martes, 25 de agosto de 2020

Por qué se puede ser monárquico (y más ahora)

JAIME PÉREZ RENOVALES  
El País

Las recientes noticias relacionadas con el rey Juan Carlos han propiciado un debate hasta ahora no suscitado con la intensidad que merece uno de los reinos más antiguos del mundo. El debate no es tanto contraponer la monarquía a la república, limitando la discusión al carácter electivo de quien en cada caso ocupa la jefatura del Estado, sino ahondar en las razones por las que la monarquía es preferible como forma de Estado. Y no se pretende eludir la cuestión de la legitimidad democrática de la institución, porque para quienes la ponen en duda debe recordarse que la Constitución que la contiene recibió el respaldo de casi un 90% de los votos en el referéndum celebrado para su aprobación.

El análisis debe partir de tres sencillas preguntas: ¿es necesaria una jefatura del Estado distinta de la del Gobierno?, ¿para qué? Y en caso afirmativo, porque sus funciones sean imprescindibles, ¿por qué puede desempeñarlas mejor un rey que un presidente de la república?

Sin entrar en demasiados matices, existen repúblicas en las que el presidente ejerce como máxima autoridad del poder ejecutivo, desarrollando una acción de gobierno propia de un partido o ideología (Francia, Estados Unidos), y otras en las que se reserva a aquel un papel institucional, sin poderes ejecutivos (Alemania, Portugal o Italia). La jefatura del Estado ejercida por el monarca equivale a esta segunda. ¿Cuál es el papel que desempeña? En el caso de España, es el Título II de la Constitución el que regula las funciones atribuidas al rey, que pueden clasificarse en dos tipos.

En primer lugar, aquellas en las que el rey se limita a formalizar una decisión del poder legislativo o ejecutivo, como la de sancionar y promulgar las leyes, convocar y disolver las Cortes Generales, convocar elecciones o nombrar y separar a los ministros. De la misma naturaleza gozan otras prerrogativas, como la administración de la justicia en nombre del rey que proclama el artículo 117 de la Constitución.

En segundo lugar, existen otras atribuciones que, careciendo de la eficacia inmediata o directa de los poderes del Estado, tienen una trascendencia material con consecuencias en la realidad política, interior y exterior. Estas funciones derivan del artículo 56 de la Constitución, cuando dice que el rey es "el jefe del Estado, símbolo de su unidad y permanencia, arbitra y modera el funcionamiento regular de las instituciones, asume la más alta representación del Estado español en las relaciones internacionales, especialmente con las naciones de su comunidad histórica". Concreciones de este papel las encontramos en el artículo 62, cuando encomienda al rey la propuesta de candidato a presidente del Gobierno, el ser informado de los asuntos de Estado o ejercer el mando supremo de las Fuerzas Armadas, con los matices que luego veremos sobre este.

Se trata, por tanto, de saber quién, si un monarca o un presidente, puede ejercer esas funciones de manera más beneficiosa para España.

Se atribuye al rey ser símbolo de la unidad y permanencia del Estado español. No se puede desdeñar la importancia de los símbolos. Un trozo de tela teñido de ciertos colores cobra una importancia trascendental cuando se convierte en la bandera, símbolo de una nación. Dos maderos cruzados reconfortan a las personas en la mayor de las desgracias cuando simbolizan el Dios en el que creen. Y el Rey encarnó en toda su integridad la unidad y permanencia de la nación española cuando se vio sometida a la amenaza secesionista, proporcionando tranquilidad a los españoles que le escucharon en medio del desconcierto general.

En cuanto a la alta representación del Estado en las relaciones internacionales, especialmente con las naciones de su comunidad histórica, parece poco discutible que quien pertenece a una dinastía asociada indisolublemente a la nación española, y que con ella ha tejido sus relaciones históricas en el ámbito internacional, es la figura idónea para asumir ese papel. Basta observar la importancia del rey de España en los eventos internacionales y visitas de Estado en los que representa al país, especialmente en las Cumbres Iberoamericanas.

Otra función, como la propuesta de candidato a la presidencia del Gobierno, que debería ser una mera consecuencia del resultado electoral, se ha demostrado recientemente como un ejercicio de equilibrismo institucional, que obliga a comprender la realidad arrojada por los votos, las posibles alianzas y a guardar una impoluta imparcialidad en las decisiones a tomar.

Y sobre el mando supremo de las Fuerzas Armadas, correspondiendo al Gobierno la dirección de la Administración militar y la defensa del Estado, pudiera parecer más representativo que real, pero sucesos como el del 23-F revelan con toda crudeza la importancia material que puede tener ese "mando supremo".

Estos ejemplos demuestran que, en el caso de España, es el rey quien puede ejercer mejor el mandato constitucional. Puede que en otros países sea posible, pero cuesta imaginar aquí un presidente de la república percibido públicamente como ajeno a cualquier tendencia política y que careciera, por tanto, de la imprescindible neutralidad institucional. Para quienes duden de esto, piensen que si incluso los magistrados del Tribunal Supremo o del Tribunal Constitucional son identificados con tendencias políticas determinadas, cuánto más lo sería un presidente tomando decisiones como la de proponer candidato a la presidencia del Gobierno o dirigiéndose a la nación en momentos de crisis, que inevitablemente estaría expuesto a la crítica y falta de credibilidad de quienes le viesen como antagonista de su propia ideología.

El rey Felipe VI es un ejemplo de las razones que explican esta tesis, como también lo fue Juan Carlos I durante su reinado. A ello contribuyen una serie de factores, como la formación recibida, la consciencia de los aciertos y errores de quienes les han precedido en el trono, su convicción de la importancia de la neutralidad política y sus relaciones internacionales.

Por último, suele argumentarse cierta ausencia de control de la monarquía y, en último caso, la imposibilidad de reemplazar a su titular en las urnas. Pero ello no implica que no existan mecanismos legales que regulen su actuación. La Casa del Rey ha incrementado notablemente el control de su presupuesto y la transparencia sobre sus gastos, con la participación en su funcionamiento ordinario de la Intervención General y la Abogacía del Estado. Y en el caso extremo de que el rey se inhabilitare para el ejercicio de su autoridad, la propia Constitución prevé que las Cortes puedan así apreciarlo y disponer la regencia.

En un país donde se suele criticar la ausencia de dimisiones de los responsables políticos, bien reciente tenemos un caso de quien abdicó la Corona cuando comprendió que era lo mejor para la institución. Tal renuncia vino precedida de otra, al inicio de su reinado, sobre los poderes ejecutivos atribuidos entonces al jefe del Estado, cuyo abandono era necesario para la instauración de un régimen democrático. Y ahora, el mismo monarca ha decidido abandonar temporalmente el país sin hallarse "investigado", "imputado", ni mucho menos sujeto a juicio oral, a pesar de lo cual se ha tomado voluntariamente una decisión equivalente al anticipo de una condena de extrañamiento.

