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Cualquier esfuerzo editorial por poner en valor nuestro pasado común es hoy, tal vez, más necesario que nunca. La izquierda española y sus aliados separatistas llevan décadas intentando hacer pasar por historia de España lo que no es más que una burda construcción sociopolítica destinada a justificar sus fechorías presentes y futuras, esto es, que no somos una nación con un pasado común, sino un conjunto de pueblos históricamente mal avenidos que nunca hicieron nada bien juntos, salvo esquilmar a quienes fueron sometidos a su yugo.
En los últimos años, y tras las sucesivas reformas educativas, en lugar de manipular la historia de España, directamente no se explica, salvo algún suceso aislado, que se interpreta con los patrones del pensamiento contemporáneo y que súbitamente aparece en algún lugar de un temario dominado por el localismo. Es el drama de una nación que niega a sus ciudadanos más jóvenes el derecho a saber de dónde proceden. Por eso, libros como Nosotros, los españoles, de Fernando Díaz Villanueva, adquieren una mayor relevancia, en la medida en que compensan de alguna forma las tergiversaciones historiográficas del sistema educativo y los medios de comunicación de masas, de obediencia ampliamente izquierdista.
Pero el libro que ahora reseñamos tiene un mérito adicional que lo convierte en una herramienta muy útil para familiarizar al lector con la historia de nuestra nación. Se trata del estilo narrativo con que está redactado, no exento de un elegante sentido del humor (ah, las malas compañías), lo que convierte su lectura en un placer. Todo lo contrario de los abruptos tomazos de Historia elaborados en clave estructuralista, omnipresentes en los programas de estudios de las universidades públicas y en los suplementos literarios de los grandes medios, que interpretan los sucesos pasados en función de añejas categorías de origen marxista; de ahí que continúen acumulando polvo en las estanterías de las librerías de lance.
Los hechos históricos de una nación con un pasado tan rico como la nuestra no pueden ser entendidos si se prescinde de que fueron protagonizados por personas, con sus virtudes y debilidades, sus errores y aciertos, en definitiva, sin el componente humano, que es lo que da sentido a una sucesión de acontecimientos que de otra forma resultarían incomprensibles, por más que se esfuercen quienes apuntan a la lucha de clases como clave interpretativa de los fenómenos históricos.
El autor de este espléndido libro sabe muy bien cómo comunicarse con sus lectores, sabe qué es lo que les interesa y conoce la forma de hacérselo llegar de manera atractiva, no en vano ha desarrollado su carrera profesional en el mundo de la comunicación. Pero es que, además, Fernando Díaz Villanueva no tiene complejos a la hora de contar la historia como fue, le pese a quien le pese. Sin adornos interesados, con cierta distancia, necesaria en toda obra científica, pero también sin concesiones a lo políticamente correcto cuando se trata de exaltar nuestras gestas, cuyo relato da lugar a algunas de las páginas más bellas de esta obra.
Raymond Carr, historiador escasamente sospechoso de hispanofilia, dijo en una ocasión que lo más asombroso de España no es que hubiera perdido un imperio, el más grande de la época, sino, por el contrario, que una nación atrasada y escasamente poblada como la nuestra hubiera podido levantar uno por sí sola y convertirse en la primera potencia mundial.
Ningún país rechazaría la gloria de un pasado como el nuestro, ni siquiera para justificar las tropelías jurídico-políticas de un presente basado en la insolidaridad y un futuro más que dudoso, con aspiraciones totalitarias, de carácter localista.
Somos lo que somos, por más que le pese a los ingratos y a los ignorantes ideologizados. España no es un invento de Franco, sino un conjunto de pueblos que inicia su historia compartida tres mil años atrás, cuando arribaron a nuestras costas los primeros visitantes mediterráneos y ya se referían a nosotros con un término común. En estos tres mil años ha habido de todo: cosas malas, cosas buenas, incluso episodios sublimes que llenan de orgullo a quienes no renunciamos a nuestro derecho de reconocernos herederos de esa tradición. Fuimos (sí, fuimos) los primeros en circunnavegar el planeta y los primeros en ir a América para conquistarla. Cualquiera que no se avergüence de, por ejemplo, esos dos jalones de nuestro pasado disfrutará enormemente leyendo este libro.
Ante tanta miseria contemporánea, reconciliarse con nuestra historia común es casi una necesidad espiritual. Nosotros, los españoles cumple sobradamente esta función balsámica. Es un libro no solamente brillante y extraordinariamente bien escrito, sino algo mucho más importante, en estos tiempos que corren: necesario.
FERNANDO DÍAZ VILLANUEVA: NOSOTROS, LOS ESPAÑOLES. Áltera (Barcelona), 2008, 318 páginas.
Pero el libro que ahora reseñamos tiene un mérito adicional que lo convierte en una herramienta muy útil para familiarizar al lector con la historia de nuestra nación. Se trata del estilo narrativo con que está redactado, no exento de un elegante sentido del humor (ah, las malas compañías), lo que convierte su lectura en un placer. Todo lo contrario de los abruptos tomazos de Historia elaborados en clave estructuralista, omnipresentes en los programas de estudios de las universidades públicas y en los suplementos literarios de los grandes medios, que interpretan los sucesos pasados en función de añejas categorías de origen marxista; de ahí que continúen acumulando polvo en las estanterías de las librerías de lance.
Los hechos históricos de una nación con un pasado tan rico como la nuestra no pueden ser entendidos si se prescinde de que fueron protagonizados por personas, con sus virtudes y debilidades, sus errores y aciertos, en definitiva, sin el componente humano, que es lo que da sentido a una sucesión de acontecimientos que de otra forma resultarían incomprensibles, por más que se esfuercen quienes apuntan a la lucha de clases como clave interpretativa de los fenómenos históricos.
El autor de este espléndido libro sabe muy bien cómo comunicarse con sus lectores, sabe qué es lo que les interesa y conoce la forma de hacérselo llegar de manera atractiva, no en vano ha desarrollado su carrera profesional en el mundo de la comunicación. Pero es que, además, Fernando Díaz Villanueva no tiene complejos a la hora de contar la historia como fue, le pese a quien le pese. Sin adornos interesados, con cierta distancia, necesaria en toda obra científica, pero también sin concesiones a lo políticamente correcto cuando se trata de exaltar nuestras gestas, cuyo relato da lugar a algunas de las páginas más bellas de esta obra.
Raymond Carr, historiador escasamente sospechoso de hispanofilia, dijo en una ocasión que lo más asombroso de España no es que hubiera perdido un imperio, el más grande de la época, sino, por el contrario, que una nación atrasada y escasamente poblada como la nuestra hubiera podido levantar uno por sí sola y convertirse en la primera potencia mundial.
Ningún país rechazaría la gloria de un pasado como el nuestro, ni siquiera para justificar las tropelías jurídico-políticas de un presente basado en la insolidaridad y un futuro más que dudoso, con aspiraciones totalitarias, de carácter localista.
Somos lo que somos, por más que le pese a los ingratos y a los ignorantes ideologizados. España no es un invento de Franco, sino un conjunto de pueblos que inicia su historia compartida tres mil años atrás, cuando arribaron a nuestras costas los primeros visitantes mediterráneos y ya se referían a nosotros con un término común. En estos tres mil años ha habido de todo: cosas malas, cosas buenas, incluso episodios sublimes que llenan de orgullo a quienes no renunciamos a nuestro derecho de reconocernos herederos de esa tradición. Fuimos (sí, fuimos) los primeros en circunnavegar el planeta y los primeros en ir a América para conquistarla. Cualquiera que no se avergüence de, por ejemplo, esos dos jalones de nuestro pasado disfrutará enormemente leyendo este libro.
Ante tanta miseria contemporánea, reconciliarse con nuestra historia común es casi una necesidad espiritual. Nosotros, los españoles cumple sobradamente esta función balsámica. Es un libro no solamente brillante y extraordinariamente bien escrito, sino algo mucho más importante, en estos tiempos que corren: necesario.
FERNANDO DÍAZ VILLANUEVA: NOSOTROS, LOS ESPAÑOLES. Áltera (Barcelona), 2008, 318 páginas.
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