Elperiodista de ABC Antonio Burgos ha sido galardonado con el prestigioso premio Luca de Tena por su trayectoria periodística.
Anteriormente fue premiado con el Mariano de Cavia por un artículo que, por su interés, recuperamos de su web, dedicado al Príncipe Felipe.En enero de 1987, el buque-escuela de la Armada "Juan Sebastián Elcano" inició en Cádiz, como todos los años, su crucero de instrucción, llevando aquella vez a bordo como guardiamarina a S.A.R. El Príncipe de Asturias, Don Felipe de Borbón. El buque y el augusto alumno fueron despedidos en el muelle gaditano por SS.MM. Los Reyes y por S.A.R. El Conde de Barcelona, Don Juan de Borbón. Burgos dedicó a este tema el recuadro del día, artículo que fue luego galardonado con el premio "Mariano de Cavia" de 1988, por un jurado presidido por Manuel Halcón e integrado, entre otros, por Fernando Lázaro Carreter y Jesùs de las Cuevas. Este es el artículo premiado:
Habanera gaditana para un Príncipe
...YCádiz será más virreinal que nunca, y hablarán por los blancos cierros de la calle Sacramento los ¡oros de Puerto Rico, la caoba de Camagüey, las lentas mecedoras dominicanas de rejilla y suspiro. Que en sus cuatro palos, cruzado el trinquete, una goleta izará el trapo de sus veinte velas para que un real mozo, vestido con el mismo azul sereno y profundo de la mar en invierno, tenga pañuelos con que decir adiós a una madre que lo despide y a una tierra que se aleja, arriba los gavieros y juaneteros, los pitos interpretando la vieja habanera de los contramaestres,mientras la gente al pie de la jarcia suelta aparejos como quien está pintando sobre el océano la vieja marina de un pintor borracho, con apellido inglés, que se perdió definitivamente con el fino de Chiclana en los mármoles coloniales de los mostradores de las tiendas los chicucos de la Montaña.
Y Cádiz será hoy más virreinal que nunca, y los leones de Hércules dejarán por un momento la apostura trimilenaria del escudo, y el pendón morado, al viento de las Puertas de Tierra no marcará la frontera del viejo mundo de la Itaca andaluza, sino que sus colores doceañistas de guacamayos y lechuguinos, de derechos del hombre y españoles justos y benéficos, ondearán sobre los que fueron puertos del Rey de España y de las Indias, tan cercanas que con la mano alcanzarse en la memoria pueden, como si Cartagena fuera Puerto Real o como si Veracruz fuera Sanlúcar o los guiños del faro de Chipiona.
Andalucía puede, de siglo en siglo, permitirse estos lujos. El Cádiz que todavía está esperando que le llegue el último galeón de la Carrera de Indias despide hoy a la última goleta de las naves del Rey de España, que a su bordo lleva un real mozo al que en el muelle despide una madre, a la que la Tacita trimilenaria le prestará el pañuelo de la cal de sus tejados. Esto, como comprenderán, no es una noticia. Andalucía, de siglo en siglo, puede permitirse estos lujos, que no escribe noticias, sino poemas de Agustín de Foxá, de José María Pemán. Andalucía puede permitirse estos lujos, de escribir hoy, en los muelles de Cádiz, entre cigarreras de la Cuesta de las Calesas y pimpis de los hules del Achuri, el mejor romance que soñar pudiera Rafael de León, al que ya a la noche, cuando el cruzado trinquete y los cuatro palos del "Juan Sebastián Elcano", sean ya sólo el suspiro de una novia, el faro de San Sebastián pondrá el sello de plata de su blanco guiño como quien encierra la carta de amor de un guardia marina en el palosanto de un secreter que vino de Santiago de Cuba.
Y quedarán en Cádiz esas catedrales de las Indias virreinales que la historia dejó por embarcar, que no había en la carena de los galeones lugar para tanta belleza, gemelas torres del Carmen en la Alameda, iglesia de San José que está esperando un obispo escapado de una sonata americana de Valle Inclán...
Ni a soñar que se echara Andalucía hubiera podido escribir una habanera más rica en el piano solterón de las señoritas de miriñaque de la calle Ancha. Ese Cádiz que todavía espera el último galeón le dice adiós a la última goleta. En el muelle, un Rey de España, perfil de moneda para que los duros antiguos sigan en Cádiz dando que hablar. En la goleta, un real mozo, rubio de copla, alto de cuadro de Sotomayor: el que será el Rey de España en el siglo XXI se va lejos, de embarcado, y su goleta no sale de esta mar de plata a la que el invierno pone la misma color serena y profunda de su uniforme de guardia marina, sino que zarpa de los hondones del siglo XIX Andalucía, de siglo en siglo, puede permitirse estos lujos, parar el reloj de la historia y que no haya más tiempo que el dorado reflejo de la cúpula de la catedral. Cádiz, hoy, con un real mozo que sale del siglo XIX para hacerse el Rey de España en el siglo XXI, será más virreinal que nunca y los miradores serán pañuelos de cal para escribirle el adiós de una habanera.
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