En definitiva, mas allá de la experiencia histórica que en España ha supuesto la república, cuyos resultados contrastan con las épocas de mayor esplendor vividas en algunos reinados, existen razones de peso para defender la monarquía como la mejor forma de Estado que podemos tener, y la ejemplar manera en que el rey Felipe VI ejerce su jefatura es la mejor muestra de ello.

lunes, 17 de agosto de 2020

Don Juan Carlos confirma que está en Emiratos Árabes Unidos desde el día 3

ABC

El Rey Don Juan Carlos ha anunciado este lunes que se encuentra en Emiratos Árabes Unidos, país al que se trasladó el pasado día 3, cuando abandonó el Palacio de La Zarzuela. El anterior Monarca ha anunciado su paradero a través de la Casa del Rey. Con el anuncio oficial, se ha confirmado la información adelantada por ABC, que indicaba que Don Juan Carlos había volado desde Vigo a Abu Dhabi.

Según el comunicado de La Zarzuela, «el Rey Don Juan Carlos ha indicado a la Casa de Su Majestad el Rey que comunique que el pasado día 3 del presente mes de agosto se trasladó a Emiratos Árabes Unidos, donde permanece en la actualidad».

El anuncio del paradero se ha producido dos semanas después de que se anunciara su salida. Durante todo este tiempo, la Casa del Rey ha manifestado que debía ser Don Juan Carlos quien diera a conocer su paradero o indicara a La Zarzuela que lo hiciera.

Don Juan Carlos no ha precisado en cuál de los siete Emiratos Árabes Unidos se encuentra, pero todo apunta a que está en Abu Dhabi, donde tiene grandes amigos, entre ellos los miembros de la Familia Real Al Nahyan, que probablemente le hayan cedido alguno de sus palacios como residencia. El anterior Monarca tampoco ha precisado si va a fijar en Abu Dhabi su residencia, o si será un destino temporal.

viernes, 14 de agosto de 2020

El futuro de la monarquía

Roberto Fernández Díaz
El País

(...)
En cambio, las actitudes mostradas por Felipe VI representan las virtudes esenciales que se exigen a todo jefe de Estado en una democracia representativa. Entre ellas la austeridad, la ejemplaridad y el sentido del deber en el desempeño del cargo. Ejemplaridad porque a estas alturas de su vida y de su reinado no se le conoce nada que se le pueda reprochar moralmente en sus esferas privada y pública por parte de los españoles. Austeridad en sus actividades y cuentas claras en sus presupuestos, siendo la española una de las casas del rey y presidencias de república más sobrias de Europa. De ahí su pronta, tajante y acertada decisión de desmarcarse rotundamente de las presuntas actuaciones ilícitas de su padre. Y, por último, un sólido sentido del deber y una dedicación absoluta al bien común de los españoles, mostrando ser el primer servidor público del país y conservando una exquisita neutralidad institucional en el abigarrado juego de la política partidaria, cumpliendo a pies juntillas con el mandato constitucional de arbitraje y mediación (auctoritas sin potestas), que ha sido más importante en el juego político de lo que pudiera parecer a primera vista.

Los españoles de hoy no somos responsables de las cosas que hicieron nuestros pretéritos. Somos por supuesto legatarios y gestores del pasado, pero no autores responsables del mismo. Por eso, me parece muy poco riguroso y consecuente que no se distinga entre el impecable comportamiento del actual monarca y los errores o faltas de ejemplaridad de su antecesor, poniendo encima de la mesa política una falsa crisis de la Monarquía parlamentaria en unos momentos en los que el país necesita sosiego y unidad para entre todos sacarlo hacia adelante con la inestimable ayuda de Europa. Y me parece igualmente insostenible que no se distinga entre el comportamiento de una persona y la validez política de una institución, como si cuando hay un presidente de república corrupto (como los ha habido) hubiera que suprimir la república como legítima forma de Estado.
(...)

miércoles, 12 de agosto de 2020

Reyes, reinas y exilios

José María Carrascal
ABC

«Este breve resumen de los últimos tiempos de la historia española deja claro, primero, que la salida de un Rey no es nada nuevo, sino al revés, bastante corriente, por lo que conviene andarse con cuidado. Y, segundo que el ejemplo de las dos repúblicas, una con cuatro presidentes en once meses, otra desembocando en guerra civil, no anima a hacer experimentos»

Seguiré siendo monárquico

José María Álvarez del Manzano
ABC

Defendí la figura de Don Juan de Borbón como el eslabón necesario en la cadena sucesoria y asumí, con dolor, la importante encarnación de la Corona en la persona de su hijo Don Juan Carlos.  
(...)
Por eso seguiré siendo monárquico, defensor de la institución por encima incluso, si necesario fuera, de las personas y lucharé, ya con limitadas fuerzas, para impedir que se introduzcan en España otro tipo de regímenes políticos que tanto daño han hecho a nuestra patria a lo largo de siglos y años pasados.  

La Corona, clave de bóveda

Daniel Berzosa López
ABC

«Los poderes públicos, los partidos políticos, los empresarios y los sindicatos, con sus extensiones mediáticas que lo abarcan todo, deberían insistir en la importancia de la Corona como abrigo de la nación y cúspide del Estado social y democrático de Derecho. Y enseñarlo así a las actuales y a las nuevas generaciones. Y los ciudadanos reclamárselo. Por el bien de todos»

La Corona y la persona que la ostenta

José Manuel Otero Lastres
ABC

(...) La inviolabilidad, que parece una prerrogativa personal de naturaleza muy excepcional toda vez que el que la posee no se está sujeto a responsabilidad penal, bien miradas las cosas no lo es tanto. Porque el artículo 71 de la Constitución se la reconoce también, pero más limitadamente, a los Diputados y Senadores. Y ello porque el Rey goza de tal prorrogativa sin limitaciones (art. 56.3 CE), mientras que los parlamentarios solo la disfrutan respecto de las «opiniones manifestadas en el ejercicio de sus funciones».

Por su parte, la no sujeción del Rey a responsabilidad se extiende tanto a la responsabilidad civil, como a la política. Pues bien, para hacer efectiva esta prerrogativa hubo que recurrir a la ficción de que Rey nunca actúa solo («the king cannot act alone», que dicen los británicos), lo cual se traduce en que es preciso siempre el refrendo de sus actos, en virtud del cual responden quienes, mediante el refrendo en sus diversas formas, asumen los actos del Monarca. Así lo dispone el artículo 64.2 de la CE: «De los actos del Rey serán responsables las personas que los refrenden». (...)

lunes, 10 de agosto de 2020

Recuerda que eres mortal

José Álvarez Junco
El País

Semblanza personal del historiador José Álvarez Junco sobre el rey emérito y su figura.

