martes, 1 de noviembre de 2005

¡Niña!

Vicente Ángel Pérez

ABC

 
MIENTRAS la ciudad duerme, las redacciones de los periódicos están despiertas y en alerta porque saben que el mundo, a la noche, no se detiene; ni el mundo, ni, aún menos, la vida. La de ayer fue una de esas citas en las que el periodista de noche, ese sereno, ese vigía, ese imaginaria de la actualidad, se enfrenta a pecho descubierto a la noticia que le llega a horas que no son horas, que ya es tarde, que ya ha anochecido y que los ruteros ya viajan sin ella a muchos puntos de España.

Es entonces, en el instante en el que a las dos y media de la madrugada alguien en la Redacción exclama ¡Niña!, cuando el periodismo de noche, que es un periodismo de colmillo y soledad, tiene que derramar su profesionalidad; o sea, sus reflejos y sus armas contra el minutero de las rotativas. Es entonces cuando Redacción, Producción y Distribución de un periódico se engranan y encadenan para que la noticia de la noche, del día, del año, llegue al mayor número de lectores. Y así, en esa madrugada de ayer, la noticia del nacimiento de la Infanta Doña Leonor estaba en la calle sólo una hora después de ser anunciada. Y hubo tiempo aún, pese a que el tiempo en la noche es más corto que un sueño, para nuevas ediciones; la última de ellas, a las seis de la mañana, con la imagen y las emocionadas palabras de un padre primerizo. Ese padre, el Príncipe de Asturias, corroboraba con sus palabras el lema de las redacciones de noche: que el mundo no se detiene, ni, aún menos, la vida.
 

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