La cúpula militar se sintió ayer avalada, tras meses de controversias y alguna desgracia, por el rey Juan Carlos, cuya presencia el sábado y el domingo en los actos del día de las Fuerzas Armadas fue interpretada como un gesto de cariño. En la mente de muchos estaba el polémico discurso del general Mena contra el Estatut.
LA VANGUARDIA
No podía haber mejor escenario que Sevilla para apoyar al ejército, dando por superados los sucesos vividos en los últimos meses por las fuerzas armadas a causa del debate territorial. Los militares han sentido este fin de semana ese apoyo del Rey y en general de la Casa Real. El día de las Fuerzas Armadas, que ayer cerró los actos previstos con el tradicional desfile militar, fue la ocasión ideal. Así lo interpretan, al menos, los responsables militares de los tres ejércitos -que además tienen nuevo responsable político, el ministro José Antonio Alonso-, que aseguran haber sentido estos días un reconocimiento a su labor y a su tarea, tras meses de controversias, básicamente por el suceso del general Mena. En la misma sede de la Capitanía General de Sevilla donde el 6 de enero este general dio un discurso en el que insinuó que, si se aprobaba el Estatut, habría que sacar las tropas a la calle, el ejército -sin Mena ya en activo y con su sustituto, el jefe de la Fuerza Terrestre el general Pedro Pitarch- recibió la felicitación del Rey por la tarea desarrollada, con lo que pareció que volvían a colocarse las cosas en su sitio. Así lo sentían ayer, de forma generalizada, los militares, que además valoraron el gesto de los Reyes y de los príncipes de Asturias de no limitar su presencia al desfile de ayer, sino que acudieran el día anterior a Sevilla para compartir una cena con todas las autoridades civiles y militares en la Capitanía General. Un gesto, comentaban los altos mandos militares, como los hace el Rey, "sin decir nada". Una forma también, destacaban, de aliviar las preocupaciones que pueda haber sobre el debate territorial que vive España, ya que en Sevilla se pudo compaginar plenamente la realidad nacional -que figura en la reforma del Estatuto andaluz- con la forma en la que los sevillanos y andaluces se volcaron con el ejército en las calles, sin que el intenso calor que cayó durante toda la mañana sobre la ciudad amilanara a nadie. Muchos salieron ala calle a rendir homenaje al ejército y a la bandera nacional. Estas autoridades civiles, con el presidente de la Junta de Andalucía, Manuel Chaves, a la cabeza, recibieron también el agradecimiento del Rey, en la recepción con la que finalizaron los actos, tras el desfile. "Gracias por el cariño con el que siempre nos acogen", dijo el Monarca en una breve alocución. Si alguien fue protagonista ayer en el desfile del día de las Fuerzas Armadas, en el que participaron 1.700 militares de los tres ejércitos, fueron la bandera de España y los 17 soldados fallecidos en el accidente de helicóptero en Afganistán, en agosto pasado, que pertenecían precisamente a la base del Copero, en Sevilla.
La bandera de España llegó ayer al desfile desde el cielo. Fue portada por paracaidistas de la escuadra acrobática, que tomaron tierra en el mismo lugar del desfile con sus paracaídas, justo delante de la tribuna que ocupaban los Reyes, los príncipes de Asturias; el ministro de Defensa, José Antonio Alonso; el presidente andaluz, Manuel Chaves; el alcalde de la ciudad, Antonio Sánchez Monteseirín, y demás autoridades civiles y militares. Acompañaron la enseña, hasta el mástil donde se izó, familiares de los soldados fallecidos en el accidente de Afganistán, que también protagonizaron el acto de homenaje a los que dieron su vida por España.
Y en general fueron protagonistas de todo el desfile, porque el Ministerio de Defensa tuvo especial cuidado en atender en todo momento a las familias. El secretario de Estado, Francisco Pardo, se reunió con ellas el día anterior, en Sevilla, y el ministro, José Antonio Alonso, les saludó uno a uno antes del desfile. Emocionados, los familiares no ocultaron las lágrimas en varias ocasiones, principalmente en el homenaje a los caídos, y cuando surcaron el aire los helicópteros Cougar de la base del Copero, a la que pertenecían los fallecidos. Al final de la ofrenda floral, los aviones de la patrulla Águila aparecieron por detrás del mástil donde ondeaba la bandera dibujando en el cielo los colores de la enseña nacional.
Con el de ayer, José Antonio Alonso supera su primer test al frente de Defensa y deja patente la nueva impronta que quiere instaurar al ministerio, con la anulación de algunos actos previstos, como una exhibición de doma que planeó José Bono y que Alonso prefirió anular para dar un carácter más sobrio a los actos.
Pese a los cuarenta grados que a mediodía registraban al sol los termómetros de Sevilla, la celebración estuvo en todo momento apoyada por los ciudadanos que desde dos horas antes del inicio del desfile salieron a la calle. Los abanicos - con la bandera española- que repartió Defensa, y el agua fueron apenas unos bálsamos para el calor reinante.
Pero los sevillanos aplaudieron con ganas a los Reyes, don Juan Carlos con uniforme de capitán general del Ejército del Aire, y doña Sofia con un traje de chaqueta de color marfil; y a los príncipes de Asturias: don Felipe con el uniforme de capitán de corbeta de la Armada, y doña Letizia con un traje de chaqueta en color champán. Doña Sofía y doña Letizia se aliviaron el calor con los abanicos del ministerio, pero la que pareció ir más preparada para la ocasión fue la duquesa de Alba, que se protegió del sol con una sombrilla, al estilo decimonónico, mientras otras representantes de la sociedad sevillana y andaluza llevaron pamelas.