domingo, 24 de enero de 2010

Guillermo: el difícil papel de heredero del heredero


El Príncipe Guillermo vestido de maorí en Nueva Zelanda.


Hector Brau
La Vanguardia

El heredero del heredero de la Corona británica, el príncipe Guillermo, ha hecho esta semana su primera visita oficial al extranjero. Nueva Zelanda fue el primer destino.

Pero la gira de Guillermo por Oceanía se convirtió en informal tan pronto dejó tierras neozelandesas y voló a Australia, algo preciso –en opinión de Thomas Flynn, director de Australianos por una Monarquía Constitucional– para la necesaria nueva imagen de la monarquía británica.

La confusión respeto al carácter oficial, semioficial o informal de este viaje refleja la vaguedad
existente en torno al papel que le toca cumplir a este príncipe dentro de la jerarquía de la familia real.

En Nueva Zelanda actuó en representación de su abuela, la reina Isabel de Inglaterra, inauguró oficialmente el nuevo edificio del Tribunal Supremo en Wellington; se visitó al estilo tradicional
maorí y practicó el hongi, un ritual de los indígenas neozelandeses, con el que compartió el aire que respiraba con el del gobernador general Paul Reeves, al acercarse el uno al otro hasta tocarse con la nariz.

En Australia, en cambio, visitó los escenarios de postal de Sydney –el puerto, los jardines botánicos y la Casa de la Ópera–, se tomó una cerveza en el pub, compartió una barbacoa con otros jóvenes, jugó al cricket en el parque y asistió al Open de tenis de Australia en Melbourne.

“A nuestros ojos, tú eres el rey”, decía una pancarta que recibió al príncipe cerca de los Jardines Botánicos, donde una multitud de unas cinco mil personas gritaron y chillaron, y se abalanzaron sobre él para acariciarle la cara, estrecharle la mano, besarle y fotografiarle. “¿Cuándo te casas?”, le preguntó a gritos una mujer; “Espera y verás”, contestó el príncipe de 27 años, que ya hace ocho que sale con Kate Middleton, sin haberse –por el momento– prometido ni hablado de proyectos de boda.

Tanto en Sydney como en Melbourne Guillermo mostró su sensibilidad hacia los menos aventajados, prosiguiendo las labores de beneficencia iniciadas por su madre, la fallecida Diana de Gales. Visitó a las familias de algunas de las 173 personas que murieron en los incendios forestales del año pasado en el estado de Victoria; a los niños del centro de acogida
de Ted Noffs; y a los aborígenes del barrio de Redfern.

“Es algo que habría hecho su madre”, decían unos; “cuando ella vino hace años también hizo un esfuerzo para visitar a los aborígenes”, decían otras; y algunas mujeres llevaban en la mano fotografías enmarcadas de “cuando la princesa de Gales visitó el país en 1983 con Guillermo”, que entonces era un bebé.

Olvidaban que aquel fue el primer viaje oficial de los príncipes de Gales, y que era Diana la que acompañaba a su marido, el príncipe Carlos; y es que los australianos no le tienen un cariño particular al heredero de la Corona ni a su esposa, Camila.

Los republicanos esperan que cuando Carlos sea coronado rey de Australia –se ignora qué papel lo corresponderá a Camila– el país se convierta en una república, pero temen que la creciente popularidad de Guillermo convenza a la ciudadanía de que vale la pena esperar hasta que él y Kate sean los reyes de Australia.

No hay comentarios: