miércoles, 23 de mayo de 2007
El Rey, elegido el «español de la Historia»
viernes, 18 de mayo de 2007
Despertando rencores
EL 22 de noviembre de 1975, tiene lugar la solmene sesión de Cortes en la que Don Juan Carlos de Borbón asume la Corona del Reino, tal como desde antaño estaba previsto. Se han producido momentos en los que de todo ha habido: alegrías de unos, lágrimas de otros y... serenidad. Esto último constituyó el factor más importante para la gran tarea que el país afrontaba, sobre todo por la existencia y sensatez de la clase media aparecida en décadas anteriores y reacia a cualquier clase de choque violento como ocurrió en 1936. El valiente discurso del nuevo Monarca, todavía pronunciado ante los llamados procuradores de las Cortes emanadas de la hasta entonces denominada «democracia orgánica», causa lógicas molestias entre ellos. Hasta el final, muchos habían apostado por lo que precisamente el mismo Franco nunca apostó: que habría un franquismo sin Franco. El titulado «Caudillo por la gracia de Dios» sabía muy bien que «aquella gracia» (al fin y al cabo derivada del triunfo en una guerra, algo que nadie podía heredar) terminaría cuando también terminase su propia vida. De diferentes e incluso ideológicamente opuestas fuentes, es conocida la última y única petición que el falleciente hace todavía al Príncipe cuando éste le visita en el Hospital: «lo único que pido a Su Alteza es que mantenga la unidad de España». Parecía importarle poco todo lo demás. Y el ilustre visitante así lo prometió. De aquí que el aludido discurso estuviera pensado y pronunciado para otros destinatarios: la totalidad de los españoles. Esto no empaña ni mucho menos dos importantes gestos del ya Rey. No decir nunca una palabra contra quien, a la postre, había instaurado la Monarquía en su persona y distinguir a la viuda y a la hija del fallecido con los títulos de Señora de Meirás y Duquesa de Franco, respectivamente. Aunque no lo parezca, mucho hay de afán conciliador en ambos gestos. Y por ello, no para el pasado que no había que remover ni mucho menos continuar o resucitar, sino para aquel difícil presente y para un ilusionante futuro (son expresiones del Rey) va dirigido el contenido de sus palabras que hoy parece voluntariamente olvidado por algunos. «Que todos entiendan con generosidad y altura de miras que nuestro futuro se basará en un efectivo consenso de concordia nacional». Ha aparecido la palabra clave para lo que luego serán los hechos: concordia entre todos los españoles. Vencedores y vencidos. De dentro y de fuera. Es el momento de la reconciliación que tenía que borrar para siempre las huellas tanto de una sangrienta guerra civil, cuanto de los largos años que a ella siguieron. A las palabras siguieron los hechos que avalaban el contenido de esta nueva etapa de nuestra historia política. Amplísima amnistía en que tuvieron su alcance los condenados por el régimen anterior. Reconocimiento, contra la voluntad de algunos, del Partido Comunista. Y, sobre todo, la figura de un hábil político llamado Adolfo Suárez que conduce el cambio sin fisuras alarmantes. No lo olvidemos: se ha sabido conectar con el deseo y el sentimiento de la mayor parte de la sociedad española. La que, en feliz término de Julián Marías, se caracterizaba, sobre todo, por su noluntad, por lo que no quería: ni vuelta atrás, ni nuevos enfrentamientos, ni nada que pusiera en peligro lo adquirido en años anteriores. Y esa gran nueva clase y ese «no querer» está muy todavía ahí, permitiendo y colaborando en el desarrollo de nuestra democracia, a pesar de sus evidentes defectos. El 18 de noviembre de 1976 se aprueba en las Cortes la Ley para la Reforma Política que suponía la autodisolución de las mismas y el camino para llegar a las elecciones de 1977 (¡misterioso silencio al cumplirse ahora los treinta años de la misma!). Muy poco después (15 de diciembre) el pueblo español respalda con muy sólida mayoría esta Ley mediante referéndum convocado al efecto. El régimen político de Franco ha terminado. Y los españoles caminan, mirando al futuro y empeñados en el logro de una Constitución de consenso, nuevamente respaldada en otro referéndum. Y aquí hay que