Su biógrafo la muestra profundamente conservadora, extravagante en el gasto, opuesta a los laboristas.
Rafael Ramos, corresponsal de La Vanguardia
La recién publicada biografía de Edward Shawcross, que con el beneplácito de Isabel II ha tenido acceso a la correspondencia privada de la reina madre, pone más énfasis en las sensaciones que en los secretos (a estas alturas hay pocos secretos en la casa de los Windsor). El objetivo es dar un aire lo más romántico posible a la figura de una dama que dijo tres veces que no a las propuestas matrimoniales del hombre al que llamaba Bertie (Alberto), y que de rebote se convirtió en Jorge VI.
Pero siempre hay algún esqueleto escondido en el armario. En este caso se trata de la revelación de que su hija la princesa Margarita se encargó un buen día de destruir todas las cartas entre la reina madre y la princesa Diana, que contenían revelaciones bomba sobre las turbulencias en el matrimonio del heredero de la corona y la intromisión de Camila Parker-Bowles como tercera en discordia.
Una biografía oficial y severamente censurada ofrece siempre más preguntas que respuestas aunque tenga más de mil páginas. Por ejemplo, si acaso veía alguna culpa o defecto en Carlos, su nieto favorito. El libro prefiere recrearse en asuntos que hacen menos cosquillas, como la angustia que le produjo darse cuenta de que su marido iba a ascender al trono como consecuencia indirecta del amor de Eduardo VIII por la divorciada norteamericana Wallis Simpson, y el temor de que tamaña responsabilidad fuera a resultar excesiva para un hombre bueno al que no necesariamente veía con un talento natural para ser rey.
La valentía de Jorge VI y su mujer Isabel en la guerra mundial, cuando decidieron permanecer en Inglaterra durante los bombardeos de la Luftwaffe, es un elemento fundamental en la popularidad no sólo de la reina madre sino de la familia real británica. La biografía cuenta el miedo que pasó cuando los proyectiles caían en los alrededores del palacio de Buckingham, y el dolor de visitar las casas y familias destrozadas del East End de Londres.
Ya se refiera a la guerra, al amor frustrado de su hija Margarita por Peter Townsend o a su exitosa batalla contra el cáncer de colon (murió en el 2002 a los 101 años), el libro muestra a una mujer profundamente conservadora, extravagante en el gasto —llegó a deber cinco millones de euros al banco—, recelosa de Felipe de Edimburgo, que detestaba a los laboristas, religiosa y optimista. Es verdad que la ginebra y los caballos fueron importantes en su vida, pero también hubo otras cosas...
Información detallada en inglés
sábado, 19 de septiembre de 2009
Biografía de la Reina Madre
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