jueves, 22 de noviembre de 2018

Juan Carlos I, 43 años después

Luis María Anson 
El Mundo
Los cuatro grandes reinados de la Historia de España han sido los de Carlos I, Felipe II, Carlos III y Juan Carlos I. El trasvase desde una dictadura de 36 años, encarnada por el amigo de Hitler y Mussolini, a una democracia pluralista plena se debe a la decisión, al coraje y a la lucidez del hijo de Juan III. Negar eso significa negar la evidencia. La Transición es la obra de un Rey ejemplar y de un pueblo maduro y moderado.
Siento por Adolfo Suárez admiración y agradecimiento porque se portó muy bien conmigo, incluso en la época más difícil, antes de la muerte del dictador, cuando yo era un apestado y Franco me consideró en su diario como "el mayor enemigo del Régimen" (Franco Salgado-Araujo, Mis conversaciones privadas con Franco, pág. 478). La verdad histórica es que Suárez solo fue un peón del Rey, un colaborador que obedecía sin rechistar y supo engañar al franquismo con la ley de reforma política. Atribuir a Suárez lo que corresponde al Rey significa alentar la posverdad, es decir, la mayor de las mentiras.
Don Juan declaró decenas de veces en el exilio que el papel de la Monarquía consistía en devolver al pueblo español la soberanía nacional secuestrada en 1939 por el Ejército vencedor de la guerra incivil. Durante 39 años, y hasta su generosa abdicación, Don Juan Carlos ha servido al pueblo español en todo aquello que le encomendó la voluntad general libremente expresada. Árbitro y moderador de la vida nacional, imagen, junto a la Reina Sofía siempre, de España, a la que representó en todo el mundo, garante de la unidad nacional, trabajador incansable, Don Juan Carlos cumplió siempre con todas sus obligaciones y pronunció discursos lo mismo ante el Parlamento británico que ante la Duma de la Unión Soviética, ante el Congreso de los Estados Unidos de América que ante la Asamblea Nacional de la China comunista.
La mezquindad de algunos se ceba hoy en la figura de Don Juan Carlos que, sin embargo, y a pesar de tanta cicatería y tanta deleznable miseria, ocupa ya lugar en la Historia, destacado como uno de los cuatro grandes Monarcas que reinaron en España. El Rey padre, en fin, puede celebrar mañana con la satisfacción del deber cumplido su acceso al trono hace 43 años. Don Juan III murió en 1993, orgulloso de su hijo y de la ejemplaridad con que encarnaba la Monarquía parlamentaria, la Monarquía de todos.

miércoles, 21 de noviembre de 2018

El Rey en la OTAN

El rey Felipe VI destacó hoy en la sede de la OTAN el compromiso de España con la Alianza y pidió preservar unos vínculos transatlánticos "fuertes", en los que consideró "fundamental" la solidaridad y la cohesión.

"Como parte de este compromiso de reforzar la seguridad de Europa, España tiene la firme convicción de que unos vínculos transatlánticos fuertes deben ser mantenidos. La solidaridad y la cohesión transatlánticas son fundamentales", indicó el Rey en una intervención ante el Consejo del Atlántico Norte.

"Europa puede y debe asumir más responsabilidad en nuestra defensa y seguridad común. Todo esto en armonía", agregó Felipe VI, en la que es su primera visita a la sede aliada como monarca.

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Los Reyes inauguran los actos del bicentenario del Museo del Prado

Don Felipe: «El Prado es un verdadero icono de la cultura española y universal»

Natividad Pulido
ABC

Los Reyes, acompañados por el ministro de Cultura, José Guirao, y el comisario de la muestra, Javier Portús, ante el cuadro «La visión de San Pedro Nolasco», de Francisco de Zurbarán

El Prado, que cumplía ayer 199 años, recibió la visita de los Reyes, sus patronos de honor, que inauguraron la exposición conmemorativa del bicentenario, abriendo así el calendario de actividades: más de un centenar en los próximos doce meses. A las once y media de la mañana llegaban al Prado Don Felipe y Doña Letizia, que fueron recibidos en la Puerta de Velázquez por la presidenta del Congreso, Ana Pastor; el presidente de la Comunidad de Madrid, Ángel Garrido; el ministro de Cultura, José Guirao; el presidente del Patronato del Prado, José Pedro Pérez-Llorca y el director del museo, Miguel Falomir. Tras unas fotos protocolarias con trabajadores del museo y los miembros del Patronato, comenzó el acto en el auditorio.

