martes, 22 de noviembre de 2005

Discurso del Rey

«En estas fechas en que se cumplen Treinta Años de mi proclamación como Rey de España, quiero manifestar que me siento particularmente feliz de hallarme en Canarias, acompañado por la Reina. Agradezco las muy amables palabras de que he sido objeto, así como las numerosas muestras de afecto y lealtad que estamos recibiendo.
Estas fechas nos deben llevar a tomar mayor conciencia de la enorme modernización vivida por España, de lo mucho que juntos hemos progresado y de lo mucho que unidos debemos seguir trabajando para preservar, fortalecer y mejorar día a día nuestra paz, concordia y bienestar.
Son muchos los recuerdos y sentimientos que, en estos momentos, se agolpan en mi corazón, empezando por mi gratitud a la Reina, por su constante apoyo, sensibilidad y entrega, y sin olvidar el respaldo que siempre he recibido de mis hijos.
Recuerdos ligados a la apasionante aventura de construir nuestra democracia, de recuperar plenamente nuestras libertades, de situar a España en el lugar que le corresponde, y de impulsar treinta años de estabilidad, crecimiento y mejora del bienestar económico y social de la gran mayoría de los españoles.
Sentimientos de confianza en la sociedad española y en la labor de sus instituciones a lo largo de estas décadas.Pero es, ante todo, el pueblo español quien en estas fechas merece un homenaje de gratitud, respeto y admiración por su esfuerzo, generosidad, responsabilidad y sacrificio volcados en la decisiva tarea de hacer de España un país moderno, abierto y solidario, unido, a la vez que plural y diverso, patrimonio de todos los españoles por igual.
Tampoco puede faltar nuestro más emocionado recuerdo a todas las víctimas del terrorismo y a sus familias, así como a todos los servidores del Estado que perdieron la vida en el cumplimiento del deber.
Os aseguro que la transformación de España no se pudo hacer ni con más ganas de acertar, ni con mejor voluntad de responder a los anhelos del pueblo español, ni con mayor espíritu de consenso y concordia.
Consenso, concordia y reconciliación, que están en la base misma de nuestra Constitución que es la clave para entender lo mucho que hemos logrado y la mejor garantía para seguir progresando con el esfuerzo de todos, unidos, en democracia y libertad.
Nunca podemos sentirnos satisfechos cuando se trata de servir a España. Eso, y mucho más, es lo que merecen España y los españoles.
Treinta años después de mi proclamación como Rey, dejadme que os diga que me siento, más que nunca, ilusionado y resuelto a seguir dando lo mejor de mí mismo, para contribuir a integrar cuantos esfuerzos favorezcan nuestra convivencia e impulsen nuestro progreso.
Una labor que asumo, desde el más profundo amor a España, la lealtad a la Constitución y mi entrega al ejercicio de las funciones que ésta me asigna en el marco de nuestra Monarquía parlamentaria.
Esos sentimientos, ese mismo espíritu de servicio, son los que también animan al Príncipe de Asturias, que representa la mejor garantía de continuidad del compromiso de servicio de la Corona a España.
Para concluir, quiero expresar de todo corazón, en esta hora y ocasión, mi más profundo afecto a todos los españoles.
Muchas gracias».

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