La corona mágica

Víctor Lapuente
El País

En la práctica, ninguna otra forma de jefatura del Estado ofrece mejores garantías para preservar los derechos democráticos que una monarquía parlamentaria. Las repúblicas son atractivas, pero no dan las mismas prestaciones. El sustituto de un rey constitucional puede ser un ángel meritocrático, pero también un sátrapa inconstitucional.  

viernes, 7 de agosto de 2020

Juan Carlos I, guía de lectura

El País

Nacido en Roma en 1938, Juan Carlos I ha ocupado el trono de la monarquía parlamentaria española entre 1975 y 2014. En junio de este último año abdicó la Corona y su hijo, Felipe VI, se convirtió en el nuevo rey de España. Sobre la vida y el reinado de Juan Carlos I se han escrito muchos artículos y libros. Algunos generaron, incluso, gran expectación, como las famosas conversaciones de José Luis de Vilallonga con el rey, de 1993. Ya en la década de 1980 encontramos meritorias biografías del monarca, obra de Nourry —con su famoso "rey para los republicanos"— o de Seco Serrano. Los trabajos periodísticos sobre las cuestiones más personales no escasean: Bardavío, Carol, García Abad, Urbano, Romero, Peñafiel, Herrero. Tampoco faltan los ensayos originales (Valentí Puig, Juaristi), las obras centradas en eminentes personas del entorno juancarlista (Soriano y Sabino Fernández Campos, Apezarena y los hombres del rey) o los libros que dedican una buena parte de su contenido al reinado (Fuentes). 

La tesis del rey

Ignacio Camacho

Un sanedrín político de doblez moral farisaica se atreve a establecer el estándar de ejemplaridad democrática.

El primer viaje del Rey Juan Carlos fue el lunes de Vigo a Abu Dabi

Pilar Vidal

ABC

El pasado lunes 3 de agosto, a las 18 horas, Casa Real difundía la carta en la que el Rey Juan Carlos I, comunicaba a su hijo, el Rey Felipe VI, su decisión de abandonar España tras las investigaciones abiertas sobre los supuestos fondos en paraísos fiscales.

Mucho se ha especulado estos días sobre el paradero de Don Juan Carlos, que si había salido de España rumbo Santo Domingo o si bien se había instalado en Portugal. Todos los destinos sin confirmar por parte de la Casa Real que hasta el momento ha preferido no desvelar el paradero del Monarca y que sea él quien lo haga público si lo desea.

Una Corona a prueba de balas: ¿qué pueden aprender los Borbones de los Windsor?

Celia Maza
El Confidencial

Cuando tuvo lugar la visita de Felipe VI y la reina Letizia al Reino Unido en julio de 2017, en los corrillos de prensa, una persona cercana a la Casa Real comentó: "aquí es que no hay ningún pudor en mostrar toda la pompa.. con sus carruajes y sus trajes… es más, se enorgullecen de ello". Se llegaba a percibir incluso cierto tono de envidia sana a la que es una de las monarquías más antiguas y sólidas de Europa.

Es como si, en algunos aspectos, los británicos se hubieran quedado encapsulados en el tiempo. La tradición se lleva a rajatabla. Para que se hagan una idea, la reina Isabel II sigue siendo la que protagoniza las sesiones de apertura del Parlamento en una ceremonia cargada de boato. Sale del Palacio de Buckingham en una carroza dorada tirada por seis caballos blancos y, una vez llega a Westminster con un traje de raso blanco, capa forrada de armiño y corona, presenta el programa legislativo del gobierno de turno. ¿Se imaginan semejante escena a día de hoy en España?

jueves, 6 de agosto de 2020

Don Juan Carlos

Juan Carlos Girauta
ABC

Sin luces y sombras no sale un retrato, y al de Juan Carlos I no le faltan las unas ni las otras. Lo luminoso es historia, no hay persona instruida en España que desconozca su protagonismo en la Transición. A los valientes virtuales que hoy quieren cargarse la Monarquía, con su tropa tuitera de cuesco y sofá, habría que haberlos visto entonces.

El desprecio de la Transición es ignorancia, estupidez y suicidio. Fueron años peligrosos, nada estaba escrito, y si salió lo mejor de nosotros es porque nos empeñamos en que así fuera. Lo contrario de ahora. La benéfica operación exigía convicción, sentido histórico, algo de temeridad y luces largas.

El resabio antimonárquico

Ignacio Camacho
ABC

«Mira, te seré sincero: el problema es que Pedro no es fiable. Con otro líder ni siquiera me habrías llamado porque su reacción del martes fue, en términos objetivos, absolutamente impecable. No entusiasta, si quieres, pero hizo una defensa de las instituciones contundente y sin ambigüedades. Sin embargo, su palabra es tan poco consistente que incluso cuando estás de acuerdo te deja una sensación inquietante. Se llama falta de credibilidad: es como si todo lo que dijera se quedase colgando en el aire. Y claro, no convence a nadie, no sabes si es otra impostura más, otro de sus disfraces, un guión circunstancial para salir del trance. Te gustaría creerlo, pero ya conoces lo que ha ocurrido antes. La primera vez picas, la segunda dudas y a partir de la tercera ya eres tú el culpable de que te engañe».  

El Gobierno y la Corona

Editorial ABC

El gobierno de Pedro Sánchez está ofreciendo un espectáculo político lamentable con motivo de la decisión del Rey emérito de abandonar el país. Unidas Podemos y sus dirigentes no quieren ser partícipes de una iniciativa que ha avalado personalmente Pedro Sánchez, como no podía ser de otra manera. Para la extrema izquierda del Gobierno, la marcha de Don Juan Carlos es una enmienda a la totalidad de su ideario antimonárquico, en la medida en que se interprete como un apoyo al Rey Felipe VI. El socio de Pedro Sánchez es cada día menos socio en las cuestiones fundamentales de Estado y por eso temía Sánchez que le quitara el sueño gobernar con Pablo Iglesias. La extrema izquierda apuesta por derogar la monarquía parlamentaria de 1978 y, por esta razón, quiere a Don Juan Carlos no fuera de España, sino en el banquillo de los acusados, para juzgar a la Corona y, por supuesto, socavar el reinado de Felipe VI. La expectativa de Unidas Podemos no es consolidar la Monarquía y esto lo sabía de antemano Pedro Sánchez cuando pactó una coalición con una amalgama de grupos comunistas y antisistema. La responsabilidad política de esta situación es de quien la ha propiciado, Pedro Sánchez, y ha de responder con una firmeza que no ha demostrado en ningún pulso con Pablo Iglesias, ganados todos por aquellos de sus ministros que no solo no comparten los postulados ultraizquierdistas de Unidas Podemos, sino que se han enfrentado abiertamente a sus propósitos más atrabiliarios.  

