AFP
LUXEMBURGO.- Como ya hiciera en 1990 el rey de los Belgas, el Gran Duque luxemburgués ha apelado a su moral para no aprobar una ley. Tras un anuncio que amenazaba con sumir a Luxemburgo en una grave crisis institucional, el primer ministro, Jean-Claude Juncker, ha anunciado este martes que el país va a cambiar su constitución y reducir las prerrogativas del Gran Duque Enrique.
"No participará más en el ejercicio del poder legislativo, a partir de ahora va a firmar la ley simplemente para constatar el cumplimiento del procedimiento", ha dicho Luc Frieden, ministro de Justicia del país.
El anuncio de esta revisión constitucional se produce después de que este lunes el Gran Duque informase a los jefes de los grupos parlamentarios de que no firmaría la ley que legaliza la eutanasia bajo ciertas condiciones, por razones de "conciencia".
"Yo comprendo los problemas de conciencia del Gran Duque. Con matices, yo tengo los mismos problemas. Pero le debo advertir que si la Cámara de los Diputados vota una ley, debe poder entrar en vigor", había declarado Juncker, previamente, antes de anunciar la reforma constitucional.
Con la previsible aprobación de esta reforma constitucional, el Gran Duque ya no tendrá que dar su visto bueno un texto para poder promulgarlo. "Ya que queremos evitar una crisis institucional pero al mismo tiempo respetar la opinión del Gran Duque, vamos a suprimir el término 'sancionar' en el artículo 34 de la constitución y reemplazarlo por el término 'promulgar'. Esto va a decir que solamente va a promulgar las leyes para que entren en vigor", ha declarado el Primer ministro, tras una reunión con los jefes de los grupos parlamentarios del gran ducado.
De este modo, el Gran Duque verá sus privilegios recortados, pues actualmente la constitución estipula que el jefe de Estado "sanciona y promulga" las leyes, en los tres meses posteriores a su adopción por parte del parlamento luxemburgués. A partir de ahora, sólo promulgará.
Actualmente, "el Gran Duque estima que al sancionar la ley, debe hacer suya la voluntad expresada por el parlamento y así dar su acuerdo a estos textos", ha explicado Luc Frieden, ministro de Justicia del país.
"La solución propuesta por el Gobierno es decir que hace falta evitar en una monarquía constitucional que el Gran Duque tenga que expresar una opinión. El gran duque se sitúa por encima de los partidos, hace falta evitar que se vea metido en el debate político retirándole el poder de sancionar la ley", ha añadido.
Con la propuesta de esta modificación de la Constitución, "el primer objetivo del gobierno ha sido evitar una crisis institucional", ha explicado el ministro. Esta revisión constitucional deberá ser sometida al Parlamento luxemburgués el próximo martes, según el jefe del grupo de los Verdes, François Bausch. Hace falta una mayoría de dos tercios para que sea efectiva.
El texto que despenalizaba la eutanasia bajo ciertas condiciones había sido aprobado en febrero por los diputados. No había recibido más que una corta mayoría, gracias al apoyo de los diputados socialistas de la mayoría gubernamental y a los miembros de la oposición liberal y los Verdes, pese a la oposición masiva de los socialcristianos de Junker. Estos últimos habían expresado el temor a una "banalización del acto de la eutanasia".
Todavía podrá producirse una segunda votación este mes, tras la revisión constitucional.
Precedentes
El Gran Duque Enrique, en el poder desde 2000, se ha salido con su veto de su neutralidad habitual, amenazando con sumir al país en una crisis institucional sin precedentes desde 1919.
Entonces, la Gran Duquesa María Adelaida se salió también de la neutralidad política para tomar partido por los católicos sobre una ley que limitaba la influencia de la Iglesia en la enseñanza. La Gran Duquesa abdicó, pero un referéndum confirmó la monarquía constitucional. Desde entonces, ningún soberano se había opuesto a una decisión del parlamento luxemburgués.
El caso recuerda también al del rey Balduino de Bélgica, que en 1990 consideró que su "conciencia" le impedía sancionar una ley que legalizaba el aborto.
Entonces, el Gobierno y el Parlamento del país vecino recurrieron a una pirueta: "constataron que el rey se encontraba en imposibilidad de reinar" durante aquellos días, y la ley fue promulgada sin la firma real.