hacer una apostilla. Ni antes, ni durante el proceso constituyente se habló de reparar nada. En el gran pacto de nuestra transición, la revancha no podía tener lugar. Todos estaban de acuerdo. Y con esta ejemplar muestra de «asumir» (que no supone olvidar, ni dejar de investigar), se suceden las meritorias empresas con los gobiernos de UCD. El muy largo tracto de un PSOE dirigido por Felipe González que no se enfrentó con ningún sector de la sociedad a pesar de aciertos y desaciertos (lo de Maravall con la Universidad no se perdonará nunca). Y, en fin, la etapa de gobierno del Partido Popular. Pero, de pronto, se ha vuelto a una de las nocivas constantes que tanto ha dañado siempre nuestro caminar político. La de resucitar el pasado y convertirlo en pieza de discordia en la actual contienda como arma arrojadiza. La ventura se nos torna preocupación. Y lo que todos, repetidas veces, habían decidido dejar atrás, quizá esperando que el paso del tiempo ofreciera la necesaria distancia para un análisis desprovisto de pasiones en unos y otros, se trae a un muy peligroso primer plano. La sociedad no ha cambiado en sus auténticos deseos. Más aún: el país anda ya poblado de nuevas generaciones que hasta desconocen los detalles de un ayer con cuya resurrección nada bueno puede venir. Porque al resucitar se cae en las falsas generalizaciones y, por supuesto, en las verdades a medias. ¿A qué se ha debido el empeño en una «memoria» que todavía no tiene la entidad temporal como para ser llamada «histórica»? La apelación a la historia no se puede hacer desde lo que todavía puede escocer y hasta dividir. Ni la historia ni la política que de ella se derive pueden tener como gestores la ira o el rencor. Por eso no estaba en el discurso regio con el que hemos comenzado estas líneas y contra el cual camina sin reparo esta vuelta atrás. Y por eso tampoco se quiso incluir en el contenido de una transición que, de haber tenido como baluarte el escudriñar en ese inmediato pasado, sencillamente no habría sido posible. Y creo que ni entonces, ni ahora. Hace falta mucho tiempo para comprender y asumir. Y ese paso del tiempo es el que traerá mesura para unos y para otros. Como lo que aquí predico es tiempo, mesura y, sobre todo, objetividad en la valoración, no voy yo a caer en estas líneas en el recuento de lo que hicieron mal unos y otros. Sí: también otros. Y como la escalada de reproches si se hace desde esta ira y ese rencor citados, pueden no resultar fiables, vuélvase, como testimonios directos, a la lectura de «Las causas de la guerra de España» del gran Manuel Azaña o a la de «La guerra civil en la frontera» de Pío Baroja. Ambos padecieron muy de cerca, sufriendo con ello, lo que ahora quiere resucitarse sin la distancia y con el prejuicio. Y ninguno de los dos habló nunca de fascismo, totalitarismo, genocidios o llamada a la revancha. Más bien a todo lo contrario. Bien sabían que lo de asumir, incluso dejando atrás jirones de desgracias en ciudades y en pueblos (esto último poco estudiado y producto de nuestra ancestral envidia), requería algo más que talante: requería también talento. Y muy posiblemente lo segundo sea más importante que lo primero a la hora de atreverse a retomar la página de nuestro inmediato pasado. Que, claro está, puede convertirse, ¡una vez más!, en doloroso presente. Y para todos.
martes, 15 de mayo de 2007
«¡Majestad, por España, todo por España! ¡Viva España, viva el Rey!»
¿Una fecha en el olvido?
lunes, 14 de mayo de 2007
Tony Blair y "The Queen"
A Tony Blair le salió muy de dentro hoy cuando proclamaba que Inglaterra es el país más grande de la tierra. Lo dijo en su distrito electoral, un barrio que había sido minero y del que ha sido diputado durante casi veinte años.
Dejaré para otro momento la valoración de los diez años de gobierno Blair. Diré, simplemente, que toda su gestión queda embrutecida por la gran mancha de la guerra de Iraq que no la podrá borrar de su biografía.
Me refiero a las formas de la democracia inglesa que son tan importantes como el fondo. La democracia es también estilo, saber hacer las cosas, seguir las tradiciones incorporando de nuevas, observar escrupulosamente el "timing".
