"El Rey se ha ablandado un poco porque Cristina e Iñaki lo están pasando verdaderamente mal. Se sienten muy aislados y angustiados por su futuro, y eso ha provocado un cierto acercamiento del monarca hacia ellos". Quien así se expresa es un reconocido gurú del mundo de la comunicación con acceso directo a La Zarzuela, que asegura que en ese cambio de actitud de don Juan Carlos hacia su hija y su yerno ha influido notablemente un selecto y reducido grupo de empresarios con quienes el jefe del Estado mantiene contactos discretos, pero muy fluidos.
De ese exclusivo sanedrín forman parte José Manuel Lara -presidente del Grupo Planeta y factótum de Antena 3, Onda Cero y La Razón- y alguno de sus más directos colaboradores; César Alierta, presidente de Telefónica, y su hasta hace poco mano derecha en la compañía, Luis Abril, ahora embarcado en su propio proyecto como consultor de comunicación; Emilio Botín, presidente del Banco Santander, y su hombre de máxima confianza en las relaciones institucionales del banco, José Manuel Cendoya; Isidre Fainé, presidente de la Caixa y jefe de la infanta Cristina de Borbón en la entidad catalana, y Javier Godó, propietario del Grupo Godó y editor del diario La Vanguardia.
La crisis económica y sus dramáticas consecuencias, además del desafío independentista catalán, habían acaparado hasta ahora casi en exclusiva las reuniones del monarca -la mayor parte de las veces por separado- con los miembros de ese escogido club de asesores. Pero en las últimas semanas otro asunto se ha colado en la agenda de los encuentros: el caso Urdangarín. Todos esos empresarios, ya sea de forma directa o indirecta, controlan algunos de los medios de comunicación más influyentes de este país. Y a todos ellos les ha trasladado el Rey su "extraordinaria preocupación" por el supuesto linchamiento mediático de Iñaki Urdangarín y su esposa, según aseguran a El Confidencial fuentes conocedoras de esos contactos.
Urdangarín, "demonizado"
Las consecuencias de su presunto enriquecimiento ilícito no sólo las está pagando el duque de Palma: también su esposa y, sobre todo, sus cuatro hijos. Don Juan Carlos "está muy afectado por cómo este escándalo está pasando factura a su hija y sus nietos. Los medios de comunicación demonizan a Urdangarín, pero eso también les afecta muy directamente a ellos", sostienen las mismas fuentes, que añaden: "Lo que el Rey ha explicado a sus interlocutores es que, al menos desde el punto de vista estrictamente personal, los medios de comunicación deberían levantar un poco el pie del acelerador y ceñirse a los aspectos judiciales del caso, en los que no tiene nada que objetar".
Pero, además de transmitirles sus inquietudes, el jefe del Estado también pide consejo a sus interlocutores en esos encuentros privados. Y la mayoría le ha recomendado que, si no como monarca, sí al menos como patriarca familiar trate de mostrarse algo más magnánimo hacia su hija y su yerno, porque una imagen de excesiva dureza y frialdad podría perjudicarle, a él y a la Corona. Esa sugerencia parece no haber caído en saco roto. El pasado 25 de noviembre, Urdangarín y la infanta Cristina, acompañados por su primogénito, Juan Valentín Urdangarín Borbón, acudieron al hospital madrileño Quirón San José para visitar al Rey, convaleciente de su última operación de cadera. Y la próxima semana volverán a estar junto al monarca para celebrar la Nochebuena en palacio.
Fuentes muy cercanas a La Zarzuela admiten que don Juan Carlos "ha hecho una concesión a su hija en el plano familiar, un gesto que está completamente justificado desde el punto de vista humano. Pero en lo institucional todo sigue igual: Urdangarín se mantiene apartado de la agenda oficial, y así seguirá mientras no haya un pronunciamiento judicial". Las mismas fuentes añaden que la Casa del Rey "no puede hacer absolutamente nada para mejorar la reputación del duque de Palma hasta que se celebre el juicio, más allá de recordar que tiene derecho a la presunción de inocencia y a normalizar su vida, sin ser acosado social y mediáticamente".
Evitar errores
El Rey y los Príncipes de Asturias rompieron todos los puentes con los duques de Palma tras el virulento estallido del caso Urdangarín. Y su reconstrucción, si es que alguna vez llega a producirse, ni siquiera se vislumbra en el horizonte, a no ser que una absolución judicial que ahora mismo se antoja improbable restituyera al exjugador internacional de balonmano su honor perdido. Pero en La Zarzuela confían en que el tibio acercamiento entre don Juan Carlos y su yerno sirva al menos para que Urdangarín se muestre más receptivo a los consejos del entorno del monarca y no cometa nuevos errores.
Uno de esos errores, según reconoce uno de los empresarios con acceso al jefe del Estado, ha sido su "excesiva confianza en el abogado Mario Pascual Vives, que no siempre ha sabido estar a la altura de las circunstancias". Ese empresario recuerda que Telefónica ha corrido con los gastos de la defensa de Urdangarín, asesorado por un equipo de letrados encabezado por el experto penalista Horacio Oliva, pero no logró persuadirle de que prescindiera de los servicios de Pascual Vives, que sigue ejerciendo de portavoz del duque de Palma.
La compañía presidida por Alierta también pagó los honorarios del consultor José María Urquijo, director de la empresa de relaciones públicas Hermes Comunicación. Urquijo instruyó a Urdangarín acerca de cómo debía afrontar su comparecencia del pasado mes de febrero en Palma de Mallorca ante el juez José Castro, desde el paseíllo a pie por la rampa que conducía al juzgado -en lugar de utilizar un acceso restringido- a la vestimenta que lució aquel día, pasando por la breve declaración que recitó de memoria ante los periodistas o su aparición en escena a bordo de un discreto utilitario.
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