LUXEMBURGO.- Como ya hiciera en 1990 el rey de los Belgas, el Gran Duque luxemburgués ha apelado a su moral para no aprobar una ley. Tras un anuncio que amenazaba con sumir a Luxemburgo en una grave crisis institucional, el primer ministro, Jean-Claude Juncker, ha anunciado este martes que el país va a cambiar su constitución y reducir las prerrogativas del Gran Duque Enrique.
"No participará más en el ejercicio del poder legislativo, a partir de ahora va a firmar la ley simplemente para constatar el cumplimiento del procedimiento", ha dicho Luc Frieden, ministro de Justicia del país.
El anuncio de esta revisión constitucional se produce después de que este lunes el Gran Duque informase a los jefes de los grupos parlamentarios de que no firmaría la ley que legaliza la eutanasia bajo ciertas condiciones, por razones de "conciencia".
"Yo comprendo los problemas de conciencia del Gran Duque. Con matices, yo tengo los mismos problemas. Pero le debo advertir que si la Cámara de los Diputados vota una ley, debe poder entrar en vigor", había declarado Juncker, previamente, antes de anunciar la reforma constitucional.
Con la previsible aprobación de esta reforma constitucional, el Gran Duque ya no tendrá que dar su visto bueno un texto para poder promulgarlo. "Ya que queremos evitar una crisis institucional pero al mismo tiempo respetar la opinión del Gran Duque, vamos a suprimir el término 'sancionar' en el artículo 34 de la constitución y reemplazarlo por el término 'promulgar'. Esto va a decir que solamente va a promulgar las leyes para que entren en vigor", ha declarado el Primer ministro, tras una reunión con los jefes de los grupos parlamentarios del gran ducado.
De este modo, el Gran Duque verá sus privilegios recortados, pues actualmente la constitución estipula que el jefe de Estado "sanciona y promulga" las leyes, en los tres meses posteriores a su adopción por parte del parlamento luxemburgués. A partir de ahora, sólo promulgará.
Actualmente, "el Gran Duque estima que al sancionar la ley, debe hacer suya la voluntad expresada por el parlamento y así dar su acuerdo a estos textos", ha explicado Luc Frieden, ministro de Justicia del país.
"La solución propuesta por el Gobierno es decir que hace falta evitar en una monarquía constitucional que el Gran Duque tenga que expresar una opinión. El gran duque se sitúa por encima de los partidos, hace falta evitar que se vea metido en el debate político retirándole el poder de sancionar la ley", ha añadido.
Con la propuesta de esta modificación de la Constitución, "el primer objetivo del gobierno ha sido evitar una crisis institucional", ha explicado el ministro. Esta revisión constitucional deberá ser sometida al Parlamento luxemburgués el próximo martes, según el jefe del grupo de los Verdes, François Bausch. Hace falta una mayoría de dos tercios para que sea efectiva.
El texto que despenalizaba la eutanasia bajo ciertas condiciones había sido aprobado en febrero por los diputados. No había recibido más que una corta mayoría, gracias al apoyo de los diputados socialistas de la mayoría gubernamental y a los miembros de la oposición liberal y los Verdes, pese a la oposición masiva de los socialcristianos de Junker. Estos últimos habían expresado el temor a una "banalización del acto de la eutanasia".
Todavía podrá producirse una segunda votación este mes, tras la revisión constitucional.
Precedentes
El Gran Duque Enrique, en el poder desde 2000, se ha salido con su veto de su neutralidad habitual, amenazando con sumir al país en una crisis institucional sin precedentes desde 1919.
Entonces, la Gran Duquesa María Adelaida se salió también de la neutralidad política para tomar partido por los católicos sobre una ley que limitaba la influencia de la Iglesia en la enseñanza. La Gran Duquesa abdicó, pero un referéndum confirmó la monarquía constitucional. Desde entonces, ningún soberano se había opuesto a una decisión del parlamento luxemburgués.
El caso recuerda también al del rey Balduino de Bélgica, que en 1990 consideró que su "conciencia" le impedía sancionar una ley que legalizaba el aborto.
Entonces, el Gobierno y el Parlamento del país vecino recurrieron a una pirueta: "constataron que el rey se encontraba en imposibilidad de reinar" durante aquellos días, y la ley fue promulgada sin la firma real.
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