Blair dejará de ser primer ministro el 27 de junio. Pero observando todas las formas. Me ha parecido muy apropiado que la noticia la diera a sus propios electores de distrito. Son los que le dan legitimidad y los que le han votado siempre.
Luego lo dirá al Parlamento donde se le rendirán todos los tributos, incluso los de aquellos que han sido sus adversarios y enemigos políticos dentro y fuera de su partido.
Les aconsejo que dediquen un par de horas a ver la película "The Queen" y el papel sublime que hace Helen Mirren. Si la han visto ya, convendrán conmigo que la escena en la que el joven Blair, tembloroso y humilde, se presenta ante la Reina es de un gran cinismo y, a la vez, de una observación estricta de las reglas de juego.
Isabel II le aturde de entrada diciéndole que en aquella silla se han sentado todos los primeros ministros británicos pidiendo autorización para formar gobierno. Desde Winston Churchill a Margaret Thatcher, Harold Macmillan, Harold Wilson, James Callaghan, John Major y, por supuesto, Tony Blair.
El poder no lo tiene la Reina sino el primer ministro de turno. Lo único que conserva la Corona son las formas, el boato, la representación y, en definitiva, la piedra angular de todo el sistema.
Siglo tras siglo, la Monarquía ha ido cediendo poder al Parlamento y al Gobierno. Tanto por no hacer uso de él como por la aprobación de leyes que se lo han ido revocando. La Corona conserva, sin embargo, la prerrogativa de arbitrar entre el Parlamento democrático y su comité ejecutivo, conocido también como gobierno.
Tony Blair saldrá el 27 de junio de su residencia en direcciónal palacio de Buckingham, en un coche cuyo corto recorrido será transmitido en directo al mundo entero. Pasará un buen rato, el coche saldrá de palacio, reemprendrá su camino de vuelta a Downing Street y, allí, en el número 10, de pie y con las televisiones enfocándole dirá que acaba de presentar la dimisión a la Reina.
Son prerrogativas teóricas. Ya se sabe que la Reina no podrá pasar por encima de las decisiones del primer ministro que tiene la legitimidad que le otorga la mayoría del Parlamento.
La Reina tiene obligación de aprobar todas las leyes que hayan sido votadas en los Comunes. Se ha dicho incluso que tendría que firmar su propia sentencia de muerte si así lo aprobara el Parlamento, en los escasos supuestos en los que está contemplada.
Cortar la cabeza a los reyes ha sido habitual en la historia de Europa. Shakespeare nos habla de ello. Carlos I y Jaime II fueron ejecutados públicamente.
La Corona es depositaria de las más viejas ceremonias, los hábitos y símbolos de la antigüedad, las procesiones suntuosas, la pompa, la circunstancia y las dignidades. Incluso en los atribulados tiempos que ha vivido Isabel II, precisamente en los mandatos de Blair.
La Monarquía ejerce una gran seducción sobre las clases sencillas. No manda pero cautiva a un pueblo que conduce por la izquierda, se ha liberado del sistema métrico decimal, habla la lengua más extendida por el Planeta y, entre otras cosas, inventó el fútbol.
El conservadurismo inglés no es vetusto sino inteligente. Conserva lo viejo añadiendo todas las novedades que vengan. Con tantas formas conservadas no me extraña que sea el único país europeo, junto con Suecia, que no haya sufrido un solo golpe de Estado ni revoluciones que lo trituran todo para construir desde cero.
Admirable, aunque ridículo a veces, el pueblo inglés.