Volveré. O no...

Carlos Herrera
ABC

«Si mañana el fiscal concluye que no encuentra motivos para pedir su procesamiento por asuntos desvelados por un policía encausado y una avispada comisionista, JC podría aplicar inmediatamente la textualidad de su carta y volver a trasladarse a su casa, de la que ha sido amablemente invitado a marcharse. Es decir, podría hacer verdad lo que se esconde tras sus confidencias a quienes tienen su confianza: "Volveré"»

Pamela Carmen, la desconocida prima catalana de Isabel II y Felipe de Edimburgo

Luis Fernando Romo
El Mundo

Dicen que los reyes no tienen amigos, pero Lady Pamela Hicks puede vanagloriarse de ser una de las pocas íntimas de su edad que aún tiene Isabel II. No en vano, con 18 años fue una de las ocho damas de honor en la boda de la soberana británica con el príncipe Felipe de Grecia y Dinamarca (tras su enlace pasó a ser conocido como duque de Edimburgo). Entre la pareja y la aristócrata existen fuertes vínculos familiares ya que es prima carnal del duque y prima tercera de la monarca.

Antes de su matrimonio con el afamado decorador David Hicks su nombre de soltera era Lady Pamela Mountbatten, ya que su padre fue Louis Mountbatten de Burma, el último virrey de la India que supervisó la independencia de ese país surasiático de la corona británica para convertirlo en dos estados independientes, India y Pakistán, y su madre fue la multimillonaria heredera Edwina Ashley.

Actualmente es la única Mountbatten viva, un apellido artificial creado en plena I Guerra Mundial debido al sentimiento antigermánico de la sociedad británica. Como el rey Jorge V de Inglaterra odiaba a los teutones, decidió poner orden y cambió sus orígenes. Para eliminar cualquier rastro alemán, los príncipes de Battenberg pasaron a ser Mountbatten y les dieron el marquesado de Mildford-Haven, mientras que los royals borraron el Sajonia-Coburgo-Gotha para cambiarlo por el de Windsor, en honor al célebre castillo.

Lady Pamela nació por casualidad en Barcelona. Sus padres se encontraban en España, donde realizaron diversas actividades; entre ellas, Louis estuvo con su flota de maniobras en Gibraltar por el Mediterráneo a bordo del HMS Revenge, después visitaron la Exposición Universal de Barcelona y acudieron a un torneo en el Real Club de Polo de la ciudad. Tras dormir en una de las suites del hotel Ritz, durante la mañana del 19 de abril, Edwina empezó a tener contracciones.

El personal del cinco estrellas solo pudo localizar a un otorrinolaringólogo, por lo que el futuro papá no dudó en llamar al palacio real de Madrid para hablar con su prima, la reina Victoria Eugenia. Al no encontrarse, habló con el rey Alfonso XIII, quien malinterpretó sus palabras. Tal y como cuenta Lady Pamela Hicks en su biografía Daughter of empire: life as a Mountbatten, Louis le dijo "vamos a tener un bebé", a lo que el monarca, como buen Borbón mujeriego, le replicó: "¡Oh, querido Dickie, no se lo diré a nadie!" pensando que su pariente había sido infiel.

Una vez desenmarañado el entuerto, Alfonso XIII hizo gestiones y en un santiamén los guardias reales rodearon el hotel, se localizó a un doctor y a una enfermera inglesa que "apareció como un ángel". No contentos con la seriedad del momento, ya que Edwina había empezado a tener hemorragias, el obstetra fue arrestado por los guardas a las puertas del hotel porque quería entrar a toda prisa con una bolsa sospechosa. Simplemente, eran los objetos necesarios que había ido a buscar al hospital. Al final, todo salió bien. La segunda hija de los Mountbatten había nacido.

miércoles, 5 de agosto de 2020

Monarquía y democracia

Florentino Portero
Libertad Digital

(...)
La mayoría parlamentaria, con el Partido Socialista a la cabeza, arrincona a la Monarquía con el objetivo final de ir a un cambio de régimen, que ni será monárquico, ni democrático ni próspero. Depende de nosotros el impedirlo. Pero eso no será posible si esta sociedad adormecida y cobardona no reacciona en defensa de su libertad y su dignidad.

Felipe VI pactó en un encuentro con Juan Carlos I su salida de España

El País

La marcha de Juan Carlos I de España se decidió en una reunión directa entre Felipe VI y su padre, después de que, a través de intermediarios, no se hubiera logrado un acuerdo sobre la forma de evitar que el escándalo en torno a las cuentas de este último en paraísos fiscales dañase a la Monarquía. El Gobierno estuvo al corriente de las conversaciones, pero la decisión última fue de Felipe VI, como subrayó este martes el presidente Pedro Sánchez. Juan Carlos I abandonó el domingo La Zarzuela y cruzó el lunes la frontera de España con Portugal, aunque este país puede no ser su residencia definitiva.  

Los tres frentes judiciales tras el exilio: España, a la espera de que Suiza envíe datos

El Confidencial

Con Juan Carlos I en el exilio, las investigaciones en España y Suiza siguen su curso. Fuera del país, el Emérito no goza del blindaje que le otorga la Constitución hasta junio de 2014, pero sin ninguna causa judicial abierta en su contra, no se esperan efectos judiciales a corto plazo. Tanto el fiscal suizo como sus homólogos españoles indagan en la "donación" de 100 millones de dólares que el monarca recibió en 2008 de Arabia Saudí, pesquisas que buscan aclarar si fue una comisión por la adjudicación del AVE a la Meca a empresas españolas tres años después. Las investigaciones se desarrollan en paralelo y, según apuntan fuentes jurídicas, España está a la espera de que Suiza le envíe el grueso de sus averiguaciones, documentación que se revisará a fondo para comprobar si el Emérito pudo incurrir en algún hecho delictivo tras su abdicación. (...) 

No hace falta ser monárquico

Álvaro de Diego González
ABC

(...) Hoy no hace falta ser monárquico para defender la plena vigencia de la Monarquía Parlamentaria. Es verdad que se trata de una opción de valientes. Los cortesanos siempre han acudido al auxilio del vencedor. Sus mejores defensores pueden ser los republicanos de corazón que aman a España y conocen su historia. Las dos repúblicas significaron una desoladora experiencia que dista mucho de ser la Arcadia que algunos imaginan. En el peor de los casos, el sueño republicano es el juguete al que se aferran los que quieren despiezar España o patrimonializar su futuro régimen político. (...) 

