sábado, 9 de agosto de 2008

Alberto II cumple 15 años de reinado: ¿Se convertira en un rey sin país?

 
En la imagen, Alberto II y Paula de Bélgica. (Foto: EFE)

En la imagen, Alberto II y Paula de Bélgica. (Foto: EFE)

 
Llegó de forma inesperada al trono y podría perder su función de manera muy poco común: Alberto II celebra sus 15 años en el trono como rey de los belgas, pero sólo pocos de sus diez millones de súbditos se apostarían su sueldo anual a que en 15 años seguirá habiendo un monarca en Bruselas: la disputa entre las dos comunidades, la valona y la flamenca, ha dividido al reino y amenaza su existencia.

Alberto II siempre ha llamado a la unidad de los belgas y a la colaboración entre flamencos y valones. "En este momento, cuando los egoísmos colectivos toman formas preocupantes en todas partes del mundo, demostremos que hombres y mujeres de diferentes culturas pueden vivir en un mismo país de forma armónica", dijo el rey en su discurso de entronización el 9 de agosto de 1993. Diez días antes había muerto su hermano y predecesor, el popular Balduino, con sólo 62 años y de forma inesperada por un ataque al corazón en España.

Como Balduino no tuvo hijos y su sobrino Felipe era aún muy joven, Alberto subió al trono. El monarca, de 74 años, tiene tres hijos con la reina Paola: Felipe, Astrid y Laurent, y nada menos que 12 nietos.

Por lo tanto, en lo que se refiere a la biología la monarquía está asegurada, pero a nivel político el futuro del reino creado en 1831 se apoya en pilares muy poco seguros.

Desde las elecciones del 10 de junio de 2007, los políticos flamencos exigen una mayor autonomía de la parte norte del país, donde se habla holandés. Pero en Valonia y Bruselas, donde la lengua predominante es el francés, los ciudadanos se oponen, porque temen salir perjudicados. El resultado del tira y afloja -con crisis de gobierno incluidas- es incierto.

El rey ha perdido muchas fuerzas en ello, si además se tiene en cuenta que poco después de los comicios se cayó de una escalera en palacio y se rompió la cadera, tras lo cual le colocaron una artificial. En los meses que siguieron tuvo que nombrar mediadores, negociadores e incluso un gobierno de transición.

Para Alberto II y su familia, que cuestan al año a los contribuyentes unos 13 millones de euros (casi 20 millones de dólares), se trata de la supervivencia de la monarquía. Si Bélgica al final acaba dividiéndose, su función sería superflua. Sin reino, no hace falta rey.

Incluso los valones, que tradicionalmente son más fieles al rey, dudan del futuro conjunto con los flamencos. Un 93 por ciento de ellos calificó de "grave" la actual crisis en una reciente encuesta. Casi un cuarto cree que Bélgica desaparecerá del mapa. Y en caso de que se produzca la secesión, casi la mitad de los valones está a favor de unirse a Francia.

Por todo ello, el rey no ve muchos motivos para celebrar. Pasará el aniversario de vacaciones, según un comunicado de palacio.

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