Dos «gentlemen» reales
viernes, 11 de mayo de 2007
Las cosas del Rey
miércoles, 9 de mayo de 2007
El Rey ensalza el acuerdo de paz en el Ulster
AGENCIAS | MADRID El Rey Don Juan Carlos ha ensalzado hoy la foto en prensa del acuerdo alcanzado en Irlanda del Norte y que ha permitido la formación de un Gobierno integrado por católicos y unionistas. También ha dicho que este tipo de procesos son largos y que, en todo caso, hay que intentarlo. Don Juan Carlos ha visitado la sede de la Dirección General de la Guardia Civil acompañado de toda la cúpula del Ministerio del Interior y, al término del acto, se detuvo a charlar unos instantes con los periodistas. Tras departir animadamente sobre el nacimiento de su nieta, se le consultó si se le podía preguntar por cuestiones de actualidad y enseguida se abordó el tema de ETA, a lo que respondió que él está por encima y que de eso se encarga el Gobierno. A continuación, se refirió en tono elogioso al primer ministro británico, Tony Blair, y a la importancia de la foto aparecida en la prensa del acuerdo de Gobierno en Irlanda del Norte. Don Juan Carlos ha calificado de muy importante la imagen aparecida en la prensa del acuerdo de Gobierno y ha incidido en que ha costado diez años. El monarca añadió que hay que intentarlo, antes de concluir que puede salir bien o no, momento en el que se encogió de hombros. Cuando fue preguntado por un periodista si había "paralelismos" con el caso de España, don Juan Carlos respondió que no es igual.
martes, 8 de mayo de 2007
Isabel II vuelve a la Casa Blanca
La anécdota de la recepción la protagonizó el presidente Bush, quien afirmó que la reina ha cenado con diez presidentes estadounidenses y colaborado en las conmemoraciones del bicentenario del inicio de la Revolución Americana, "un bicentenario celebrado en 17...". El presidente estadounidense se percató enseguida de su error y corrigió la fecha, 1976. Bush bromeó tras su error afirmando que la reina "acaba de lanzarme una mirada como sólo una madre puede lanzársela a su hijo".
Bush destacó también que Estados Unidos, Reino Unido y sus aliados permanecen unidos en Iraq y Afganistán en la guerra contra el terrorismo. "Nuestro trabajo ha sido duro. Los frutos de nuestro esfuerzo son difíciles de ver para muchos, pero nuestro trabajo es el camino más seguro a la paz. Su majestad, aprecio su liderazgo durante estos momentos de peligro y decisión", afirmó Bush.
La jefa del Estado británico destacó que esta es su quinta visita a Estados Unidos. "Es el momento de tomar los réditos de la amistad que nos une, de sentirnos orgullosos de sus fortalezas sin nunca darlos por seguros. Y es el momento de mirar hacia adelante, renovar conjuntamente nuestro compromiso para un mundo más próspero, seguro y libre", afirmó.
Bush y su esposa, Laura, recibieron a la monarca inglesa, que llegó junto a su marido, el príncipe Philip, ante la Casa Blanca. Ambas parejas intercambiaron saludos antes de comenzar la recepción oficial.
El acto oficial incluía un desfile militar y una exhibición de la Fuerza Aérea, además de una marcha de cuerpos militares antiguos ataviados con uniformes como los que llevaban durante la guerra de independencia librada entre el Ejército Continental de George Washington y el Ejército británico.
La Casa Blanca albergará la primera cena de gala de su presidencia en honor a la reina británica. A esta ceremonia, que estará amenizada por el virtuoso del violín Itzhak Perlman, acudirán un total de 134 invitados.
La visita de Isabel II a la Casa Blanca se enmarca dentro de la gira oficial de seis días que la reina británica realiza por Estados Unidos, un país que no visitaba desde 1991, durante el mandato presidencial de George H. W. Bush, el padre del actual presidente. Isabel II llegó el sábado por la noche a la base aérea de Andrews, desde donde fue trasladada a la Casa Blair, residencia de los invitados presidenciales.
viernes, 4 de mayo de 2007
Los Príncipes de Asturias salen de la clínica con la Infanta Sofía
MADRID.- Los Príncipes de Asturias han salido a las 18.10 horas de la clínica Ruber con su nueva hija, la Infanta Sofía, y con su primogénita, la Infanta Leonor.
"Queremos ser los mejores padres para ellas", ha asegurado Don Felipe. En referencia al día de la salida de la clínica, ha bromeado: "Viene muy bien que haya sido un viernes".
Letizia Ortiz, por su parte, ha señalado que "Sofía es un nombre precioso" y que a a ambos les hacía "mucha ilusión que se llamara como la Reina".
Durante la primera aparición pública de la Infanta Sofía, que nació el pasado domingo, su hermana Leonor se ha mostrado sonriente, con gestos tiernos, y al final se ha despedido de los presentes con la mano.
