domingo, 13 de junio de 2010

Doña Cristina, la Infanta de la conciliación familiar

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ABC

Almudena Martínez-Fornés

Vista desde fuera, la vida de Doña Cristina parece un complicado sudoku. Madre de familia numerosa, directiva de una fundación española, residente en Washington e Infanta de España en las dos orillas del Atlántico.

Sin embargo, Doña Cristina está consiguiendo conciliar su vida familiar, profesional e institucional a costa de frecuentes vuelos hay meses que cruza cuatro o seis veces el océano y gracias, entre otras ayudas, a que su marido, Iñaki Urdangarín, es un padrazo con el que puede turnarse sin demasiados problemas en el cuidado de los cuatro niños. Y es que en Estados Unidos la pareja cuenta con menos ayuda de la que tenía en España. Precisamente, la presencia de Doña Cristina sola en numerosos actos, ya fuera como Infanta de España o como directora del Área Social de la Fundación La Caixa, ha sido interpretada erróneamente por algún medio de comunicación como un indicio de que su matrimonio no atravesaba su mejor momento.

Como le pasaría a cualquier persona, esta información falsa no ha sentado nada bien a la Infanta y ella ha manifestado su malestar en círculos privados. Por el contrario y a pesar del poco tiempo del que dispone para ella misma ha tenido que renunciar a su principal afición, practicar la vela, Doña Cristina se encuentra hoy en su mejor momento. En Washington está disfrutando de una vida familiar más íntima con su marido y sus cuatro hijos, quienes se han adaptado perfectamente a la vida americana y han dado tal estirón desde el pasado verano que están irreconocibles. Sus compañeros de trabajo valoran su dedicación a la fundación. Y como Infanta mantiene su actividad en España, pero ha reforzado la representación de la Corona en la otra orilla del Atlántico. También, físicamente, está en su mejor momento. Alta y delgada, Doña Cristina ha demostrado que, cuando se lo propone, sabe sacar un gran partido a su figura y su rostro, aunque sólo se esmera en contadas ocasiones. Alejada de todo artificio y frivolidad, la Infanta prefiere ofrecer una imagen clásica y neutra en los momentos institucionales o profesionales, y mantener su aire deportivo e informal en los momentos de ocio familiar. Y es que el deporte sigue íntimamente ligado a esta familia, ya sea a la hora de practicarlo o de contemplarlo como espectáculo. Aunque desde que vino al mundo, Doña Cristina ha compartido con la opinión pública los momentos más importantes de su vida, sigue siendo la menos conocida de los tres hijos de los Reyes.

Quienes mejor la conocen la describen como una persona seria, amable, muy responsable, sensible, con una personalidad marcada y que defiende su criterio con firmeza. Dicen que tiene el mismo sentido de la disciplina que su padre, el Rey, y que de su madre, la Reina, ha heredado el carácter solidario y el amor a los animales. Aunque todo lo reviste de naturalidad, en realidad es una Infanta moderna y rompedora que pasará a la historia como la primera mujer de la Familia Real española que obtuvo un título universitario, el de licenciada en Ciencias Políticas por la Universidad Complutense. También innovó el día que decidió trasladar su residencia a Barcelona, pero su vida pegó un verdadero vuelco cuando cruzó el oceáno y se propuso seguir con su vida de siempre.

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