lunes, 6 de febrero de 2012

Isabel II cumple 60 años en el trono

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ABC

Isabel II inició ayer la conmemoración de sus seis décadas en el trono con la asistencia a una ceremonia religiosa cerca de su residencia privada en Sandringham, en Norfolk, donde decenas de vecinos desafiaron a la nieve para acompañarle en el servicio y despedir con tres «hurras» a su Soberana. La Reina se acercó a hablar con varios vecinos, y aceptó numerosos ramos de flores que le ofrecieron. Hace hoy 60 años, la joven princesa de 25 años tuvo que interrumpir un viaje por Kenia ante la noticia del fallecimiento de su padre, Jorge VI. La costumbre todos estos años era no acompañar la efeméride de celebración pública alguna, al asociar Isabel II la fecha al recuerdo triste de la muerte de su padre. Pero esta vez será diferente.

Las bodas de diamante de la Monarca coinciden con las sacudidas de la crisis en una nación de naciones sometida a la era de la austeridad, en medio además del desafío nacionalista en tierras escocesas. Así que Isabel II iniciará hoy un intenso programa semestral con la parte más discreta, visitando un ayuntamiento y una escuela infantil. Las grandes celebraciones llegarán el primer fin de semana de junio, con la conmemoración de la ceremonia de coronación de la joven Reina en 1952. Entonces, Winston Churchill acababa de comenzar su mandato como primer ministro, el Reino Unido anunciaba por primera vez que poseía la bomba atómica, y nacían personajes como Joe Strummer, cofundador de The Clash, y Gordon Brown, sucesor de Tony Blair en Downing Street. Desde entonces, Isabel II ha reinado sobre ciudadanos británicos y de los otros 15 países que la tienen como jefa de Estado desde el advenimiento de la televisión hasta la destrucción creativa que ha traído la era digital, y ha despachado con doce primeros ministros.

«Las reuniones privadas con la Reina son muy útiles, son francas y libres. Y, claro, ha estado ahí 60 años. La mayor parte de los actuales ministros no habían nacido cuando se convirtió en Monarca. Así que hay pocas cosas que no haya visto, o que no comprenda». Así definía ayer su relación con la Reina John Major, exprimer ministro conservador, durante una entrevista con la BBC.

Si bien la mayoría de las apariciones públicas con eco internacional suelen estar rodeadas de pompa y tradición, la existencia de Isabel II es un elemento cotidiano y cercano para los británicos. Un símbolo institucional que ha sabido hacerse un hueco de carne y hueso en la vida nacional. «Seguramente, la fortaleza de la monarquía reside en su habilidad de parecer inmutable», escribe el respetado historiador Roy Strong en «The Daily Telegraph».

Su papel constitucional como símbolo de unidad del país es reconocido tanto por fervorosos monárquicos como por sus súbditos más tibios, en un país en el que apenas el 20% dice preferir un modelo de Estado republicano. Solo la Reina Victoria (1819-1901), con sus casi 64 años de reinado, ha encarnado más tiempo la corona británica. Y frente su otra antecesora, Isabel I (1533-1603) —un modelo monacal de monarca-soldado que construyó Inglaterra tal y como la conocemos y bajó la persiana de la dinastía Tudor—, la actual soberana recalcó desde su coronación que el suyo sería un modelo «bendecido por el matrimonio y la descendencia». Una tarea nacional valorada de forma positiva estos días a derecha e izquierda, reconocida como valiosa incluso por el nacionalismo escocés cuyo líder, Alex Salmond, no desperdicia una oportunidad de reafirmar que una Escocia independiente mantendría a Isabel II como Reina.

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