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Su Majestad el Rey lanzó ayer un mensaje inequívoco de defensa del marco constitucional puesto en cuestión en las últimas semanas tanto por el desafío secesionista de Ibarretxe y las algaradas separatistas en Cataluña como por el involucionismo de algunos medios de comunicación, es decir, por una pinza de radicalismo a izquierda y derecha.
Don Juan Carlos, en el discurso que dirigió a la comuidad universitaria con motivo de la solemne inauguración del Curso Académico 2007-2008, celebrada en esta ocasión en Oviedo, destacó que «los valores de la convivencia democrática, del entendimiento y del respeto mutuo, de la tolerancia y de la libertad» han determinado «el más largo periodo de estabilidad y prosperidad en democracia vividos por España, en el marco del modelo de Monarquía parlamentaria que sustenta nuestra Constitución».
Acebes y Blanco
Las adhesiones a las palabras del Rey no se hicieron esperar desde diferentes ámbitos políticos, económicos y sociales, como reflejo de la capacidad integradora de la Monarquía instituida por la Constitución de 1978. Estos apoyos llegaron en cascada, tras los titubeos de estas semanas. Así, el secretario general del PP, Ángel Acebes, subrayó, en su habitual rueda de prensa de los lunes, su «absoluto acuerdo» con lo afirmado por Don Juan Carlos, ya que la Corona ha propiciado «uno de los periodos de paz, libertad y convivencia en democracia más fructíferos de toda la historia de España».
También desde la calle Ferraz José Blanco coincidió con ese análisis al manifestar su «absoluto acuerdo» con lo dicho por el Monarca. Además, trascendió que José Luis Rodríguez Zapatero había manifestado previamente en el seno de la reunión semanal de la Ejecutiva Federal del Partido que no hay motivo de preocupación porque «el Rey está muy fuerte». Blanco se quejó de que, para algunos, «cuando alguien ataca al jefe del Estado desde los medios de comunicación es libertad de expresión y cuando lo hace un grupo de personas minoritario es un ataque a la Jefatura del Estado». Por eso pidió «a todos» respeto a la figura del Rey que, añadió, «cuenta con el aprecio del conjunto de los españoles y el máximo respeto del PSOE».
Al tiempo, la patronal catalana Fomento del Trabajo emitió (como la CEOE hace unos días) un comunicado de respaldo al Rey en el que manifiesta su «repulsa ante los últimos actos contra la Monarquía» y pidió «respeto por las instituciones públicas». Fomento del Trabajo, un puntal de la sociedad civil catalana, se queja también de «los desastrosos efectos» que actos «tan deplorables» como la quema de fotos de Don Juan Carlos tienen en «las pautas de convivencia» de la sociedad española. Igualmente, expresa su gratitud a la Corona al recordar que «el Rey y toda la Familia Real han estado con Cataluña y con España en la recuperación de sus libertades. Han caminado juntos en las tres últimas décadas de bienestar y pueden seguir haciéndolo juntos en el futuro. No tenemos ninguna duda».
«No todo vale»
Argumentan después que «no todo vale en una sociedad que tiene sus leyes, sus símbolos y que deben ser respetados. Si no se respetan las instituciones públicas y sus expresiones se ataca la base del sistema político, que nace de un pacto constitucional refrendado por el cuerpo electoral». Por último, califican a los alborotadores que han protagonizado incidentes en estos últimos días como «un grupo minoritario y no representativo».
Desde la Comunidad Valenciana el presidente Francisco Camps mostró su total adhesión y apoyo a la Corona, al tiempo que pedía a los jóvenes, en un acto de Nuevas Generaciones, que «defiendan a la Monarquía, a la bandera y a España, porque queremos a España». Camps se mostró asimismo «conmocionado y aturdido por el ataque que esta sufriendo la bandera».
También el Defensor del Pueblo, Enrique Múgica, exigió «respeto a la democracia y a los hombres que, como el Rey, la han hecho posible». Múgica apostó por pasar del «juancarlismo» (en alusión «a los que no se consideran monárquicos, pero sí juancarlista») a la defensa de la Corona «como elemento sustancial para la estabilidad democrática de España».
En esta línea, el Gobierno de Melilla anunció ayer que remitirá a la Casa del Rey un escrito para manifestar «el apoyo y la lealtad» de la Ciudad Autónoma a la figura del Jefe del Estado ante el «cúmulo de despropósitos» que se han sucedido contra los Reyes. Así lo decidió el Consejo de Gobierno, según informó el portavoz del Ejecutivo melillense, Daniel Conesa, quien añadió que «entendemos que el papel del Rey en estos 30 años de democracia ha sido crucial». Conesa alertó de que la situación «está llegando al ataque personal y directo» y al cuestionamiento de la Constitución de 1978. En parecidos términos se pronunció el Gobierno de Ceuta.
Incluso, el líder de CiU, Artur Mas, reconoció ayer que la Monarquía ha sido un «factor de estabilidad» en las últimas décadas en España, si bien introdujo en su discurso la tradicional cuota reivindicativa de sus propios intereses al opinar que «ha habidomuchos otros factores de estabilidad muy importantes», como «por ejemplo -dijo- el nacionalismo catalán mayoritario».
En el seno del PSC la defensa de la Monarquía adquirió una derivada oportunista cuando, en rueda de prensa, el portavoz de la franquicia catalana del PSOE, Miquel Iceta, lanzó al aire que el Rey «tiene razón» en su apuesta por formar a los jóvenes desde la «tolerancia y la libertad», y dijo que la nueva asignatura Educación para la Ciudadanía servirá para que aprendan el necesario «respeto» a las leyes y los símbolos.
Los socios de Zapatero
Todas estas reacciones se unen a las que en los últimos días han intentado atajar la oleada de ofensas al Rey, procedente tanto de sectores secesionistas que sostienen al actual Gobierno de Zapatero (singularmente, ERC) como desde algunos medios de comunicación, en el otro lado de esa «pinza» extremista, en los que se ha llegado a pedir la abdicación del Monarca.
Entretanto, el Gobierno de la Nación se ha instalado en la tibieza en su respuesta a la «quema catalana» y al hecho de que los Mossos d´Esquadra, al dictado del tripartito, no estén practicando ni una detención cuando los vándalos reducen a pavesas efigies del Rey. Sin recurrir a la contundencia, se limita a calificar esos delitos como «hechos minoritarios y aislados» y se remite a la actuación de los Tribunales.
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