Los monárquicos no sólo fueron perseguidos durante la República y la Guerra Civil; algunos de ellos también se convirtieron en elementos «muy peligrosos» durante el franquismo. Varios monárquicos fueron condenados al destierro en las lejanas islas de El Hierro, Palma o Fuerteventura. El periódico ABC y los periodistas que escribían en él también sufrieron en varias ocasiones la censura y el embargo, y fueron condenados a pagar multas, a tachar sus firmas o, en algún caso, al destierro.
Pero quien pagó el precio más caro por defender sus ideas fue el joven Carlos Méndez González, que murió en extrañas circunstancias en la cárcel de Yeserías. Setenta años después, su muerte sigue en el olvido.
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