Antes de los discursos se emitió un vídeo, «Un relato de 200 años», que repasaba algunos de los acontecimientos de la historia del Prado: imágenes de las salas vacías durante la Guerra Civil, el «exilio» de la colección en Ginebra, la peregrinación de pintores como Francis Bacon, la ampliación de Rafael Moneo, el Tesoro del Delfín, la «performance» de Miquel Barceló en el Casón del Buen Retiro, el «Duelo a garrotazos» de Goya...

Don Felipe, que subrayó el compromiso de la Corona con el Prado, no escatimó elogios del museo: «verdadero icono de la cultura española y universal que atesora muchas de las principales obras artísticas y pictóricas creadas por el genio humano a lo largo de la Historia», «uno de los mejores museos del mundo», «un fabuloso legado para orgullo de los españoles y disfrute de todo el que nos visita, esos millones de personas que acuden al reclamo de una de las imágenes más prestigiosas de nuestro país», «un lugar de memoria, de nuestra memoria», «un territorio real e imaginario, español y universal, en el que se funden satisfactoriamente lo mejor del hoy y del ayer», «monumental símbolo de la creatividad, la excelencia y la sensibilidad artística de nuestro país a lo largo de la Historia y un patrimonio de toda la Humanidad»...

Un museo de todos y para todos

El ministro de Cultura destacó que «el museo ha sido testigo y también actor de la reciente Historia de España. Cualquier entusiasta de la cultura lo tiene en la más alta estima y ha sido, y continúa siendo, un poderoso estímulo para generaciones de artistas. Hay en el Prado algo que va más allá de su fisicidad y que lo sitúa como un territorio o estado mental con el que se identifican amantes del arte de todo el mundo». Para José Guirao, el bicentenario debe ser «motor y motivo de acercamiento del Prado a los ciudadanos. Una celebración compartida con un museo de todos y para todos».

José Pedro Pérez-Llorca recordó la figura de Isabel de Braganza, «la portuguesa», «una reina cultísima, sensible y gran amante de la pintura, gracias a cuyo tesón y perseverancia se inauguró tal día como hoy, hace 199 años, el Real Museo de Pintura». Murió, sin ver culminada su obra, un año antes de la inauguración. «Este museo es mucho más que un gran museo –advierte el presidente de su Patronato–. Es un unívoco símbolo de España». Miguel Falomir agradeció la labor de todos aquellos que han hecho que «el Prado sea lo que es hoy en día: uno de los mejores museos del mundo. Pero es mucho más que un museo, es un lugar de memoria, un espacio en el que se entreveran su historia y la de nuestro país. Es el museo de todos, porque forma parte de nuestro imaginario colectivo y porque en él han convergido durante doscientos años los esfuerzos y anhelos de lo mejor de nuestra sociedad».

Entre los numerosos asistentes al acto se hallaban el duque de Alba, Alicia Koplowitz, Carlos Zurita, John Elliott, Plácido Arango, Íñigo Méndez de Vigo, Esperanza Aguirre, Soledad Becerril, Eduardo Serra, Cristina Iglesias, Miguel Ángel Cortés, Emilio Lledó, Manuel Borja-Villel, Guillermo Solana, Luis García Montero, Evelio Acevedo, Pilar del Castillo, Teresa Fernández de la Vega y los ex directores del Prado José María Luzón y Fernando Checa, entre otros. Finalizado el acto, los Reyes visitaron la exposición «Museo del Prado 1819-2019. Un lugar de memoria», comisariada por Javier Portús. La jornada acabó con un cóctel en el Claustro de los Jerónimos. Los Telediarios de TVE hicieron conexiones en directo con el Prado, visitaron la sala de «Las Meninas» y los almacenes del museo. Los trabajadores de la pinacoteca se hicieron una foto de familia en la puerta alta de Goya, donde se descorrió ayer el último de los telones que cubren la fachada: los hermosos rojos, azul, malva y verde de las telas que lucen San Juan Bautista, la Virgen y María Magdalena en el «Descendimiento» de Van der Weyden, una de las joyas de su colección.