Doña Sofía, la Reina prudente

Almudena Martínez-Fornés
ABC

Hija, hermana, esposa, sobrina, nieta y madre de Reyes, Doña Sofía es el miembro más querido de la Familia Real, aunque muy seguida por Don Felipe. A sus 81 años, siempre ha sabido estar en su sitio, que no es otro que el que los españoles esperan y desean de un miembro de la Familia Real. Pero mantener esa actitud ha sido algo especialmente difícil en los últimos años, cuando Corinna Larsen irrumpió en la vida de Don Juan Carlos. Y precisamente esa actitud de gran señora que mantuvo en las circunstancias más tensas, han hecho que la mayoría de los españoles la valoren más.

Tanto su vida pública como privada se rigen por los mismos principios, y en la sombra sigue haciendo ahora lo mismo que antes hacía en presencia de los medios de comunicación. Y es que ella no sabe vivir de otra manera.

Con el Rey

Editorial ABC

Los envites, ataques y presiones contra Felipe VI son reiterados. Hay fuerzas políticas, incluida Podemos, hoy un partido de Gobierno, empecinadas en socavar el valor intrínseco de la Monarquía parlamentaria como excusa para dar por superados los consensos de la Transición. El populismo de izquierdas y el separatismo tienen como meta la derogación de facto de la unidad nacional consagrada en la Constitución para dar paso a una república de corte federalista. Perciben en las irregularidades cometidas por Juan Carlos I la ocasión propicia para imponer un régimen presidencialista, para hacer borrón y cuenta nueva con nuestra propia historia, para dilapidar nuestro patrimonio como nación. No es legítimo castigar a Don Felipe por los errores ciertos de su padre, que han sido sancionados por el actual Rey, quien le retiró el pasado marzo su asignación pública y rechazó formalmente su herencia (amén de que Juan Carlos I ya había renunciado previamente a toda representación pública oficial). Tampoco resulta legítimo penalizar a la institución, tal y como acertadamente dijo ayer Sánchez, quien sin embargo no estuvo a la altura de su cargo al no condenar los ataques de su vicepresidente Iglesias y de su pareja, la ministra Montero, a la Corona. España atraviesa una situación muy delicada, debido a la conmoción sanitaria y económica que ha provocado la pandemia, lo que hace más necesario defender a la Monarquía de agresiones oportunistas. Nuestra Constitución es un modelo de convivencia y no debería ser puesta en riesgo por partidos que siguen siendo electoralmente minoritarios.

La defensa que hizo ayer Sánchez de Felipe VI no puede ser fingida. Está obligado a revisar sus alianzas con formaciones que han propugnado la erradicación de la Monarquía y sus símbolos, o con grupos separatistas que justifican la quema de retratos de la Familia Real. Si desde el Gobierno de la nación no se defiende a Felipe VI con todo el ahínco, la lealtad y la responsabilidad de Estado que merece su figura, y si todo se reduce a una operación de mercadotecnia política en la que la protección de la Corona se convierte en algo melifluo, es que Sánchez no habrá entendido nada de lo que ocurre en España. Su deber es apoyar a la jefatura del Estado, hoy encarnada por un Felipe VI que disfruta de gran respaldo popular, por su hoja de servicios intachable, su talante sereno y su perfecta preparación para el cargo. El jefe del Ejecutivo expresó ayer su apoyo al sistema de libertades y derechos del 78 y a la monarquía parlamentaria, y desde aquí lo celebramos. Pero le toca demostrarlo con hechos, algo que hasta ahora no ha ocurrido, pues se sostiene en el poder con el apoyo de fuerzas antisistema y antiespañolas y se ha resistido a respaldar al Rey frente a ataques que salen de su Gobierno.

La disyuntiva de Sánchez y el cambio de régimen

Manuel Marín
ABC

(...) El hecho cierto es que Sánchez duda, consciente de que el PSOE y su Gobierno son ahora mismo la clave de bóveda del sostenimiento de la monarquía parlamentaria en España. Ayer, Sánchez defendió con cierta vehemencia al Rey pero no desautorizó a ese segmento esencial de su Gobierno, Podemos, que ha vuelto a desairar a todos dándose por no enterado de las decisiones entre Moncloa y Zarzuela y afeando a Sánchez su secretismo. El PSOE y Sánchez, que vienen a ser lo mismo ante la renuncia de cualquier sector crítico del partido a denunciar los bandazos de La Moncloa, son ahora mismo la única línea roja para dirimir el debate entre la defensa del constitucionalismo y de la monarquía parlamentaria, y el diseño de un cambio de régimen hacia una república federalista. Aquello que Sánchez definió como una «España plurinacional».  (...)

martes, 4 de agosto de 2020

Otro paso hacia la ruptura de España

Ramón Pérez-Maura
ABC

Es un día muy triste en la historia de España. Se ha condenado sin juicio a uno de los más grandes Reyes de la historia de España. Un cuarteto formado por Carlos I, Felipe II, Carlos III y Juan Carlos I. Este último no ha tenido, no ya un juicio, no ha tenido ni una imputación formal por parte de las autoridades judiciales. Todos sabemos hoy que la II República llegó por unas elecciones municipales en las que obtuvieron más votos los candidatos monárquicos que los republicanos. Pero cierta élite propagó que el voto de las ciudades era de mayor valor que el de los municipios menores y se hizo ver como un gran triunfo de los republicanos. Alfonso XIII fue animado a exiliarse por algunos de sus ministros con el fin de evitar una confrontación entre españoles. Conocemos, demasiado bien, que aquello no valió para nada. Hubo una guerra civil que dejó a España ensangrentada y que hoy todavía es revivida cada día por este Gobierno que ahora ha hecho todo lo posible por sacar al Rey Juan Carlos de España. Y lo ha conseguido. (...)

Se cierra una etapa de la Monarquía y comienza otra

Jorge Vilches
El Español

El Rey Juan Carlos se va, no lo echan. Es un nuevo servicio que hace a España, a la democracia y al orden constitucional. Eso es con lo que nos tenemos que quedar, con esa demostrada capacidad de sacrificio: a pesar de los numerosos errores acaba cumpliendo con su responsabilidad.

La izquierda comunista y populista pretende aprovechar el árbol caído para desautorizar el papel de Juan Carlos desde 1975, tachar de engaño la Transición y deslegitimar la democracia liberal que tanto costó construir. Además, a esa misma izquierda le vendrá muy bien el final de este episodio lamentable de los Borbones para tapar sus escándalos personales, políticos y de financiación opaca.

Los 14 secretos que esconde el comunicado final de Juan Carlos en la letra pequeña

Marta Espartero
El Español

La cuenta atrás ha terminado: Juan Carlos se va. Pero detrás de la histórica decisión del rey emérito de abandonar el Palacio de la Zarzuela, como dio en exclusiva EL ESPAÑOL y conocida este lunes tras verse cercado por los diferentes escándalos que envuelven su patrimonio, deja en el aire diversas cuestiones.

El que fuera Jefe del Estado ha hecho público, a través de la Casa Real, un comunicado oficial de la mano de su hijo, Felipe VI, en el que matiza y contextualiza los motivos que le han llevado a abandonar España. Pero, ¿qué hay detrás de su declaración?

Así se destapó la cuenta suiza oculta del rey emérito

El País
José María Irujo

Las pruebas obtenidas por un fiscal de Ginebra son la clave de la investigación en el Tribunal Supremo

Juan Carlos I, el hombre que se ganó un destino

Antonio Jiménez Barca
El País

Cuenta un amigo de Juan Carlos I que, en 2010, el por entonces Rey de España le confesó, con una preocupación casi obsesiva, que una de las cosas que más le atormentaban de abdicar era la de no tener suficiente dinero una vez dado el paso. El amigo le respondió con una pregunta que el Rey no contestó: "¿Pero, para qué quieres tú el dinero, si siempre tendrás un pase de Iberia para viajar donde quieras, si tus amigos saudíes siempre te prestarán sus apartamentos para que te alojes donde te dé la gana?". Dos años después, en abril de 2012, la figura de Juan Carlos I iniciaba el camino hacia el descrédito.  

El Rey que supo leer el viento de la historia tras la muerte de Franco

Guillermo Altares
El País

(...) "La resolución de la crisis sin derramamiento de sangre a gran escala dependía en buena parte de la habilidad de Juan Carlos, de los ministros que eligiera y de la actitud de los líderes de la oposición", escribe en El triunfo de la democracia en España (Debate) el historiador británico Paul Preston, biógrafo de Franco y del rey Juan Carlos. "El rey afrontaba un dilema muy grave. Tenía sobrados motivos para favorecer la democratización. Sus consejeros le habían indicado con claridad que varios sectores importantes del capitalismo español deseaban suprimir los mecanismos políticos del franquismo. Asimismo, conocía las consecuencias que había acarreado a la familia real griega oponerse a la corriente de los sentimientos democráticos populares. Tal vez influyeron también en él las declaraciones de su padre. Si optaba con audacia por el progreso, podría asegurarse un apoyo masivo para la monarquía. Ahora bien, conocía la fortaleza, determinación y mala voluntad del Búnker. Y aún más importante de lo que quizá se creyera por aquellos días era su estrecha dependencia de la Constitución franquista y de las instituciones a las que debía su entronización. Por consiguiente, en los primeros tiempos de su reinado Juan Carlos avanzó con suma cautela". (...)

La necesaria distancia con el jefe del Estado

Editorial El País

(...) El paso dado ahora para separar a la persona de la institución —alejando a don Juan Carlos de La Zarzuela— no ha sido fácil, por más que trasluzca un acuerdo entre padre e hijo con el objetivo común de salvaguardar a la Corona. Con 82 años, Juan Carlos I se marcha por la puerta de atrás del que ha sido su hogar durante casi 58 años. En cambio, Felipe VI no ha querido forzar la retirada del título honorífico de Rey a su padre y Juan Carlos I no ha querido renunciar a él voluntariamente.

En todo caso, el rey emérito mantiene intacta la presunción de inocencia, un derecho que le corresponde como a cualquier otro ciudadano. Ni el fiscal suizo ni el español que investigan los movimientos financieros de Corinna Larsen han presentado hasta ahora acusación alguna contra él. Si lo hacen, Juan Carlos I deberá defenderse y podrá ser juzgado, al menos por aquellos hechos posteriores a su abdicación en junio de 2014. (...)

La reina Sofía seguirá viviendo en La Zarzuela tras la marcha de Juan Carlos I


El País

La decisión de Juan Carlos I de abandonar La Zarzuela y trasladarse fuera de España para evitar que las informaciones sobre las investigaciones abiertas por sus cuentas en el extranjero dañen a la Monarquía no va a suponer ningún cambio en la situación de la reina Sofía. Así lo confirman a este diario fuentes cercanas a la Casa del Rey, quienes aseguran que la reina emérita mantendrá su residencia en el palacio de la Zarzuela y continuará con sus actividades institucionales así como con las labores de la fundación que lleva su nombre. La madre de Felipe VI, que se encuentra de vacaciones en el palacio de Marivent, en Palma, queda al margen de los presuntos negocios en los que pudo participar su esposo.  

Don Juan Carlos, el motor de la Transición que dio paso a la mayor etapa de progreso

Don Juan Carlos, el motor de la Transición que dio paso a la mayor etapa de progreso

Pablo Muñoz
ABC

La salida de España de Don Juan Carlos, motivada por actitudes particulares poco ejemplares conocidas en los últimos tiempos, no puede velar la historia de un gran reinado de 39 años, en los que se alcanzaron cotas de prosperidad inimaginables en su día. En su etapa en la Jefatura del Estado, que comenzó con un país que salía de una dictadura, dividido y en plena crisis económica, los españoles hemos alcanzado unas cotas de progreso económico, estabilidad y libertad sin precedentes. El «milagro español» no fue una invención, sino la extraordinaria obra de una nación unida y liderada por el hombre al que hoy muchos tratan de destruir, que supo entender a la perfección el papel que tenía reservado en la historia.

Artículo completo

La marcha de Don Juan Carlos: un lustro de acoso a la Monarquía para acabar con el sistema de 1978  

El llamado sistema del 78 es la pieza más anhelada por la extrema izquierda -hoy en el Gobierno de coalición liderado por el PSOE- y los independentistas catalanes y vascos. El fin de la Monarquía, según su análisis, es el paso previo e imprescindible para conseguirlo. Los servicios de Inteligencia e Información ya advertían de este escenario en 2015, tal como informó ABC entonces, y desde aquel momento la intensidad de la amenaza no solo no ha disminuido, sino que se hace todavía más evidente. En este recorrido, la salida voluntaria de España de Don Juan Carlos, conocida ayer, es solo la primera de las etapas de una estrategia mucho más ambiciosa, que pasa por un nuevo modelo de estado «republicano y plurinacional» en palabras del vicepresidente segundo del Gobierno, Pablo Iglesias, pronunciadas hace solo unos días.
 

La lección de Felipe VI

Agustín Pery
ABC

(...)  Para quienes se afanan en repetir en cansina salmodia que los desvaríos amorosos y los negocios de Juan Carlos I son la mejor prueba de que hay que abolir la Monarquía para instaurar una República, deberíamos recomendarles que se den una vuelta por los países vecinos y la vergonzante historia de algunos de sus presidentes. Aquí no se trata de cuestionar a la institución sino a quienes la representan cuando dejan de estar a la altura de sus obligaciones. Ojalá cunda el ejemplo de Felipe VI, que ha pensado en el futuro antes que blindar lo que fue y ha dejado de ser un buen pasado.

Otro Rey al exilio

Luis Ventoso
ABC

Al conocer la nueva me acordé del viejo Will, el hombre que conocía todos los recovecos del alma humana. ¡Qué memorable drama habría compuesto Shakespeare con estos materiales! Juan Carlos I, el héroe de las libertades del 78, el rey jovial de la habilidosa diplomacia del borboneo, enfila el exilio convertido en su crepúsculo en una figura de sesgo trágico, que guardando distancias evoca el final de «El Rey Lear». El monarca, de 82 años y salud mermada, recorrerá la senda hacia el extranjero que antes se vieron forzados a tomar sus antepasados Carlos IV, Fernando VII, Isabel II... o su abuelo Alfonso XIII, el último que dejó España, en fecha tan emblemática como abril de 1931. (...)

El sombrero que dejaba pasar la lluvia

Pedro García Cuartango
ABC

(...) No es posible defender la Monarquía desde la impunidad o intentando mirar para otra parte. Por lo tanto, la decisión de Don Juan Carlos es tan inevitable como acertada. Lo mejor que podía hacer era dejar España como un último servicio para evitar que su proceder contaminara su propio legado y la institución. Puede que el Rey Emérito haya sido una persona muy poco ejemplar, pero lo que nadie le podrá negar es su patriotismo.

En esta hora de tribulaciones, sería muy injusto olvidar su decisiva contribución tras la muerte del general Franco a la consolidación de una democracia que nació en un parto plagado de dificultades. Don Juan Carlos no sólo logró superar los enormes obstáculos que existían para el restablecimiento de las libertades en nuestro país, fue también el hombre que se apoyó en Torcuato Fernández-Miranda y eligió a Adolfo Suárez para pilotar el cambio.

Es muy posible que sin la decisiva implicación del anterior monarca, la Transición se hubiera estrellado contra un muro y hubiera fracasado, generando una frustración de imprevisibles consecuencias. Pero en aquellos cruciales momentos, el Rey se la jugó pese a la incomprensión de los estamentos del franquismo que creían que estaba «todo atado y bien atado».(...)

La Corona permanece

Editorial ABC

(...) Don Juan Carlos abandona España porque lo considera un servicio a la Corona y a su país. Realmente, su salida responde a un diagnóstico político que le ha venido impuesto y cuyo acierto se verá a corto plazo, en la medida en que amainen o arrecien los ataques contra la Monarquía parlamentaria. Ataques sobre los que el Gobierno de Pedro Sánchez tiene bastante que decir, porque proceden muchos de ellos de su socio de gobierno, Unidas Podemos, y de su vicepresidente segundo, Pablo Iglesias. El propio Gobierno mandó mensajes públicos a la Casa del Rey, en las últimas semanas, sobre la conveniencia de que hubiera decisiones respecto de Don Juan Carlos. Ahora que la decisión está tomada –la más drástica, pues es de hecho un exilio–, habrá que esperar una leal reciprocidad por parte de Pedro Sánchez, que debe consistir en la defensa activa de la Corona, del Rey Felipe VI y de la Monarquía parlamentaria. Los indudables errores de Don Juan Carlos en determinados aspectos de su vida privada han marcado el final de un mandato regio gracias al cual España es una democracia parlamentaria. El análisis que merece la marcha del Rey emérito trasciende su persona y obliga a preguntarse por la estrategia en marcha contra la arquitectura constitucional de 1978.

Solo la Corona encarnada por el Rey Felipe VI representa en la actualidad la vigencia de los más esenciales valores de la Constitución de 1978. Las políticas centrífugas de los separatistas, el pacto del PSOE con la extrema izquierda y el debilitamiento del Estado de Derecho, en un momento histórico de cuestionamiento de las instituciones democráticas, acompañan la salida del Rey Juan Carlos, y descargan aún más en su hijo, el Rey Felipe VI, Monarca ejemplar, la responsabilidad de ser, más que nunca, símbolo de la unidad y permanencia del Estado constitucional. Como lo fue su padre.

¡Viva el Rey!

Bieito Rubio
ABC

(...) Siendo triste la noticia de esta marcha de Don Juan Carlos, no se la debe considerar mala. Felipe VI ha recibido de nuevo el apoyo generoso de su padre, que una vez más, como en tantas otras ocasiones de su vida, se sacrifica por la Corona y por España. Nuestro país funciona, aunque como toda obra de hombre es susceptible de ser perfeccionado. Lo verdaderamente relevante en este momento es que la comunidad que representa la suma de 47 millones de españoles, en un día como hoy, sabiendo superar la barbarie de la anomia, deberá buscar el lado positivo y al grito de ¡viva el rey!, nos estamos poniendo del lado del Estado de Derecho, de la Corona, de la democracia y de España, una nación con más de quinientos años de vida.

Don Juan Carlos ya está en República Dominicana

ABC

El Rey Don Juan Carlos viajó este fin de semana a Sanxenxo (Pontevedra). Desde este destino, uno de sus predilectos para practicar una de sus principales aficiones, la vela, se desplazó a la localidad portuguesa de Oporto, desde donde tomó un avión para viajar al aeropuerto de Santo Domingo (República Dominicana), según pudo saber ABC.

Lo más probable es que el Rey padre haya aceptado alguna de las muchas invitaciones que ha recibido por parte de sus amigos, conocedores del amargo momento que está viviendo, como consecuencia de las acusaciones realizadas por su examiga Corinna Larsen. Y entre todos sus amigos, destaca Pepe Fanjul, que reside en Miami y es propietario del complejo hotelero Casa de Campo, situado en La Romana, en la República Dominicana.

La amistad que comparten se remonta a varias generaciones. Y es que la hermana de la abuela de este empresario del azúcar era Edelmira Sampedro, la cubana que se casó con el Príncipe Alfonso, hijo mayor de Alfonso XIII, abuelo de Don Juan Carlos. Aunque sus descendientes no comparten ni una gota de sangre, Don Juan Carlos y Pepe Fanjul se tratan como hermanos. Fanjul dispone de varias viviendas que puede ofrecer a Don Juan Carlos para pasar una larga temporada, hasta que cambien las circunstancias y pueda regresar a España, que es donde Don Juan Carlos se siente más a gusto, de verdad.

lunes, 3 de agosto de 2020

La relativa inmunidad internacional de Juan Carlos I

Reyes Rincón
El País

A la espera de lo que ocurra con la investigación de la Fiscalía del Tribunal Supremo sobre Juan Carlos I, el ministerio público suizo tiene abierta desde hace dos años una causa relacionada con una cuenta corriente a nombre de una fundación, Lucum, cuyo primer beneficiario era Juan Carlos I. El fiscal Yves Bertossa ha tomado ya declaración como investigados a Corinna Larsen, a cuyo nombre se transfirió después el dinero de la cuenta bajo sospecha; al responsable de la banca privada Mirabaud, donde estaban los fondos; a Arturo Fasana, gestor externo de la cuenta; y a Dante Canónica, director de Lucum. Don Juan Carlos no está siendo investigado y las fuentes fiscales consultadas en España se muestran confiadas en que Suiza no dará ese paso porque ningún país actúa contra exjefes de Estado extranjeros salvo que se trate de delitos de lesa humanidad, genocidio o crímenes de guerra. Expertos de Derecho Internacional discrepan de esta interpretación y sostienen que Suiza no solo puede investigar todas las actuaciones del rey emérito tras su abdicación sino también los actos no oficiales desarrollados durante su reinado.

