Rosa Massagué
El Periódico
Seguramente al príncipe consorte no le disgustaba que le calificaran de bufón de la reina. Bufón, no en el sentido de entretener a su esposa o a la corte, sino en el de desviar con sus gracietas y salidas de tono la excesiva atención hacia ella. Dando munición a los escasos republicanos, pero sobre todo a los británicos más izquierdistas con sus comentarios siempre al límite de la corrección política y muchas veces traspasándolo, se convertía en un pararrayos que absorbía las críticas a la institución monárquica poniendo en valor a la reina y a su papel al frente del Estado y de la casa de Windsor. Desde unos pasos atrás era el escudo protector de Isabel II. Al igual que su esposa, era un gran profesional.
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