Unos ausentes muy presentes

El de ayer fue un día de celebración, pero también de recuerdo. El de tres personas que, de una u otra manera, han estado vinculadas al Museo del Prado. El pasado viernes fallecía Francisco Calvo Serraller, crítico de arte y ex director de la pinacoteca entre 1993 y 1994. El también ex director del Prado Miguel Zugaza y Carmen Giménez, patrona del museo, ambos grandes amigos de Calvo Serraller, excusaron su ausencia en el acto, pues se hallaban precisamente en su entierro. También hubo palabras de recuerdo para la ex ministra de Cultura Carmen Alborch, nombrada patrona del museo a título póstumo (estaba previsto su nombramiento como patrona efectiva, pero su fallecimiento sucedió unos días antes), y el pintor Eduardo Arroyo, uno de los artistas que tuvieron el honor de exponer en vida en la pinacoteca (la muestra «El Cordero Místico» se celebró en 2012) y autor del libro «Al pie del cañón. Una guía del Museo del Prado».

Semana grande

Acceso gratuito al museo los días 23, 24 y 25 de noviembre. Viernes y sábado, de 10 a 20 horas. Domingo, de 10 a 19 horas.

24 de noviembre. Se realizarán tres pases de una acción de teatro aéreo de La Fura dels Baus. Una proyeción de videomapping con la voz de Juan Echanove realizada por Onionlab sobre la fachada de Velázquez. Estas acciones han sido dirigidas por Delia Piccirilli. Para disfrutar de una experiencia inmersiva, los asistentes pueden descargarse la app Kalliope. Habrá un encuentro con Ed is Dead, un taller de videojuegos y fuegos artificiales.

jueves, 15 de noviembre de 2018

El Palacio Real muestra la labor humanitaria de Alfonso XIII

ABC

Hace cien años, mientras Europa se desangraba en la Gran Guerra, en la planta cuarta del Palacio Real de Madrid un grupo de hombres y mujeres afrontaban una tarea ingente: tratar de ayudar a los más de 200.000 europeos que pidieron la mediación humanitaria del Rey de España.

Personas de toda Europa empezaron a recurrir a Alfonso XIII como Monarca de un país neutral para que les ayudara a encontrar a los militares y civiles desaparecidos en los frentes, a comunicarse con los prisioneros o a proporcionarles asistencia, ropa, libros, víveres o dinero. Incluso, el Rey negoció repatriaciones y canjes y logró conmutar 79 penas de muerte.

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Web oficial de la exposición "Cartas al Rey"


El último monárquico que murió en la cárcel

Almudena Martínez-Fornés
ABC

Los monárquicos no sólo fueron perseguidos durante la República y la Guerra Civil; algunos de ellos también se convirtieron en elementos «muy peligrosos» durante el franquismo. Varios monárquicos fueron condenados al destierro en las lejanas islas de El Hierro, Palma o Fuerteventura. El periódico ABC y los periodistas que escribían en él también sufrieron en varias ocasiones la censura y el embargo, y fueron condenados a pagar multas, a tachar sus firmas o, en algún caso, al destierro.

Pero quien pagó el precio más caro por defender sus ideas fue el joven Carlos Méndez González, que murió en extrañas circunstancias en la cárcel de Yeserías. Setenta años después, su muerte sigue en el olvido.