El alcance de la inviolabilidad de don Juan Carlos para los tribunales españoles ha sido muy debatido en las últimas semanas y la mayoría de constitucionalistas coinciden con la interpretación que ha hecho hasta ahora la Fiscalía: la Constitución ofrece al jefe de Estado una inviolabilidad absoluta (para actos públicos y privados) que el rey emérito perdió cuando abdicó. No obstante, según esta interpretación, el exmonarca mantiene de por vida la inmunidad ante posibles delitos cometidos cuando ocupaba el trono. Traducido a las investigaciones abiertas que afectan al rey emérito: los tribunales pueden indagar en los actos de Juan Carlos I desde que dejó de ser jefe de Estado, pero no en los anteriores.

El futuro del pasado

Fernando Vallespín
El País

La historia juzgará el lugar que en ella haya de ocupar la figura de don Juan Carlos, lo importante es verificar que las instituciones que él tanto contribuyó a construir pueden ser capaces de sobrevivir a su lado más oscuro.

El problema con la evaluación precipitada de figuras históricas como el rey Juan Carlos es la ausencia de la necesaria perspectiva temporal. Falta que el tiempo vaya dejando su poso para que el juicio que quepa emitir sobre el personaje pueda dar cuenta del auténtico papel que desempeñó en cada momento. Todo se complica, además, cuando ese juicio debe elevarse, como ahora es el caso, en plena vorágine periodística sobre sus escándalos. Pero a veces los hechos hablan por sí mismos: la abdicación, primero, en plena crisis económica; luego, el distanciamiento del actual Rey de las operaciones de su padre en Suiza, que significaron su renuncia a la herencia y la retirada de la asignación que le competía a don Juan Carlos como rey emérito; y, ahora, la decisión de irse a vivir fuera de España. Son tres actos concluyentes que se corresponden con actuaciones a las que implícitamente se atribuye una responsabilidad del afectado y, por tanto, es difícil que pueda funcionar aquí la presunción de inocencia en sentido convencional. Entre otras razones, porque la dimensión de las faltas es de naturaleza ético-política, con independencia de que también puedan ser perseguibles judicialmente. Ya se verá hasta dónde llega la inviolabilidad constitucional del rey emérito una vez que no está en ejercicio de su cargo.  

El Rey que ensombreció el final de un reinado de éxito

Almudena Martínez-Fornés
ABC

Seis años después del anuncio de su abdicación, el Rey Don Juan Carlos vive uno de los momentos más difíciles y tristes de su vida. Su largo reinado será recordado en los libros como uno de los mejores, según historiadores tan rigurosos como Juan Pablo Fusi, que lo ha calificado como «un gran momento en la historia de España». Sin embargo, los errores personales de los últimos años amenazan con ensombrecer su figura, eclipsar todo lo logrado y amargarle sus últimos años de vida. Confinado en La Zarzuela por el Covid, lo que de verdad apena a Don Juan Carlos es no ser recordado por sus contemporáneos como él siempre quiso.

Hasta que empezaron a aflorar los errores, su biografía había sido la que le hubiera gustado escribir a cualquier Jefe de Estado, y hubo un tiempo en el que así se lo reconocían dentro y fuera de España. El viejo Rey se ganó a pulso su enorme prestigio personal, pero inexplicablemente años después él se ocupó de desgastarlo, sin que nadie consiguiera salvar a Don Juan Carlos de sí mismo. Rodeado desde niño por adultos y consejeros que le marcaban el paso, Don Juan Carlos había aprendido a buscar válvulas de escape y a romper los cercos que le imponían. Había desarrollado una rebeldía natural que nadie conseguía controlar. Con su encanto personal, su personalidad arrolladora y la fascinación que producía, el Rey conseguía lo que se proponía.

El Rey Juan Carlos anuncia que abandona España

El Rey Don Juan Carlos I ha trasladado a su hijo, Don Felipe, que ha tomado la decisión de abandonar España, según ha informado este lunes el Palacio de La Zarzuela. Don Juan Carlos ha comunicado esta decisión al Rey en una carta en la que le expone su "meditada decisión de trasladarme, en estos momentos, fuera de España". Una decisión que toma "con profundo sentimiento, pero con gran serenidad", afirma. También recuerda que "siempre ha querido lo mejor para España y para la Corona". Ante la decisión adoptada por Don Juan Carlos, el Rey ha transmitido a su padre «su sentido respeto y agradecimiento».

Ademas, en este momento crítico, el Rey ha querido «remarcar la importancia histórica que representa el reinado de su padre, como legado y obra política e institucional de servicio a España y a la democracia". Don Felipe también ha remarcado "los principios y valores sobre los que ésta se asienta, en el marco de nuestra Constitución y del resto del ordenamiento jurídico», según señala un comunicado de La Zarzuela.

Don Juan Carlos ha tomado esta decisión después de varios meses de presiones por parte del Gobierno de Pedro Sánchez y Pablo Iglesias para que dejara de vivir en la residencia oficial. El Ejecutivo empezó con estas presiones tras la publicación de varias informaciones, según las cuales, Don Juan Carlos habría recibido una donación en 2008 de 65 millones de euros procedentes del Rey de Arabia Saudí, que luego él regaló a su ex amiga Corinna Larsen, y había tenido cuentas en el extranjero que presuntamente no habría declarado a Hacienda.

En cuanto se conocieron estas informaciones, el actual Rey, Don Felipe, adoptó el pasado 15 de marzo una serie de medidas contundentes y sin precedentes. Entre otras decisiones, el Monarca retiró a su padre la asignación anual de los Presupuestos Generales de la Casa del Rey y compareció ante notario para expresar su renuncia a la herencia de fondos que no fueran transparentes. Además, Don Juan Carlos había abandonado un año antes, en junio de 2019, toda actividad pública.

Sin embargo, hace un mes fuentes del Gobierno empezaron a pedir al Rey, a través de filtraciones a la prensa, nuevas medidas para alejar aún más a Don Juan Carlos. Entre estas, se pedía que Don Juan Carlos abandonara el Palacio de La Zarzuela y que se le retirara el título de Rey.

Ante esta situación, ha sido Don Juan Carlos quien ha tomado voluntariamente la decisión no solo de abandonar el Palacio de La Zarzuela, donde ha vivido desde 1962, sino también España.