La salida de la clínica se produce en una tarde soleada y ante más de 300 periodistas y curiosos que llevaban horas esperando para ver a la octava nieta de los Reyes, muchos de ellos con cámaras de fotos en la mano.
Los estadounidenses se ponen al día en protocolo para recibir a Isabel II
WASHINGTON.- La reina de Inglaterra visita la antigua colonia y los estadounidenses han desempolvado los manuales de protocolo para no olvidar detalles como que los sombreros, poco populares a este lado del charco, no se deben utilizar tras caer la tarde.
Esa es una de las reglas de etiqueta compiladas en la página oficial de Tim Kaine, el gobernador del estado de Virginia, primera parada de la gira de seis días que la reina Isabel II y su esposo, el príncipe Felipe, duque de Edimburgo, realizan por la costa este de Estados Unidos.
La lista protocolaria recuerda a unos estadounidenses poco amigos de las formalidades que, al menos en Gran Bretaña, cuando la reina deja de comer durante un ágape, el resto también debe hacerlo.
Además, cuando Isabel II entra en una habitación todo el mundo se pone en pie, aunque, en contra de lo que pueda parecer, las reverencias son prescindibles y "es aceptable", llegado el caso, el socorrido apretón de manos.
Los que todavía alberguen dudas sobre cómo proceder en caso de toparse con la realeza pueden llamar a una "línea caliente" habilitada para la ocasión.
Ese esfuerzo informativo podría permitir que no se repita el aprieto que pasó el presidente Ronald Reagan (1981-1989) cuando en la Casa Blanca sirvieron una taza de té al príncipe de Gales, durante una visita oficial, al estilo americano y dejaron la bolsita dentro del recipiente.
La anécdota de Reagan salió a relucir este miércoles tras la publicación de extractos de sus diarios.
Numerosos simpatizantes
Por lo demás, el entusiasmo suscitado por la visita real era visible en las afueras de la legislatura de Richmond, la capital de Virginia, donde se dieron cita desde primera hora de la mañana más de un centenar de seguidores para conseguir un buen sitio desde el que observar a la soberana de 81 años cuando se desplace esta tarde a pie hacia el Capitolio.
Tras su llegada, la soberana y su esposo participaron en una breve recepción en la mansión del gobernador.
Finalizado el ágape, la pareja se desplazó al Capitolio donde fueron cumplimentados por los jefes de ocho tribus indígenas, que interpretaron una danza tradicional para rendir tributo a la representante de la corona británica.
La reina se dirigió, a continuación, a la Asamblea General de Virginia.
400 años de Jamestown
La pareja real ha viajado a EEUU para conmemorar el 400 aniversario del asentamiento de Jamestown, que se celebra oficialmente la próxima semana.
Isabel II y el duque de Edimburgo visitarán el viernes el enclave, sede de la primera colonia británica con carácter permanente fundada en 1607 sobre el río James.
Los festejos en torno al aniversario de Jamestown, que según la cadena de televisión CNN costarán unos cinco millones de dólares y que serán financiados por fondos públicos y privados, se centrarán, por primera vez, en las tres culturas que coincidieron en Jamestown: ingleses, indios nativos y africanos.
Se trata, según el diario 'The Boston Globe', de un "cumpleaños difícil" dado el carácter agridulce de la "conquista de América".
El rotativo recuerda las complejas relaciones entre indios y británicos, que culminaron en un intento de masacre por parte de los nativos en 1622 y fueron seguidas por posteriores represalias de los colonos.
"La historia está llena de paradojas y Jamestown es un recordatorio de la ambición, la violencia y la opresión que forman tanta parte de esta civilización como la lucha por los derechos humanos de los que los estadounidenses se vanaglorian hoy", dice el 'Globe' en un editorial.
Además de la visita a Virginia, la agenda de la reina incluye el Derby de Louisville, en Kentucky, una gira por el Centro Espacial Goddard de la Nasa en Maryland y sendas visitas a un hospital de niños en Washington y al Memorial de la II Guerra Mundial.
La soberana será recibida el lunes en la Casa Blanca por el presidente de EE.UU., George W. Bush, y asistirá a una cena de gala en su honor en la residencia oficial.