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El emotivo homenaje de la reina Isabel al príncipe Carlos en su 70 cumpleaños

Vanitatis

Siempre se ha dicho que la relación entre el príncipe Carlos y su madre siempre ha sido complicada. Que la reina Isabel II no puede evitar ver en su primogénito su propia muerte, pues el día que ella fallezca él se convertirá en rey. A pesar de todo, no hay indicios que hagan pensar que el vínculo entre madre e hijo sea distante, y menos después del bonito homenaje que la soberana le ha hecho a su heredero con motivo de su 70 cumpleaños.

Durante la celebración, una cena en el palacio de Buckingham organizada por la propia Isabel II que ha reunido a numerosos miembros de la realeza extranjera -entre ellos don Juan Carlos y doña Sofía-, la reina ha dedicado unas bonitas palabras a su hijo, al que ha descrito como "un heredero al trono dedicado y respetado y un padre maravilloso". La soberana ha mostrado su alegría por poder ver a su primogénito soplar las 70 velas y ha bromeado con esta cuestión para después pedir un brindis por el príncipe de Gales.

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miércoles, 14 de noviembre de 2018

«Don Juan contra Franco»



Esta semana llega a las librerías el libro «Don Juan contra Franco» (Plaza & Janés), de Juan Fernández-Miranda y Jesús García Calero, que documenta cómo Don Juan de Borbón encabezó en 1948 un pacto que aunó la voluntad política de los monárquicos del interior de España, un grupo de destacados generales, aristócratas y políticos de la izquierda y la derecha moderadas en el exilio para restaurar una Monarquía democrática que pusiera fin a la dictadura franquista. La Guerra Fría, el temor a Stalin y las alianzas de Estados Unidos y Gran Bretaña hicieron imposible que aquella conjura, antecedente remoto de la Transición, triunfase. Lean a continuación, como adelanto, el relato del mitin contra el régimen que desató la represión contra los monárquicos en abril de 1948.


La renovación necesaria de la monarquía británica

Eduardo Álvarez

El Mundo

Los historiadores son unánimes: la reina de Inglaterra pasará a la Historia como Isabel II, la grande. Y es que todo en su reinado es de récord, incluido el alto grado de popularidad que mantiene tras haber superado ya 65 años en el trono, gracias a la sobresaliente ejemplaridad con la que ha ejercido el difícil papel de liderar una nación desde su naturaleza de gran imperio colonial a la actual de esa isla que renueva su identidad con la incertidumbre que produce su aislamiento del Viejo Continente. A sus 92 años, la monarca más longeva que han tenido los británicos abomina de la idea de abdicar. La promesa que realizó en su coronación de servir a su pueblo hasta el fin de sus días permanece intacta. Además, en su voluntad pesa demasiado el hecho de que la abdicación de Eduardo VIII, quien antepuso el amor por Wallis Simpson a su destino histórico, a punto estuvo de hacer tambalear la monarquía.

Carlos de Inglaterra, su primogénito y sucesor, cumple hoy 70 años consciente de que puede alargarse todavía mucho su "eterna espera", expresión suya recogida por el experto en realeza Geoffrey Levy. Estamos ante el heredero del trono más longevo de la Historia, un príncipe de Gales que ha aprendido a sobrellevar su complicada posición dándole a su título mucha más carga de contenido y de responsabilidades de las que tuvieron todos sus predecesores. Y, de hecho, aunque el trono se le vaya a seguir resistiendo algún tiempo -¡larga vida a Su Majestad!-, Carlos es hoy de facto un rey a la espera que ya ha asumido muchas de las tareas que corresponden a la soberana, representándola ya por ejemplo en todos los viajes al extranjero.

Decía el poeta que el día que morimos, el viento baja para llevarse nuestras huellas. Y cuando Isabel II fallezca, Carlos se convertirá automáticamente en rey. Lo será del Reino Unido de la Gran Bretaña e Irlanda del Norte, y de otras 16 naciones en todo el mundo que mantienen al monarca británico como su jefe de Estado, entre ellas Australia, Canadá o Nueva Zelanda. Y en ese momento habrá de producirse una renovación en la monarquía ineludible. Los reinados tan largos como el protagonizado por Isabel II tienen entre sus ventajas la de dotar de una gran estabilidad al sistema político. Pero acarrean como desventaja para la institución monárquica el hecho de que ésta se tiende a identificar con la persona que la encarna. Hay que tener en cuenta que es ya muy bajo el porcentaje de ciudadanos británicos que han conocido a otro rey que no sea la actual soberana.

