona de España en la consolidación de la Arqueología como ciencia. Si bien se conocía algunos de los trabajos y campañas promovidas por nuestros monarcas, ha sido ahora cuando al reunir estos logros -una tarea que ha llevado diez años-, se ha podido reconocer el verdadero valor de su conjunto.

Academia en América

Un valor silenciado por el tiempo, las disputas políticas internas del XIX y el peso de la leyenda negra que algunos escritores han vertido sobre nuestra historia. No fue así, sin embargo, con Alexander von Humboldt, quien reconoció en sus escritos la importante labor de nuestro país en el desarrollo de la Arqueología tanto aquí como en América, donde la Corona española creó la primera Academia (San Carlos, en México), además de abrir las primeras líneas de investigación sobre las antigüedades árabes en España. Martín Almagro no ocultaba ayer su satisfacción ante este «gran descubrimiento, que salió sin buscarlo». En el Siglo de la Luces España se convirtió, para Almagro, en «la nueva Roma que tenía que liderar la cultura» y Carlos III, «en el mejor arqueólogo de la Humanidad». Para Meier se trata de «una exposición compleja y reveladora, que siguiéndola cronológicamente desvela la importancia de este trabajo».

Preguntado sobre cuáles eran las obras más importantes de la muestra, Almagro invitó a todos los que vayan a visitarla a ser «su propio Indiana Jones y descubrir las que más les gusten», aunque para él lo más importante de esta muestra es, sin lugar, a dudas: «Descubrir la verdad en una Historia plagada de tópicos. Hay que ir a los documentos y rehacer la Historia sin mitos»

Entre las obras destacan lienzos de Goya, un autorretrato de Mengs, una escultura de Trajano, vaciado del Grupo de San Ildefonso, figura de Minerva y de Apolo, retrato de Juan de Villanueva, cerámicas nazaríes o una estela maya.

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