Rompiendo con la tradición, el jefe del Estado francés presidió la ceremonia por primera vez en la fortaleza de Douamont, junto al escenario de la batalla de Verdún, una de las más sangrientas de la contienda (1914-1918).
Ante sus ilustres invitados, -entre los que también se encontraban los Grandes Duques de Luxemburgo, el presidente del Bundesrat (senado) alemán Peter Muller, el de la Comisión Europea José Manuel Durao Barroso, y el del Parlamento Europeo, Hans-Gert Poettering- Sarkozy rindió homenaje a todos los caídos "sin excepción".
"Francia no olvidará nunca" a los soldados que "lucharon en nuestro suelo" y que defendieron "nuestra libertad", dijo el presidente en un discurso en el que puso de relieve también que es la primera vez que se conmemora el armisticio sin la presencia de supervivientes de la conocida como la Gran Guerra.
El último combatiente francés, Lazare Ponticelli, falleció el pasado mes de marzo a los 110 años, recordó Sarkozy, tras dejar constancia de que, aunque "los testigos de la tragedia han desaparecido", su memoria está más viva que nunca.
En el lugar donde reposan los restos de 130.000 soldados de los 300.000 que cayeron en los 300 días y 300 noches que duró la batalla de Verdún, el jefe del Estado francés y presidente de turno de la Unión Europea (UE) apostó por convertir la ceremonia de conmemoración del armisticio en el himno de reconciliación de Europa.
Lo hizo en el mismo sitio en el que, en 1984, el presidente francés François Mitterrand y el canciller alemán Helmut Kohl enlazaron sus manos en un gesto que ha pasado a la historia como el símbolo de la reconciliación entre los antiguos adversarios.
Merkel, enfadada
Sin embargo, medios británicos aseguraron que la canciller alemana, Angela Merkel, canceló a último momento su asistencia al evento en desacuerdo con la decisión de Sarkozy de celebrar la ceremonia en Verdún, principal campo de batalla entre las fuerzas alemanas y francesas, y no en París, como venía siendo habitual.
"Lo que debía ser un encuentro dignificante entre antiguos enemigos amenazó con convertirse en una disputa diplomática", publica el "Daily Telegraph". Merkel "está enfadada por el hecho de que Sarkozy haya escogido un símbolo del vergonzoso pasado militar de Alemania para este evento", dijo al rotativo un organizador de la ceremonia.
Más de 300.000 soldados alemanes y franceses perdieron la vida entre febrero y diciembre de 1916 en Verdún en una de las batallas más largas y sangrientas de la Primera Guerra Mundial.
A todos los caídos sin excepción
Tras insistir en que se trata de un homenaje a todos los caídos, "sin excepción", Sarkozy citó concretamente a los soldados que fueron fusilados por deserción y sublevación, y destacó que ellos también fueron víctimas de una Guerra que "excluía toda indulgencia, toda debilidad".
Con estas declaraciones, el presidente ha querido calmar la polémica que ha resurgido en Francia en torno a los soldados fusilados en 1917 por haberse amotinado contra lo que consideraban órdenes incoherentes de sus superiores.
Hace diez años, el entonces primer ministro, Lionel Jospin, dijo que esos amotinados debían ser "rehabilitados", en contra de la opinión del presidente Jacques Chirac, y ahora son varias las organizaciones sociales y políticas que se suman a su propuesta.
Este 11 de noviembre, 90 años después, es día de luto para los franceses, y no un día de celebración de "la victoria de un campo contra otro", subrayó Sarkozy, vestido con corbata y traje negro.
Su esposa, Carla Bruni, no desentonaba, con una levita gris en la que llevaba prendida la insignia de las colectas en favor de los ex combatientes de guerra.
La de Douaumont es solo una de las muchas ceremonias que hoy se celebran en todo el país, incluida la que protagonizó el propio Sarkozy por la mañana en París donde, rompiendo con otra tradición, depositó una corona de flores bajo la estatua de Georges Clemenceau, en lugar de hacerlo ante la Tumba del Soldado Desconocido del Arco de Triunfo.
El príncipe Carlos, heredero de la corona británica, y la duquesa de Cornualles siguieron con atención el discurso del mandatario francés y el minuto de silencio que se guardó a las 11 horas y 11 minutos del día 11 del mes 11, marcando así el momento exacto en el que, hace 90 años, entró en vigor el Tratado del Armisticio.
El Tratado fue firmado por el mariscal francés, Ferdinand Foch, y el alemán Matthias Erzberger a las 5 de la mañana del 11 de noviembre de 1918 en un vagón de tren en el bosque de Compiegne (Francia), a unos 90 kilómetros al norte de París.
En Francia fueron 1.394.000 los muertos en el conflicto, a los que se suman 3 millones de heridos, de los cuales 1 millón quedaron inválidos.
Celebración en Londres
Ante sus ilustres invitados, -entre los que también se encontraban los Grandes Duques de Luxemburgo, el presidente del Bundesrat (senado) alemán Peter Muller, el de la Comisión Europea José Manuel Durao Barroso, y el del Parlamento Europeo, Hans-Gert Poettering- Sarkozy rindió homenaje a todos los caídos "sin excepción".