Carlos es muy consciente de que hará falta una catarsis lampedusiana en la Corona: todo habrá de cambiar para que todo siga igual. Porque la monarquía del siglo XXI se podrá parecer muy poco a la de su madre, quien ha hecho de su capacidad para mantenerse muda durante 90 años su reconocido sello de identidad. Es tan venerada, tan admirada, la figura de Isabel II, que su pueblo ha aceptado el hecho de que porte la corona con un estilo y usos casi idénticos a los que aprendió de sus padres en la Europa de entreguerras. Y, así, aunque vaya contra el tiempo, a nadie sorprende que sea la última reina del continente que jamás ha concedido una entrevista o realizado declaraciones públicas. Como dijo una vez el periodista de la BBC Jeremy Paxman, "sabemos cuáles son las opiniones de la reina: la reina no tiene opiniones". Claro que todos los monarcas constitucionales tienen muy restringida su libertad de expresión y la neutralidad política es consustancial a la alta magistratura que ejercen. Pero Isabel II lo ha llevado hasta un paroxismo propio de los tiempos en que la monarquía permanecía encapsulada en una urna mistérica para conservar toda la magia. Hoy la fascinación por la institución, vinculada a su popularidad, va acompañada del escrutinio diario en la opinión pública sobre su utilidad. Y obliga a que los reyes, por decirlo llanamente, se bajen al barro y acometan continuas reformas en la monarquía para hacerla más transparente y más accesible al ciudadano.

El príncipe de Gales ha ido dando pistas estos últimos años de la renovación que pretende protagonizar. Así, por ejemplo, ha trascendido su voluntad de abandonar Buckingham como residencia oficial de la familia real en Londres, siguiendo los pasos dados por tantas otras dinastías europeas, como la española, que hace muchas décadas ya que convirtieron los grandes palacios en museos y sedes para recepciones de Estado, con el fin de humanizar la institución, de restarle pompa y solemnidad. Que Carlos fuera el primer rey que decidiera seguir viviendo en una residencia mucho más modesta como Clarence House no sólo tendría consecuencias económicas; sería toda una declaración de intenciones sobre la modernización de la Corona que pretende impulsar, y que en los tiempos que corren parece imprescindible incluso en un país como Reino Unido donde la institución está tan asentada. De hecho, según Ipsos, desde los años 60 no ha variado el sentimiento republicano, que apenas llega al 18% de la población.

A un golpe de tanto efecto como el abandono de Buckingham le seguirían otras medidas ya avanzadas por el entorno del príncipe. Como la de reducir notablemente la familia real, también en línea de lo que se ha hecho en otros países europeos. En Reino Unido la familia real extensa sigue incluyendo hoy a decenas de miembros, todos con tareas de representación de la Corona adjudicadas por la soberana. Carlos pretende que en el futuro la monarquía se reduzca al núcleo duro de los Windsor: la pareja real, sus hijos y nietos, y como mucho los hermanos de Carlos, en especial la princesa Ana, que se ha ganado a pulso su prestigio como el miembro de la dinastía más activo. El príncipe de Gales, igualmente, pretende renovar todo el alambicado sistema de otorgamiento de títulos honoríficos y reconocimientos, que sigue respondiendo al viejo protocolo imperial. Y aunque no es factible que provocara una crisis de consecuencias impredecibles promoviendo la separación real de Iglesia y Estado renunciando a su rol como jefe de la fe anglicana, Carlos lleva toda la vida dando muestras de sus querencias ecuménicas y de su apuesta por el diálogo interreligioso, lo que a buen seguro intentaría trasladar a los ceremoniales de Estado.

Al príncipe de Gales se le ha criticado en las últimas décadas por su carácter entrometido. De sobra es conocido su activismo en no pocas causas y que utiliza su relevante posición institucional para ejercer presión lobista sobre los asuntos que más le preocupan, como el cambio climático, la medicina alternativa, la arquitectura tradicional, la deforestación de las zonas boscosas del planeta, la calidad de la comida en los hospitales... y un largo etcétera. Ha llegado a provocar conflictos diplomáticos de calado como el que ocasionó en 2015 con China al recibir en su residencia al Dalai Lama y hacer después declaraciones duras contra el régimen comunista.

Con motivo de su 70 cumpleaños, el príncipe salía días atrás al paso prometiendo que cuando sea rey sabrá mantener la boca cerrada para garantizar la neutralidad exigible. Pero su silencio en modo alguno se parecerá al de su madre. No puede parecerse. Y lo más probable es que Carlos mantenga cierto activismo convirtiendo la jefatura del Estado en palanca para la promoción de causas que concitan amplísimos consensos sociales como la lucha contra el cambio climático o la pobreza en el mundo, en sintonía con lo que vemos hoy que se hace en casi todas las familias reales en línea con la llamada monarquía del bienestar, que es una de las derivadas de la institución en este siglo XXI.

Simon Lewis, quien fuera secretario de Comunicaciones de la reina Isabel, sostiene que "Carlos va a ser el monarca mejor preparado de la historia y será muy buen rey". Otros, como Tom Bower, autor de una de las biografías más polémicas del príncipe, son mucho más críticos y creen que "socavará la monarquía; es un rebelde que quiere imponer sus ideas y su visión del mundo, y divide en vez de generar los consensos" en los que debe trabajar un monarca. A sus 70 años, es desde luego una incógnita qué clase de soberano será. Su reto, en todo caso, será lograr mantener la gran comunión del pueblo británico con su monarquía, redefiniéndola y dándole un barniz de novedad, pero sin provocar un shock inasumible por sus súbditos, como concluye Catherine Mayer en el libro: 'Carlos, el corazón de un rey'. La primera prueba de fuego, no menor, será ver si los británicos aceptan que Camilla sea tratada como reina.

miércoles, 7 de noviembre de 2018

Sofía, Reina de la sabiduría en la adversidad

Elsa Tadea
El Debate de Hoy

La Reina Sofía ha cumplido 80 años. Gracias a su sabiduría, ha logrado ganarse el cariño de los españoles, ser un pilar de la Casa Real y mantener unida a su familia. La función de la Monarca emérita es fundamental para la institución y para la nación.

La mitología griega se instala en nuestro día a día a través de nombres como el de Sofía: la diosa de la sabiduría. Más allá de lo que podría parecer un comienzo manido para un artículo, esta definición describe a la perfección la principal característica de la Reina Sofía, la Reina emérita. Ochenta años han pasado ya por una piel que se ha curtido ante las adversidades a las que se ha tenido que enfrentar. Una mujer que se ha visto obligada a ver a su familia exiliada de su país, a su marido rodeado de polémica, su relación matrimonial cuestionada o a su propia hija sentada en un banquillo. Puntos de inflexión en una vida que parece tomar de nuevo aliento al reposar en un segundo plano, dejando a los nuevos Reyes en el trono.

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domingo, 4 de noviembre de 2018

Razones para declararse monárquico

Cristian Campos
El Español

Siete de los diez países más avanzados y menos corruptos del mundo son monarquías. Pero hay más razones para declararse monárquico en un momento en que la Corona sufre su mayor ataque desde la promulgación de la Constitución.

jueves, 1 de noviembre de 2018

Necesidad de la democracia

Arcadi Espada
El Mundo

Fue emocionante observar ayer el rito de floración del régimen del 78. Del régimen del 2078, quiero decir. La niña Leonor lucía ayer unas profundas ojeras que tal vez fueran huellas de una intensa dedicación, anoche y este amanecer, a la lectura repetida y repetida y repetida del artículo 1 de la Constitución, para poder decirlo hoy sin trabas ante el chasquido de la primera luz pública.