"Francia no olvidará nunca" a los soldados que "lucharon en nuestro suelo" y que defendieron "nuestra libertad", dijo el presidente en un discurso en el que puso de relieve también que es la primera vez que se conmemora el armisticio sin la presencia de supervivientes de la conocida como la Gran Guerra.
El último combatiente francés, Lazare Ponticelli, falleció el pasado mes de marzo a los 110 años, recordó Sarkozy, tras dejar constancia de que, aunque "los testigos de la tragedia han desaparecido", su memoria está más viva que nunca.
En el lugar donde reposan los restos de 130.000 soldados de los 300.000 que cayeron en los 300 días y 300 noches que duró la batalla de Verdún, el jefe del Estado francés y presidente de turno de la Unión Europea (UE) apostó por convertir la ceremonia de conmemoración del armisticio en el himno de reconciliación de Europa.
Lo hizo en el mismo sitio en el que, en 1984, el presidente francés François Mitterrand y el canciller alemán Helmut Kohl enlazaron sus manos en un gesto que ha pasado a la historia como el símbolo de la reconciliación entre los antiguos adversarios.
Merkel, enfadada
Sin embargo, medios británicos aseguraron que la canciller alemana, Angela Merkel, canceló a último momento su asistencia al evento en desacuerdo con la decisión de Sarkozy de celebrar la ceremonia en Verdún, principal campo de batalla entre las fuerzas alemanas y francesas, y no en París, como venía siendo habitual.
"Lo que debía ser un encuentro dignificante entre antiguos enemigos amenazó con convertirse en una disputa diplomática", publica el "Daily Telegraph". Merkel "está enfadada por el hecho de que Sarkozy haya escogido un símbolo del vergonzoso pasado militar de Alemania para este evento", dijo al rotativo un organizador de la ceremonia.
Más de 300.000 soldados alemanes y franceses perdieron la vida entre febrero y diciembre de 1916 en Verdún en una de las batallas más largas y sangrientas de la Primera Guerra Mundial.
A todos los caídos sin excepción
Tras insistir en que se trata de un homenaje a todos los caídos, "sin excepción", Sarkozy citó concretamente a los soldados que fueron fusilados por deserción y sublevación, y destacó que ellos también fueron víctimas de una Guerra que "excluía toda indulgencia, toda debilidad".
Con estas declaraciones, el presidente ha querido calmar la polémica que ha resurgido en Francia en torno a los soldados fusilados en 1917 por haberse amotinado contra lo que consideraban órdenes incoherentes de sus superiores.
Hace diez años, el entonces primer ministro, Lionel Jospin, dijo que esos amotinados debían ser "rehabilitados", en contra de la opinión del presidente Jacques Chirac, y ahora son varias las organizaciones sociales y políticas que se suman a su propuesta.
Este 11 de noviembre, 90 años después, es día de luto para los franceses, y no un día de celebración de "la victoria de un campo contra otro", subrayó Sarkozy, vestido con corbata y traje negro.
Su esposa, Carla Bruni, no desentonaba, con una levita gris en la que llevaba prendida la insignia de las colectas en favor de los ex combatientes de guerra.
La de Douaumont es solo una de las muchas ceremonias que hoy se celebran en todo el país, incluida la que protagonizó el propio Sarkozy por la mañana en París donde, rompiendo con otra tradición, depositó una corona de flores bajo la estatua de Georges Clemenceau, en lugar de hacerlo ante la Tumba del Soldado Desconocido del Arco de Triunfo.
El príncipe Carlos, heredero de la corona británica, y la duquesa de Cornualles siguieron con atención el discurso del mandatario francés y el minuto de silencio que se guardó a las 11 horas y 11 minutos del día 11 del mes 11, marcando así el momento exacto en el que, hace 90 años, entró en vigor el Tratado del Armisticio.
El Tratado fue firmado por el mariscal francés, Ferdinand Foch, y el alemán Matthias Erzberger a las 5 de la mañana del 11 de noviembre de 1918 en un vagón de tren en el bosque de Compiegne (Francia), a unos 90 kilómetros al norte de París.
En Francia fueron 1.394.000 los muertos en el conflicto, a los que se suman 3 millones de heridos, de los cuales 1 millón quedaron inválidos.
Celebración en Londres
La conmemoración del día de entrada en vigor del Tratado de Armisticio firmado en 1918 entre Alemania y los aliados también se celebró en Londres, donde el primer ministro Gordon Brown participó en una ceremonia solemne protagonizada por tres de los últimos sobrevivientes del conflicto.
Los veteranos Henry Allingham, de 112 años, Harry Patch, de 110, y Bill Stone, de 108, centraron el emotivo encuentro en el cementerio de Cenotaph de la capital británica. La semana pasada murió con 108 años en Australia otros de los sobrevivientes británicos, Sydney Lucas.
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